“En el consultorio, un paciente me llamaba mucho la atención. No me miraba, no había desarrollado el lenguaje, no tenía un desarrollo neurológico acorde, y no le encontraba antecedentes de relevancia para justificar lo que estaba pasando. Entonces, dentro de las preguntas que hacemos de rutina, encontré la exposición precoz a las pantallas a edades inimaginables, en este caso era desde los tres meses de vida”. El relato es del neuropediatra Mauricio Pedersoli, autor del libro “Adictos en pañales” (Ed. UCALP), donde aborda el tema de esta verdadera pandemia del siglo XXI. Agregó el profesional: “Empecé a ver pacientes con trastornos de neurodesarrollo sin antecedentes, pero con ese factor común, que mágicamente mejoraban cuando les apagábamos las pantallas”.
En el marco de una entrevista con 90 Líneas, la experimentada pediatra platense y profesora de la Facultad de Ciencias Médicas de la UNLP, Marita Marini, contó que “las pantallas se han convertido en fuente de bullying y de cuadros depresivos, muchas veces graves, para niños, niñas y adolescentes”, algo con lo cual, entre los 70 y 90, los especialistas ni siquiera soñaban. Ergo, la explosión se dio “en segundos”. Comentó que desde hace unos años, en los consultorios se empezaron a ver “niños y niñas que ya tienen trastornos del sueño, trastornos visuales, alimenticios, problemas de acoso”. ¿Por qué? Porque tienen pocos ‘me gusta’ en sus redes sociales.
“El acceso ilimitado a información a través de las redes sociales aumenta el riesgo de que los estudiantes consuman y difundan contenido falso o manipulador” (respuesta de la IA sobre los efectos de las redes y la propia IA en niños y adolescentes)
En su best seller “La generación ansiosa”, Jonathan Haidt afirma que en EEUU las empresas tecnológicas “engancharon a los niños durante etapas vulnerables de su desarrollo, cuando su cerebro estaba reconfigurándose rápidamente ante los estímulos de su entorno. Estas empresas fueron las de las redes sociales, que infligieron el mayor daño a las niñas, y las de videojuegos y webs de pornografía, que hundieron más sus garras en los niños. Al diseñar una manguera de contenido adictivo que les entraba a los chicos por los ojos y los oídos, y al desplazar el juego físico y la socialización en persona, estas empresas han reconfigurado la infancia y cambiado el desarrollo humano a una escala casi inimaginable. El período más intenso de esta reconfiguración tuvo lugar entre 2010 y 2015”. (Ver el artículo “La generación ansiosa: por qué las redes sociales enferman a los chicos”, Noticias, 4 de enero de 2025).
¿Te contamos quiénes somos?
¿Y qué dice la IA (inteligencia artificial) sobre las redes sociales y sobre sí misma? Es la pregunta que se hizo un profesor de secundaria de la región, por lo que le pidió: “Escribe un ensayo referido a cómo afectan las redes sociales y la inteligencia artificial en las estructuras de pensamiento de los alumnos y cuáles son los aspectos negativos a tener en cuenta por los docentes”.
La respuesta da temor. Y un poco más. Podría traducirse así: “Las redes sociales y la IA somos malas-malísimas para los niños, niñas y adolescentes. Pero ya los tenemos dominados. Se acordaron tarde”. El mayor problema es que los adultos están tan tontamente enganchados a ‘las pantallas’ como sus hijos.
Aquí transcribimos la respuesta que recibió el docente de un colegio de Berisso sobre el efecto de las redes sociales y la IA sobre los niños y adolescentes en edad escolar:
…
Las redes sociales y la inteligencia artificial (IA) han transformado profundamente la forma en que los estudiantes procesan, adquieren y estructuran el conocimiento. Estas herramientas tecnológicas, omnipresentes en la vida cotidiana, presentan un panorama complejo para los docentes, quienes deben equilibrar los beneficios potenciales con los desafíos que implican.
Impacto en las estructuras de pensamiento
- Fragmentación de la atención
El uso constante de redes sociales fomenta un tipo de atención dispersa y fragmentada. Los algoritmos de plataformas como TikTok, Instagram o Twitter están diseñados para captar la atención de los usuarios mediante contenido breve y altamente atractivo. Este formato, aunque eficaz para la entretención, puede dificultar el desarrollo de habilidades como la concentración prolongada y el pensamiento crítico, esenciales para el aprendizaje profundo.
- Superficialidad en el procesamiento de la información
La abundancia de información disponible en redes sociales e Internet en general fomenta una tendencia hacia la superficialidad en el procesamiento cognitivo. Los estudiantes a menudo priorizan la rapidez sobre la profundidad, limitándose a captar titulares o fragmentos de contenido sin analizarlo en detalle. Esto afecta su capacidad para evaluar la veracidad de las fuentes y construir argumentos bien fundamentados.
“Al diseñar una manguera de contenido adictivo que les entraba a los chicos por los ojos y los oídos, y al desplazar el juego físico y la socialización en persona, estas empresas han reconfigurado la infancia y cambiado el desarrollo humano a una escala casi inimaginable” (“La generación ansiosa”, Jonathan Haidt)
- Personalización y polarización del pensamiento
Los algoritmos de IA que impulsan las redes sociales filtran el contenido para adaptarse a las preferencias del usuario. Si bien esto puede enriquecer la experiencia al ofrecer información relevante, también refuerza burbujas de pensamiento y sesgos cognitivos. Los estudiantes pueden quedar expuestos a una visión limitada del mundo, lo que dificulta el desarrollo de una perspectiva crítica y amplia.

Aspectos negativos a tener en cuenta por los docentes
- Dependencia tecnológica
La integración excesiva de redes sociales y herramientas de IA en el aprendizaje puede generar una dependencia tecnológica que obstaculiza el desarrollo de habilidades analíticas y de investigación independientes. Los estudiantes pueden volverse menos propensos a buscar soluciones por sí mismos, confiando en respuestas automáticas o superficiales proporcionadas por estas tecnologías.
- Desinformación
El acceso ilimitado a información a través de las redes sociales aumenta el riesgo de que los estudiantes consuman y difundan contenido falso o manipulador. La falta de habilidades para verificar fuentes agrava este problema, comprometiendo la calidad de su aprendizaje y su capacidad para tomar decisiones informadas.
- Impacto en la salud mental
La presión por mantenerse activo en redes sociales y la constante comparación con los demás pueden afectar negativamente la salud mental de los estudiantes. Ansiedad, depresión y baja autoestima son consecuencias comunes que pueden influir en su rendimiento académico y su capacidad para pensar de manera clara y estructurada.
- Reducción de habilidades sociales
A pesar de su función como herramientas de conexión, las redes sociales también pueden limitar las interacciones cara a cara. Esto afecta el desarrollo de habilidades sociales esenciales, como la comunicación efectiva y la resolución de conflictos, fundamentales tanto en el ámbito académico como en el profesional.
Estrategias para los docentes
Para mitigar estos efectos negativos, los docentes deben adoptar un enfoque crítico y pedagógico que prepare a los estudiantes para navegar en un entorno dominado por la tecnología:
Fomentar el pensamiento crítico: Incorporar actividades que desafíen a los estudiantes a evaluar información, identificar sesgos y construir argumentos bien fundamentados.
Promover la alfabetización digital: Enseñar a los estudiantes a utilizar las redes sociales y la IA de manera responsable, incluyendo la verificación de fuentes y la identificación de desinformación.
Establecer límites saludables: Incentivar el uso consciente de las redes sociales, enfatizando la importancia de desconectarse para realizar actividades offline que estimulen la concentración y el aprendizaje profundo.
Equilibrar el uso de tecnología: Diseñar actividades que combinen herramientas tecnológicas con métodos tradicionales para garantizar un aprendizaje integral.
Abordar la salud mental: Crear espacios seguros donde los estudiantes puedan discutir cómo las redes sociales afectan su bienestar emocional y promover estrategias para manejar la ansiedad y la comparación social.
Cortar por lo sano: el caso de Australia
Hannah Ritchie, periodista de la BBC, nos cuenta que “Australia prohibirá a los menores de 16 años usar las redes sociales, tras la aprobación en el Parlamento de la ley de internet más estricta del mundo.
La prohibición, que no entrará en efecto antes de por lo menos 12 meses (fines de 2025), contempla multas de hasta US$32,5 millones a las empresas si no la cumplen.
El primer ministro, Anthony Albanese, dijo que la legislación es necesaria para proteger a las personas jóvenes de los “daños” de las redes sociales, algo que muchos grupos de padres también han expresado.
La pregunta del millón es… ¿funcionará? O más bien, “tarde piaste”.