Hace unos tres años, Mauro Amato, ex delantero de Estudiantes de La Plata, Atlético Tucumán e Instituto de Córdoba, entre otros clubes, se encontraba entrenando a una de las divisiones inferiores del pincha. Su día a día transcurría formando a futuros profesionales del fútbol, chicos que seguramente soñaban con el éxito, la fama, el dinero. Pero aquel día, sin saberlo, su vida estaba por dar un giro de 180 grados.
Llegaron hasta el predio diez adolescentes del Instituto de Menores Carlos Pellegrini para vivir una jornada muy especial: conocerían las instalaciones de un club de primera, jugarían con chicos de sus divisiones inferiores, pasarían un día totalmente distinto. Y así fue. Pero lo que nadie sabía era que el mayor cambio, en esas horas de “recreo”, se había dado dentro del ex goleador.
“Algo me llamó, algo me atrajo”, le contó Mauro a 90 Líneas. Muy difícil de explicar con palabras lo que le sucedió. Lo cierto es que habló con el coordinador del grupo del instituto y le dijo que quería hacer algo más, trabajar con los pibes.
Fue el puntapié inicial de lo que Mauro logró construir, y que él llama “un espacio de libertad a partir de la pelota”.
“Presenté el proyecto para realizar un Taller de Fútbol y Valores (tal su nombre). Pasó un tiempo, hasta que me llamaron para que explique en detalle lo que quería hacer, tuve que defender la iniciativa”, recordó Mauro, quien, en síntesis, les dijo que su intención era “transformar a los pibes”, que “el fútbol era el vehículo”.

Desde hace aproximadamente un año y medio, el ex goleador, que supo saborear el éxito del profesionalismo, se encontró en otro predio, el que concentra “siete institutos de menores” en avenida 520 casi Ruta 2, en Abasto, ante chicos de 16 a 20 años del Instituto Francisco Legarra, que tenían otros sueños, otras historias, la inmensa mayoría de ellas ancladas en la ausencia total de afecto.
El desafío era grande, pero Mauro hizo de cada palabra de los chicos, de cada actitud, la materia prima para transmitirles valores. “Mire, acá estamos en cana. Entre nosotros no hay reglas. El que quiere, juega con la mano”, fue lo primero que escuchó. “Yo fui tomando toda esa información, día tras día, para empezar a trabajar a mediano y largo plazo, para relacionarme con ellos”, nos explicó.
Todo fue muy artesanal. “Llevé una cinta para marcar la cancha, porque ellos no tenían límites, no tenían reglas, como me dijo aquel chico, y entre ellos había mucha violencia; el lenguaje era muy violento”, rememoró Mauro.
Pero cada adolescente, cada joven, se fue encontrando cada martes y jueves con alguien que, con una pelota yendo de aquí para allá, siempre les hablaba bien, siempre tenía una sonrisa, y, sobre todas las cosas, los escuchaba, atentamente.

Y los escuchaba mientras compartía. Porque después de las dos horas y monedas que dura esa salida al taller, llega la hora de almorzar, y cuando entran al salón comedor, detrás de ellos se cierra una puerta de metal. Sin embargo, el “profe” estaba sentado a la misma mesa. “Él comparte ese momento con nosotros, ¡encerrado!”, exclamó un chico, sin disimular su sorpresa, en un informe que realizó la CNN en español. Y añadió: “Hablamos, nos pregunta porqué estamos ahí, nos escucha”. Escucha. Palabra clave.
“Mirá, en el Instituto Legarra hay treinta chicos, y al taller vienen veintiocho”, especificó Mauro Amato sin ocultar su alegría, también compartida por la directora del lugar. “Y yo te diría que hay un diez por ciento que está ahí porque tuvo un momento de confusión, pero el noventa por ciento viene de la pobreza extrema, de carencias de todo tipo, de violencia doméstica, padres presos, madres ausentes”, generalizó, para subrayar: “La mayor carencia es de afecto. Les costó confiar en que alguien se preocupara realmente por cómo estaban, cómo se sentían, qué les pasaba. Y que los escuchara. Todo eso se puede lograr, pero solamente desde el amor”, enfatizó.
Nadie se salva solo
Y así ocurrió, en poco más de un año y medio, algo “¡hermoso!”, exclamó. “Aquel nivel de violencia inicial bajó drásticamente, incluso en el lenguaje. Ya no se trata de quién pega la patada más fuerte o de quién es más guapo. Ahora nada se logra en forma individual. Los logros son colectivos”, señaló Mauro
Y contó: “Yo hago un juego donde gana el que hace el mejor gol en equipo. No vale el gol individual, ni el que convierte más goles… ¡Y no sabés las jugadas qué hacen! Es una maravilla. De verdad. Son goles de una calidad impresionante. Toque, toque y toque. Siempre digo que es el fútbol es su máxima pureza, porque allí no hay copa ni dinero”, sentenció Mauro, quien se desilusionó bastante con el fútbol-negocio.
Mauro Amato ya los conoce. A veces se encuentra con una cara larga, con un pibe triste. Y se acerca, le pregunta, lo escucha, le levanta el ánimo. “Él nos ayuda, nos aconseja, es una gran persona”, le contó uno de los jóvenes al colega del canal de TV.

“Había chicos que nunca habían jugado a la pelota, y otros que habían pasado por las inferiores de clubes como Vélez, Huracán. Entonces algunos de entrada no querían jugar, hasta que se dieron cuenta que ésto no era solo fútbol. Y ahora vienen todos”, comentó.
Cuando en aquella entrevista donde tuvo que explicitar y defender su proyecto Mauro dijo que su intención era “transformar a los pibes, que el fútbol era un vehículo”, aún no conocía el desafío que le esperaba. Pero tampoco que un año y medio después eso se iba a transformar en realidad, en su nuevo “día a día”, ya no preparando a futuros profesionales del fútbol, sino, a través del fútbol, formando en valores a tantos chicos vapuleados por la vida desde el mismo instante en que llegaron al mundo. Fútbol. Y valores. ¡Lo viejo funciona, Mauro!
La colecta solidaria
El taller de Mauro Amato lanzó una colecta solidaria de ropa y calzado deportivo para ayudar a los pibes del Francisco Legarra.
Lo que ya no uses y esté en buenas condiciones (pantalones, shorts, medias, remeras, buzos, camperas, calzado -cualquier tipo de zapatillas- desde el Nº 38 en adelante) lo podés enviar o pedir que lo pasen a buscar llamando al 221-440-6230 (Mauro Amato) o ingresando a la cuenta de Instagram mauro.amato7.
Así, también podés ayudar a “transformar a los chicos a partir de una pelota”.