¿Al 2023 por derecha o por ultraderecha? El abc de la feroz interna opositora

¿Por qué el domingo a la noche en el búnker de Juntos por el Cambio había caras larguísimas si habían ganado? ¿Y por qué en el del Frente de Todos festejaban si habían perdido? La reacción peronista. El disparo al corazón del establishment de un extrañamente duro Alberto Fernández. Y una mirada a la ultrapolarización regional de la cual Argentina no escapa ni mucho menos

¿Una alianza de derecha o de ultraderecha? La pelea de fondo en la oposición

El 14 de abril de este año, 90lineas.com publicó un artículo titulado “Perú, un caso aislado o un banco de pruebas para Sudamérica”. Se centraba en la inédita segunda vuelta electoral que el hermano pueblo peruano debería afrontar el 6 de junio entre una candidata de ultraderecha, Keiko Fujimori, y un postulante de ultraizquierda, Pedro Castillo. Y dejaba “soplando en el viento”, como cantaba Bob Dylan, una pregunta al menos inquietante: “¿Se polariza al infinito la política regional?”.

Lamentablemente, el devenir político de los últimos siete meses en el subcontinente parecen responder afirmativamente a esa pregunta.

Tras el violento y amplísimo estallido social que sacudió a la sociedad chilena, el próximo domingo, 21 de noviembre, en el país trasandino se elegirá presidente entre el candidato de izquierda Gabriel Boric (no de centroizquierda) y…sí, uno de ultraderecha que reivindica nada más y nada menos que al régimen genocida de Augusto Pinochet. Su nombre es José Antonio Kast y sus propuestas principales son el “orden público” en las calles en general y con los mapuches del sur en particular, y el “endurecimiento de fronteras” para evitar el ingreso de inmigrantes. Además, claro está, una economía ultraliberal como proponía Keiko Fujimori en Perú, donde finalmente perdió el balotaje por ¡40.000 votos!

El presidente chileno Sebastián Piñera tenía un alfil, pero se lo comieron a la segunda jugada y quedó relegado a la nada, sin exagerar.

El año que viene habrá presidenciales en Brasil y se espera un combate de fondo entre Lula da Silva y el neofascista Jair Messias Bolsonaro, quien con sus recetas ultraliberales aplicadas en medio de la pandemia devolvió a millones de brasileños y brasileñas, que supieron dejar la pobreza durante los gobiernos del PT, no sólo a la pobreza sino al hambre. Dicen que Lula gana en primera vuelta. Al menos esa es la foto de hoy. Pero la ultraderecha internacional, con el ideólogo trumpista Steve Bannon y los ultras españoles de Vox a la cabeza, ya definieron a esos comicios como los “segundos más importantes del mundo” y jugarán muy fuerte (suponemos que los más importantes serán los que se den en EEUU, o quizás en Francia, donde la ultraderechista Marine Le Pen va por todo).

El mayor experimento de la ultraderecha se dio entre noviembre de 2019 y noviembre de 2020 en Bolivia. Como sabían que vía elecciones no iban a poder, dieron un cruento golpe de Estado a la antigua. Las multitudinarias movilizaciones de los sectores populares bolivianos (que cuando se enojan, se enojan en serio) dieron vuelta la torta en un año: hubo nuevas elecciones donde el Socialismo ganó con el 55% de los votos, regresó al país Evo Morales que tuvo que exiliarse para salvar su vida y fueron a prisión la malograda presidenta de facto y otros secuaces.

El izquierdista Gabriel Boric y el neopinochetista José Kast son los máximos favoritos para el domingo 21N. No obstante, nadie evitará la segunda vuelta (crédito imagen: Informando San Luis)
El combate de fondo brasileño y latinoamericano: Bolsonaro vs Lula en 2022 (crédito imagen: El Economista)

48 HORAS

En el multitudinario acto peronista para conmemorar el Día de la Militancia, el presidente de la Nación, Alberto Fernández, no anduvo con rodeos cuando disparó que la oposición (mediática, económica y política) se estaba preparando para un triunfo igual o mayor que en las PASO y “para que esta semana se diera un estallido”.

No obstante, el peronismo, que a sus 76 años parece seguir siendo el mejor antídoto contra los antidemócratas (¿y qué otro nombre se puede ponerles a quienes hablaban de una Asamblea Legislativa?), respondió en 48 horas: el domingo con “una remontada electoral inesperada” (El País de España dixit), el mismo domingo con el anuncio del envío al Congreso de un plan económico plurianual que incluirá los avances en las negociaciones con el FMI (y allí se verá quién es quién) y el miércoles 17 con una Plaza de Mayo explotada y una muestra de unidad otrora impensada en un peronismo que viene de perder una elección.

El domingo 14, Mauricio Macri habló de “transición”. En campaña, su hija política, María Eugenia Vidal, adelantó que irían por todo, lo cual incluía la presidencia de la Cámara de Diputados (lugar que ocupa el tercero o tercera en la sucesión presidencial). Larreta anticipó flexibilización laboral, y Facundo Manes le hizo eco. Macri -otra vez- dijo que la deuda la hubiese resuelto en 5 minutos (con más deuda, claro, como aclaró Vidal en el debate preelectoral). Y etcétera.

¿Por qué el domingo a la noche en el búnker de Juntos por el Cambio había caras larguísimas si habían ganado? ¿Y por qué en el del Frente de Todos festejaban si habían perdido? Entre otras cosas, porque el plan de desestabilización estaba en marcha.

Para JxC, que el Gobierno afronte estos dos últimos años sin pandemia, con una economía que asombra al mundo recuperándose a casi un 10% anual, con un buen acuerdo con el FMI -que está más cerca de lo que parece-, con la posibilidad de poner en marcha -por primera vez en dos años- el programa electoral con el cual ganó en 2019, y todo ello con el contexto de una coalición unida, era el peor escenario

Y si bien el Ejecutivo deberá seguir soportando presiones devaluatorias y campañas mediáticas, este jueves 18 de noviembre se juntará con empresarios, gremios y movimientos sociales para sellar los 10 puntos del proyecto de ley que en la primera semana de diciembre mandará al Congreso.

El domingo hubo festejos en el búnker del Frente de Todos (Twitter)
Chicanas, insultos y caras largas en el búnker de Juntos por el Cambio tras el triunfo (crédito imagen: El Destape)

TE PASO LA INTERNA

Mientras la Plaza de Mayo explotaba de gente, la presidenta del Pro, alter ego de Macri y principal espada de la ultraderecha que anida en JxC, Patricia Bullrich, chicaneó públicamente a María Eugenia Vidal: “Teníamos la expectativa de superar el 50% en la Ciudad”, lanzó.

Esto empezó hace tiempo y se hizo público en dos actos opositores. En el de cierre de campaña en la Capital Federal, militantes radicales y de un sector del Pro interrumpieron el discurso de Bullrich al grito de “Con Milei no se habla”. La vendetta llegó el domingo a la noche. Mientras Larreta hablaba en el búnker cambiemita, seguidores de Bullrich lo cortaron cantando “Con Massa no se habla”. Y la líder ultraderechista sonrió. Una de las pocas sonrisas de la noche en un escenario que no dio ni una sola muestra de triunfo (en el artículo “Tenso clima en el Pabellón 6: el desánimo larretista, la furia de Bullrich y el pedido desesperado de Macri”, el periodista del diario La Nación, Matías Moreno, describió en detalle el súper hostil clima que se vivió esa noche antes de los discursos, que incluyó chicanas y hasta amenazas de hacer un acto paralelo en la calle por parte de algunos).

Macri y su alter ego hablaron públicamente en buenos términos de Milei y Espert. Milei devolvió gentilezas. Larreta, Vidal y Lousteau salieron a desmarcarse. La UCR va a jugar fuerte, basándose en su fortaleza territorial, que quedó demostrada el domingo.

La discusión de fondo en JxC es entre una alianza de centroderecha liberal o un claro corrimiento hacia la ultraderecha con vistas al 2023.

Todos y todas tenemos la (mala) costumbre de no pensar la política más allá de nuestra vereda. Pero lo real es que ayer, hoy y siempre -más aún en este mundo globalizado, para bien o para mal- los procesos políticos suelen ser mundiales y, sobre todo, regionales.

En buen criollo: Argentina no es ajena a lo que ocurre en Bolivia, Perú, Chile, Brasil, Colombia. Y lo mismo se puede decir en cada uno de esos países. Un triunfo de la izquierda el próximo domingo en Chile y, fundamentalmente, de Lula en Brasil en 2022, generarán un clima regional determinado.  Si en cambio se imponen el neopinochetismo y el bolsonarismo, se creará otro diametralmente opuesto.

La fuerte interna opositora está dirimiendo si van a las presidenciales de 2023 por derecha o por ultraderecha. Ante esa realidad, el Frente de Todos deberá -primero- hacerlo unido; segundo, con una gran interna que movilice a sus fuerzas en todo el país -lo anticipó Alberto Fernández en la Plaza, aunque la referencia pasó un tanto inadvertida-, y, demás está decirlo, con una economía en marcha y creciendo.

El 15N votaron más personas que en las PASO. Pero muy pocos (66% a 71%, el porcentaje más bajo desde 1983). Sólo los hechos económicos concretos movilizan a las personas a las urnas, aquí y en cualquier lugar del mundo.

Plaza de Mayo en el Día de la Militancia. Para el peronismo, volver a las calles es sinónimo de volver a hacer política (crédito imagen: Diario de Cuyo)
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