Okupas en Netflix: masticando el frío marginal

Después de muchos años en la oscuridad la mítica serie volverá a ver la luz en formato de streaming y con música de la banda platense Él mató a un policía motorizado

Finalmente Okupas llega a Netflix a 21 años de su estreno

Hablar de Okupas es hablar de una época y de muchas sensaciones que nos genera a quienes la vivimos. Obviamente la nostalgia de los viejos fanáticos no es tan emocionante como el hecho de saber que una nueva generación podrá ver las minucias de la vida de Ricardo, el pollo, Chiqui y Walter. Pero ¿Qué hizo a una serie de bajo presupuesto del 2000 una pieza de culto que 21 años después sigue generando fascinación?

A fines de los 90 y principios de los 2000 (previo al estallido del 2001) era claro que algo andaba muy mal en la sociedad argentina, y la cultura comenzaba a darse cuenta. En la música canciones como Señor cobranza de Las manos de Fillipi  o Perfección de Attaque 77, mostraban a una juventud cada vez más descreída de la política. En el cine películas como Pizza, Birra, Faso (1998) mostraban la marginalidad que un sector del país vivía, ahora la Ciudad de Buenos Aires no era “La París de América” sino un mundo hostil carente de futuro.

En ese contexto, llega a la pantalla chica Okupas, la historia de un joven de clase media que no estudia ni trabaja. Su prima le pide que ocupe una casona que acaba de ser rematada, desde ese momento Ricardo (Rodrigo de La Serna) comenzará a conocer un mundo que, citando a los redonditos de ricota, mastica el frío marginal. Y que lo llevará a relacionarse con los personajes que habitan ese lugar.

Definitivamente los personajes de la serie son uno de los puntos fuertes, el grupo de cuatro protagonistas son muy distintos pero verlos juntos es un placer. El pollo como el representante  del costado más turbio de las calles, pero con buen corazón y deseos de cambiar su vida. Walter como el paseador de perros rollinga que es el más vago y conflictivo, y el chiqui como el chico callado al que todos quieren.

Decir que la serie mastica el frío marginal implica decir que en todo momento nos hace experimentar lo que los personajes sienten. El manejo de la ambientación es lo genial de la obra, y los escenarios le dan una identidad propia. El director Bruno Stagnaro toma la decisión de filmar en locaciones reales, como las propias calles de Buenos Aires o Quilmes, y en el barrio de Dock Sud.

En ese sentido, merece un párrafo aparte una escena en particular de la serie. Ya he dicho que la ambientación es el punto fuerte de Okupas, y también los personajes, es en ambos lugares donde el villano brilla como pocos, el negro Pablo. La famosa escena de “mascapito” fue la única vez en mi vida que sentí terror frente a una pantalla, posiblemente porque es una masterclass de narración y creación de suspenso. Ricardo entra a la casa del negro Pablo creyendo que el pollo irá allí, pero ahí está el primer punto genial de la escena, nosotros los espectadores sabemos que no es así, y eso nos angustia.

La escena se alarga y empezamos a notar que las personas que están se ubican delante de la puerta, ya no hay escape posible. El diálogo comienza a tomar hostilidad, hasta que definitivamente el hecho se consuma y  Ricardo es secuestrado.  La escena llega a un climax donde sentimos la angustia y el miedo del personaje a medida que Pablo sube la voz y empieza a decir cosas cada vez más horribles. Eso es creación de personajes y ambientación, porque a los argentinos ¿nos da miedo Freddy, Jason o Michael Mayer? Posiblemente nos dé más miedo saber que en cada esquina puede estar el negro Pablo.

La Argentina de los años 2000, 2001, reflejada en Okupas

Saber que series argentinas como Okupas o Los Simuladores son esos lugares donde se puede ver el potencial que tiene nuestro país para crear contenido audiovisual, y lo importante que es que se invierta en él. El programa ganó muchos premios y fue aclamada por la crítica pero un detalle la mantuvo en la oscuridad por casi dos décadas. En el corte se agregaron canciones de los Rolling Stones, Los Beatles o clásicos del Rock Nacional que nunca pagaron derechos de autor, por ende no podían exhibirse. Ahora con la música de la banda platense El mató a un Policía motorizado ese problema fue resuelto.

Estos tiempos de tanta tragedias y dolores hicieron que por fin llegue esta obra maestra argentina al gran público, algo que toda una generación de cinéfilos merecíamos. La creatividad que se vivió en aquellos años fue particularmente emblemática, imposible olvidar tiempos en que se respiraba el sentimiento de que no había futuro, y Okupas y su metáfora de un chico que desciende a la marginalidad claramente fue tomado como un reflejo de la propia Argentina del neoliberalismo, y que deberá ser símbolo para que no volvamos a masticar el frío marginal.

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