Corría el año 2013, y el “descubrimiento de un túnel bajo el Normal Nº 1” por parte del entonces director de Planeamiento platense encendió una alarma en el equipo que llevaba adelante, desde 2008, el proyecto “Arqueología Histórica en La Plata”, el cual, bajo la órbita de la subsecretaría de Gestión Ambiental de la Comuna, se encargaba de investigar y preservar el patrimonio arqueológico histórico de la Ciudad.
En ese momento, este cronista tuvo la oportunidad de mantener una extensa charla con la antropóloga María Inés Casadas y la profesora María Eugenia Peltzer, quienes, junto con el licenciado Leonardo Mudry y el entonces estudiante de antropología Guillermo Bertani, habían ido al emblemático colegio y lo relevaron exhaustivamente.
Primera pregunta:
-¿Por qué la fiebre por encontrar túneles debajo del suelo platense?
Antes de zambullirse en la historia del Normal 1, Casadas y Peltzer pusieron en contexto el recurrente tema.
Desde la Casa Ecológica situada en el corazón del Bosque, recordaron que “en el colegio había bastante revuelo por la noticia. Y es que en esa época se hablaba de túneles por todos lados, lo cual alimentaba la leyenda urbana”.
En medio de la majestuosa -aunque mutilada- arboleda del Bosque, y a metros del espacio donde brilló la prefundacional casona de la Estancia Iraola, las investigadoras reflexionaron sobre la leyenda de los túneles.
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“El tema sería: ¿por qué túneles no?”, propuso en aquella charla María Eugenia Peltzer, para aportar uno de los “dos elementos centrales que ayudaron, y mucho, a abonar esa tradición oral”.
“El modo en que se fundó La Plata. Quiénes y cómo la crearon. La ciudad planificada que representaba un cambio de siglo y ‘el futuro’. El peso de la masonería en esa época. Todo ello creó el contexto ideal para la leyenda”, señaló.
Edificios magníficos sobre basamentos monumentales
María Inés Casadas describió el otro elemento. “La magnitud de los edificios fundacionales, y también de muchos creados a principios del siglo XX, necesitó de basamentos tan importantes como los edificios mismos. Así, hay subsuelos y estructuras que pueden llegar a confundir, pero que no dejan de ser parte de edificaciones literalmente magníficas”, puntualizó.
¿Para qué tener túneles en una ciudad que nació de cero, que no es portuaria ni fue escenario de acontecimientos bélicos?, es la pregunta que se hicieron la antropóloga y la docente.
“Paraná (Entre Ríos), Santa Fe la Vieja, la Ciudad de Buenos Aires, tienen túneles que hoy en día son un atractivo turístico y cultural. El movimiento comercial portuario, asociado al contrabando, explica no sólo la existencia de los túneles sino su disposición y estructura”, indicaron.
El único
“Aquí solamente se encontró un túnel -subrayaron- al que le adosaron muchas historias, pero el hecho objetivo es que unía dos edificios del Regimiento 7, cuando funcionó en la actual Plaza Islas Malvinas. Se pensó en darle distintos usos. Aunque no resultó posible debido a la gran cantidad de agua que se acumulaba en él”, detallaron las profesionales.
Un túnel que unía el Cementerio con la Catedral siguiendo la traza de la diagonal 74. Túneles debajo de la Plaza Moreno. Debajo de la propia Catedral. En el Arzobispado (Palacio D’Amico). Bajo el Palacio Municipal. En el Normal 1. Y sigue la lista de “túneles” platenses.
“La Plata tiene un acervo arquitectónico y arqueológico maravilloso para estudiar y conocer. ¿Túneles? Por ahora, no”
“Hay un imaginario colectivo. Y no ocurre sólo aquí ni mucho menos, sino en numerosas ciudades”, afirmó María Eugenia Peltzer.
“Incluso hay gente que dice haber estado en un túnel cuando era chica. O que estuvo un pariente, amigo o conocido. ¿Alguna foto? ¿Algún documento histórico? No hay”, añadió María Inés Casadas.
Puro teatro
Entre el 24 y el 29 de octubre de 2013, tras obtener el permiso de la directora de la Unidad Académica Normal Nº 1, las investigadoras, el entonces estudiante avanzado de antropología Guillermo Bertani y el joven antropólogo Leonardo Mudry realizaron un relevamiento del estupendo edificio escolar inaugurado en 1932.
Comenzaron en el sitio donde el ex funcionario municipal supuestamente había “encontrado un túnel que conectaba con la Catedral”.
“En el salón de actos, detrás del telón del escenario y sobre el lateral derecho, si se lo mira de frente, hay una tapa de madera. Al abrirla, Guillermo entró, se agachó, y se encontró con un pasadizo enladrillado que recorría unos pocos metros y terminaba en el sitio donde, en todos los teatros, se ubica el apuntador. Eso era todo”, resumieron.
Sin entrar a opinar sobre los motivos que, por aquellos días, llevaron a algún que otro funcionario a hablar de “un futuro paseo turístico por los túneles de la Ciudad”, Casadas y Peltzer contaron que “se relevó todo el edificio; se hizo un trabajo muy exhaustivo para despejar cualquier duda”.
Fue así que recorrieron, analizaron y fotografiaron el resto del salón de actos, pasillos, aulas, los patios, el subsuelo, la biblioteca, el altillo, el techo. Todo.
El siguiente paso fue elaborar un detallado informe y remitirlo a la Dirección Provincial de Museos y Preservación Patrimonial, y al Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano (INAPL).
Explicaron que “el instituto es el que reúne la información sobre todas las investigaciones de todos los antropólogos del país, y autoriza los proyectos a través de las áreas correspondientes en cada una de las provincias”.
“Cuando una se familiariza con la estructura íntima de los edificios históricos, cuando comienza a interactuar con su comportamiento, descubre que en la Ciudad hay construcciones magníficas que guardan secretos interesantísimos”, remarcaron María Inés y María Eugenia.
La Plata tiene un acervo arquitectónico y arqueológico maravilloso para estudiar y conocer. ¿Túneles? “Por ahora, no”, remataron.