El Marginal 5: un final aberrante (spoilers)

El Marginal 5

El Marginal 5 (spoilers).- Cuando en el año 2015 la TV Pública estrenó El Marginal no llamó mucho la atención del público en general, pasó sin demasiada gloria, pero sí con muy buenas críticas. Unos años después Netflix compró los derechos de la serie y el éxito fue rotundo; dentro y fuera del país todo el mundo alabó la crudeza de aquella primera temporada, y se planteó un desafío para el cual aquella primera entrega no estaba preparada, continuar la historia.

La segunda temporada de El Marginal ocurre tres años antes de la primera parte, y estaba centrada en los dos personajes que se habían robado la pantalla y el corazón del público, Mario Borges y su hermano Diosito. Sin alcanzar los niveles de complejidad de la entrega original, esta lograba presentar un escenario donde los otrora villanos eran quienes debían derrocar a el sapo Quiroga, un tirano cruel y despiadado que gobernaba el penal de San Onofre.

El problema de la serie comenzó en la tercera entrega. Si bien en un primer momento se nos había presentado una historia donde los presos eran víctimas de hombres poderosos, que en muchos casos terminaban actuando bajo coacción, ahora la historia se volcaba directamente a narrar conflictos maniqueistas de pobres contra pobres. Es decir, antes la violencia era de afuera hacía adentro y ahora funcionaba de adentro hacia afuera.

Si bien este fenómeno ya había comenzado en la segunda temporada, es aquí donde en la serie comienza el gran mal que desdibujó todo lo que vino a continuación, la eterna repetición. Era muy notable que los guionistas estaban tomando lo que funcionó en la primera temporada y reutilizándolo una y otra vez. Siempre Antín debía ser jefe de la prisión y estar enemistado con otro funcionario público, debía haber un conflicto que involucraba a un guardia cárcel que terminaba muerto, se tenía que repetir la pelea entre la sub 21 y los Borges (la cual irracionalmente siguió existiendo pese al cambio de penal) y cada temporada debía terminar con un motín carcelario que devenía en masacre.

 Además, desde la segunda temporada, al funcionar el personaje del sapo Quiroga se comenzó a instaurar terceros grupos carcelarios que rivalizaban con los Borges, como en esta última entrega fueron los iluminados. De esta forma, mucho de lo bueno de la primera parte fue virando a tramas que se sostenían en una violencia casi animal, y conflictos cuasi telenovelezcos. Ahora aparecían giros tales como la verdad sobre el verdadero padre de diosito, y luego este descubriendo que tiene un hijo, y que Marito Borges se lo ocultó. Además de subtramas que no llevan a ninguna parte, como la violación de Gladys Borges que no le aportó nada ni al desarrollo de la serie ni al personaje. 

Si bien el producto funcionaba por lo carismático de muchos de sus protagonistas, a medida que fue avanzando el tiempo fue perdiendo todo tipo de complejidad. No obstante, es notorio que esta última entrega intentó volver a sus inicios. El personaje de Juan Minujín alcanza un alto grado de madurez en esta temporada, siendo probablemente el mejor escrito de toda la obra. Quien otrora fuera un ex policía convertido en delincuente, ahora es un escritor que critica las injusticias del sistema carcelario argentino. Posiblemente un cierre digno al arco de Miguel Palacios.

Retorno a las bases tarde y el final

Si bien no está tan bien lograda como la primera entrega, se retoma la idea de los presos como figuras coaccionadas por el sistema, y una violencia que viene de afuera hacía adentro. Aunque, a decir verdad, tras varias temporadas donde sólo se sostuvo la trama en guerras entre bandas dentro del penal, uno siente que ese retorno a las bases llegó tarde. Pero detengámonos en un instante en lo más importante, el final.

Esta temporada cerró como casi todas las demás, sólo que aquí se finalizaron los arcos principales, algunos bien y otros no tanto. Ya hablé del protagonista, pero me quiero centrar en Diosito. Me atrevería a decir que fue el mejor personaje de la primera parte, y el peor de todas las demás, principalmente porque en un comienzo se lo definía (la serie lo dice explícitamente) como un psicópata. Posteriormente, los guionistas debieron transformarlo en una persona más agradable, lo cual hizo que su esencia se pierda.

Luego está Mario Borges, que cae en el hospital consumido por la depresión que le produce no tener más a Diosito con él, lo cual tiene sentido. Ahora bien, Antín una vez más, y sin explicación alguna, es director del penal (hasta la temporada anterior era Ministro de Seguridad de Nación o Provincia, la serie se contradice) haciendo que su personaje siempre sea igual, lo cual lo transforma más en una herramienta argumental que en un ente individual.

La muerte de Borges me parece lógica pero su ejecución es una estupidez en sí misma. Gladys Borges secuestra a la esposa de Antín para que libere a Borges, el director del penal responde mandando a matar a Mario ¿Qué hacen los secuestradores? La liberan sin cuestionárselo demasiado. Un final altamente apresurado para dicho personaje.

 ¿Y qué pasa con Diosito? César termina siendo el nuevo jefe del penal, por una sucesión de hechos que no se explican, y él y su banda lo asesinan a puñaladas en forma de venganza ¿para vengar qué cosa? Si Borges está muerto, y Diosito nunca le hizo nada malo a César, de hecho, llegó a salvar su vida. Creo que el cierre del arco de Cesar es totalmente fallido, porque siempre se lo mostró como un líder mucho más piadoso que los demás, y que asesine a alguien sin razones claras derrumba toda su construcción.

Finalmente, siento que esta será una serie recordada por el gran público, tanto por sus aciertos como por sus garrafales errores de guión. Ahora bien, uno puede perdonar muchas cosas, pero que una serie sobre los dramas carcelarios termine con todo el elenco bailando una canción de L-Gante me parece lo peor. No porque esté mal que bailen, sino porque es una aberración del tono de la obra. Cuando Loco por Mary terminaba con todo el elenco danzando y cantando se entendía porque era una cinta cómica y divertida, pero este es un producto donde a la gente pobre se la obliga a matarse, violarse y desmembrarse mutuamente,  lo cual confirma que esta es una obra que sus propios creadores encerraron su potencial y no lo dejaron salir.

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