La batalla de la carne

El Gobierno vuelve a enfrentar a los sectores más duros de la producción agropecuaria debido al desbande en los precios de un producto que representa el 20% del gasto promedio de alimentos en los hogares argentinos y cuyo consumo está en caída abrupta

El precio de la carne, toda una metáfora de los problemas que debe superar el Gobierno

En una nota anterior (“Una maldición argentina”) detallábamos el vínculo siempre presente entre los precios de lo que exporta el país y la creciente inflación que se genera cuando esos mismos productos aumentan a nivel internacional e impactan en el mercado interno. Hoy la suba en el precio de la carne es un fiel reflejo de esa contradicción que el Gobierno intenta superar con un cierre por 30 días de las exportaciones.
Como se explicó también entonces, las retenciones y la crisis con el campo generada en la resolución 125 en el 2008 son apenas algunos antecedentes de una puja que nunca se pudo resolver, entre otros motivos por falta de muchos de los controles que eliminó el macrismo durante su gestión, pero también por una mayor demanda internacional, que no siempre Argentina está en condiciones de satisfacer.
Así las dos necesidades básicas de la coyuntura económica argentina, como son generar la mayor cantidad posible de dólares y que eso no se traduzca en un impacto en la inflación volvieron a enfrentarse. Y se apeló a frenar la exportación transitoria para tratar de superarla. 

A su regreso de la gira por Europa el presidente Alberto Fernández ubicó entre los objetivos inmediatos, junto al combate contra el coronavirus, enfrentar el aumento de precios que tuvieron subas superiores al 4% mensual en cuatro de los últimos cinco meses y con una disparada especialmente significativa en los productos alimenticios que acumulan 46,3% en los últimos 12 meses, un condicionante que juega en contra en cualquier evaluación de su gestión.

UN ENCUENTRO CLAVE Y UN PARO PERJUDICIAL

En ese marco, una reunión clave se produjo este viernes cuando el ministro Matías Kulfas y la secretaria de Comercio Interior, Paula Español recibieron al Consejo Agroindustrial Argentino (CAA) que estuvo representado en la ocasión por Dardo Chiesa, coordinador de la Mesa de las Carnes del CAA, y Mario Ravettino, titular del Consorcio de Exportadores de Carnes ABC, el presidente de la Cámara Argentina de Feedlot, Juan Eiras, y el titular de la Unión de la Industria Cárnica, Gustavo Valsangiácomo. En el encuentro que se prolongó durante casi cuatro horas en forma presencial se “explicaron las razones y los alcances de la medida» de suspensión de la exportación de carnes y se coordinó la continuidad de un trabajo en común para mantener en breve con una nueva reunión.

Los empresarios de la cadena de la carne expresaron «preocupación y rechazo» ante la medida publicada el jueves, la cual dispuso el cierre de exportaciones de carne bovina durante treinta días, a los fines de buscar un reordenamiento del sector que implique evitar aumentos de los precios de los cortes de consumo interno en el mostrador. 

Más duros fueron los representantes de los productores nucleados en la comisión de Enlace Agropecuario que nuclea a las cuatro entidades básicas del sector: la Sociedad Rural, la Federación Agraria, Confederaciones Rurales (CRA) y Coninagro que desde el mismo jueves llevan adelante un cierre a la comercialización de ganado hasta el 28 de mayo.

Según se informó la medida, a diferencia de 2006, no tiene como objetivo que el precio de la carne baje por una mayor oferta en el mercado interno, sino  «desarticular un mecanismo fraudulento que se detectó en la manera de exportar» de algunos operadores del sector. El Gobierno advirtió que «hay operadores que durante el gobierno de Mauricio Macri ingresaron al Mercado de Hacienda de Liniers que no tenían ninguna experiencia, y que son los que llevan adelante la maniobra que el ministro Kulfas explicó como el rulo ganadero».

Es que la medida, por ciento transitoria y de apenas 30 días de duración, no intenta convertirse en una política permanente sino más bien busca ordenar la actividad en un rubro donde las desregulaciones de la era macrista permitieron el surgimiento de empresas irregulares, la subfacturación de exportaciones, operaciones no declaradas y las realizadas a nombre de empresas fantasma, que se detectaron al reponerse un régimen de control de precios e inscripción de sociedades en su gran mayoría truchas vinculadas a empresas multinacionales.

La gestión de Cambiemos, la desregulación de las normas para el sector de la carne generó todo un sistema de contrabando y evasión no sólo multimillonario en las pérdidas para la recaudación estatal, sino también para el bolsillo de los argentinos

Así, en el comercio de carnes se comenzó a realizar en los últimos 90 días un control de las operaciones en pecios e identidad del comercializador, que ya habría generado el retiro de licencias para exportar de cinco frigoríficos.

Las negociaciones que comenzaron el viernes tienen como uno de sus ejes el ordenamiento de la actividad, tanto en las exportaciones como en la compraventa de hacienda. El consorcio de frigoríficos exportadores pretende que sólo las empresas con planta propia puedan operar en la compra de animales en pie y en la venta de carne al exterior. Aseguran que en sus plantas se faena el 85% de las carnes que se exportan, pero sólo el 50% son exportadas por los propios frigoríficos procesadores. Es decir, que reclaman que se les limite las posibilidades de operar a las mismas firmas a las que el consorcio exportador le presta el servicio de procesamiento de carnes, o sea buscan sacar del juego a un sector de pequeños empresarios, algunos de los cuales compiten con los grandes jugadores, pero otros son la pantalla para estas maniobras que le provocan inmensas pérdidas al país.

PRECIOS DESMESURADOS PARA EL CONSUMIDOR ARGENTINO

La carne registró incrementos de precios muy por encima de la inflación A nivel general y del resto de los alimentos. En los primeros cuatro meses de 2021 subió 22 por ciento y ya acumula 64,7 por ciento en los últimos doce meses, mientras que el  Instituto de la Promoción de la Carne Vacuna Argentina (Ipcva) relevó que los aumentos acumulados son de casi 100 por ciento desde enero 2020. De esta forma, comparando abril de 2021 con el mismo mes de 2020, el asado aumentó un 95,8%; la paleta un 73,8%; el cuadril, 74,9%; la nalga, 78,3% y así en el resto de los cortes.

La liberalización total del mercado de la carne, que defiende la Comisión de Enlace, llevó a que el consumo sea el más bajo de la historia, según las propias estimaciones del sector. En abril representó 45,2 kilos per cápita, por debajo de los 53,8 kilos de 2019 y muy lejos de los 57,9 kilos de 2015. El récord de consumo interno fue en 2009, con 69,3 kilos.

La aparición de China como gran comprador a escala global desató una tendencia de incremento de las exportaciones cada vez más acelerada. Los envíos al exterior, con destino a China absorbiendo casi el 80 por ciento del total, pasaron de representar el 7,7 por ciento de la producción nacional en el primer cuatrimestre de 2015 al 29,2 por ciento en el mismo período este año. A eso, además, se suma el incremento exponencial en el precio de los granos, en especial el de maíz, que se duplicó y es un insumo para engorde de, por lo menos, un cuarto del stock de cabezas vacunas.

Por otra parte, desde hace más de 15 años que la producción para el mercado interno no crece. La competencia por la tierra con la producción agraria generó estancamiento y desplazamiento de la actividad ganadera. Eso hizo que se mantenga el stock de alrededor de 54,5 millones de cabezas, casi la misma cantidad de hace medio siglo, mientras que se faenan las mismas toneladas de 1977, con una población superior ahora. Así, entre 2015 y 2020 el consumo interno cayó cerca de 20 por ciento. Ese porcentaje de la producción se canalizó a exportaciones.

Desde el sector productor se argumenta que entre 2005 y 2011 la intervención del mercado de carnes generó que cayeran las exportaciones y la producción, que se perdieran 10 millones de cabezas de ganado, cerraran frigoríficos, se destruyeran puestos de trabajo y además de todo eso se encareciera la carne en lugar de abaratarse.

Y en principio las primeras reacciones en el Mercado de Liniers en la jornada posterior al anuncio oficial parecieron ir en esa dirección. Hubo un incremento del 30% en el precio del kilo vivo y pese a que en ese mercado se comercializa apenas el 15% del total del negocio de la carne, funciona como una referencia para el resto de las operaciones de compra-venta de carne.

A eso se suma que algunos frigoríficos comenzaron a hacer compras para estoquearse, lo que también se traduciría en subas de entre 7 y 9 por ciento al mostrador en los próximos días, con cortes que ya rondarán los $ 1.000 en algunos barrios de la capital federal, aunque en los mostradores de La Plata pudo observarse entre jueves y viernes bajas de precios en algunos cortes.

Una vez más la carne se ha convertido en un factor de disputa en la Argentina, luego de la apertura indiscriminada que favoreció la venta generalizada a nuevos mercados como China, con el consecuente ingreso de las tan apreciadas divisas provenientes del sector. Pero al mismo tiempo se ha convertido en uno de los factores de distorsión de valores internos más significativos.

Así, como en otros sectores de su accionar tanto económico como en general, el Gobierno debe transitar un camino muy estrecho, sinuoso y repleto de obstáculos, por lo que necesita acomodar todas las piezas en un tablero tan complicado como díscolo y como si fuera poco muchas veces exacerbado por la prédica opositora y de la prensa.

Además no debe perder de vista uno de sus grandes objetivos, agregar valor a las exportaciones, es decir se busca vender cerdos, vacas y productos lácteos en lugar de soja y maíz. Claro que para hacerlo es necesario planificar cómo producir a una mayor escala que la actual, algo impensable si como en el caso de la ganadería se mantienen los rodeos en sus niveles de hace 50 años.

De las negociaciones que buscan superar la puja entre lograr este objetivo de desarrollo o si se mantiene la tendencia de obtener la máxima rentabilidad y castigando de los consumidores en el presente a costa de rifar el futuro, dependerá no sólo el precio de la carne.  
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