El impacto en Argentina del ataque a Ucrania

Mientras el mundo espera que avancen las negociaciones para poner fin a las acciones bélicas, las repercusiones económicas y políticas ya se sienten en el país

El impacto en Argentina del ataque a Ucrania

Los combates siguen en Ucrania, mientras se abren posible canales de diálogo

El conflicto bélico entre Rusia y Ucrania está llamado a tener profundas consecuencias políticas y económicas, que en un primer momento se traducirán en el impacto de la serie de sanciones al gobierno de Putin, pero que claramente tendrá repercusiones a más largo plazo y golpearán de lleno en Argentina, cuando aún se sigue sin cerrar el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional para refinanciar de la deuda contraída por el macrismo. Con el agregado de que Ucrania, suma complicaciones al ser el tercer deudor del organismo multilateral detrás de Argentina y de Egipto.
Esas previsibles consecuencias en la reconfiguración del mundo a partir de este conflicto, son las que generaron profundos ruidos políticos en el país, tanto cuando Alberto Fernández visitó a Moscú, previo a su participación en Beijing de la ceremonia de apertura de los Juegos de Olímpicos de Invierno junto al presidente de China Xi Jinping, como ahora que estallaron las acciones militares.

Con los combates en pleno desarrollo, ya se sienten a nivel global muchas de las consecuencias, que por supuesto impactan de lleno en Argentina.

Las primeras repercusiones fueron financieras con un fuerte derrumbe de las bolsas del mundo el jueves, aunque el viernes, con el anuncio de un posible inicio de negociaciones bilaterales, las caídas se revirtieron. Este último día, los principales índices bursátiles globales cerraron al alza. En Wall Street, el promedio industrial Dow Jones anotó una mejora diaria de 2,2 por ciento y el S&P 500 hizo lo propio con un 1,9 por ciento y el Nasdaq, que agrupa a las tecnológicas, registró una suba del 1,1 por ciento.

Pero el mayor impacto se da en los precios de los hidrocarburos y de los commodities agropecuarios, mientras que el efecto de las sanciones económicas generan enormes controversias, dado que alguna de ellas afectarían tanto a Rusia como a algunos de los países de la Unión Europea, por lo que recién se está comenzando a ver el perjuicio que la rotura de las relaciones comerciales con el Kremlin va a producir.

Sólo a modo de ejemplo, la decisión de suspender la puesta en marcha del gasoducto de Rusia a Alemania Stream 2 es totalmente contraria a los intereses de la industria germana, porque la unidad de medida del gas -el BTU, British Thermal Unit- que tenía previsto el gasoducto Nord Stream 2 es del orden de 35 a 40 dólares el millón de BTU, mientras que el gas que tendrá que utilizar Alemania para reemplazarlo está casi al doble de ese valor. Eso sin contar que nadie sabe si se podrá cubrir con la demanda.

Este sábado, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, anunció que la Unión Europea, junto con Estados Unidos y otros socios occidentales, tienen previsto imponer nuevas sanciones a Rusia, entre ellas la de excluir a varios bancos rusos del sistema de pagos interbancarios Swift. Con esa medida, «se congelarán las transacciones financieras y será imposible la liquidación de los activos» rusos, explicó Von der Leyen .

Pero si desde la producción, Alemania puede ser muy golpeada por la suba del precio del gas ruso, las sanciones a bancos y aliados en las altas esferas del poder en Moscú, amenaza con generar un verdadero colapso financiera en el Reino Unido. 

Pero no es todo, la crisis ucraniana amenaza provocar una nueva oleada de inmigrantes en una Europa que no termina de asimilar a los refugiados de Siria. Así se están alzando voces críticas que señalan que este es un nuevo conflicto fogoneado por las políticas de Washington, que terminan pagando sus aliados europeos.

En el terreno de los commodities, la soja y el trigo bajaron tras romper precios récords, mientras el gas natural licuado cerró alrededor de un 3 por ciento por debajo del salto que había dado el jueves. Es decir que la posibilidad de avanzar en las negociaciones, puso algún freno a la inestabilidad económica internacional, pero sin embargo golpea de lleno tanto en la política como en la economía del mundo y también de la Argentina.

EL IMPACTO EN EL PAÍS

Más allá de las manifestaciones impresentables de algunos miembros de la oposición o del periodismo siempre alineados a las posturas de Washington, por desafortunadas que sean, lo cierto es que desde lo político el Gobierno mostró algunas ambivalencias.

La visita de Alberto Fernández a Moscú y el ofrecerse como puerta de entrada de Rusia a América Latina apareció como extemporanea, fue una respuesta a la provisión de vacunas contra el Covid que en el primer momento de la pandemia llegaron desde esas latitudes. Pero además, el Presidente buscó en su gira, como también hizo luego en China, el apoyo en inversiones para proyectos de infraestructura que no consigue ni en Washington ni en la Unión Europea.

Frente a la patética imagen de líderes de la oposición cuestionando cada postura oficial frente al conflicto con un alineamiento incondicional con los Estados Unidos y denostando a Putin, la Cancillería endureció su postura inicial a medida que avanzaba la crisis militar y respondió de acuerdo a la tradicional postura de la Carta de la Organización de las Naciones Unidas, como es la autodeterminación de los pueblos, el rechazo a las intervenciones armadas en otros Estados que son sus pilares. En todo alineado con la defensa del reclamo de soberanía en las Malvinas.

Imagen patética

El segundo comunicado, emitido tras el inicio de las hostilidades, es una clara condena a la intervención, al uso de la fuerza y reclama “el cese de las actividades bélicas”. Argentina, como otros países latinoamericanos siempre se opusieron a la intervención armada contra estados soberanos y en especial el peronismo se destacó en su no alineamiento con la conocida “tercera posición” que, en general el país respetó, salvo durante la última dictadura, en la etapa de las “relaciones carnales” o del macrismo, con las consecuencias trágicas que todos recordamos.

Argentina evitó condenar en la Organización de los Estados Americanos (OEA) la incursión de Rusia en Ucrania, que fue considerada por la mayoría de los países de la región como “ilegal, injustificada” y una “violación flagrante del derecho internacional”. En una sesión del Consejo Permanente de la OEA, convocada en forma virtual para analizar la crisis, se votó una declaración que “condena enérgicamente la invasión ilegal, injustificada y no provocada de Ucrania por parte de la Federación Rusa» y pide la “retirada inmediata de la presencia militar y el cese de cualquier otra acción militar en ese país”, que no respaldó Argentina por considerar “falta de pertinencia” del organismo para pronunciarse sobre el hecho. Tampoco firmaron Brasil, Nicaragua y Bolivia.
El pronunciamiento generó nuevas y airadas críticas del arco opositor en especial del propio expresidente Mauricio Macri quien no dudó en catalogar la posición argentina como “una vergüenza”, olvidándose del polémico accionar de su administración durante el golpe de Estado contra Evo Morales.

Es más,el canciller Santiago Cafiero afirmó que el gobierno de Rusia está «violando el principio de integridad territorial» en Ucrania, y reiteró el pedido para que la administración de Vladimir Putin «cese su accionar militar» y aseguró que el país busca poner un freno a la escalada del conflicto, busca encontrar una solución diplomática y llamó a que se retorne a una mesa de diálogo que respete los acuerdos», una clara referencia a la negociación de Minsk, que Moscú denuncia que no fueron respetados.

Pero si desde el terreno diplomático y político la crisis tiene repercusiones en el país, desde lo económico el impacto es aún mayor. Si bien Argentina tiende a beneficiarse por la abrupta suba en el precio de los commodities, la Organización Mundial de Comercio (OMC) y el Fondo Monetario Internacional (FMI) advirtieron sobre los «impactos económicos» de la guerra en Ucrania, un importante exportador de trigo, que perjudicarán a los consumidores de todo el mundo.

La suba de precios de las materias primas puede significar incremento en sus ingresos por exportación y traerá más dólares de soja, trigo y maíz, y más recaudación impositiva por retenciones, también significará nuevas dificultades en el combate contra la inflación.

Un informe del Instituto para las Negociaciones Agrícolas Internacionales (INAI) de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires marcó que el conflicto produjo un «aumento de la volatilidad” en lo operado en cada rueda. Así  la soja y el aceite de soja llegaron a negociarse con valores cercanos a los máximos históricos, ya que el poroto alcanzó las U$S 646 la tonelada, para caer 4,3 por ciento en el mercado de Chicago y el aceite U$S 1.644 la tonelada. Tras alcanzar esos valores, ambos productos marcaron sensibles retrocesos a causa de una fuerte toma de ganancias por parte de los fondos especulativos. Los incrementos más considerables se registraron en el trigo, con un aumento en la cotización del 5,77% al pasar de U$S 292,85 a U$S 309,75 la tonelada, tras alcanzar un máximo de U$S 340,24 la tonelada el jueves, pero bajó un 8,7 por ciento hasta los 310 dólares el viernes.

Según el informe del INAI, Rusia y Ucrania, en conjunto, explican el 14% de la producción de trigo a nivel mundial, el 4,7% en el caso del maíz y el 59,5% del aceite de girasol y ambos países explican el 28,5% del trigo; el 18,7% del maíz y el 78,3% del aceite de girasol que se comercializa a nivel global.

Por el lado del aumento en los precios de la energía, las consecuencias son aún más complicadas porque habrá menos dólares producto de las importaciones de gas, más subsidios a las tarifas de luz y gas y consecuentemente mayor tensión con el FMI.

Es que cabe recordar que el aún no anudado acuerdo con el Fondo Monetario Internacional tiene en la tarifas de los combustibles, en especial del gas uno de los capítulos más conflictivos, sobre todo a la hora de mantener los actuales subsidios, que son un ancla contra la inflación, pero que dispara el déficit fiscal que el Gobierno propone al organismo.

Un tema que también hizo estallar la crisis dentro del propio Frente de Todos, porque es precisamente el impacto en los bolsillos de estos ajustes lo que generó el alejamiento de Máximo Kirchner de la conducción del bloque de Diputados del oficialismo. La explicación es muy simple, la población no puede perder más poder adquisitivo y, de hacerlo para cumplir con el Fondo, se estaría regalando la posibilidad de alcanzar un nuevo período presidencial del oficialismo para después  del 2023.

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