Un polvo limpiador de ollas y cocinas, inesperado en La Plata

Un fenómeno inédito que aprovecharon muy bien las mujeres en 1932. Otras épocas, otras costumbres

Así quedó la Ciudad con la lluvia inesperada

Desde la antigüedad, el planeta Marte fue considerado el Dios de la Guerra por las mitologías griega y romana. Regente del signo de abril, el planeta se destaca por su energía, por sus impulsos, por su vitalidad y también por su agresión, personalmente creo un poco en la influencia de los planetas sobre nuestra madre tierra. A veces la realidad supera la imaginación y las creencias. Y el año 1932 en Argentina, no sería recordado porque el general Agustín P. Justo asume como presidente, o porque fue el cincuentenario de nuestra ciudad y se inauguró el obelisco de calle 6 y 50 antes que el de Capital Federal.

Lo que si quedó en la memoria tanto de hombres pero mucho más de las mujeres es algo extraño. Era un tiempo donde las noticias no llegaban tan rápidamente como lo es hoy, hace casi noventa años en aquella madrugada del lunes 11 de abril de 1932, todos y todas notaron que algo fuera de lo común estaba sucediendo en La Plata.

La radio a galena era el medio de comunicación masivo más popular, pero no todos la tenían. Los diarios salían en varias ediciones. Eso era todo lo que tenía la gente para informarse y por eso el “boca a boca” y los rumores estaban a la orden del día.

¿Alguno habrá pensado que se venía el fin del mundo? Los muy dormidos no lo notaron, pero aquellos más despiertos se dieron cuenta que no era lluvia, los que se dirigían a sus trabajos comprobaron que no era nieve como parecía en un primer momento. Lo cierto es que toda la Ciudad estaba teñida con ese manto que descendía silenciosamente y que todo lo cubría, ese manto gris blanquecino que daba a la ciudad una inusitada fisonomía.

¿De qué se trataba? ¿De dónde procedía esta peculiar “lluvia”? Algunos se atrevieron a decir cosas que hoy causarían risa, como aquel que dijo que era polvo de estrellas. Con el paso de las horas todo se fue aclarando: se trataba de cenizas originadas por la erupción de un volcán pero ¿Un volcán estando nosotros en el llano?

En verdad, durante toda la jornada fue el comentario de todos y no era para menos, las fotos de ese día muestran La Plata cubierta por una delgada capa blanca sólo quebrada por las huellas de los autos y mateos. Los diarios de la época dieron amplia difusión al fenómeno, y distintos medios registraron el paso de las cenizas por Río Grande y Asunción del Paraguay, arribando a Río de Janeiro el 15 de abril. Una erupción en la lejana Cordillera de los Andes del volcán Quizapú, integrante de un conjunto de volcanes mayores conocido como Grupo del Descabezado muy cerca de Mendoza.

La caída persistió en la ciudad por 24 horas. El espesor de la capa varió entre dos y tres milímetros. Años más tarde, científicos del observatorio local llegaron a la conclusión que nuestra ciudad había recibido entre 102 y 126 toneladas de material volcánico por kilómetro. Mineralógicamente estaba compuesto por trizas de vidrio volcánico incoloras.

A pesar de los casi 12 mil kilómetros que nos separan de la zona, la mayor parte de los materiales finos que componían la columna de más de 13 kilómetros de altura fueron transportados y dispersados por el viento pampero hacia el este con una velocidad promedio de 60 kilómetros por hora, llegando entre las 4.30 y 6 de la madrugada a las zonas de Buenos Aires y La Plata. La erupción había comenzado el 9 de abril durante el mediodía chileno, alcanzando su punto máximo entre los días 10 y 11. La anécdota perduró en el tiempo y las amas de casa, de parabienes, le dieron en aquella época un singular uso: lo juntaban y lo utilizaban como polvo limpiador de ollas y cocinas.

LA PLATA MÁGICA, LA PÁGINA WEB DE ROBERTO ABRODOS

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