Pellegrini, Cristina Fernández y los “planeros VIP”

Los datos no mienten. Es hora de discutir un plan de desarrollo con mayúsculas

Argentina necesita de una vez un plan industrialista y social integral, que nunca será encabezado por la burguesía terrateniente, pues es la responsable, justamente, del subdesarrollo actual

Un importante referente del Frente Renovador del Gran La Plata comentó días atrás, durante una charla informal, que la mayor preocupación del Frente de Todos en materia socioeconómica es cambiar planes sociales por empleo genuino.

Enseguida, alguien que no compartía sus ideas políticas le dijo: “Entonces dejen de crearlos”, a lo cual el dirigente del FR respondió: “Se está trabajando en un plan piloto que consiste en que las empresas tomen a beneficiarios de planes sociales a cambio de reducción de impuestos”.

Luego agregó que “la crisis que generó la pandemia, no sólo aquí sino en todos los países, en efecto multiplicó la asistencia social”. Pero inmediatamente subrayó: “Demás está decirte -dirigiéndose a quien lo había interpelado- que siendo del Frente Renovador estoy lejos de ser cristinista, pero lo cierto es que el 10 de diciembre de 2015 ella dejó el gobierno con unos 250 mil planes sociales, mientras que Cambiemos (sic) se fue del gobierno con más de 600 mil. De modo que no se pueden rasgar las vestiduras en ese sentido”.

Hoy, desastre macrista más pandemia mediante, se habrían disparado hasta el millón.

Ojo al piojo. Plan social es, por ejemplo, el cobro de equis dinero por integrar una cooperativa de trabajo, donde muchos trabajan y otros, hay que decirlo alto y claro, cobran sin hacer nada a cambio. Luego, hay herramientas del Estado, como la Asignación Universal por Hijo, que demandan requisitos muy claros como la escolarización y la vacunación obligatorias, que no pueden ser manipulados para hacer política, como bien lo explica en el siguiente video el cura jesuita Rodrigo Zarazaga, hablando nada menos que ante los popes de las grandes empresas en un Coloquio de IDEA.

Zarazaga tiene llegada al mundo empresario en igual medida que a las organizaciones sociales, y ha sentado a la misma mesa a representantes de uno y otro lado. Lo más interesante es que, en absoluto silencio, ha participado de algunas de esas reuniones el ministro de Economía, Martín Guzmán, hombre de pocas palabras pero “militante” desde el minuto uno de cambiar asistencia social directa por trabajo. La pandemia puso enormes piedras en ese camino, pero habrá que removerlas a golpe de vacunación y paulatino regreso a la normalidad.

Lo cierto es que las cifras aquellas nadie las discute, al menos en sus trazos gruesos. Aproximadamente 250 mil, 600 mil, un millón; es la progresión de planes sociales al término del segundo gobierno de Cristina Fernández, del único mandato de Mauricio Macri, y de hoy en día.

“Un gran plan de obras públicas, aunque no es algo mágico, puede ser el puntapié inicial para empezar a salir de esa rueda nociva para la economía”, opinó un ingeniero vial, de ideas fuertemente industrialistas y nacionalistas (primer peronismo, que le dicen), presente en aquella charla informal.

A modo de conclusión: La dos veces presidenta fue la menos planera y con diferencia; la oposición tiene que guardarse muchos discursos en el bolsillo pues al final de su gobierno había multiplicado por 2 ó 3 los planes que tanto critican (en rigor, lo hacen sus seguidores en redes sociales, los dirigentes no pueden y lo saben); es urgente un gran plan de obras públicas, de fomento a la industria nacional y las economías regionales que empiece a cambiar esa lógica.

Por último, recordemos siempre que este país no es industrial porque así lo quiso el grueso de la burguesía terrateniente a fines del siglo XIX y principios del XX, cuando “cajonearon” los ambiciosos planes industrialistas de Carlos Pellegrini, Ezequiel Ramos Mejía y otros de su clase. Era mejor exportar granos y carnes, vivir como reyes (sólo ellos, claro está) que meterse en ese lío de hacer un país en serio. “Planeros VIP”, pongámosle. ¡Y así hasta hoy!

Ah, por supuesto, explotando a los peones rurales. Y si se rebelaban…la Patagonia trágica.

Como dijo nada más y nada menos que el liberal británico Alan Beattie, ex director del Bank of England y editorialista del diario Financial Times (biblia de los hombres de negocios, si las hay): “Argentina no siguió un camino de industrialización como Estados Unidos porque la oligarquía terrateniente prefirió seguir viviendo de las mieles de la renta agropecuaria”.

En fin, queda un largo camino por recorrer. Por ejemplo, el de cerrar la grieta poniendo del mismo lado a Pellegrini y Perón, a Frondizi y Cristina Fernández, a Alfonsín y Néstor Kirchner. El resto es sarasa de los “planeros VIP” y sus secuaces.

Industria y trabajo argentinos, el desafío de quienes no especulan

 

Salir de la versión móvil