De la Redacción.- Este 1 de octubre de 2024, Cristina Fernández de Kirchner hizo lío, siguiendo aquel consejo del Papa Francisco. Sorprendiendo a propios y extraños, sin avisarle a absolutamente nadie apareció en la parroquia de La Matanza que encabeza el Padre “Tano”, integrante del Equipo de Sacerdotes de Villas y Barrios Populares de la Argentina, más conocidos como “Curas Villeros”.
“La obra que dirige el Padre Nicolás “Tano” Angellotti comienza su recorrido en el año 2017, cuando el sacerdote llega al Barrio 17 de Marzo del Partido de la Matanza para hacerse cargo de la capilla Nuestra Señora de la Esperanza. Un año después, en marzo de 2018, la zona comprendida por los barrios 17 de Marzo, 17 Bis, San Petersburgo y Puerta de Hierro es declarada parroquia. Bajo el lema “4 barrios, una sola familia”, las comunidades de estos barrios comienzan un período de construcción en silencio para transformar su propia realidad y la de su entorno”. Hoy, el eslogan es “8 barrios, una sola familia – Comunidad matancera que reza y lucha por Tierra, Techo y Trabajo”.
Cuando las vecinas y vecinos del humildísimo barrio se enteraron de la presencia de Cristina, coparon la parroquia y, luego, el hogar para jubilados.
Tras recorrer la enorme obra del Padre “Tano” -jardín de infantes, escuela, escuela especial, pileta de natación, hogar para chicos y chicas abandonados por sus padres, hogares de Cristo para la recuperación de adictos y una largo etcétera-, Cristina se acercó a charlar con los vecinos.
Las conmovedoras muestras de afecto, mezcladas con abrazos eternos, llantos y gritos de “Te queremos” y “Te amamos Cristina”, fue un pequeño botón de muestra de la ascendencia que la ex presidenta tiene sobre los sectores más humildes de la sociedad. Una relación simbiótica que se agranda con el paso del tiempo y que solamente ella y los humildes tienen.
A pesar de lo fugaz de la visita, quedaron imágenes que dicen más que mil palabras.
La foto de Cristina -vestida con una campera de jean con el escudo argentino bordado en la espalda y una enorme escarapela delante- junto al sacerdote mirando a los niños y niñas en la pileta, se completó con tres enormes figuras en la pared del fondo: una de Francisco con la frase “Nuestra Fe es Revolucionaria” (¡la pucha!), otra del Papa con la inscripción “Fe y Justicia Social”, y una tercera del entrañable Padre Carlos Mugica.
El Jardín de Infantes de la obra del Padre “Tano” se llama, justamente, Padre Carlos Mugica, creador del Movimiento de Curas Villeros y guía espiritual de todos los sacerdotes que viven y trabajan en las barriadas más vulneradas y vulnerables del país.
La dos veces ex presidenta de la Nación no pudo contener las lágrimas. “La verdad que quiero decirles que me están haciendo llorar un poquito”, empezó, ante tantas muestras de afecto.
Contó: “Acá vinimos con el famoso Padre ‘Tano’. Yo no lo conocía, pero los chicos siempre me decían todas las cosas que hacía en los barrios, cómo juntaba a los pibes para ayudarlos…”
En ese momento, una vecina le dijo: “Hasta tenemos una escuela especial Cris, que es un montón”. En los barrios populares, es Cris. O Crischu.
“Por eso -siguió-, escuela, pileta, este centro de jubilados, hogares para las mujeres, hogares para los pibes para recuperar a los que se les fueron los padres…”, enumeró y subrayó un concepto que viene reiterando con enorme preocupación: “Y para que no siga avanzando el narco, como sigue avanzando en todos los barrios producto de que el Estado se retira…”
Un fuerte mensaje político desde el corazón
En ese momento, Cristina se quebró nuevamente. Ya había ocurrido en la Universidad de Merlo, cuando dijo que “Ante tanto desamor e intento de sometimiento, debemos ser fuertes … Hay que ponerle mucho corazón a todo esto. Tenemos que poner el pecho y salir a recorrer los barrios a recuperar lo que se está perdiendo, que es el amor entre los argentinos”. En La Matanza fue mucho más frontal. Fue directo al corazón de la gente con una promesa muy fuerte que también es todo un mensaje político: “…Yo quiero decirles que siempre voy a estar con ustedes, siempre…” Acto seguido, una sentida ovación, y la respuesta de una vecina a viva voz: “¡El pueblo está con vos!”
“La segunda mitad de la vida”
Cristina les contó que venía “del otro extremo de la vida”, de estar con “los pibes”, a lo que una mujer le dijo “Nooo, no tanto”, entendiendo que se había referido a una cuestión de edad avanzada.
“Bueno, es que vengo de los pibitos en la pileta, que estaban aprendiendo a nadar y disfrutando del agua como cualquier pibe tiene derecho … Y nosotras estamos en la segunda mitad de la vida”, corrigió, entre risas, y añadió: “Pero con mucho para ofrecer a todos y a todas”.
Organizarse, fundamental
Sobre el final, Cristina les hizo un pedido muy sentido: “Yo les pido que sigan trabajando y organizándose, porque es fundamental que el pueblo, que la sociedad se organice en torno a la iglesia, en torno al club, a la cooperativa de la escuela, en torno a que no nos ignoremos los unos con los otros y que entendamos que la única fuerza que tenemos está en lo colectivo, en lo individual no se va a salvar absolutamente nadie”, enfatizó desatando un cerrado aplauso.
En el fondo, un hombre tenía en alto una pequeña bandera con el rostro del Padre Carlos Mugica, quien en el momento en que Cristina dijo eso parece ser que miró a los presentes y les guiñó un ojo.
Para terminar, la ex presidenta, quien llevaba un rosario a la vista, afirmó casi entre lágrimas: “Y que Dios… Estoy absolutamente convencida que Dios finalmente va a terminar ayudando al pueblo argentino”. Justo detrás, sobre una pared, una gran inscripción rezaba «A donde voy, Dios va conmigo».
Cristina se encontró con los suyos. Los humildes. Y por si a alguien le quedaban dudas, terminó de establecer un lazo de esos que suelen ser indestructibles con los sectores más vulnerados del pueblo: La Fe, a través de la Iglesia de los Pobres.
Los pobres la extrañan. Los humildes la aman. Los ricos, no.
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