Miles de investigadores, investigadoras, becarios, becarias, estudiantes universitarios y vecinos y vecinas que quieren un país en serio salieron a las calles de Buenos Aires, de Chubut, de Río Negro, Bahía Blanca, Rosario, Mar del Plata, y un largo etcétera, para manifestar su rechazo rotundo y definitivo a que el gobierno extremista argentino siga rifando la gran joya de la abuela que asegurará el futuro de la nación, de sus hijos y nietos: la ciencia, la tecnología, la innovación, el conocimiento, el trabajo duro, el estudio, la productividad.
Basta de timba financiera, de guita negra debajo o arriba del colchón, de evasión y fuga, de un endeudamiento extraordinario destinado a premiar a los vivos que hacen guita con la guita sin trabajar mientras desguazan la Argentina y el futuro de la mayoría de sus habitantes.
Convocados por la Red de Autoridades de Institutos de Ciencia y Tecnología (RAICYT) salieron a las calles, a los micros, al subte… emulando al Eternauta, porque saben que «nadie se salva solo» y que, como reza el afiche central de la convocatoria: «La tormenta (de nieve tóxica) avanza, (pero sepan que) la resistencia también».
Quizás un día se cuente que un maravilloso cómic de 1957, del argentino de bien detenido-desaparecido Germán Oesterheld, que desde los laboratorios y centros de investigación y de cientos de aulas nació otra resistencia, la del siglo XXI, y que impidió que vendan la Patria por dos pesos con cincuenta.
Fotogalería
De espaldas a los «Ellos»
Crédito fotos: RAICYT