“Los cristianos no tenemos un lugar privilegiado en la vida” a pesar de que “algunos quieren tenerlo. Son los proclamados cristianos cualificados, que al final caerán porque no tienen consistencia” (Papa Francisco, 2019)
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Un artículo publicado por 90 Líneas el 9 de agosto de 2023 decía: “Salvo las primeras comunidades cristianas, y básicamente desde que Roma pasó de perseguir, encarcelar, torturar y asesinar cristianos a adoptar el cristianismo como la religión oficial del Imperio, la Iglesia se corrompió hasta niveles insoportables”.
“Siempre haciendo la imprescindible aclaración de que cristianos fieles a los evangelios –es decir, a la palabra y obra de Jesucristo, lo único válido– existieron siempre y existen hoy en todos los rincones del mundo, la Iglesia Católica fue convertida por religiosos y laicos en un factor de poder político y económico, y determinados ámbitos degeneraron en exclusivos de ciertos sectores: no todos tenían ni tienen acceso a todo, algo que choca de frente -como dos trenes de alta velocidad- con la vida y las enseñanzas del Hijo de Dios”.
Más adelante se subrayaba que “en ese marco sobresalió el Opus Dei, una organización que, con una estructura semioculta y claramente sectaria, se concentró fundamentalmente en tejer fuertes relaciones con los sectores del poder político y económico mundial. Todo lo contrario a las enseñanzas de Jesucristo”.
“La llegada de Jorge Bergoglio a Roma para convertirse en Francisco I comenzó a convertirse en un dolor de cabeza para muchos (…) En ese sentido, en un año le asestó dos golpes al Opus Dei que no los esperaba ni el más pintado”.
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“Informó la agencia Télam el martes 8 de agosto de 2023 que ‘el papa Francisco dispuso asimilar al Opus Dei, la única prelatura personal vigente en la Iglesia Católica, con otras asociaciones clericales públicas de derecho pontificio’, lo que en la práctica supone una nueva reforma, un año después de decretar una serie de políticas restrictivas hacia el grupo ultraconservador”.
Básicamente, Francisco hizo que el Opus Dei dejara de tener privilegios: tuvo que empezar a presentar informes sobre su estado y actividad en forma anual como todas las congregaciones (antes lo hacía cada 5 años), a rendir cuentas económicas y, además, la autoridad de la Obra, conocida como prelado, dejó de tener el estatus de obispo”. (El Opus Dei conoció su momento de mayor poder durante el papado de Juan Pablo II y lo conservó con Benedicto XVI).
Vaya esta introducción para poner en contexto el libro ‘Te serviré’, una investigación de la periodista Paula Bistagnino que destapa “una red de trata de mujeres y explotación laboral en el Opus Dei en Argentina”, indica el medio español elDiario.es, que entrevistó a la escritora.

“Esta es una historia de esclavitud…”
Escribe el colega Jesús Bastante en elDiario.es: “Esta es una historia de esclavitud, de autoflagelación, de tortura psicológica, de lucha por la libertad. O, al menos, así lo plantea la periodista Paula Bistagnino, cuyas investigaciones sobre la existencia de ‘mucamas’ en el Opus Dei han provocado la apertura de una indagatoria por parte de la Fiscalía argentina que afecta, al menos, a cuatro ex dirigentes de la Obra en ese país. Se les acusa de trata de personas y explotación laboral –algo que el Opus Dei niega– por haber utilizado a mujeres de extracción humilde a las que reclutaban con promesas educativas y acababan siendo durante años mano de obra doméstica sin salario y sin derechos”.
“Bistagnino es autora de ‘Te serviré’, el libro en el que recoge toda su investigación, y que el Opus Dei ha intentado incluso secuestrar para sacarlo de circulación. La periodista, que ha tenido que declarar en la causa abierta en ese país (Argentina), explica que el libro cuenta la historia ‘de una familia de las más ricas del Opus Dei en Sudamérica y la vida de una numeraria de esa familia, y de cómo miembros e instituciones de la Obra se beneficiaron de la fortuna familiar y terminaron dirigiendo algunas empresas’. Y otra historia, la de ‘las 43’, un grupo de numerarias auxiliares que denunciaron a la Obra ante la Justicia por explotación”.
“¿Sólo en Argentina? Bistagnino lo duda: ‘El Opus Dei funciona en 68 países, según ellos mismos declaran, y en todos ha tenido numerarias auxiliares. Si consideramos que la institución funciona como una matriz que repite metodologías en todos los países, esto tiene que haber pasado en todos los países. Al menos en América latina y Europa pasó sin dudas, porque ya recogí varios testimonios de ex auxiliares de distintos países’”.

“Escuela de mucamas”
“Supe de la existencia de la ‘escuela de mucamas’ del Opus Dei cuando era una niña, a finales de la década del 80, por una tía que trabajaba allí -relata Bistagnino-. Entonces solo supe la mitad de la historia, porque yo creía que luego iban a ir a trabajar a casas de otras personas. Pero eso ya me había impactado. Lo que no sabía es lo que descubrí 30 años después con la investigación que comenzó cuando estas mujeres vinieron a buscarme, en 2020, para contarme sus historias dispuestas a sacarlas a la luz. Yo ya había publicado dos artículos grandes sobre el Opus Dei. Así me habían encontrado. Eran más de 40 mujeres que se habían reunido a partir de compartir sus historias de abuso y explotación en la Obra. Empecé a escucharlas y quedé impactada por lo que me contaban”.
- ¿En qué consistían estos abusos? ¿Cómo era el proceso de atracción por parte de la Obra? ¿Era posible salir de ahí?
“Detrás de la ‘escuela para mucamas’, que ya me resultaba clasista, los testimonios contaban que la institución era apenas la fachada para reclutar niñas católicas pobres con el fin de ingresarlas como sirvientas. La primera clave era que las iban a buscar a lugares alejados y rurales. A sus familias les decían que iban con una beca a una escuela católica donde aprenderían hotelería y conseguirían mejores trabajos. Una vez que estaban allí, además de estudiar tenían que trabajar y se les imponía una rutina religiosa estricta con dirección espiritual de una numeraria que, junto al sacerdote, empezaban a hablarles de su vocación de numerarias auxiliares”.
“Ellas estaban muy lejos de sus casas, a más de mil o dos mil kilómetros en muchos casos, sin contacto con sus familias, que ni siquiera tenían una línea telefónica, y les decían que tenían que obedecer la voluntad de Dios, que las quería para sus servicios en la Obra. Que si no, luego su familia y ellas podrían ir al infierno, enfermarse, ser infelices. Así hasta que ‘pitaban’. Ahí empezaba la vida de explotación como numerarias auxiliares”.

“Una vez que escribían la carta de admisión, primer paso de ingreso al Opus Dei, las separaban del resto de las estudiantes en las habitaciones compartidas y les daban una rutina diferente. Ahí les decían también que se olvidaran de la ‘familia de sangre’, y si había contacto con ella, lo cortaban. Al asumir sus compromisos de castidad, pobreza y obediencia como numerarias auxiliares debían incorporar las normas del Plan de Vida, que implicaba una férrea disciplina y toda una serie de prácticas religiosas diarias, incluido el uso de elementos de autoflagelación, como el cilicio (1). Y empezaban a trabajar sin descanso. En muchos casos ni siquiera seguían en la escuela y las mandaban a hacer lo que llaman ‘centro de estudios’, dos años de formación doctrinaria. Todo siempre trabajando sin descanso ni horarios ni paga. Tampoco tenían seguro de salud ni podían salir solas de las casas en las que estaban”, puntualizó la periodista y escritora.
Entrevista completa a la periodista y escritora argentina Paula Bistagnino en elDiario.es
(1) El cilicio es un instrumento de penitencia utilizado para producir una mortificación corporal. Habitualmente, están realizados en alambre fino que deja unos dientes afilados que se colocan hacia el interior del muslo del portador (Universidad Autónoma de Madrid).