De la “vacuna soviética” a la “vacuna rusa”, de ignorancia y prejuicios

¿A quién o a quiénes les molesta Rusia? El ataque virulento y sin argumentos sobre la vacuna Sputnik V huele a cuestiones geopolíticas y/o comerciales. Pues si nos atenemos a la ciencia, los rusos siempre han sido un país de punta. E incluso trabajaron con los estadounidenses en plena guerra fría para, por ejemplo, combatir la polio. Aquí, un breve repaso histórico y consideraciones de la situación actual

La Sputnik V ya fue pedida por más de 50 países

Poco sabemos en el mundo occidental de la ciencia en Rusia, en China o, más remotamente, de los avances científicos logrados por la cultura árabe o musulmana hace más de 1000 años. Mucho tienen que ver en esto los sistemas de información y de enseñanza de Occidente. Así las cosas, tal vez muy poca gente sepa de la seriedad y solidez del sistema científico ruso y el impacto que ha tenido su ciencia en la historia.

Ante todo hay que decir que es un error hablar de la “vacuna rusa”, pues Rusia no tiene una sola vacuna para la Covid-19, aunque la Sputnik V sea la más conocida por ser la primera vacuna autorizada para uso de emergencia en el mundo (agosto 2020). Luego se autorizó en otros países, entre ellos, el nuestro (diciembre 2020), y por ello es probablemente la más conocida por nosotros. Sin embargo, es importante conocer más detalles sobre este tema.

Todos sabemos que la única enfermedad infecciosa que ha sido erradicada es la viruela. La vacuna para la viruela fue estudiada en sus inicios por Edward Jenner (1789, Inglaterra) y recién en 1970 se declaró erradicada la presencia del virus en el planeta. El primer país en controlar y erradicar esta enfermedad altamente contagiosa y mortal, gracias al uso de las vacunas, fue precisamente la Unión Soviética. Justamente en esa campaña sin precedentes estuvo involucrado el virólogo ruso Nikolay Gamaleya (que nombra al laboratorio que creó la Sputnik V), quien trabajó junto al francés Luis Pasteur en el desarrollo de las vacunas contra la rabia, el cólera, la tuberculosis, el tifus y el ántrax.

Por otro lado, en la década del 50 y por la epidemia mundial de poliomielitis (enfermedad que afecta con parálisis, principalmente a niños) comenzaron a migrar científicos soviéticos a Estados Unidos para trabajar con reconocidos grupos de ese país. Así se unían en ciencias las potencias mundiales enemigas, para trabajar y aprender frente a un enemigo común que estaba generando una situación devastadora en el mundo entero.

URSS, EEUU y la lucha conjunta contra la polio

Como los soviéticos ya tenían experiencia en vacunas antivirales (gripe), trabajaron junto a Jonas Salk, quien en 1955 ya había desarrollado la ‘vacuna a virus muerto’ para la polio, hecho que disparó la campaña mundial para erradicarla. Pero esto no quedó ahí: el mismo grupo de científicos visitó el laboratorio de Albert Sabin, quien estaba desarrollando una ‘vacuna a virus vivo’ (en general se trata de vacunas más efectivas y baratas), y ambos equipos de trabajo se unieron en un proyecto colaborativo. El virólogo polaco Sabin le entregó a los soviéticos varias cepas de virus atenuadas, y en forma conjunta con Mikhail Chumakov y Marina Voroshilova comenzaron a administrar la vacuna en terrones de azúcar. Luego de un intenso trabajo entre ambos laboratorios, llegaron a disponer de vacunas que se administraron ellos mismos (eran un matrimonio ruso) y a sus hijos, como casos iniciales. Algo similar había realizado Edward Jenner con su hijo en Inglaterra (este tipo de prácticas actualmente están absolutamente prohibidas, excepto la autoadministración). De esa manera comenzó la campaña de vacunacion en 1957, y en el plazo de 2 años logró vacunarse a 20.000 niños.

Luego de estos ensayos iniciales empezó, en 1959, la mayor campaña contra la polio en el mundo. En la Unión Soviética, en 5 meses se vacunaron 10 millones de personas menores de 20 años. Luego de constatar que en esa campaña no hubo casos de poliomielitis reactivada (originada por la vacuna), y tras varias misiones de científicos americanos a la URSS para verificar las condiciones de seguridad de la vacuna y confirmar que efectivamente los casos de polio estaban disminuyendo, la ciencia americana se convenció de que debía considerar seriamente la “vacuna soviética”. En 1962, la “vacuna soviética” o “vacuna comunista”, como se la llamaba entonces, fue autorizada para su aplicación como vacuna oral en los Estados Unidos, y así comenzó el control de la polio en el mundo.

Este es un verdadero ejemplo de cómo debe funcionar la ciencia para permitir que los avances lleguen y mejoren la salud de la gente. Mientras ambas potencias llevaban una guerra política y armamentista extremadamente riesgosa, la ciencia colaboraba para resolver problemas acuciantes en el mundo entero.

Si bien no ha logrado erradicarse la polio por problemas políticos y de seguridad en muy pocos países (Afganistán, Pakistán y Nigeria), la enfermedad está controlada en muchas regiones. En 1988 se inició una intensa campaña en el mundo que redujo su incidencia en un 98%. En 2014, India fue el último país en declarar controlada la polio. Y en América no existen más casos desde 1991.

Podemos mencionar otros importantes y destacados hechos de la ciencia de ese país, que claramente se ven reflejados en sus 38 premios Nobel. En 1901 se instauró el Premio Nobel de Fisiología y Medicina. Ivan Pavlov fue el primer investigador ruso en recibir el Premio Nobel (1904), por sus contribuciones en fisiología y diferentes tipos de terapias. Sus trabajos han sido de los más citados en la historia de la Medicina. En 1908, Yvan Mechnikov, junto a Paul Ehrilch, recibe también el Premio Nobel de Medicina y Fisiología por sus trabajos en microbiología, que fueron seminales para el desarrollo de la inmunología.

Y así podemos enumerar una serie de importantes investigadores de origen ruso que marcaron la historia del desarrollo científico de esa nación y que contribuyeron con avances significativos a la ciencia: Dmitri Mendeléyev, creador de la tabla periódica de los elementos; Alexander Fersman, fundador de la geoquímica; Dmitry Ivanovsky, descubridor de los primeros virus; Vera Gedroitz, la primera profesora de cirugía del mundo; el neuropsicólogo Alexander Luria, investigador de la afasia; Nikolai Basob y Aleksandr Projorov, inventores del láser; el genetista Nikolai Vavilov, quien logró avances cruciales en el mejoramiento del trigo, maíz y otros cereales; Sergei Korolev, padre del programa espacial soviético. Y grandes logros de la ciencia de ese país como el desarrollo de lámparas eléctricas antes que Thomas Edison; transmisión de ondas de radio antes que Guglielmo Marconi; puesta en órbita del primer satélite artificial; envío de sondas a Venus y Marte; primeros en llegar a la Luna con la sonda Luna 2, en 1959.

Si bien es cierto que la forma de trabajo de la ciencia rusa tal vez sea diferente a la que estamos acostumbrados a ver en el mundo occidental, todos estos logros no hacen más que afirmar que no han hecho -precisamente- un mal trabajo a lo largo de la historia. Inclusive, la gran cantidad de científicos rusos dispersos en diferentes laboratorios del mundo seguramente ha tenido una gran influencia en que se conozca la seriedad con que se trabaja en ese país, pero al mismo tiempo, al regresar al suyo, han establecido colaboraciones con centros de todo el planeta. Algo muy similar ha ocurrido en China, donde la ciencia es de primer nivel gracias a la política científica de enviar a sus jóvenes científicos a todo el mundo y luego reclutarlos en laboratorios vanguardistas, a la altura de cualquier centro de primer nivel del mundo occidental.

Probablemente, la misma indiferencia, incertidumbre y escepticismo que el mundo occidental tiene hacia la ciencia rusa es la que se ha generado en nuestro país con la vacuna Sputnik V, desarrollada con la participación del Instituto Gamaleya. O quizás esto guarde una escasa relación con lo que ha sido la ciencia rusa y esté más relacionado a cuestiones geopolíticas.

Desde 1953 los rusos vienen trabajando con adenovirus, y desde 1980 han aplicado los conocimientos al desarrollo de vacunas a base de estos virus. De esta manera, han desarrollado y empleado vacunas para la gripe, el Ebola (fundamental para detener la última epidemia de esa grave infección viral que produjo tantas muertes por hemorragia en Africa) y el Mers (otro virus de la familia del coronavirus, muy similar al SARS-CoV-2, pero con una mortalidad marcadamente superior: 35%).

La Sputnik V ya fue pedida por más de 50 países

Actualmente, la vacuna Sputnik V, mal llamada “vacuna rusa”, se produce principalmente en Rusia a través del ministerio de Salud de la Federación Rusa y del Instituto de Investigación Nacional Gamaleya de Epidemiología y Microbiología. Pero además, otros países la están produciendo con los mismos estándares de buenas prácticas. Y próximamente se sumarán Brasil e Israel. Esto es importante para poder asegurar el abastecimiento de vacunas frente a la creciente demanda que se observa sobre esta y todas las vacunas. Debemos considerar que, hasta el momento, muy pocos países tienen acceso a las vacunas. De hecho, el 95% de las vacunas son actualmente entregadas en 10/12 países únicamente. Por otro lado, cada vez son más las naciones que se suman a la Autorización para Uso de Emergencia de la Sputnik V, y en la EMA ya están evaluando este mismo trámite, al igual que en Israel. Esta vacuna ha sido solicitada por más de 50 países.

Por lo tanto, es importante para Argentina haber comenzado a vacunar con la Sputnik V en 2020, dado que estamos ante una camapaña sin precedentes en el mundo.

Debemos vacunar en el menor tiempo posible al mayor porcentaje de la población, y al mismo tiempo es imprescindible tener un sistema de vigilancia de reacciones adversas, dado que se trata de vacunas autorizadas y no aprobadas. Por todos estos motivos, es importante poner en funcionamiento un sistema muy complejo de recepción, distribución, almacenamiento, seguimiento de los vacunados y, finalmente, vacunación en las diferentes provincias de nuestro país. Argentina es miembro de COVAX, por lo cual forma parte de las discusiones globales y regionales donde se plantean las estrategias de distribución de vacunas, logística, estrategias de vacunación prioritaria y planes de vacunación, entre otras cuestiones vitales

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