Las vacaciones de invierno en la República de los Niños finalizaron con gran éxito y cerca de 120 mil personas de distintas localidades bonaerenses y de diversas provincias del país disfrutaron de las variadas actividades culturales y recreativas que organizó la Municipalidad de La Plata durante las últimas dos semanas.
Así, la ‘Repu’ volvió a afianzarse como uno de los espacios recreativos y educativos más importantes de la Provincia y brindó una agenda cargada de música, circo, humor, teatro, radio y literatura que incluyó la participación de 300 artistas locales seleccionados a partir de de una convocatoria abierta de la Secretaría de Cultura.
Según información del área local, se acercaron al predio de Gonnet visitantes de Quilmes, Florencio Varela, Berazategui, Almirante Brown, Lanús, Lomas de Zamora, Presidente Perón, Ezeiza, Avellaneda, San Miguel, Moreno y La Matanza.
También dijeron presentes visitantes de Ensenada, Berisso, Brandsen, Punta Indio, Bahía Blanca, Junín, Azul, Benito Juárez, Necochea, 9 de Julio y Pehuajó, e incluso numerosas personas de provincias como Entre Ríos, Córdoba, Mendoza, Salta y del país vecino de Uruguay.
UNA HISTORIA DE AMOR A LOS NIÑOS Y LAS NIÑAS
La República de los Niños o el «País de los Niños» -como muchos le decíamos en nuestra infancia-, ese lugar encantado de Gonnet, fue pensado como un regalo de cumpleaños.
«Yo quiero hacerle un regalo a Evita Perón, pero no quiero que se entere, y quiero hacer algo por los niños que sea original «. Esas fueron las palabras que escuchó el arquitecto Jorge Lima cuando se sentó, intrigado, frente al mentor del proyecto (del ensayo del historiador Rubén Digilio y el periodista).
La cabeza del proyecto en el predio de Gonnet que aún hoy sigue recibiendo a miles y miles de familias diariamente, era el coronel Domingo Alfredo Mercante, por entonces gobernador de la provincia de Buenos Aires. En las 53 hectáreas en trámite de expropiación al Swift Golf Club, quería hacer algo grande, tan grande como su amor por Evita.
La idea era terminar la obra lo más rápido que se pudiera. Por eso en 1949 Mercante se contactó con el arquitecto Jorge Lima, que – contagiado de tanta adrenalina- en una sola madrugada pintó un lindo boceto en acuarela de la calle principal del nuevo sitio, muy similar a la que finalmente se construyó. «Es justo lo que quería «, asintió Mercante apenas le pegó una mirada.
La obra quedó a cargo del Instituto Inversor de la Provincia de Buenos Aires, que había creado el propio Mercante. Los fondos lo aportaba el Instituto de Previsión Social Bonaerense. El proyecto contemplaba una zona urbana dividida en centro cívico, un centro comercial y un área residencial; una zona agrícola, una zona industrial, un ferrocarril y un puerto. Todo a escala infantil.
«La República de los Niños surge como una propuesta del coronel Mercante de hacer algo original para los niños y la niñas, para hacer ese regalo que le quería hacer a Evita Perón por el cumpleaños, porque ella amaba a la niñez», repasó el arquitecto Lima entrevistado hace unos años para el Programa de Historia Oral del Archivo Histórico de la Provincia de Buenos Aires; y abundó: «La idea madre se me ocurrió inspirada en esos cuentos para niños, en las cosas mágicas, los cuentos de gnomos, de hadas. Ese fue el origen de la ambientación. Era hacer una ciudad, pero después se fue agrandando para hacer una república. Y surge la idea de hacer la instrucción general del chico viviente, desde plantar una semilla hasta ser presidente de la República de los Niños. Respetando todas las estructuras, pero con lenguaje infantil».
UN CONVENIO CLAVE Y MANOS A LA OBRA
El 17 de marzo del ´50, Mercante firmó el convenio con el estudio Lima, Cuenca y Gallo, para realizar la obra, ya denominada «República de los Niños «. Las tareas duraron dos años. Trabajaron inmigrantes italianos, españoles, yugoslavos, polacos: artesanos especializados en cada detalle de la construcción y el mobiliario. Detalles que en esta misión no eran un detalle, por supuesto. Pura inventiva: un 60 % de los materiales fueron creados en el mismo predio. De los 1.600 obreros, unos 1.000 vivían fijos en el lugar, en barracas, con comedores y policía propia. El diseño de los 35 edificios tiene una mezcla de estilos europeos mediales e islámicos, con el aporte onírico de los cuentos de Andersen y Grimm o las leyendas de Mallory y Tennyson.
Ritmo febril: «Una cuadrilla se encargaba del corte de la madera en el aserradero; otra colocaba tejas; una tercera se dedicaba a la construcción del techo; y otra, mientras tanto, instalaba el maderamen. El trabajo era sucesivo, no se interrumpía» (testimonio el techista Neif Aun).
¿Y el sentido original ? El sentido original tampoco es un detalle en la República de los Niños. Todo lo contrario: es panacea y a la vez enigma, todavía hoy. Los diarios de la época trataban de interpretar el espíritu. » Irá modelando a los futuros ciudadanos » esperaba El Argentino de La Plata. «La enseñanza didáctica -señalaba- se impartirá diariamente; si de botánica se trata, frente a los ejemplares a estudiar; si de economía rural, en el medio real de producción de granjas y quintas.»
Mercante, el dueño de la idea, expresaba oficialmente: «Deseamos poner al niño en un medio de alegre esparcimiento, en directo contacto con las responsabilidades ciudadanas del futuro, para que cuando llegue a hombre sea un argentino consciente de sus deberes, derechos y obligaciones. A la par que tenga para sus primeros años un recuerdo amable e imperecedero, y así forme a sus vástagos más buenos y generosos «.
Décadas más tarde, en el siglo XXI, vocabulario y contenidos son otros, pero la idea permanece. » La República de los Niños es un ámbito de características únicas y constituye el entorno ideal para la formación en los equipos consagrados en la Declaración Universal sobre los Derechos del Niño «, valoraron desde el departamento pedagógico de la República de los Niños, y agregan: «Para que un niño haga valer sus derechos es necesario que los conozca, aprendiendo a participar, a opinar y a tomar decisiones responsables. Y éste es un lugar ideal para que pueda hacerlo «.
Los chicos empezaron a poner los pies en esta República a partir de octubre de 1951. Visitas instructivas previas a la inauguración formal. A mediados de noviembre se inició en las escuelas la tarea de elección del primer Gobierno Infantil. Eduardo Alejandro Bertolo, de sexto grado, salió presidente. Los lugares femeninos en el gabinete quedaron para Sara Graciela Leaplazza, ministra de Educación, y Estela Sosa, titular de la Policía Femenina.
LA INAGURACIÓN
En la inauguración estuvo el General Perón, presidente de la Nación. También Mercante, alguna vez llamado » el corazón de Perón «, pero ya con diferencias públicas con el Gobierno nacional. Estaba el mayor Carlos Vicente Aloé, gobernador electo, que iba a heredar el manejo del predio soñado por su antecesor. El primer mandatario infantil recibió al presidente de verdad con un discurso: «Olvidar a los niños es renunciar al porvenir, ha dicho nuestra protectora Evita. Decidle, presidente nuestro, que cuando esté mejor y venga a vernos, a cambio de una sonrisa suya nosotros le regalaremos una paloma blanca «.
Con la salida de Mercante, la República de los Niños perdió su gestor e ideólogo. El coronel, gran defensor del líder de la Nación en toda circunstancia -» más peronista que Perón «, le cabía incluso entre los propios; «el corazón de Perón «, según Evita- terminó expulsado del partido en 1953. A partir de entonces, ¿quién iba a defender a la República de los Niños más que él?.
Se afirma que el famoso productor y dibujante Walt Disney visitó La República de los Niños y que sorprendido por tanta belleza se inspiró para crear Disneylandia. El único viaje conocido de Walt Disney a la Argentina fue en el año 1941, como enviado del presidente estadounidense Franklin Delano Roosevelt. Para ese entonces, ni siquiera existía el peronismo
Desde el principio, algunos de los cometidos originales no pudieron llevarse adelante. «Pensaban, por ejemplo, que los chicos, por grupos, pasaran todo un año viviendo en la República de los Niños para cumplir todo un ciclo político, institucional y productivo. Hoy parece un delirio, pero en ese momento era la idea «, apuntaron desde el Archivo Histórico de la República de los Niños.
Una esmerada tarea documental revisando los archivos de los diarios – sobre todo los de La Plata- permitió al Archivo recolectar información que estaba dispersa o perdida. En los primeros meses de vida de la República de los Niños, las actividades se redujeron a festejos tradicionales, como la Pascua. Al presidente Bertolo le tocó hacer de Jesús. Primero en todo. Los chicos del gobierno contaron más tarde, ya de grandes, que sus funciones terminaron casi en el acto inaugural: muchos no recuerdan haber sido convocados ninguna otra vez. El gobierno de Aloé claramente no sintonizó con la República de los Niños. El Instituto Inversor fue liquidado por «no cumplir ninguna función social útil para la comunidad y estando así totalmente alejado de los principios básicos de la Doctrina Social Peronista «.
En diciembre de 1953, la República de los Niños pasó al Ministerio de Educación de la Nación. El parque pasó a ser una atracción turística, con edificios sin estrenarse, vacíos. Una Casa de Gobierno sin presidente, una Legislatura sin legisladores. Llegó el golpe de 1955 y el gobierno de la «Revolución Libertadora » traspasó el parque a la Provincia. Símbolo en pie del gobierno derrocado del «tirano prófugo», era tentación del odio y rencor de los militares antiperonistas más cerrados. Los custodios la defendieron de varios ataques. El hogar de la Fundación Evita de Núñez había sido suprimido y no querían que allí pasara lo mismo. El lago se secó y se llenó de malezas. En 1963, durante la intervención del general Francisco Imaz, la República de los Niños quedó de lado y el parque pasó a ser el País de los Niños.
Una flor en el desierto, una buena, fue la inauguración, en 1968, del Museo Internacional de los Muñecos, idea del cineasta y director de teatro infantil Cándido Moneo Sánz. Hoy, este museo, imperdible, es una de las atracciones del parque.
En ese mismo año llegó la primera privatización. Pero quedó sin efecto con la vuelta del peronismo, en 1973, en el gobierno de Oscar Bidegain. Gran festejo con una toma simbólica de la instalación por parte de la Juventud Peronista. No hubo tiempo para retomar los «objetivos originarios «, planteados ese día.
CESIÓN AL MUNICIPIO PLATENSE EN DICTADURA
Llegó la dictadura militar, 1976-1983, y con un decreto le pasó en 1979 la República de los Niños al municipio platense. Y le sugirió que la reprivatizara. «Será un nuevo Disneyworld «, preconizaban desde la casa municipal platense. Las sugerencias, entonces, eran órdenes: el intendente Alberto Tettamanti se la dió a la empresa Zanón Hermanos, única oferente. La mayoría de los nostálgicos del Italpark no recuerda que, igual que en Mar del Plata, el parque de los sueños mecánicos cumplidos, tuvo una sucursal en la República de los Niños. Los edificios del Centro Cívico se usaban para tareas administrativas del parque de diversiones. Duró hasta 1984, cuando el Concejo Deliberante platense, ya en democracia, votó a favor de la recuperación del predio.
El manoseo a lo largo de los años, aquello de no saber qué destino darle, había hecho mella. Las fotos de los años 1984 o 1985 muestran las instalaciones a la miseria, con los yuyales altos como mensaje inequívoco de la decadencia.»
Surgieron distintos talleres, donde sigue asentada hoy la misión original de difundir los valores sociales y democráticos. En 1992 asumió el primer gobierno infantil elegido por los propios alumnos. En el 2001 la República de los Niños fue declarada Monumento Histórico Nacional, por votación del Congreso de la Nación Argentina. La ley quedó promulgada el 27 de diciembre de 2001. Hoy la República de los Niños luce prolija, limpia, mucho mejor.
PAISAJE Y EDIFICIOS
El paisaje de la República de los Niños presenta zonas onduladas, espacios verdes parquizados, una añosa arboleda con variedad de especies y una depresión central que por drenaje natural de las aguas conforman un lago con islas.
El predio se halla sectorizado en tres áreas: urbana, rural y deportiva. El área urbana posee senderos, calles y singulares edificios que constituyen un eje central denominado Centro Cívico donde se concentran las construcciones que albergan las instituciones del Gobierno de la República. Siendo los niños los destinatarios de este maravilloso emprendimiento, el objetivo fundacional fue construir los edificios a su escala para que puedan vivenciar el funcionamiento de las instituciones republicanas, formándose en los principios democráticos.
Castillos, palacios orientales, restaurantes, edificios públicos y hasta la misma Capilla en donde se suele oficiar misa, respetan esa ley lo mismo que sus muebles.
La reducción acorde a niños de 10 años no ha quitado encanto ni posibilidad de goce del paseo por parte de los adultos sino que, por el contrario, los obliga a retrotraerse a su infancia.
El edificio del Banco Municipal Infantil situado frente a la plaza principal, Plaza San Martín, es una réplica del Palacio Ducal de Venecia; cerca de allí se levanta otra construcción, el Palacio de Cultura, inspirado en el Taj Mahal de Agra, de la India, en donde tiene su sede el Museo Internacional del Muñeco.
En la Capilla, bajo la advocación de la Virgen de Lourdes, con grandes planos de techos normandos, galerías laterales y torres con campanarios; la Casa de Gobierno con ventanas de estilo gótico coronado por un techo de imaginativas formas elevadas a manera de torres y miradores, cierran la Plaza San Martín.
En torno a la Plaza de las Américas, ubicada en el extremo opuesto y comunicada por una calle peatonal, flanqueada por comercios, se encuentra la Legislatura inspirada en el Parlamento inglés, que alberga los recintos de las Cámaras de Diputados y Senadores del Gobierno Infantil de la República, conformado por alumnos de las escuelas locales.
Un gran espacio de juegos enfrenta al edificio del Palacio de Justicia con su sala de audiencia, despachos y en el subsuelo una pequeña cárcel. Además cuenta con un estudio radiofónico «Radio República», la primera radio infantil del país, con salida a la galería que separa la plaza con el espacio circundante. Fuera de este sector se ubican construcciones como el Estadio, la Casa del Niño, los edificios de la Marina, Ejército y Aeronáutica.