“Vos tenés muchas condiciones. Si es lo que te gusta… ¡Dale para adelante, Facu!”
Una tarde-noche de otoño en el bar del Centro Cultural Islas Malvinas de La Plata. El que le habló a Facu fue su hermano, Nahuel (18). Facu apenas hizo un gesto. Es un chico de pocas palabras. Además, recién tiene 14 años: el mundo por delante. Pero lo cierto es que la música es su pasión, una que descubrió en la Escuela 25 del Barrio El Carmen de Berisso, donde cada sábado hay “ensayo general” de la Orquesta Escuela de Berisso y adonde él llegó hace “ocho, nueve años”, calculó. Es decir, cuando tan solo contaba con 5 ó 6.
Facu es Facundo Flores Jaramillo, uno de los más de 600 chicos y chicas -niños, niñas, adolescentes y jóvenes- que viven en ese mundo maravilloso llamado Orquesta Escuela de Berisso, desde el cual, hace poco más de diecinueve años y medio se producen, a diario, encuentros impensados entre pequeños y pequeñas que apenas si conocen un instrumento pero les gusta “como suena”, entonces comienzan a estudiar y, en numerosos casos, llegan a universos impensados para ellos, ellas, y sus familias: una camerata académica, una orquesta sinfónica, una banda militar, una universidad, un intercambio cultural en otros países, o un conservatorio europeo, como Ramiro.
Nahuel comenzó a ir a la orquesta pocos meses antes de que lo hiciera Facundo. “A mí me interesaba la percusión. En particular, la batería. Aunque en aquel momento (ocho, nueve años atrás) no había, entonces comencé con el cajón peruano. Ahora sí hay batería”, nos contó el mayor de los hermanos Flores Jaramillo, quien este año comenzó la carrera de Arquitectura en la UNLP, de modo que tuvo que aparcar la música; quizás, temporalmente.
Facundo llegó con un ukelele bajo el brazo. “Un amigo de mi papá era profesor en la orquesta. Entonces, como a nosotros nos gustaba tanto la música, le sugirió que nos mandara”, recordó Facu, para agregar que su papá Henry estaba, como actor que es, muy relacionado a todo lo artístico, y aunque su mamá Lilia es odontóloga también ama la música, por lo que en su casa de Villa Elvira sonaba todo el día todo tipo de música. “Desde folclore hasta rock nacional, mucho rock nacional, pasando por Luis María Pescetti”, comentó.
Tuve que pedirles que me ilustren. Pescetti es un músico y cantante / humorista. Escritor también y autor de reconocidas obras para niños y adultos.

La Escuela 25 del berissense Barrio El Carmen les quedaba cerca de su casa, ubicada en la platense localidad de Villa Elvira. Allí, el límite por excelencia lo marca la avenida 122.
Cuestión que allá por 2016, Facundo llegó con su ukelele -o ukulele, como él lo pronuncia, y está muy bien porque es indistinto-. Y su primer profesor le comenzó a enseñar en ese instrumento. De hecho, “de este instrumento se pueden sacar las bases para tocar guitarra, ya que son similares, por ello se usa bastante en la educación musical de América Latina”, nos ilustra la popular enciclopedia libre. Las mayores diferencias pasan por el tamaño y el hecho de que el ukelele tiene cuatro cuerdas.
“Luego, mi madrina me regaló una guitarra, y allí cambié. Fue un mundo nuevo”, describió sin rodeos Facu, quien en su relato da una idea del crecimiento de la orquesta. “Cuando yo empecé, tres o cuatro meses después de Nahuel, éramos cuatro en el salón donde se enseña guitarra. Hoy ya somos veinte”, puntualizó. Y se ha consolidado el Ensamble de Guitarras, una nueva formación dentro de las tantas que viene dando a luz la orquesta escuela.

(Una digresión: Lo que puede hacerse con un ukelele es maravilloso, y la mejor prueba es escuchar -o volver a escuchar, según el caso- una interpretación que ya es un clásico, compuesto a inicios de 1990 por el músico y cantante hawaiano Israel Kamakawiwoʻole; un popurrí de Somewhere Over the Rainbow/What a Wonderful World que hasta hoy se escucha y se utiliza para musicalizar millones de videos. Lo dejamos a pie de nota).
Como nos ha comentado alguna vez Juan Carlos Herrero, coordinador de la orquesta, un abecé del sistema de enseñanza consiste en que los chicos o chicas empiecen a participar en la orquesta propiamente dicha lo más pronto posible.
Facu nos contó que solamente había pasado medio año de su llegada cuando participó por primera vez en la orquesta. ¿Y cómo fue esa experiencia? “Me impactó mucho. Estaba la orquesta entera, con una sección de guitarras incluida. Es muy grande… Pero me sentí muy cómodo. Te hacen sentir muy cómodo”, describió.
Siguió: “Lo más difícil, es escucharnos a nosotros mismos. De entrada, no te escuchás, y se hace complicado. Pero vas aprendiendo, te van enseñando”, narró.

Y quien escribe va aprendiendo de cada chico o chica de la orquesta: nunca me había puesto a pensar cómo se escuchará a sí mismo alguien que está rodeado de decenas de músicos tocando los más variados instrumentos y, además, siguiendo diferentes partituras. En fin…nunca es tarde para seguir valorando y admirando a quienes nos regalan la música más maravillosa.
Su aparición en público también fue muy, muy temprano. Se produjo en el bar restaurante Ciudad Vieja, de Meridiano V. A poco de andar por las aulas de la Escuela 25, se encontró en un escenario acompañando a su maestro de guitarra con su ukelele, y los dos, a la par, acompañando al coro. Interpretaron, entre otros temas, Hacer un puente y “La llave, de Abel Pintos”, le sopló Nahuel, quien remarcó que el coro, a cargo de Nancy Arrascaeta, también canta con lenguaje de señas. Maravilloso.
“Al año se produce un salto grande. Ya empezás con más teoría musical, aprendés a leer partituras”, dijeron Nahuel y Facundo, quienes contaron la forma amena que tienen en la orquesta para ir rompiendo el hielo de tocar en público. “Los sábados, día de ensayo general en la Escuela 25, llega un momento en que te piden que toques algo. Entonces, durante el desayuno, tocás para todos…” Facu rememoró que, cuando le llegó el turno, interpretó Milonga de mis amores (de Pedro Laurenz).

Siempre anduvimos entre violines, violas, cellos, contrabajos, algún instrumento de viento -como el corno francés de Bauti-. Entonces, nos asaltó una duda: ¿Cómo se adapta la guitarra a una orquesta sinfónica? “A la guitarra criolla se la relaciona más con el folclore y el tango, pero se acopla a cualquier género, desde la música clásica al rock”, explicó Facundo.
Y lanzó: “De chiquito, en casa, escuchaba folclore, tango, ciertas cosas de rock nacional o extranjero, como por ejemplo Queen. Mucho Mercedes Sosa; luego León Gieco”. ¿Y ahora? “Ahora escucho muchísimo a Pappo. Me encanta. También a Jimi Hendrix”. Parece que el ukulele quedará en un rincón…al menos por un tiempo, ¿no?

Es que a Facu le pudieron comprar la guitarra eléctrica. Y Nahuel aprendió a tocar la batería, que con el paso de los años hizo pie en las clases de la orquesta escuela. Y entre una cosa y la otra, un día nació un grupo.
“Vino una profesora y nos dijo, a todos, que si queríamos armar una banda podíamos participar de los Juegos Bonaerenses”, comentó Nahuel. Y se hizo la banda, que llevó por nombre Blues a Teté. “Lo hicimos en reconocimiento a ella, por todo lo que hace por nosotros; todos la queremos mucho”, dijeron.
Teté -por lo que me han contado- vendría a ser una suerte de Ángel de la Guarda de los chicos y chicas de la orquesta escuela. Si me dejan, una segunda madre para muchos. Que “siempre está”, que apoya, que ayuda, que se comprometió a tope con la orquesta, y que, a manera de somera presentación, es la que cada sábado prepara, para un verdadero “batallón”, desayunos de lujo como los que se pueden apreciar en las siguientes fotos.
La banda, de cinco integrantes, tenía a Facundo con su guitarra estilo stratocaster, a Nahuel en batería, a Sofía en bajo, a Ulises en saxo tenor y saxo alto y a Lucas en voz.
Se presentaron ante el jurado en la edición 2024. Tocaron El viejo (La Vela Puerca), Zapatos de gamuza azul (la versión en castellano de Moris) y Desconfío, de Pappo’s Blues.
“Cuando finalizamos, el jurado nos dijo: ‘chicos, realmente lo hicieron muy pero muy bien, pero se trataba de que toquen temas propios’”, narró Nahuel. Y ambos hermanos recordaron que nadie tenía idea de que la cosa era así. “¡Nos sorprendieron por completo! ¿En qué parte decía eso?”, casi exclamó Nahuel. “Es que tuvimos el reglamento entre manos casi sobre la hora de la presentación”, apuntó Facundo.
El Rock del Parque Saavedra
Les dieron un mes para componer tres canciones. Imposible para chicos que nunca lo habían hecho. Pero… ¡pucha que lo intentaron! Llegaron a esbozar una canción titulada Rock del Parque Saavedra. Y sobre todo, quedó la puerta abierta para armar una banda, o para una próxima presentación en los Juegos. De hecho, para la edición 2025 a Facu lo invitaron, aunque no llegó a conformar un grupo.
“Él (por Facundo) nos ayudó mucho a componer, porque tiene un oído bárbaro. Recuerdo que a sus 9 años, yo lo veía con el ukelele cerca del parlante del equipo de música, y sacaba las canciones a la perfección”, describió Nahuel.
“Lo cierto es que la orquesta escuela te transforma. Vos podés ver a chicos con muchos problemas de conducta que allí son todo lo contrario; a niños con enormes dificultades económicas tocando el violín u otro instrumento que no podrían comprarle. En la orquesta, se socializa desde el primer momento. Allí…todos somos iguales”, subrayó. Todo dicho.
Blues a Teté (ensayo)
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“Honrar la vida en comunidad” (Juan Carlos Herrero, coordinador OEB)
“Ver el crecimiento de los chicos es un privilegio incomparable.
Podríamos decir, como la canción, que no nos hemos limitado a “permanecer y transcurrir” durante casi dos décadas, sino que hemos visto fructificar lo sembrado al “ciento por uno”, como reza el evangelio, pues la semilla que fue cayendo año tras año en suelo berissense desde 2005, ha dado su fruto.
Puede verse claramente en tantos jóvenes que, habiendo llegado niños, como Facu, hoy, varios años después, nos deleitan con la calidad con que cultivan este arte noble de la música, pero también con su calidez y con su calidad de personas.
Hemos “honrado la vida” en comunidad, testimonio de lo cual es la huella que van dejando tras de sí, uno tras otro, todos los ‘Facundos’ de esta enorme historia de la Orquesta Escuela, entretejida con tantas historias de niños y jóvenes.
O podríamos decir, mucho más sucintamente, una palabra que lo expresa todo: la educación nos ha congregado todo este tiempo, y esto puede verse. Y oírse. Oigan a Facundo, y podrán comprobarlo”.
Bonus track.- Somewhere Over the Rainbow / What a Wonderful World (Israel Kamakawiwoʻole)