Gustavo Bazterrica, el buen samaritano y la cultura del descarte

En una sociedad global -incluida desde ya la argentina- que en su gran mayoría ha naturalizado la pobreza, la marginalidad, la indigencia, a veces se escriben historias como la que protagonizó el joven Emiliano Bustos. Hay más de un Emiliano. Pero son minoría y no son noticia. Porque la bondad que no mide consecuencias, la solidaridad a cambio de nada y la humildad de la gente de a pie no venden (y para el universo liberal capitalista, no son “productivas”)

Gustavo Bazterrica y Emiliano Bustos

Hace poco, faltando un puñadito de días para el año nuevo, Emiliano Bustos estaba haciendo la cola para sacar plata de un cajero automático cuando un remís estacionó junto al cordón de la vereda. El pasajero no podía bajarse del auto a causa de evidentes problemas motrices. Entonces, el muchacho tuvo un impulso que le salió desde lo más profundo y se arrimó para ayudarlo. El hombre, barbudo, desaliñado, prácticamente no podía caminar. Emiliano le cedió su lugar en la cola y comenzó a charlar. Un rato después le dijo que se llamaba Gustavo Bazterrica, uno de los mejores guitarristas de la historia del rock argentino.

En su primer posteo en Facebook, Emiliano escribió “…me crucé hace unos días con este señor…”. Y lo ayudó sin pensarlo un segundo. Para él era “un señor”. No el brillante violero de La máquina de hacer pájaros, de Los abuelos de la nada, de Charly García, de Luis Alberto Spinetta, de Raúl Porchetto, entre muchos otros.

Casi medio día después de que Bustos tuviese ese encuentro fortuito con Bazterrica y lo contara en redes, el virtuoso guitarrista lanzó un SOS en su cuenta de Facebook personal: “Debido a mi situación de calle, me han robado el teléfono. Estoy incomunicado”. Entre los comentarios, algunos ofrecieron ayuda y otros reclamaron que sus antiguos compañeros de la música lo ayudaran.

Hasta que apareció un comentario de Emiliano Bustos, diciendo: “Por ahora está en mi casa, le estoy dando tránsito por unos días. Si necesitan hablar con él, les paso mi celular”.

¿Qué había ocurrido? Contó Emiliano que luego del encuentro fortuito en la fila del cajero, lo ayudó a subirse al remís… Pero “días después (Gustavo Bazterrica) subió un estado en su cuenta de Facebook pidiendo tránsito, diciendo que no tenía donde vivir. Y yo, al igual que miles que comentaron con intención de ayudarlo, fui uno más que se sumó a ese pedido. Y no sé porqué, entre tantos, ayer a la noche me llegó un mensaje suyo renovando su pedido de ayuda. Así que me puse a su disposición y lo traje a mi casa (…) Lo ayudé a bañarse, le di de comer, le compré remedios y acá estamos. En casa, charlando de la vida, dándole compañía y asistiéndolo. Más que hablando, escuchando, aprendiendo, deleitándome con sus infinitas historias…”

El dream team del rock nacional de mediados de los 70: Charly García, Carlos Cutaia, Oscar Moro, José Luis Fernández y Gustavo Bazterrica fueron La Máquina de Hacer Pájaros

Emiliano destila bondad con mayúsculas por cada poro. No dice “yo” esto, “yo” aquello. Dice “…y yo, al igual que miles que comentaron con intención de ayudarlo, fui uno más que se sumó a ese pedido”. Pero fue él quien se lo llevó a la casa, lo bañó, le compró medicinas, le dio de comer, lo contuvo. Y hasta dio gracias por poder escuchar sus historias.

¿Jamás temió nada? Sí. Y lo confió. “Todos algún día llegaremos a tal edad y no le deseo a nadie llegar así, o espero que todos tengamos alguien en quien confiar. Tengo mucho miedo, sí. Miedo. Jamás traje alguien a vivir a casa y menos una persona mayor y con sus limitaciones. Pero me la jugué, me anime. Con todas las dificultades que lleva y la asistencia que requiere. Y no lo hice porque es el Vasco. El Vasco Bazterrica. Porque cuando lo ayudé, no sabía ni quién era. Lo hice porque algún día todos vamos a tener 66 y la vida nos pasa factura a todos. No lo tomo como una molestia o una carga, sino como un aprendizaje y un favor a este hombre y a la vida. Porque tarde o temprano todo vuelve, todo llega y todos vivimos lo mismo que el otro”.

“Cenamos. Helado de postre y a dormir. El Vasco está muy bien, gente», añadió Emiliano junto a una foto donde Gustavo Bazterrica está saboreando un palito de frutilla.

Los Abuelos de la Nada, grupo emblemático de la historia del rock argentino. Bazterrica, tercero desde la derecha

El espíritu solidario de Emiliano, su bondad, su humildad -y un largo etcétera de adjetivos-, conmueven hasta el hueso. Porque en los tiempos que corren, hacer lo que él hizo va contra la corriente. Es la excepción absoluta. Es un pibe que en un mundo que está presto para tirar a la papelera de reciclaje, no fue contaminado ni una pizquita por lo que el Papa Fracisco bien llama “la cultura del descarte”.

Así define a “la cultura del descarte” la revista española Humanizar, publicada por el Centro de Humanización de la Salud. “Consiste en cultivar una ideología que conduce a separar a los seres humanos en categorías, de tal modo que quienes no cumplan los requisitos que impone la cultura estándar son, sistemáticamente, descartados, situados en el ámbito de la marginalidad”.

“Hasta los 21 o 22 años yo era más sano que Laura Ingalls, y de golpe y porrazo estaba consumiendo estupefacientes. Nunca fumé tabaco. Nunca drogas duras. Pero es feo darse cuenta de que uno dejó de ser quien es (…) Todas las adicciones son pésimas. Quitan la voluntad. Y lo peor que te puede pasar es que no tengas voluntad (…) Arriba del escenario hacía las cosas bien. Pero después… No se puede solo. Hay que pedir ayuda. Hice unas tareas comunitarias de muy joven en el Borda. Estuve con gente que no estaba ‘loca’. Tenían, por ejemplo, la enfermedad del juego. Y de eso mucho no se habla (…) Hay una lucha de todos los días. La mejor manera para no tener que salir de las drogas es no entrar” (Entrevista a Gustavo Bazterrica en Humanizados Web, año 2018)  

Si no sos eficiente, eficaz, útil…afuera; es lo que dicta la biblia del capitalismo liberal. Llevado al extremo, los nazis se deshacían de las personas discapacitadas -motrices o mentales- porque «no servían, estorbaban y representaban un gasto inútil”.

“Cenamos. Helado de postre y a dormir. El Vasco está muy bien, gente», posteo Emiliano Bustos junto a una foto donde Gustavo Bazterrica está saboreando un palito de frutilla (Facebook)

Pero no hay que ir tan lejos. Ni en tiempo ni en espacio. En la madrugada del último 26 de diciembre, en el porteño barrio de Pompeya, una mujer prendió fuego el colchón y las pertenencias (un decir) de un indigente que dormía en la calle. Si no fuese por la rápida intervención de un hombre que pasó por el lugar, lo hubiese quemado vivo.

¿Un caso aislado? No. En absoluto. “En julio de 2020, una mujer que vivía en la calle, en el barrio de Constitución, fue hallada incinerada bajo la autopista 25 de Mayo. Una vez que los bomberos lograron apagar las llamas, entre los restos de la casilla hallaron el cuerpo de una persona carbonizada (…) En junio de 2019, un hombre fue detenido con prisión preventiva acusado de haber intentado prender fuego a un indigente que se encontraba bajo un puente de la avenida General Paz (La Nación, 05/01/2022)”. Y sigue la lista. Y sumemos a quienes creen que las cárceles son un gasto innecesario. A los que predican la pena de muerte. A quienes proclaman que “habría que prender fuego las villas miseria”. Y otro larguísimo etcétera.

La cultura del descarte ha calado hondo en las sociedades occidentales en general y en la nuestra también.

No sabemos si Emiliano Bustos profesa alguna o religión o no. Pero en absoluto viene al caso. Algunos lo llamarán humanismo y está perfecto. Lo cierto es que el joven fue un “buen samaritano del siglo XXI”.

Gustavo Bazterrica (66) es uno de los mejores guitarristas de la historia del rock nativo (crédito imagen: Radio Nacional)

En la parábola del buen samaritano, “un experto en la ley, para poner a prueba a Jesús, le hizo esta pregunta: Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?”.

“¿Qué está escrito en la ley?”, le preguntó Jesús, y el hombre respondió: “Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu ser, con todas tus fuerzas y con toda tu mente. Y ama a tu prójimo como a ti mismo”.

“Bien contestado”, le dijo Jesús. “Haz eso y vivirás”. Pero el leguleyo quería justificarse y entonces insistió: “¿Y quién es mi prójimo?”

Jesús respondió: “Bajaba un hombre (judío) de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de unos ladrones. Le quitaron la ropa, lo golpearon y se fueron, dejándolo medio muerto. Resulta que viajaba por el mismo camino un sacerdote quien, al verlo, se desvió y siguió de largo. Así también llegó a aquel lugar un levita (israelita de la tribu de Leví dedicado al servicio del templo) y, al verlo, se desvió y siguió de largo. Pero un samaritano (judíos y samaritanos eran enemigos) que iba de viaje llegó adonde estaba el hombre y, viéndolo, se compadeció de él. Se acercó, le curó las heridas con vino y aceite, y se las vendó (NdR.- sin saber quién era, corriendo todos los riesgos). Luego lo montó sobre su propia cabalgadura, lo llevó a un alojamiento y lo cuidó. Al día siguiente, sacó dos monedas de plata y se las dio al dueño del alojamiento. ‘Cuídemelo -le dijo-, y lo que gaste usted de más, se lo pagaré cuando yo vuelva’. ¿Cuál de estos tres piensas que demostró ser el prójimo del que cayó en manos de los ladrones?”, le preguntó Jesús.

“El que se compadeció de él”, contestó el experto en la ley. “Anda entonces y haz tú lo mismo”, concluyó.

Con una, o mejor con las dos manos en el corazón: ¿Cuántos de quienes nos llamamos cristianos o humanistas haríamos lo que hizo Emiliano?. No sabemos/No contestamos.

¿Cuántas veces por día, cuántos días al año y desde hace cuántos años pasamos por mil calles, paradas de micros, estaciones de trenes, cajeros automáticos, ¡puertas de iglesias!, y vemos gente en situación de calle? Todo el tiempo. Pero ya lo incorporamos como “parte del paisaje”. “Es parte de la religión”, diría Charly García, quien hoy no estaría entre nosotros si Palito Ortega, tan estigmatizado por el universo rockero, no hubiese ido por su cuenta a sacarlo del sanatorio donde estaba bajo tratamiento y se lo hubiese llevado casi un año a su casa. “Palito me salvó la vida”, dice siempre Charly.

GUSTAVO BAZTERRICA FUE LA VOZ LÍDER EN “TRISTEZA DE LA CIUDAD”, TEMA DE LOS ABUELOS DE LA NADA CONSIDERADO POR MUCHOS EL PRIMER REGGAE EN ESPAÑOL

Si el día de mañana Gustavo Bazterrica se sube a un escenario con la guitarra, será gracias a Emiliano Bustos.

No Emiliano, no fuiste “uno más” como decís. Fuiste y sos una maravillosa excepción en medio de esta cultura del descarte. Como quienes el 24 de diciembre no pasaron la Nochebuena en familia sino que armaron mesas y cocinaron para gente en situación de calle. En la Plaza del Congreso, o en decenas de lugares más pequeños y escondidos de la geografía nacional. Otros salieron en autos a repartir comida y bebida a quienes dormían en las veredas… Quizás uno de los que celebró la Navidad gracias a ellos fue el hombre que un día después casi es quemado vivo por una mujer.

Queda mucha gente de enorme corazón en este país tan castigado. Pero hay un Estado nacional, 23 estados provinciales y el de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, y cientos de estados municipales que deberían ocuparse de todos y cada uno. ¿O no? ¿O “con mis impuestos” no? (perdón por la digresión).

Sos un distinto Emiliano. Vos y «Gastón Castro y Carlos Enciso que se prestaron para cuidarlo» mientras trabajabas, como te encargaste de subrayar. Y necesitamos millones como vos.

En la reunión de Los Abuelos de la Nada de marzo de 2021, organizada por el hijo de Miguel Abuelo (crédito foto: El Destape)

(El viernes 7 de enero se reactivó la cuenta de Facebook de Bazterrica con este comunicado: “Hola a todos, a través de esta fuente queremos comunicar que el querido Gustavo se encuentra bajo un plan de tratamiento integral. Les pedimos paciencia, amor y apoyo. Agradecemos a todos los que se han comunicado para brindar cariño, a todos los que se han preocupado por su bienestar y, principalmente, agradecemos a su ex compañera, que ha trabajado con tenacidad y perseverancia durante meses para conseguir la asistencia que está recibiendo Gustavo al día de hoy”, reza el posteo en referencia a Gisela Varacca, quien fue pareja del músico hasta el año pasado)

LA MÁQUINA DE HACER PÁJAROS FUE UNA BANDA DE ROCK PROGRESIVO/SINFÓNICO A LA ALTURA DE LAS MEJORES DEL MUNDO. LA FORMARON CHARLY GARCÍA, OSCAR MORO, CARLOS CUTAIA, JOSÉ LUIS FERNÁNDEZ Y GUSTAVO BAZTERRICA

BONUS TRACK.- GUSTAVO BAZTERRICA CANTANDO CON MIGUEL ABUELO «NO SE DESESPEREN»

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