Covid y vacunas: cómo solucionar la inequidad entre países

La escasez de vacunas en el hemisferio sur no sólo ha impactado en la disponibilidad de dosis, sino también en las estrategias de vacunación. Hay (muy pocas) naciones en el mundo que tienen entre 40 y 60% de su población inmunizada. Otras, un número creciente de muertes. Caminos para encontrar un equilibrio vital en la lucha contra el coronavirus, pues la pandemia es global

En este momento de la pandemia en el que disponemos de 15 vacunas autorizadas que se están utilizando en los 5 continentes, podemos asegurar que las mismas están funcionando para contener la pandemia. Luego de la administración de más de 1,6 billones de dosis en un tiempo récord de casi 5 meses en un puñado de países, ya se ve el efecto que todos esperábamos (Israel, Estados Unidos, Inglaterra, etc).

Este no es un dato menor, ya que en diciembre 2020 cuando se comenzó con la vacunación para la Covid-19 en el mundo, desconocíamos si iban a funcionar. Las vacunas autorizadas para uso de emergencia han mostrado datos de eficacia de protección (70-95%) muy superior a lo que se esperaba inicialmente (50%). Esto quiere decir que, si bien no protegen a todos los vacunados de infectarse, en su gran mayoría no padecerán la enfermedad severa.

Estas vacunas han mostrado que tienen una eficacia de protección del 90-100% de muerte. Esto significa que están mostrando ser eficientes en reducir la morbimortalidad. Las vacunas son de una o de dos dosis. En este momento hay sólo dos vacunas de una dosis y ambas emplean adenovirus humanos inocuos: CanSino con Adenovirus 5 y Janssen con Adenovirus 26. Las demás vacunas (con vectores virales, virus completo muerto inactivado o con proteínas virales) son a dos dosis y los tiempos entre cada dosis son los tiempos mínimos que se ha demostrado que son efectivas (21 o 28 días).

En general, con cualquier vacuna, si este tiempo de intervalo se aumenta no sólo no se pierde la inmunidad conferida, sino que en algunos casos suele mejorar la protección. Esto se denomina “maduración de la respuesta inmune” y determina que una vacuna funcione mejor a medida que transcurre el tiempo. Esto se ha demostrado con AstraZeneca/Oxford, que en 12 semanas de retraso se incrementa la eficacia de protección.

Sin embargo, el problema en este momento es la producción a escala de las vacunas. Una vez que se confirmó que las vacunas funcionan, una gran cantidad de países comenzaron a pedirlas a los pocos productores existentes y ello generó un nuevo “cuello de botella” que es la producción de las vacunas para sostener la demanda creciente. Rápidamente el mundo empezó a recibir vacunas, pero emergió un nuevo problema: la inequidad en la distribución de las dosis en el planeta. Como ocurrió con la pandemia de Influenza en agosto de 2009, que con un mes de cuarentena y el Tamiflu (droga antiviral) se logró contener la pandemia y dio tiempo para que apareciera la vacuna. Pero en muchos países recién pudieron vacunar a su población un año después.

Mientras en una parte del planeta se están conteniendo los contagios por vacunación creciente de la población (40-60%), en otras, el número de fallecidos se encuentra en aumento (India y Brasil) y significan una amenaza para el mundo

Para evitar que ocurriera lo mismo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) creó en el 2020 la plataforma COVAX, por iniciativa de Francia y la Comisión Europea, con el objetivo de negociar precios, conseguir vacunas y distribuirlas en países con ingresos medios y bajos. De los 170 países miembros, 80 son de altos ingresos. COVAX ha planteado distribuir 2 billones de dosis para finales de 2021. Por lo tanto, el principal objetivo es abastecer a los restantes 90 países de vacunas, entre los cuales se encuentra la Argentina.

Esto refleja que no sólo es importante tener vacunas eficientes sino también tener acceso a ellas. Si uno mira el mapa mundial de distribución de vacunas (figura) fácilmente se puede observar la heterogeneidad en la distribución de las mismas. El hemisferio norte tiene una concentración de vacunas marcadamente superior al hemisferio sur. Mientras en una parte del planeta se están conteniendo los contagios por vacunación creciente de la población (40-60%), en otras, el número de fallecidos se encuentra en aumento (India y Brasil), y significan una amenaza para el mundo. La prueba son las nuevas variantes de Manaos o P1 y la de la India o B1.617.2 que han mostrado un enorme poder de transmisión con respecto al virus original o Wuhan.

Nuevamente con respecto a la escasez de las vacunas en el hemisferio sur, esto ha impactado no sólo en la disponibilidad de dosis, sino también en la estrategia de vacunación.

Se ha adoptado el mismo criterio que Inglaterra y Canadá implementaron y tan buenos resultados les dio: una sola dosis y retrasar la segunda para cubrir una mayor proporción de la población. Sin embargo, en estos países ha funcionado muy rápidamente porque han combinado vacunación con confinamiento, lo cual es esencial para reducir la circulación viral.

¿LIBERAR PATENTES O AUMENTAR LA PRODUCCIÓN?

Finalmente, el tema de la distribución heterogénea de las vacunas ha llevado al debate de las patentes. En este sentido, voy a reflejar brevemente mi punto de vista como científico. Dada la necesidad y celeridad de contar con vacunas, el sector científico debió asociarse con el sector privado de producción. Esto permite acceder a financiación, sistemas de producción que sólo una empresa biotecnológica dispone, conocimiento acorde y capacidad de distribución.

Existen varios ejemplos de conformación de consorcios público-privados o privado-privado exitosos, como el de la Universidad de Oxford con AstraZeneca o Pfizer con BioNtech, respectivamente. Para poder asegurarse la titularidad de los descubrimientos no existe otra herramienta que la protección de la propiedad intelectual, lo cual, además, posibilita que los resultados puedan ser mostrados y formen parte del dominio público. Sin estas patentes sería muy riesgoso este tipo de asociaciones y probablemente bloqueen la participación de las empresas privadas con intereses en invertir en investigación y desarrollo y en capacidad productiva.

En este momento, un conjunto de países liderados por Estados Unidos, India y Sudáfrica junto a más de 70 países han planteado la posibilidad de eliminar las patentes. Considero que esto no es la solución al problema de producción y distribución de vacunas y que además resulta riesgoso para futuras pandemias en las cuales necesitaremos aplicar las mismas herramientas que en la actual.

Ante la escasez de vacunas en el hemisferio sur se ha adoptado el criterio que tan buenos resultados dio a Inglaterra y Canadá: aplicar una dosis y retrasar la segunda para cubrir una mayor proporción de población. Pero en estos países ello funcionó porque combinaron vacunación con confinamiento, lo cual es esencial para reducir la circulación viral

Países de la Unión Europea, Suiza e Inglaterra se oponen a esta propuesta, y es llamativa la postura de los Estados Unidos encabezada por su presidente Biden y varios congresistas. Este país siempre ha protegido las patentes y a las biotecnológicas. Por eso, el desconcierto que produce esta postura, siendo la única forma de comprenderla la cuestión geopolítica que, como dije anteriormente, puede poner en riesgo el desarrollo de vacunas en futuras emergencias sanitarias.

Liberar las patentes y globalizar la producción de vacunas requiere transferir protocolos (que son secretos de cada industria), el “know-how” del desarrollo y producción, invertir en plantas que no están en condiciones de enfrentar esta demanda, acuerdos políticos para la distribución de las vacunas producidas y el cumplimiento de los compromisos asumidos, el control de los precios y el control de calidad de las vacunas producidas. Por lo tanto, el punto inicial de liberar las patentes es un punto crucial, nada sencillo, que de lograrse deberá continuarse con los otros puntos. A mi entender la liberación de las patentes significa un riesgo muy alto a correr en el desarrollo de una vacuna, ya que puede socavar las futuras colaboraciones de la academia con el sector productivo privado.

Considero que la solución a este nuevo problema no está en liberar las patentes, sino en aumentar la producción. En conclusión, disponemos de varias vacunas que están funcionando, por primera vez en la historia se está vacunando durante una pandemia y el punto pendiente a corregir es su distribución en los países de ingresos medios y bajos, de manera que puedan inmunizar a su población en el corto y mediano plazo.

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