Silencioso y valioso aporte de Bellas Artes contra la pandemia

Con impresión 3D, software libre y trabajo colaborativo, la UNLP facilita la tarea del personal médico. El equipo del Laboratorio SLAD, unidad de investigación y formación, estuvo atento a las necesidades que surgieron durante la pandemia y desarrolló pinzas y tapones para tubos endotraqueales y pantallas faciales

Florencia Tenorio junto a parte del equipo del Laboratorio de Herramientas de Software Libre para Arte y Diseño. Foto: UNLP

Ante situaciones críticas, el trabajo en equipo, la capacidad de dinamismo y contar con un espacio creativo para pensar en distintas soluciones, se vuelven fundamentales para lograr resultados con impacto. Esto fue posible en el Laboratorio de Herramientas de Software Libre para Arte y Diseño (Facultad de Artes, UNLP), donde en el marco de la pandemia de COVID-19 se encaró un proyecto con el objetivo de hacer un aporte al sistema de salud, desarrollando equipamientos médicos y una forma de articulación que promete seguir adelante. En diálogo con 90lineas,com, la diseñadora industrial Florencia Tenorio, coordinadora de este proyecto, y el Dr. Eduardo Insausti, médico de la Unidad Coronaria del Hospital Dr. Rodolfo Rossi, repasan el proceso de diseño, las necesidades que identificaron y cuáles fueron las mejoras en la labor diaria.

“En el laboratorio, nuestro principal objetivo es aportar a la formación de profesionales que incorporen las ideas de trabajo colaborativo y el uso de herramientas de software libre. Además, es fundamental la pata social, que identifiquen las necesidades del territorio y que a partir de eso desarrollen soluciones”, cuenta Florencia. Bajo estas premisas, la diseñadora ha participado y estado a cargo de la coordinación desde 2017 de distintos proyectos, como un seminario de modelado e impresión 3D que contó con más de 100 estudiantes inscriptos, y un proyecto de luthería, que consistió en el diseño y desarrollo de instrumentos musicales, boquillas y lengüetas impresas en 3D para la Orquesta Escuela de Berisso.

Pinzas de oclusión y tapón para tubos endotraqueales. Foto: SLAD

“En marzo, cuando llegó la pandemia, en el laboratorio ya teníamos una gran masa de voluntaries y un gran trabajo que nos había dado cierto reconocimiento. En ese momento nos contactan de la Comunidad Maker LP -un grupo autoconvocado de personas dedicadas a la impresión 3D que se unieron para asistir al rubro sanitario con máscaras protectoras-, que habían articulado con la UNLP y el ministerio de Salud de Provincia por el faltante de mascarillas y porque había varios modelos con problemas”, relata Florencia sobre el comienzo del proyecto. “Como equipo aceptamos unirnos a su idea de diseñar nuevos modelos, convocamos más gente, armamos grupos y empezamos a ver cuáles eran los requerimientos y requisitos, las fallas y las posibles soluciones. Hicimos muchísimas pruebas e impresiones y en el Hospital Rossi fue donde empezaron a probarse los modelos y nos hacían comentarios para mejorarlos”.

De esta manera, desde el SLAD se produjeron tres modelos de pantallas faciales: la PFC 1.2, pensada para personal médico directamente expuesto a personas con coronavirus; la PFD 1.0, para personal de apoyo y actividades cotidianas; y la PFT 1.0, para actividades cotidianas no médicas. “Lo mejor de todo fue que tuvimos una devolución real de usuarios reales en escenarios reales. Y eso es fundamental tanto para la formación como para la producción porque te acorta muchísimo los tiempos”, destaca la diseñadora.

Los modelos para imprimir las máscaras pueden descargarse libremente del repositorio que se encuentra en la página web del laboratorio.

Un trabajo articulado

Con gran camino allanado gracias a la articulación con el Hospital Rossi a partir de la implementación de las pantallas faciales, el equipo de SLAD se puso a disposición en caso de requerir otro desarrollo. Es así que a partir del relevamiento y pedido del personal de salud por las necesidades surgidas al tratar pacientes por COVID-19 (y los protocolos implementados), que el laboratorio nuevamente se puso en marcha en su proceso de investigación y desarrollo hasta generar dos complementos especiales para los tubos endotraqueales, que conectan al paciente con el respirador artificial: una pinza de oclusión y un tapón de clausura.

La pinza se inserta por fuera del tubo y permite generar (por presión) el cierre del paso del oxígeno al momento de practicar las tareas de reemplazo del filtro de aire del respirador artificial. Su ventaja es que permite que una sola persona pueda realizar la tarea, cuando antes eran necesarias dos. El tapón, por su parte, permite bloquear el extremo superior del tubo. Se utiliza en caso de fallecimiento del paciente y también resulta útil al inicio de colocación del tubo.

Respecto al problema observado, el Dr. Eduardo Insausti explica: “El paciente tiene un respirador que es como un inflador, mete y saca aire, y ese circuito conecta con un tubo que está en la tráquea, que tiene un balón, que es como una bolita que se infla y, una vez que se infla, el circuito queda cerrado. Todo lo que está dentro del pulmón pasa por el respirador y hay unos filtros que sacan el aire ya filtrado. Pero cuando el respirador se desconectaba, el personal de salud quedaba en contacto con las secreciones del paciente y la parte interna del respirador que estaban contaminadas. Los protocolos por coronavirus, indicaban que con unas pinzas había que apretar el tubo mientras duraba el proceso. Pero el problema fue que esas pinzas, que se usan en cirugía, rompían el tubo y lo último que uno quiere es volver a intubar a un paciente con coronavirus porque es un protocolo bastante complejo. De hecho, es uno de los procesos que más contagia”.

Pantalla modelo PFC 1.2, destinada a profesionales de la salud con exposición directa a pacientes con coronavirus. Foto: SLAD

A partir de que se identificó esta situación, el médico se puso en contacto con Claudio Medín, director del SLAD, y le preguntó sobre la posibilidad de que el laboratorio pudiera diseñar una pinza especial. “Además, cuando un paciente fallecía, el protocolo indicaba que el tubo no se sacaba y había que colocar un ‘packing’ (taponamiento) para evitar que salgan las secreciones. Entonces pensamos en por qué no hacer una tapa”.

Es así que comenzó un ida y vuelta entre el laboratorio y el médico, lo que nuevamente permitió que personas reales dieran devoluciones reales a partir de un uso en escenarios reales. Florencia recibía en su casa distintos tubos, filtros y piezas que conforman un respirador, les sacaba fotos para el relevamiento, tomaba medidas y hacía los modelados para compartir con sus compañeros y compañeras. “Cada uno desde su casa iba aportando propuestas y, cuando alguna estaba lista, imprimíamos. Yo iba probando con los tubos y les mandaba videos. Les decía ‘esta pinza se rompe’, ‘esta funciona’, o ‘es más por acá o por allá’. Y cuando lográbamos un modelo final llamábamos a Eduardo que nos hacía de enlace con el hospital, se las llevaba, la probaban y nos daba una respuesta”, recuerda la diseñadora sobre ese intenso proceso de pocas semanas.

“La verdad fue duro porque también me mandaban fotos de personas usando los respiradores y aunque estaban desenfocadas, seguían siendo personas. Por suerte este grupo de trabajo fue un sostén. La pata colectiva en situaciones así es clave”, reflexiona Florencia. “Cuando me dijeron que con la pinza se achicaba el tiempo de atención y se liberaba personal para que atiendan a más personas, sentí que todos ganamos. Me acuerdo que lloraba y pensaba en el tiempo en casa con mi mini estudio, sacando fotos, arrimando la luz. El trabajo colaborativo es impresionante, no hay nada como eso para mí”, cierra con emoción.

En la misma línea, el Dr. Insausti asegura: “Para mí fue una sorpresa lo bien que se pudo trabajar, lo fácil y lo dinámico. Fue una alegría. Ahora estoy super atento, me encantó la idea. Hay muchas cosas chicas que podrían hacerse acá y más baratas. Me gusta la idea de poder aprovechar este impulso y esta colaboración”.

Un gran camino por delante

Los desarrollos mencionados fueron realizados y testeados durante 2020 en hospitales públicos de la Región y sus diseños son totalmente libres. Es decir, cualquier persona puede descargarlos e imprimirlos. 

Asimismo, SLAD presentó los diseños y su modo de trabajo (formación, diseño colaborativo y producción) al ministerio de Salud de la Provincia y esperan su aprobación. El objetivo es ampliar el uso del desarrollo a otros centros de salud -públicos y privados- de la región y la provincia.

Pinza de oclusión impresa en 3D. Foto: SLAD
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