Las distintas caras del resultado en las urnas

En política casi todo es relativo, incluso hasta quien gana o quien pierde en una puja electoral

Alberto encabezó un acto multitudinario por el Día de la Militancia, mientras las peleas se agudizaron en la principal fuerza opositora

“Si cada hora viene con su muerte/ Si el tiempo es una cueva de ladrones/Los aires ya no son los buenos aires/La vida es nada más que un blanco móvil/Usted preguntará por qué cantamos”

“Cantamos porque el río está sonando/Y cuando suena el río, suena el río/Cantamos porque el cruel no tiene nombre/Y en cambio tiene nombre su destino/Cantamos por el niño y porque todo/Y porque algún futuro y porque el pueblo/Cantamos porque los sobrevivientes/Y nuestros muertos quieren que cantemos/Cantamos porque el grito no es bastante/Y no es bastante el llanto ni la bronca/Cantamos porque creemos en la gente/Y porque venceremos la derrota”

Mario Benedetti

Hay victorias pírricas y derrotas cohesionantes.

Muchos no alcanzaron a comprender las razones del festejo del domingo por la noche del presidente Alberto Fernández y sus candidatos a diputados en la Provincia y en la Ciudad de Buenos Aires y de la movilización por el Día del Militante de este miércoles, cuando a nivel nacional Juntos por el Cambio obtuvo un triunfo de más de 8 puntos porcentuales respecto al oficialismo en las legislativas del domingo.

Es que más allá de que la oposición mantuvo los casi dos millones de votos de diferencia de las PASO a nivel nacional, sin embargo los resultados son bien distintos si se tiene en cuenta la composición de las Cámaras del Congreso, que en definitiva era lo que estaba en juego en las elecciones de medio término del domingo.

Y es allí donde el triunfo opositor perdió parte de su contundencia ya que las expectativas previas al domingo, estimaban que se podían hacer cargo del control del Congreso. También es por ello que comenzaron los pases de factura en una interna caliente.

El Frente de Todos mantuvo la mayoría en la Cámara de Diputados alejando la posibilidad de que su presidencia y, con ella la línea sucesoria, quedara en manos de la oposición. Y en el Senado, pese a que perdió el quórum propio, mantiene al peronismo como primera minoría.

El oficialismo tuvo razones concretas para el festejo e incluso para hablar de triunfo. No sólo porque logró emparejar los resultados en la provincia de Buenos Aires y pasó a controlar las dos Cámaras de la Legislatura provincial, sino también obtuvo el mejor resultado en CABA de los últimos 20 años.

Y más allá de los resultados concretos, se pasó del temor de perder por más de 8 puntos a nivel provincial a menos de 1,3 puntos porcentuales, un logró que significó sumar unos 400.000 votos adicionales.

Es decir lo que reafirmó Alberto Fernández es que está al mando y consolidó la gobernabilidad del país, en medio de las enormes dificultades, en gran medida heredadas de la gestión anterior y de versiones sobre la convocatoria a una Asamblea Legislativa, un formato similar al que terminó con la presidencia interina de Eduardo Duhalde, tras la renuncia de De la Rúa.

Pero además de ese drástico cambio de tendencia, hubo un giro en la percepción de los resultados que claramente quedó reflejado en los respectivos bunkers de campaña, con una euforia desatada y en una multitudinaria movilización por parte del peronismo y, en cambio, una inocultable tensión en el escenario que congregó a los líderes de Juntos por el Cambio y luego se explicitó en el tiro por elevación de Patricia Bullrich y María Eugenia Vidal, por los resultados de las elecciones en CABA y la respuesta de la ex gobernadora considerando contundente su triunfo en las urnas, más allá de la pérdida de votos respecto a las PASO.

LA OPOSICIÓN EN LLAMAS

Y es allí  donde puede citarse la referencia a aquel rey griego que quedó a un paso de tomar Roma, pero con triunfos en batallas que le costaron casi todo su ejército al punto que debió abandonar su ofensiva y retirarse del territorio de lo que hoy es Italia. La polifacética alianza opositora, dejó en carne viva sus profundas diferencias conceptuales, metodológicas y de identidades políticas, con la consolidación de dos vertientes bien diferenciadas dentro del PRO y una tercera línea ascendente del radicalismo, con por lo menos cinco presidenciables claramente definidos y la consecuente crisis de liderazgo hacia el interior de la propia coalición.

Allí Patricia Bullrich y Mauricio Macri continuaron sus coqueteos con los libertarios de Milei y Espert              -quienes también blanquearon sus propias diferencias internas-, un trago difícilmente digerible para la Coalición Cívica y especialmente para los militantes radicales o al menos para aquellos que reivindican la gestión de Raúl Alfonsín en el centenario partido.

EL GRAN DESAFÍO DEL OFICIALISMO

Por el contrario en el Frente de Todos, más allá de las diferencias, quedó en claro que aun manteniendo la unidad pueden perder en las urnas en caso de no consolidar un mensaje cohesionado frente a la sociedad y se intentó de mostrar que se está en camino de cumplir las promesas redistributivas con las que ganaron las elecciones de 2019.

Por eso la manifestación de este miércoles más allá de apuntalar la presidencia de Alberto Fernández, en especial de cara a las difíciles negociaciones con el FMI, también buscó mostrar en las calles que todas las vertientes del Frente de Todos están alineadas al proyecto del gobierno del Presidente y de Cristina Kirchner.

Alberto convocó al diálogo y al mismo tiempo fustigó a quienes ya dijeron que no aceptarían el convite como Macri, Milei, a los que este jueves se sumó Elisa Carrio. Y lo hace desde una posición de fuerza: “Nadie nos ha vencido, sólo es vencido el que pierde las ganas de luchar. Todos y todas hacemos falta», dijo antes de agradecer «por este maravilloso día peronista”.

El Presidente anunció el relanzamiento del Gobierno y toda una novedad en una movilización multitudinaria que como en otras ocasiones quiso ser devaluada por los medios alineados con la oposición. Así prometió que la opción de las PASO estará disponible para disputar hacia el interior de la fuerza gobernante, los futuros cargos ejecutivos o legislativos.

Con el anuncio de que: «mi mayor aspiración es que en 2023 desde el último concejal hasta el Presidente de la República lo elijan primero los compañeros del FdT», buscó eliminar tensiones de cara al futuro.

Pero es más, la calle como en otras ocasiones fue el escenario elegido por el peronismo para zanjar diferencias y cohesionarse de cara a un proyecto, que para los sectores opositores no está claro, pero no dista mucho de las tradicionales banderas de independencia económica, soberanía política y justicia social, que con sus muchos matices enarbola desde hace 75 años el movimiento creado por Juan Perón.

Y, como en otras tantas ocasiones, está generando reacciones positivas en la economía. Tan positivas que provoca alarma entre quienes temen que una reactivación sea el peor escenario para sus ambiciones políticas.

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