Nueve días insuficientes. ¿Y después?

Tanto el Gobierno como la oposición saben perfectamente qué se debe hacer para frenar la circulación del virus hasta que se avance fuerte con la campaña de vacunación: confinamiento estricto. Pero mientras el oficialismo teme a una eventual desobediencia civil (¿y a la prensa hegemónica?), la derecha, a sabiendas de que no es la que paga el costo político, juega con la salud pública mirando encuestas electorales. Lo cierto es que entre un Gobierno dubitativo y una oposición sin escrúpulos, a cuatro días del final del aislamiento el número de contagios y muertes no baja. La palabra de la Ciencia

Por Carlos Altavista y Alejandro Salamone

No es sencillo juzgar a un gobierno -cualquiera fuere- por su gestión de la pandemia (salvo casos que no entran en ninguna lógica, como el de Bolsonaro en Brasil, el del ex presidente de EEUU Donald Trump, o el de Boris Johnson en Inglaterra hace un año). Es un tremendo flagelo mundial sin parangón desde hace más de un siglo, que arrasa con millones de vidas en el planeta al tiempo que descalabra por completo las economías de todos los países y altera marcadamente la calidad de vida.

No obstante, eso no significa que se deban pasar por alto los errores -muchos, muy graves- que un gobierno comete. Todo lo contrario, hacerlo debería ayudarlo. Siempre y cuando esté dispuesto a escuchar y, sobre todo, a actuar en consecuencia.

Pero las críticas pueden ser constructivas, por más duras que suenen, o estar cargadas de hipocresía y cinismo, dos características que definen de pies a cabeza a la derecha argentina (no desde ahora, sino desde siempre, pero no es ésta una nota histórica).

“75.000 muertes. Y después dicen que nos cuidan”, tuiteó, un opositor, el día en que lamentablemente las muertes por coronavirus en el país alcanzaron ese nefasto número. Su mensaje podría ser tomado en cuenta, siempre y cuando no fuese la misma persona que promovió durante todo 2020 las marchas del contagio (llamadas anticuarentena), que se opuso con inusitado fervor a la “vacuna rusa” Sputnik V que el tiempo y la ciencia dejaron en claro que es una de las más seguras y eficaces, que tildó al gobierno de autoritario por las medidas tendientes a reducir la circulación (amigo, esa es una forma de cuidar a la gente a la cual usted se opuso, cínico lo suyo al tirarle los 75.000 fallecidos en las espaldas al Presidente), que citó a las filósofas Elisa Carrió y Patricia Bullrich en sus arengas anti-vacuna rusa o provacuna Pfizer por el sólo hecho de ser de EEUU, que despedazó al Ejecutivo nacional cuando hizo A pidiendo que hiciera B que era la solución y lo destripó luego cuando hizo B porque debería haber hecho C o lo hizo muy tarde, y un largo etcétera que a esta altura no vale la pena.

Las críticas al Gobierno hay que hacerlas en voz bien alta. Es el abecé del periodismo. Pero las críticas pueden ser tan duras como constructivas, o estar cargadas de hipocresía y cinismo, dos características que definen de pies a cabeza a la derecha argentina y a los operadores de intereses non sanctos disfrazados de periodistas

Como se hizo notar en el artículo Números negros y el macabro juego opositor, el Gobierno cometió graves errores, como el de ponerse, solito y solo, en el medio de las pinzas de la tenaza que maneja el oposicionismo político-mediático-judicial. Se pasó de dialoguista. Y aunque el presidente Alberto Fernández repita una y mil veces que no se cansará de dialogar, con la ultraderecha no se puede hacerlo, ni aquí ni en ningún país del mundo. Y la derecha argentina hace rato que se convirtió en ultra.

“Cuando uno emigra a Europa tiene que cortar lazos con su país de origen, si no, se queda en medio del Atlántico, y allí se ahoga”, dijo un argentino que vive en España desde 1989. Ninguna metáfora mejor para describir lo que hizo el Gobierno. Se quedó a mitad de camino, con el riesgo cierto de ahogarse.

¿Por qué comenzó las clases el 1º de marzo sabiendo que más temprano que tarde vendría una feroz segunda ola que lo obligaría a suspenderlas, en vez de decidir en febrero que la presencialidad comenzaría tras el receso invernal y en aquellos sitios donde la circulación viral lo permitiese?

¿Por qué no denunció penalmente a Elisa Carrió cuando ésta lo acusó ante la Justicia por envenenamiento con la vacuna Sputnik V? Poco después, la revista The Lancet, biblia de la medicina mundial, le hubiese dado argumentos de sobra al juez o jueza para castigar semejante disparate (ahora sí denunció a Patricia Bullrich por su falsa denuncia de coimas con Pfizer: aplausos, porque un país que se pretende serio no puede permitirse políticos así).

¿Por qué no decidió antes un confinamiento estricto? ¿Por qué esperó que se llegara a un promedio de 35.000 casos y de casi 500 muertes diarias? ¿Por qué apenas nueve días? Vale aclarar que ayer, día 5, hubo más de 35.000 contagios y 532 fallecidos. ¿Y se supone que el lunes 31 se vuelve al (desmadrado) estado anterior al del sábado último?

LA CIENCIA DICE

90lineas.com, al margen de su opinión editorial, consultó al reconocido inmunólogo e investigador del Conicet, Guillermo Docena, acerca de las medidas anunciadas el jueves 27 de mayo. ¿Fueron tardías? ¿Por qué tan solo nueve días?

“Estas medidas son tardías. Y los nueve días simplemente tienen que ver con la configuración de la semana, nada más que eso. No hay ninguna justificación epidemiológica”, puntualizó, aunque enseguida enfatizó: “Hay que dejar bien en claro que se trata de medidas que se acordaron entre la Presidencia, las gobernaciones y la jefatura del gobierno porteño. Por ello, no basta con un DNU, sino que se deben aplicar controles para que lo acordado se cumpla, y lo cierto es que desde el sábado hasta hoy, tanto en CABA como en la ciudad de La Plata los controles de circulación y permanencia en lugares públicos no se ven”, finalizó Docena.

¿Por qué no hay controles? Porque no pagan en un año electoral. Ni a la oposición ni al oficialismo. Ir a sacar a la gente que un día sí y al siguiente también se junta en plazas y parques, en grupo y sin barbijos, puede generar una batahola que la oposición (gobiernos de CABA y La Plata, por ejemplo) no va a provocar de ninguna manera; total el costo político de infectados y fallecidos siempre recaerá en la Casa Rosada. ¿Y la Presidencia y la Gobernación bonaerense? Tampoco. Aquí podría ir el emoji del chico o chica que abriendo sus brazos parece decir ¿y qué querés que le haga?

EL OMBLIGUISMO MADRILEÑO. ¿Y POR CASA CÓMO ANDAMOS?

O, si profundizamos un poquito, nos podemos ir hasta el pésimo ejemplo de la Comunidad de Madrid. Resulta que allí, hace muy poco,  ganó por mayoría absoluta la derechista Isabel Díaz Ayuso (Partido Popular), basando su popularidad, valga la redundancia, en su pésima gestión de la pandemia. ¿Cómo? Sí. ¿Recuerdan aquellas imágenes de la primera ola con hospitales madrileños sin camas de terapia intensiva y decenas de pacientes tirados en los pasillos? ¿Recuerdan los videos  de médicos, médicas, enfermeras y camilleros desesperados, llorando, pidiendo a la población responsabilidad porque no daban abasto y se les morían los pacientes en las manos? Bueno, el “siga, siga” de Díaz Ayuso, aunque usted no lo crea, le valió el triunfo. ¿La explicación? Habría que buscarla en las individualistas y egoístas sociedades contemporáneas, de allá, de acá y acullá.

Volvamos a la palabra de la ciencia. ¿Por qué en el día 5 de los 9 de confinamiento hay 35.000 casos?

“Estos números son de infecciones previas a las medidas. Se puede inferir que desde el contagio hasta el hisopado positivo pasan unos 4-5 días promedio”, explicó Guillermo Docena, para proyectar que “recién tendrían que bajar los números entre hoy y mañana (jueves 27 y viernes 28 de mayo), más probablemente el viernes. Las curvas de uso del transporte público bajaron sustancialmente desde el inicio del confinamiento, y si bien no vemos los controles en CABA, La Plata y otros sitios, hay menos gente en las calles: todo ello deberá verse reflejado”.

El especialista aclaró que “no es que los fines de semana se testea menos” sino que “la gente se testea menos los fines de semana”, y que “la capacidad de testeo es superior a lo que se informa en estos días, ya que hemos llegado a testear 180.000 casos/día, por lo cual los días que se testean 80.000 muestras es porque son las muestras que se enviaron a analizar”.

“Asimismo, no podemos comparar a nuestro país en la capacidad de testeo con países desarrollados, donde así y todo también la capacidad de testeo es insuficiente. Ergo, la capacidad de testeo siempre será insuficiente».

«Por otro lado, el testeo masivo es algo teórico, imposible de llevar a la práctica, ya que significa testear a la población en su conjunto todos los días, y eso es algo impracticable que en ningún país se puede hacer”, resaltó.

Luego, el experto trazó una línea que une la disparada de casos positivos con la circulación de nuevas variantes.

“Ha cambiado mucho la enfermedad del año pasado a este. Ya en febrero estaba comprobado que las variantes Manos y británica circulaban en forma comunitaria, es decir, entre gente que no había viajado ni a Brasil ni a Gran Bretaña”, señaló.

«Eso explica el gran salto de marzo, cuando se pasó de 3.000 casos por día en promedio a principios de mes a 26.000 a finales de mes”, añadió. Y remarcó que “esas variantes tienen un poder de transmisión que duplica al del SARS-CoV-2 original (de Wuhan, China)”.

“Con cualquier vacuna, si aumenta el intervalo entre la primera y la segunda dosis no sólo no se pierde la inmunidad conferida, sino que en algunos casos suele mejorar la protección (…) Se ha demostrado con AstraZeneca/Oxford, por ejemplo, que en 12 semanas de retraso se incrementa la eficacia protectora” (Guillermo Docena)

¿Es posible que también haya llegado la variante india? “Se está estudiando. Lo que ya está comprobado es que la de Manaos circula desde febrero en forma comunitaria, por ejemplo, aquí en La Plata. Y también están presentes las variantes británica y sudafricana”, advirtió Docena.

¿Qué provocan esas variantes? “Maximizan todos los factores que aumentan los contagios y minimizan todas las medidas de cuidado. Por ello hay que procurar que se siga avanzando fuertemente con la campaña de vacunación, que muy pocos países la tienen en estado avanzado, pero procurando llevar al mínimo la circulación de personas, lo cual requiere de fuertes controles”, insistió.

¿Y después del 30 de mayo?

Habrá que ver los números de estos días, sobre todo jueves 27 y viernes 28, y luego analizar el impacto que tendrá en la semana próxima. Tal vez alguna medida complementaria habrá que implementar a las de este período previo, si la intención de los dirigentes es no llegar al extremo de la fase 1. Sin embargo, insisto en que técnicamente debemos volver a una fase 1. Soy consciente de las dificultades económicas, educativas, sociales y de seguir viviendo en una situación anormal que es la de máximas restricciones. Pero si no hacemos algo para disminuir la interacción entre personas, esta situación no la vamos a poder acomodar hasta tener 70-80% de la población vacunada. Es imprescindible en estos momentos disminuir la circulación viral, principalmente por el temor que las nuevas variantes virales, recientemente detectadas en nuestro país (Sudafricana e India), tengan una transmisión comunitaria».

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