Un expresidente y premio nobel de EEUU visita la Ciudad

Atraído por la obra de Florentino Ameghino, visita el Museo de Ciencias Naturales, entre otras atracciones

El ex presidente de los EE UU y premio Nobel de la Paz Theodore Roosevelt

Nuestra ciudad siempre fue una curiosidad por su trazado y su rápido crecimiento, en este caso la admiración estaba destinada a un científico. Hacia el año 1900 la nueva capital tenía pocos vecinos, pero este era muy especial. Desde 60 esquina 11 N° 793, donde tenía una librería a la que llamó «Rivadavia», Florentino Ameghino dejaba a su esposa Leontina y partía diariamente hacia sus múltiples labores. Era un autodidacta sobresaliente, desde muy chico se había entregado a la búsqueda y recolección de restos fósiles y, bien pronto, su colección particular y su ciencia fueron en aumento. Y como para no llamar la atención fue un científico autodidacta, naturalista, climatólogo, paleontólogo, zoólogo, geólogo y antropólogo, de la generación del 80.

Florentino Ameghino nació en Italia el 19 de septiembre de 1853 en Moneglia  y llegó a Argentina a la edad de 18 meses. Sus padres nativos de Moneglia, se trasladaron a Argentina en 1854. Sus primeros trabajos científicos los realizó en la cuenca del río Luján, en los partidos de Mercedes y Luján, entre 1869 y 1877, mientas trabajaba como docente en la ciudad de Mercedes. En 1878 se dirige a París a participar de la Exposición Universal y otros eventos científicos. Regresa de Europa en 1881. A partir de su regreso monta una librería en Buenos Aires y comenzó a entrenar a su hermano Carlos en el trabajo de campo. Fue profesor de zoología en la Universidad Nacional de Córdoba.

En 1886, Francisco P. Moreno lo nombró vicedirector y secretario del Museo de La Plata, asignándole la sección de Paleontología, que Ameghino enriqueció con su propia colección. Pero fue poco el tiempo en que estos dos científicos trabajaron juntos.

Finalmente fue director del Museo Nacional de Buenos Aires. Su teoría era la coexistencia entre seres humanos y la mega fauna extinta en la zona pampeana. Incluyendo un posible origen del ser humano y posterior evolución en América. Como autodidacta, estudió los terrenos de La Pampa, coleccionando numerosos fósiles, en los que se basó para hacer cuantiosas investigaciones de geología y paleontología. Falleció en La Plata, a la edad de 57 años, el 6 de agosto de 1911, enfermo de diabetes. Tuvo exequias monumentales.

Uno de los lugares de trabajo de Ameghino, por los años 1900

Seguramente el ex presidente de los EE UU y premio Nobel de la Paz Theodore Roosevelt, seducido por sus conocimientos y el saber que era un científico autodidacta, llegó a la Ciudad atraído por la obra de Ameghino y para conocer el Museo local. Su llegada al país ganó la tapa de todos los diarios. Ameghino había muerto en La Plata hacía dos años, justo cuando su trabajo había comenzado a cobrar trascendencia internacional y en una época donde el propio Zoológico platense y el Museo local organizaban excursiones a la Patagonia con fines antropológicos.

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La visita de Roosevelt estuvo signada por el mal tiempo. El 14 de noviembre de 1913 un viento muy fuerte y una lluvia torrencial recibieron al ex presidente en la estación de tren local, pero no impidieron que el recibimiento sea un espectáculo fastuoso. Unas 500 personas esperaron al ex presidente en el andén, además de la comitiva oficial de recepción y la banda de música de los Bomberos de La Plata, que tocó dianas para saludarlo. Su idea principal era conocer el Museo, el Observatorio y la tumba de Ameghino.

Acompañado por su hijo Kermitt, su sobrina Margaret y el señor Moorley Knight, su particular amigo, fueron llevados primero a la Gobernación, donde se les brindó una recepción oficial, siendo el gobernador García quien le dio la bienvenida en inglés e invitó al señor Roosevelt a pasar al salón y enseguida le fueron presentados los ministros y a monseñor Alberti.

La librería «Rivadavia», de Florentino Ameghino en 60 esquina 11 (Foto: colección Roberto Abrodos)

La niña María Zimmer alumna de 6to grado de la escuela complementaria que dirigía la señora de Castillo, entregó al visitante un ramo de flores pronunciando en inglés el siguiente discurso: “Señor nuestros superiores nos han hecho saber cuáles son las características del ciudadano que en este día honra con su visita la ciudad de La Plata”. El ex presidente agradeció con emotivas palabras lamentando no poder hacerlo en castellano. Después del almuerzo visitó el Museo local. Cuenta la crónica que la visita fue lenta y detallada, y en ningún momento el ex mandatario ocultó el asombro que le causaban las colecciones tanto de Ameghino como del director del lugar, Francisco Pascasio Moreno.

Roosevelt recorrió cada una de las salas, especialmente la de paleontología y la de arqueología, donde firmó junto a sus acompañantes el libro de visitantes. Luego pasaron por el Observatorio y, por culpa del mal tiempo, que dejó intransitable el camino de tierra al cementerio platense, el ex presidente tuvo que resignarse a no poder conocer la tumba de su admirado Ameghino, uno de los sueños con los que llegó a nuestro país. Luego de expresar su admiración por la obra paleontológica que se conservaba en la ciudad, Roosevelt fue escoltado por una comitiva que lo llevó en coche a recorrer algunos edificios platenses, como el Palacio Municipal y la Legislatura. El trayecto a la estación de trenes para emprender el regreso a la Capital se hizo por diagonal 80, en medio del gentío que salió a despedirlo, eran las cinco de la tarde.

El ex presidente de los EE UU y premio Nobel de la Paz Theodore Roosevelt
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