Cada día que pasa de este gobierno, que ha hecho de la crueldad (1) y la perversidad (2) su razón de ser, más se agranda la figura del peronismo femenino (que no es lo mismo que peronismo feminista).
Eva María Duarte de Perón y Cristina Elisabet Fernández de Kirchner, en distintos tiempos y de diferentes modos, fueron y son el emblema de todo aquello que detestaron y detestan los antiperonistas. Ergo, representaron y representan los más hondos y puros ideales y sentimientos del ideario fundamental del peronismo.
Quienes profesan que la justicia social es una aberración, deben saber (o ya lo saben) que Eva y Cristina encarnaron y encarnan algo “peor” que la justicia social: la equidad social. Que no es lo mismo que igualdad social (ver idealist).
“La equidad, a diferencia de la igualdad, reconoce que diferentes poblaciones enfrentan diferentes barreras para el éxito y trabaja para limitar o eliminar estas barreras. La equidad son las acciones que se llevan a cabo para garantizar el cumplimiento del derecho a la igualdad”.
Por caso, la denostada -por la derecha, la ultraderecha y el gorilaje de cualquier pelaje- moratoria previsional, permitió jubilarse a personas a las cuales sus empleadores no les habían realizado los aportes patronales. Un acto de equidad para igualar.
Los gorilas –“a ver si los gorilas en este país se avivan un poco alguna vez”, dijo Cristina en la Universidad Nacional del Oeste (UNO)– repitieron y siguen repitiendo que los gobiernos peronistas de 2003 a 2015 “jubilaron a personas que nunca hicieron los aportes”.
Y sí, dan ganas de gritarles “¡a ver si se avivan un poco alguna vez!”, porque no se le dio la oportunidad de jubilarse a quienes no hicieron los aportes, sino a quienes fueron “negreados” por sus empleadores, los responsables de hacer esos aportes, que se “ahorraron” la cuestión durante años y años.
“Natalia Botana, en nuestras antípodas, dijo: ‘Milei ha creado una imagen de un paraíso perdido, y es el de la Argentina de hace 100 años como primera potencia mundial, que no resiste a la más mínima historia comparada’ … Basta Milei. Basta de engañar a los pibes diciéndoles que hace cien años éramos primera potencia mundial. Éramos un desastre. Y si tan bien estábamos, ¿por qué te creés que vino el peronismo hermano? ¡A ver si los gorilas en este país se avivan un poco alguna vez!”
Evita, sin vueltas, los llamaba más o menos así: “oligarcas explotadores”. Y decía que le preocupaban más los oligarcas “de adentro” del peronismo, que los hubo y los hay –¡pucha que sí, y a veces los tenemos tan cerca!-, que la oligarquía tradicional, porque esos ya se sabía qué querían y cómo actuaban.
“Evita niega y reafirma la meritocracia. La descarta hasta que todos y todas tengan el mismo punto de partida. Hasta que en la línea de largada todos cuenten con las mismas herramientas y oportunidades. Llegado ese punto, ella no descarta la meritocracia, no reniega del esfuerzo o incluso de la capacidad de cada cual para llegar donde quiera”, puntualizó en una charla con 90 Líneas el artista plástico Daniel Santoro. Y añadió: “El destino debe ser parejo para todos, porque el punto de partida tiene que ser parejo para todos. Y allí entra de lleno el Estado como igualador de oportunidades… El reparto más importante que llevó a cabo el primer peronismo fue el reparto destinal”…Y fueron los días más felices.
Las políticas más distributivas
Hablando de la AUH, un programa elogiado por la ONU, organismo que recomendó que sea emulado por otros países latinoamericanos, Cristina apuntó en la Universidad con sede en Merlo que la AUH no va contra el empleo sino que es complementaria del trabajo, y que por eso mismo debería volver a pagarse a quienes cobran sueldos que no cubren la canasta básica. Enfatizó que es la política “más distributiva”.
“Un programa como la AUH refleja los valores de UNICEF de búsqueda de equidad para cada niño y creación de oportunidades para las nuevas generaciones. UNICEF se suma a los esfuerzos del Gobierno para mejorar la equidad y cerrar brechas. Ésto no es sólo un imperativo ético, es también una inversión inteligente de política pública hacia la creación de capital humano y cohesión social” (Roberto Benes, representante de UNICEF en la Argentina, 2018)
Y si de distribución hablamos, fue en febrero de 2015 cuando se registró el segundo índice de Gini más bajo de la historia (coeficiente que mide la desigualdad social).
“En 1974 se registró el índice más bajo, de 0,36. Entre 1974 y 2000 se observa una tendencia al constante empeoramiento de la distribución del ingreso de los hogares (y por consiguiente del bienestar), a lo largo del cuarto de siglo y a un ritmo casi uniforme que termina por elevar la desigualdad desde un Coeficiente de Gini de 0,36 en 1974 a otro de 0,51 en 2000”. En febrero de 2015 llegó al 0,39 (“La distribución del ingreso en la Argentina, 1974-2000”, Oscar Altimir, Luis Beccaria y Martín González Rosada, documento publicado por la CEPAL – chequeado.com).
¿Y por qué el gorilaje metió a la AUH en la despectiva categoría “plan social”? Porque la historia oficial se encargó de meter todo en la misma bolsa para confundir. Pero los ricos de este país saben muy bien qué cosa es qué cosa. Y si no, escuchemos qué les dijo en la cara el sacerdote jesuita Rodrigo Zarazaga en 2016, en el Coloquio de IDEA.
“La revolución de Evita apuntaba a un aburguesamiento general. Su sueño fue que todos vivieran como buenos burgueses … Era el uso contranatura de la tradicional y restrictiva pirámide social que sólo habilita el goce a los de arriba. Por lo cual, la idea de Evita de llevar a todos hacia arriba era inconcebible (para los dueños de la torta). Y por otro lado, ella estaba totalmente en desacuerdo con la restricción del goce que planteaban el socialismo y el comunismo. Es por ello que el pensamiento y la acción consecuente de Evita fueron revulsivos para los dos lados: unos jamás pudieron definirla, tramitarla; en los otros, el odio hacia su figura fue lisa y llanamente total”, resaltó Daniel Santoro.
Cristina, primera mujer de la historia que llegó a la Presidencia (dos veces a falta de una) por el voto popular, se atrevió a empezar a poner en práctica aquello que Evita soñó. Y es por ello que la odiaron tanto que la quisieron matar.
Una niña de diez años a quien la policía del gobierno ultraderechista le tiró gas pimienta en la cara, a pocos centímetros, se ha convertido junto a los jubilados apaleados y gaseados por luchar por un aumento de 12.000 pesos -para sumarlos a su jubilación de 234.540 pesos en septiembre 2024 (Anses)- en la postal de la crueldad y perversidad supina de quienes hoy gobiernan la Argentina.
La barbarie
Llegaron diciendo que iban a combatir a la casta y ahora se unieron a ella para “joder a los jubilados”, espetó Cristina, quien no anduvo con rodeos para decir que el gobierno compró a cinco diputados radicales “lisa y llanamente, literalmente”.
“Tenemos que recuperar el sueño del progreso. Eso era el pasaporte hacia una Argentina mejor: estudiar y trabajar. Y hoy no conseguís trabajo y te dejan sin plata en las universidades. Hay que ponerle mucho corazón a todo esto … Tenemos que poner el pecho y salir a recorrer los barrios a recuperar lo que se está perdiendo, que es el amor entre los argentinos”
Amadas incondicionalmente por los más humildes, Eva y Cristina representan lo mejor del peronismo. Si no, ¿por qué cada año que pasa se recuerda más a aquella mujer que con veintipico de años trabajaba desde las 8 de la mañana hasta las 11 de la noche y, si había un conflicto gremial, seguía de largo hasta las 5 de la madrugada, como describió su jefe de seguridad, quien dijo que nadie podía seguirle el ritmo, salvo él y diez policías? Porque fue culpable, junto con Perón, de los días más felices de los humildes y trabajadores de la patria.
“Estoy profundamente angustiado, no te imaginás. Todo lo que está pasando me tiene muy pero muy mal”, me dijo hace tres días un gran amigo. Luego del discurso de Cristina en la UNO, me escribió: “Me volvió la esperanza”.
No cualquiera nace con ese don. Lo tenía Evita, quien dedicaba la mitad de su día laboral a atender personalmente a quienes iban a la Fundación Eva Perón para conocer de primera mano la realidad. Lo tiene Cristina, quien aún hoy, pese a la guerra mediática judicial incesante que le declararon en 2008, es la referente en las barriadas populares, esas que durante sus gobiernos quedaban vacías en enero porque las familias se iban a Mar del Plata, como describió Pitu Salvatierra.
Ellas pusieron en primer plano a los humildes, a los laburantes, a los pibes y pibas, a los viejos. Ahora los hambrean, les destrozan el poder adquisitivo, los empujan a dejar los estudios, los apalean, los gasean.
¿Y ahora qué hacemos? “Tenemos a otro mundo de trabajadores informales que han quedado sin representación. No podemos hacer como el avestruz y meter la cabeza en un hoyo. No es imputación (a la CGT), es descripción. Debemos pensar en ellos. No podemos quedar atados a las demandas de 1945. Tenemos que sentarnos en la mesa para cranear cómo hacemos para representar al conjunto de los trabajadores de la República Argentina”, señaló Cristina y subrayó: “Tenemos que recuperar el sueño del progreso. Eso era el pasaporte hacia una Argentina mejor: estudiar y trabajar. Hoy están desfinanciando la educación y no hay trabajo. Ante tanto desamor e intento de sometimiento, debemos ser fuertes”.
“El Partido Peronista Femenino fue, junto a la Fundación Eva Perón, el pilar central en la construcción de poder de Eva Perón. Un poder que, al decir de Marysa Navarro, una de las mejores biógrafas de Eva, era similar al que había construido el propio Perón. Sólo los diferenciaba el hecho coyuntural de que uno era presidente”. No es cuestión de tirar a un hombre todos los días por la ventana, pero la historia ha puesto, muy claramente, a dos mujeres (y a muchas más que no se vieron o no se ven) como emblema del peronismo. Como única garantía de que podemos recuperar los días más felices.
Y vamos a hacerlo.
- Inhumanidad, fiereza de ánimo, impiedad (RAE).
- Perversidad: cualidad de quien obra con mucha maldad y lo hace conscientemente o disfrutando de ello (RAE).