Un primer año con luces y sombras

El fin de una época. Macri entrega el bastón del mando a Alberto Fernández

El gobierno de Alberto Fernández cumple este jueves un año de una gestión signada por la pandemia del coronavirus, la renegociación de la deuda con los acreedores privados y una disputa cada vez más evidente con el Poder Judicial, que este miércoles registró una clara escalada, cuando la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner salió a cuestionar a los miembros de la Corte que, a su manera, confirmaron la condena al exvice Amado Boudou.

Entender el primer año de Alberto Fernández sin la pandemia es imposible y explica la demora en algunos de los lineamientos básicos anunciados en su primer discurso ante la Asamblea Legislativa el 1° de marzo pasado, entre los cuales se destacaban la legalización del aborto -que ya comenzó a tratarse este jueves-, la reforma judicial y la creación del Consejo Económico y Social. Hasta ahora y por distintas razones todos habían quedado postergados por la necesidad de poner todos los esfuerzos en contener el virus y crear las condiciones para evitar que la tragedia que ya costó más de 40.000 vidas y casi 1.500.000 contagios en Argentina registrara cifras aún peores.

Pero la firme postura que exhibió el Gobierno al inicio de la cuarentena temprana se fue resquebrajando con el rechazo y las marchas de los sectores de la oposición que cuestionaron esas decisiones, cuando no petardearon las medidas apoyándose en algunos sectores económicos y sociales que claramente se vieron perjudicados por la gravedad que adquirió el coronavirus en el país.

Allí una de las banderas enarboladas por el Presidente, como fue la unidad en la acción frente al virus, fracasó de la mano de aquellos sectores más refractarios al Aislamiento Social  Preventivo y Obligatorio y que también cuestionaron la posibilidad de cualquier control que permitiera monitorear a los contactos directos de las personas infectadas.

Cuántos fallecimientos se produjeron a partir de estos rechazos nunca se sabrá, pero queda muy en claro que el aislamiento era la principal arma contra el avance de la enfermedad y a causa de la feroz oposición mediática, política y social los resultados fueron mucho peores a los esperados.

En cambio en materia de equipamiento primero y de preparativos para la vacunación se avanzó al punto de permitir la inminente llegada al país de un número suficiente de dosis como para aspirar a cubrir la demanda del personal esencial y de los sectores sociales más vulnerables.

La reforma judicial tampoco avanzó con la premura que se esperaba. Pese a que la propuesta que llegó a Diputados es mucho menos ambiciosa de lo previsto y no logra conformar a todas las partes, en medio del temor a un duro traspié a la hora de la votación, quedó cajoneada. Ahora el Presidente tiene las conclusiones no vinculantes del comité de expertos que convocó para determinar los botones que habría que tocar para hacer más potable un Poder Judicial que en la actualidad es al menos ineficiente y que busca marcar la cancha a la hora de la toma de decisiones importantes para el país.

De esta forma el fallo de la Corte que ratificó la condena de Amado Boudou es un severo golpe para el kirchnerismo, que Cristina no podía dejar pasar y se reflejó en la carta de este miércoles, donde defenestra con nombres y apellidos a “casi” todos los miembros del máximo tribunal a los que acusa de intentar avanzar sobre la gestión del Gobierno y a los que denuncia de querer hacer fracasar a la administración.

Así, luego de la decisión de no separar de los cargos a los jueces Bruglia, Bertuzzi y Castelli, el enfrentamiento de la jefa del Senado con el máximo tribunal de la Nación promete generar una confrontación abierta que el Presidente siempre quiso evitar.

LA ECONOMÍA

Por el lado de la economía la situación no parece mucho mejor. Si bien se logró anudar el acuerdo con los acreedores externos, los resultados no lograron frenar la especulación con el dólar, que más por desaciertos del Banco Central, que por cuestiones objetivas se disparó a niveles alarmantes, aunque en las últimas semanas el reflujo parece sostenido.

También parece sostenido el deseo del Presidente de mostrar iniciativas en materia económica, dejando de hablar como una constante del valor del dólar o de la pandemia para anunciar un inmenso plan de obras públicas, que considera vital para recuperar el nivel de actividad económica, donde algunos sectores muestra capacidad de reacción, mientras que en otros la recuperación sigue siendo muy lenta.

En este contexto, el impulso a la creación del Consejo Económico y Social convertido en la piedra angular de la política económica y social de cara a un futuro más o menos inmediato sigue también estancada a la espera de los resultados del acuerdo con el Fondo Monetario y al descenso del nivel de confrontación con los sectores de la oposición.

Así, al cabo de un año de gestión, Alberto Fernández tiene algunos logros para exhibir a la sociedad, que justifican que conserve el 50,6% de imagen positiva, según un estudio publicado estos días por el diario Perfil.

Pero como siempre en Argentina, el resultado de la aprobación o el rechazo de la gestión estará dado por la recuperación de la economía, las medidas para controlar a la inflación y para lograr que los ingresos de buena parte de la población puedan recuperarse, tras años de caída.

Precisamente en esos rubros es donde Alberto Fernández parece poner por estos días todo el énfasis de sus acciones. El tema es si lo logrará.

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