Luis Miguel segunda temporada: un duelo entre lo genérico y lo genial

Netflix estrenó el último capítulo de la temporada y ya anunció la realización de una tercera (sin spoilers)

Luis Migue, llegó la segunda temporada

La serie de Luis Miguel es un producto que puede ser catalogado de muchísimas maneras, lo que está claro es que a nadie deja indiferente. Entre momentos que parecen sacados de una novela mexicana promedio, otros que recuerdan a series genéricas de EE.UU, hasta llegar a secuencias muy bien dirigidas, nos encontramos con una súper producción que resucitó la carrera de El Sol y se volvió un punto de encuentro para quienes disfrutan el show.

Voy a ser muy franco, no esperaba nada de una segunda temporada. Realmente sentía que el fin máximo de la serie era contar como Luismi paso de un niño de una familia de artistas a un ídolo de nivel continental. No obstante, si bien se vio una historia menos interesante que la anterior, esta dejó unas bases lo suficientemente sólidas para seguir con interés la vida de los personajes que uno ya conoce.

Si algo tuvo de bueno la primera temporada es que contaba la historia de un padre y su hijo. El personaje de Luisito Rey no era únicamente el antagonista, en realidad era el coprotagonista, su nivel de importancia estaba sólo un poco por debajo de Luis Miguel. Además, estaba interpretado por el único gran actor de la serie Óscar Jaenada, quien ha interpretado a otros personajes de la vida real como a Camarón de la Isla o Cantinflas.

 La primera temporada es en su totalidad la historia de padre e hijo, de un hombre encontrando el negocio de su vida y un niño que irá perdiendo su inocencia a medida que su leyenda crece. Esta segunda parte ya no tiene ese factor sentimental, aunque intenta recrearlo sin el mismo impacto. Ahora se busca generar un efecto similar entre Luismi y su hija Michelle, el cual no tiene esa carga trágica que existía con Luisito Rey.

Del mismo modo, la serie vuelve a plantear el esquema de salto temporal entre el pasado y el futuro. Un recurso muy utilizado ya que permite abarcar más en menos tiempo. Esta vez va desde mitad de los 90 a mediados de la primera década del siglo XXI, donde nos encontramos a un Luis Miguel de más de 40 años, y aquí está uno de los grandes puntos flojos de la temporada. Diego Boneta da el talle para interpretar a un luismi veinteañero, pero a la hora de interpretar su madurez carece completamente de los matices necesarios, por lo cual hubiera sido mejor que otro actor interpretara a El Sol de mediana edad.

En cuanto a guión la serie es una telenovela de alto vuelo, los giros son los típicos de las novelas mexicanas, igual que la composición de los villanos de esta segunda parte. Pero lo más destacable en este sentido fue la evidente mano de Luis Miguel de fondo. Hay personajes como Hugo, su representante argentino, que son tratados con un cariño enormemente marcado. Por otro lado, hay personajes que se nota que hay animosidad por hacerlos quedar como viles y altaneros, lo cual no es bueno para cualquier producción que se vean los hilos.

Por otra parte, la serie tiene sus puntos altos. Es notable en cuanto a la dirección como la paleta de colores y la iluminación cambian cuando se pasa de los 90 al 2005, en los primeros hay mucha más luz y colores vivos, un recurso narrativo muy bien empleado para representar que una fue la época más feliz de su vida, y la otra ya no poseía ese encanto, era mucho más fría y menos colorida.

Lo más destacable es que la serie es muy consciente de su arma más poderosa, las canciones. Al fin y al cabo, Luis Miguel es leyenda por su música, y son los momentos musicales los que consiguen unos climax muy satisfactorios, aunque no siempre logran hacer encajar el tema con lo que pasó en el capítulo, se terminan generando momentos climáticos muy bellos que dan ganas de cantar a los gritos.

Esta temporada no fue mejor que la anterior, y hasta cierto punto fue innecesaria, ya que la verdadera historia ya estaba contada. Para quienes no son fans de luismi esta segunda parte cuenta el día a día de un ídolo popular asechado por buitres, lo cual es menos interesante que un drama familiar complejo. No obstante, es un producto que supo encontrar su público, ya que a la larga se tomó una historia y se la contó bien, con herramientas simples, sin grandes innovaciones, pero consciente de sus debilidades y fortalezas. Habrá una tercera y última temporada, y allí estaré para verla. Palabra de honor.

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