«Fila para entrar a la fila y dar el útimo adiós al Papa», tituló en su portada el diario español El Mundo, que luego citó a un testigo: «Mirá cuánta gente hay, fieles y no. Estoy sorprendido de que se le preste tantísima atención».
Otra noticia del miércoles 23 de abril fue que la guardia dejó pasar sin más, sabiendo que Francisco lo hubiese querido, a una humilde monja que no figuraba en el estricto protocolo previo a la apertura de las puertas de la basílica al público en general. ¿Quién es esa humilde hermana?
Sor Genevieve Jeanningros, de 81 años, es sobrina de Léonie Duquet, una de las monjas francesas detenida-desaparecida durante la última dictadura cívico-militar en un operativo encabezado por el genocida Alfredo Astiz.
Nació en Argentina pero vive en Italia desde hace 57 años. Hace muchísimo tiempo entabló una profunda amistad con Francisco, a quien, ya siendo Papa, la integrante de la orden de las Hermanitas de Jesús visitaba todos los miércoles. Francisco también la visitaba a ella asiduamente. ¿Dónde? En las afueras de Roma, donde vive junto a una comunidad circense y, desde hace 5 décadas, realiza un trabajo pastoral con la comunidad LGBTIQ+.
Portada del diario español El Mundo
El enorme amor que los creyentes y los no creyentes le demuestran a Francisco, e historias como la de la hermana Genevieve, lo movilizan a uno -más que antes- a preguntarse ¿a cuántos y cuántas fieles y no fieles representaba la Iglesia que encarnaba Jorge Bergoglio? ¿A cuántas minorías, a cuántos excluídos, a cuántas marginadas, a cuántos pobres, a cuántas descartadas?

Y también genera mucha, mucha bronca, que aquellos que hoy están llorando lágrimas de cocodrilo en la TV por Francisco, en su momento lo arrojaron a la nefasta, ridícula, destructiva ‘grieta’ que no sólo impidió a millones de argentinos y argentinas disfrutar de un pontífice nacido en nuestra patria, sino del mejor papa de la historia contemporánea (El Papa que nos robaron). Son los infelices de siempre: los que impiden que este país sea grande y digno y siguen apostando una y otra vez al miserable juego de la timba financiera. Francisco los conocía mejor que nadie. Y ellos, lo sabían.
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Hasta el viernes a las 20 horas
Los restos mortales del Papa Francisco permanecerán en la Basílica de San Pedro, para que los fieles puedan despedirlo, hasta su funeral el sábado.
El Colegio Cardenalicio encabezó la procesión del féretro desde la Casa Santa Marta hasta la Basílica de San Pedro. Al pasar por allí, ya había más de 20.000 personas concentradas, quienes estallaron en aplausos -moderados pero sostenidos- mientras su ataúd era llevado por las escaleras.
El ataúd del difunto Papa fue colocado frente al Altar de la Confesión, y el coro cantó las Letanías de los Santos en latín por el descanso de su alma.
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Luego, el cardenal Farrell dirigió una breve Liturgia de la Palabra, que incluyó una lectura del Evangelio de Juan (17,24-26) de la oración sacerdotal de Jesús proclamando el amor de Dios por Él y por sus discípulos.
El rito concluyó con el canto de Salve Regina, un himno mariano que comienza con «Dios te salve, Reina y Madre de Misericordia».
A continuación, los miembros del Colegio Cardenalicio rindieron homenaje al difunto Papa Francisco, seguidos por los fieles reunidos en la Basílica de San Pedro.

¿Se extiende el horario?
La Basílica, en principio, permaneció abierta hasta la medianoche del miércoles 23; también estará abierta de 7 a 24 horas el jueves 24, y de 7 a 19 horas el viernes 25 (hora de Roma). No obstante, ante la avalancha de gente que ha ido a despedir a Francisco, se estaba evaluando extender los horarios.
Si todo se adecúa al cronograma previsto, el cardenal camarlengo Kevin Farrell presidirá el rito del sellado del ataúd del Santo Padre el viernes 25 de abril, a las 20 horas (de Italia).
La misa exequial por Francisco tendrá lugar en la Plaza de San Pedro el sábado 26 de abril, a las 10, presidida por el cardenal Giovanni Battista Re, decano del Colegio Cardenalicio.
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Al final de la misa del sábado, el cuerpo del difunto Papa será trasladado a la Basílica de San Pedro y luego a la Basílica de Santa María la Mayor, donde será enterrado.
Fuentes consultadas: Aica, Vatican News, El Mundo, El País, El Destape
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