el guetto de los cristianos perseguidos
Imaginemos un mapa de Europa. Ahora, sumemos la población de los siguientes once países: Portugal, España, Francia, Italia, Austria, Alemania, Polonia, Suiza, Bélgica, Países Bajos, República Checa. El número final, sin entrar en “detallitos”, es de unos 364 millones 900 mil habitantes.
Esa cifra corresponde a 2020 y la fuente es CIA World Factbook. Suponemos que hoy el número debe superar los 365 millones de habitantes, aunque no por mucho teniendo en cuenta que la tasa de natalidad en Europa es muy baja y sigue bajando: “En la Unión Europea, la tasa era de 10,2 cada mil habitantes al año en 2001, subió a 10,6 en 2008, y desde entonces ha disminuido hasta llegar a 9,1 en 2020”, dice el Instituto Nacional de Estadística (INE) de España.
Bien, con un fibrón encerremos a esos 11 países, y, en tren de imaginar, imaginemos que esa gruesa línea roja es un muro con alambres de púa en la parte superior y soldados fuertemente armados custodiándolo en todo su perímetro; más o menos como se puede observar en este mapa:
Y ahora pongamos que todos esos países de Europa han sido convertidos en un ghetto gigante. Nadie puede salir. Más de 365 millones de habitantes, entre ancianos, hombres, mujeres, jóvenes, niños y niñas, bebés, confinados a estar encerrados, mal alimentados, abusados, humillados. Y quienes tengan el tupé de protestar, encarcelados y torturados. Muchos, muchos en verdad, asesinados.
¿El motivo? Ser cristianos.
Visto así impresiona, ¿no? Claro, como a los europeos de esos mismos países y de otros como Gran Bretaña, Suecia, Noruega, etc, y por supuesto a los estadounidenses, los conmovió y conmueve la guerra en Ucrania. A ver, ¿por qué no reaccionan frente al brutal genocidio en Gaza? ¿Por qué no se inmutaron y hasta vieron con buenos ojos -no todos, desde ya- la destrucción total de Iraq? ¿Por qué no se conmueven ante el sufrimiento de los refugiados sirios o ante cada patera que casi a diario naufraga en el Mediterráneo con decenas de subsaharianos jóvenes, mujeres, niños, niñas, bebés? Es que no son europeos. No son blancos. Son pobrísimos. Y si llegan a Europa únicamente podrían hacer trabajos no calificados por poco dinero (poco para un europeo, una fortuna para ellos) y “pondrían en riesgo el empleo, las buenas costumbres y la sacrosanta cultura europea”.
“Miles de migrantes viven una tragedia. Huyen del hambre, la tortura, guerras civiles (…) Ingenuos, piensan ser recibidos con los brazos abiertos. Sin embargo, no son bienvenidos por los gobiernos y autoridades. Provienen de una patera, no de yates o cruceros que hacen la ruta turística por un Mediterráneo donde todo es maravilloso. De ser sus ocupantes los damnificados, nadie recriminaría la acción de salvamento. Pero los sobrevivientes son pobres y sus historias, irrelevantes. No pertenecen a la ‘beatiful people’, ni beben champagne, ni poseen generosas cuentas bancarias” (Marcos Roitman, profesor en la Universidad Complutense de Madrid)
En el artículo “Mediterráneo, la canción más bella y la mayor bajeza humana”, rescatamos parte de un furibundo escrito de Marcos Roitman, doctor en Ciencias Políticas y Sociología por la Universidad Complutense de Madrid y profesor titular de Sociología en dicha casa de estudios: “Miles de migrantes viven una tragedia. Huyen del hambre, la tortura, guerras civiles (…) Ingenuos, piensan ser recibidos con los brazos abiertos. Sin embargo, no son bienvenidos por los gobiernos y autoridades. Provienen de una patera, no de yates o cruceros que hacen la ruta turística por un Mediterráneo donde todo es maravilloso. De ser sus ocupantes los damnificados, nadie recriminaría la acción de salvamento. Pero los sobrevivientes son pobres y sus historias, irrelevantes. No pertenecen a la ‘beatiful people’, ni beben champagne, ni poseen generosas cuentas bancarias”, dispara sin piedad.
Pero la verdad no ofende.
En otro artículo titulado “Los cristianos celebran la Pascua de Resurrección. En medio mundo, a escondidas”, citamos a Francisco José Contreras, catedrático de la española Universidad de Sevilla, quien, sin rodeos, lanzó: “¿Porqué ignoramos a los cristianos perseguidos? El occidental contemporáneo no entiende que los cristianos de Oriente Medio, la India o África sigan tomándose tan en serio su religión”, a imagen y semejanza de quienes integraron las primeras comunidades cristianas tras la muerte de Cristo. Y sentenció: “En realidad, los cristianos perseguidos nos incomodan con su ‘maldita’ fidelidad. Son un reproche mudo contra la forma de vida que hemos escogido”.
Y sí. En la actualidad -es decir, en este preciso momento-, “uno de cada siete cristianos, es decir, 365 millones de personas, el equivalente a todos los habitantes de los mencionados 11 países de la Unión Europea, enfrentan altos niveles de persecución y discriminación debido a su fe”, según la última lista de vigilancia mundial de la ONG Open Doors.
Ya hace tiempo que el Parlamento Europeo calificó a los cristianos como “el grupo religioso más perseguido del mundo”, y que el mismísimo Papa Francisco llamó severamente la atención sobre el tema diciendo que, al igual que en los siglos I a V, los matan, los expulsan de sus patrias, los encarcelan y torturan.
¿Entonces? Entonces ocurre que la inmensa mayoría viven en África y Asia e integran los estratos más bajos de la sociedad. O sea, son pobres-pobrísimos -como quienes seguían a Jesucristo-, han nacido y crecido en lejanas tierras -las mismas donde nació Jesucristo y donde tras su muerte se formaron las primeras comunidades cristianas-, manifiestan su fe con una pasión que recuerda, precisamente, a la de aquellas comunidades pioneras, y “por si fuera poco”, se parecen tanto en su aspecto físico y en su forma de vestir y de vivir a los musulmanes que ningún cristiano occidental que lava sus pecados cada domingo en una iglesia de estilo neogótico se sentiría mínimamente identificado con ellos y ellas.
“¿Porqué ignoramos a los cristianos perseguidos? El occidental contemporáneo no entiende que los cristianos de Oriente Medio, la India o África sigan tomándose tan en serio su religión, a imagen y semejanza de quienes integraron las primeras comunidades cristianas tras la muerte de Cristo. En realidad, los cristianos perseguidos nos incomodan con su ‘maldita’ fidelidad. Son un reproche mudo contra la forma de vida que hemos escogido” (Francisco Contreras, catedrático de la Universidad de Sevilla)
¿Es que acaso hay cristianos de primera y de segunda? La respuesta es sí. Los primeros viven un cristianismo tan pero tan lavado -nobleza obliga: con excepciones- que mete miedo, mientras que los segundos son aquellos que día a día, como Jesucristo, como los integrantes de las primeras comunidades cristianas, luchan al mismo tiempo contra la pobreza extrema y contra la persecución con riesgo de muerte por su fe.
Cada vez peor
La persecución a los cristianos en el mundo aumentó significativamente en los últimos dos años, según el informe bienal ¿Perseguidos y olvidados? sobre los cristianos perseguidos a causa de su fe entre 2022 y 2024, elaborado por la Fundación Pontificia “Ayuda a la Iglesia Necesitada” (ACN), cuya última edición fue presentada el 22 de octubre de 2024 en el parlamento británico.
La investigación se llevó a cabo entre agosto de 2022 y junio de 2024 en 18 países “clave”, como explica ACN, desde América Latina hasta el Lejano Oriente. Una parte importante del informe lo constituyen testimonios de personas que sufrieron ataques por motivos religiosos y descripciones detalladas de algunos acontecimientos, de los que ACN tuvo conocimiento gracias a contactos locales en cada país.
Como se puede leer en el informe publicado en el sitio web de ACN, “el aumento del acoso a los cristianos por motivos religiosos es mayor que nunca”. La organización recuerda que esto también se refleja en las investigaciones realizadas por otras instituciones, por ejemplo el Pew Research Center.
Ayudar a los perseguidos
Regina Lynch, presidenta gerente de ACN Internacional, afirmó en una entrevista con los medios vaticanos que ayudar a los perseguidos por su fe no puede ser tratado como una actividad opcional de la Iglesia. “La necesidad de actuar para ayudar a los cristianos perseguidos en todo el mundo no es sólo la defensa de los derechos humanos básicos y de la dignidad, sino también la solidaridad con los perseguidos por su fe en Cristo”, señaló.
“Como fundación papal -agrega- nos guiamos por las instrucciones del Papa Francisco, que regularmente pide esa solidaridad”. Más recientemente, en agosto de 2024, el Papa subrayó que los cristianos deben estar cerca de sus hermanos y hermanas en la fe, especialmente de aquellos afectados por “la injusticia, los abusos y el odio”.
Lynch destacó que ACN presta esta ayuda de tres maneras: a través del apoyo material, la oración y la recopilación y promoción de datos sobre la situación de los cristianos en el mundo, lo que se refleja en los informes publicados por la Fundación, como “¿Perseguidos y olvidados?” y el “Informe sobre Libertad religiosa”.
Oprimidos de diferentes maneras
El informe muestra no sólo la escalada, sino también la diversa naturaleza de las acciones dirigidas contra los seguidores de Cristo. Sus autores son tanto instituciones estatales y públicas como grupos privados, incluidos extremistas religiosos y grupos criminales.
Los tipos de violencia y persecución mencionados incluyen arrestos, cada vez más a menudo, bajo la acusación de “blasfemia” contra otras religiones; desplazamientos forzados y deportaciones; devastación o confiscación de lugares de culto; forzamiento a la conversión y al matrimonio; intimidación y secuestro, y promoción de información ofensiva y falsa sobre los cristianos.
También se llamó la atención sobre los casos de aplicación de dobles estándares legales: imponer a los cristianos mayores restricciones que a los seguidores de otras religiones, introducir regulaciones que prohíben la conversión al cristianismo o tratar a los cristianos como enemigos del Estado.
Éxodo cristiano
Junto a los datos estadísticos, los autores del informe plantean preguntas sobre las consecuencias de la persecución, tanto para los cristianos como para las tierras que habitan. Dicen, entre otras cosas, que la migración de cristianos y la privación de sus derechos civiles “plantean dudas sobre la supervivencia a largo plazo de la Iglesia en regiones clave”.
Se subrayó que la persecución más intensa contra los cristianos se trasladó desde Oriente Medio a los países africanos. Al mismo tiempo, se señaló que en Siria, donde antes de 2011 vivían más de 1,5 millones de cristianos, ahora hay aproximadamente 250.000; mientras que en Irak los bautizados constituyen actualmente menos del 0,5 por ciento de la población. Por otra parte, en Burkina Faso, debido a la persecución religiosa, uno de cada diez residentes cristianos se vio obligado a trasladarse.
El informe se llama “¿Perseguidos y olvidados?”. Ante todo, habría que quitar los signos de interrogación. Así las cosas, quedaría un nombre que suena a mea culpa, ¿no?
Ah, no olviden que miles y miles son iraquíes, sirios, africanos: si quieren entrar a Europa, no los dejarán. Porque ya lo dijo Marcos Roitman: “Ingenuos, piensan ser recibidos con los brazos abiertos. Sin embargo, no son bienvenidos por los gobiernos y autoridades (de Europa). Provienen de una patera, no de yates o cruceros que hacen la ruta turística por un Mediterráneo donde todo es maravilloso. De ser sus ocupantes los damnificados, nadie recriminaría la acción de salvamento. Pero los sobrevivientes son pobres y sus historias, irrelevantes. No pertenecen a la ‘beatiful people’, ni beben champagne, ni poseen generosas cuentas bancarias”.
- Fuente consultada sobre el informe 2022-2024 de la Fundación Pontificia “Ayuda a la Iglesia Necesitada”: AICA