Almendra, el grupo que revolucionó la música nacional

“La música de Almendra trajo una fineza, un nivel superior de creatividad (...) En los ensayos, ellos se proponían no parecerse a nada, tenían temas muy bien trabajados. De hecho, al día de hoy todavía nada se parece a Almendra” (Héctor Starc, guitarrista de Aquelarre y Tantor, uno de los músicos de la primera camada del rock argentino)

Emilio del Guercio, Luis Alberto Spinetta, Edelmiro Molinari y Rodolfo García

Que en 1965 un grupo de cuatro amigos se juntasen para armar una banda de rock no era lo más común. Y que ensayaran un promedio de 5 horas por día, menos aún.

Y menos que menos si se trataba de chicos que iban a una reconocida escuela privada, el católico colegio San Román, que Spinetta terminaría odiando al punto de no querer hablar de esa época.

Allí había una banda llamada Los Sbirros, liderada por Edelmiro Molinari e integrada, entre otros, por Emilio del Guercio, a la postre, segundo guitarrista y bajista de Almendra, respectivamente. En tanto que en el barrio de Bajo Belgrano existía otro grupo, Los Larkins, donde tocaba la batería Rodolfo García, alumno de un colegio industrial y ayudante en un taller mecánico; era el único que no pertenecía al “prestigioso” San Román. Ambas formaciones cantaban en inglés.

Luis Alberto Spinetta se sumó a Los Larkins. Allí nació su profunda y eterna amistad con Rodolfo García. Pero como conocía de la escuela a Emilio y Edelmiro, también tocó en Los Sbirros. De ese modo “ofició” de puente para que naciera un nuevo grupo, Almendra, que rompería todos los moldes de la música nacional en general y del rock argento en ciernes, en particular. Bien lo explicó, como resaltamos en la bajada de esta nota, el músico Héctor Starc: “La música de Almendra trajo una fineza, un nivel superior de creatividad (…) En los ensayos, ellos se proponían no parecerse a nada, tenían temas muy bien trabajados. De hecho, al día de hoy todavía nada se parece a Almendra”.

En el Teatro Payró (en la foto, en los ’60, antes de las reformas), los cuatro pibes de Bajo Belgrano escucharon a Los Gatos y, la misma noche, comenzaron a cerrar el primer contrato para editar un disco

“Tenía 8 años”

En 1973, Marcelo iba a tercer grado de primaria. Tenía apenas 8 años. Quien luego se convertiría en un fanático de Almendra, de sus “hijos” (Pescado Rabioso, Aquelarre y Color Humano) y de todas las bandas de Spinetta, nos contó que en el tocadiscos familiar que había en su casa sonaba jazz y tango -por su padre-, algún bolero -por su madre-, los vinilos de mil colores de Música en Libertad y Alta Tensión -por su hermano mayor- y mucho rock de la mano de su otro hermano, el del medio, y sus amigos.

Marcelo era el más chico y, como tal, tenía “prohibido” usar los discos cuando sus hermanos no estaban. Los podía “dañar”. Una prohibición que en absoluto respetaba. Como corresponde.

“Cuando me quedaba solo, el primer disco que ponía era el de Almendra. Me atrapaba esa música. Y no sólo la música. La tapa era maravillosa. El ‘payaso’ con una lágrima en la mejilla y la sopapa en la cabeza era tan original y tan expresivo… Me quedaba mirándolo durante largo tiempo”, comentó.

“Primero fueron Muchacha, Plegaria para un niño dormido y Fermín. Luego, me volví loco con Figuración. La escuchaba una y otra y otra vez. Esas canciones me hacían viajar. Sí, tenía 8, 9 años, pero escuchar ‘figurate que no eres más un hombre, sales a la calle y sin embargo hay árboles, como hubo ayer, calles como ayer, luces como ayer…’, me llevaban a esa situación, algo que no me ocurría con ninguna otra música”.

“¿Cuántas veces habré estado en la pieza de Ana (por el tema Ana no duerme) … ‘Ana no duerme, juega con nada, tal vez mañana despierte sobre el mar, el mar…’ Qué se yo. Ahí había magia. Y con el niño dormido ni te cuento. Una y otra vez, cada vez que escuchaba la canción, me iba con él a destruir trapos de lustrar. Y la letra decía algo maravilloso: ‘Déjenlo que siga soñando felicidad, destruyendo trapos de lustrar, alejándose de todo el mal’…

“A los 15 años me hice disc jockey, ya era rockero, y los que no podían tocarme un disco eran mis hermanos”, recordó Marcelo entre risas. “Pero aquel elepé de Almendra me acompaña hasta hoy, que cargo con 50 y pico. Para mí fue distinto a todo”, sentenció.

La icónica tapa de Almendra (I) casi no sale porque la discográfica decía que no iba a vender. Pronto -y hasta hoy- se convirtió en un emblema del rock argentino

Almendra ensayaba 5 horas al día, algo muy poco común en esa época

Ensayo de Almendra en 1969 (Crédito: Fermatamolar Vinilos)

El alumbramiento

Almendra nació en 1967, y de entrada demostró que las cosas podían ser distintas musicalmente y artísticamente hablando. Porque sus cuatro integrantes tenían en su ADN la necesidad de hacer algo totalmente nuevo. De subir un par de peldaños en esa escalera del rock argentino que empezaba a edificarse sin un plano ni un destino más o menos predecible.

No eran tiempos sencillos ni mucho menos. Eran tiempos de dictadura. De represión. Es fundamental poner el nacimiento del rock nacional en contexto. Por ejemplo, un informe de un noticiero de la época, con imágenes de jóvenes “hippies” de fondo, decía literalmente: “En la historia del hombre siempre hubo movimientos renovadores que encontraron sentido al amparo de la juventud. Pero nunca como ahora existió una acción de grupo tan amplia, tan desprejuiciada y peligrosa…

Ese “peligro” choca de frente con el relato que años después haría Luis Alberto Spinetta de la “cuna” de Almendra, cuando el Flaco contaba con 17 años al igual que Emilio, Edelmiro con 19 y Rodolfo, el mayor del grupo, con 21.

Figuración (Almendra, 1969)

Fermín (Almendra, 1969)

El “peligro” de cuatro pibes tomando café con leche

En 1993, Spinetta contó cómo influyó negativamente el colegio en su adolescencia y, de alguna manera, cómo eso lo llevó a crear nuevas cosas por afuera. “Impulsábamos en cierto modo algo surrealista en el colegio. No sólo porque cantábamos a dúo y componíamos algunas canciones, sino porque además editábamos un diario con ilustraciones e historias, era como un diario de noticias absurdas que se llamaba La Costra Degenerada. Eso después lo confiscó un profesor… Era una mala onda en ese colegio tremenda. Por eso no me gusta mucho hablar del colegio… Pero bueno, viste que de alguna manera las cárceles, las fábricas, los colegios y los hospitales se parecen, son todo lo mismo…”

“Teníamos que ensayar bastante para que sonara sólido. Creo que ensayábamos casi cuatro o cinco horas casi todos los días. Pero el verdadero trabajo por ahí no residía tanto en lo que ensayábamos en sí, que era muy intenso, en Almendra lo que más era (sic), era la convivencia en la casa de mis viejos en Arribeños, una convivencia de tomar café con leche juntos, y de curtir hasta tarde hablando y generando ideas de las cuales se contagiaba toda la familia…

Ana no duerme (Almendra, 1969)

Tema de Pototo (Almendra, 1968)

La influencia de Los Gatos, la represión y la necesidad de algo 100% nuevo

“Para mí, haber ido a ver a Los Gatos una noche en el (teatro) Payró significó prácticamente la obtención de un contrato de grabación. Fui a ver a Los Gatos, me encontré con un productor, lo invité a un ensayo nuestro y al mes y medio estábamos grabando el Tema de Pototo (primer disco sencillo de Almendra, editado en 1968 con la canción El mundo entre las manos en el lado B)…”

“Yo me quedé asombrado por lo bien que sonaban Los Gatos, y por cómo Litto (Nebbia) manejaba el lenguaje en castellano (en una época donde la inmensa mayoría aún cantaba en inglés). Y terminé de comprobar que todo convergía hacia una nueva cosa, que nadie sabía cómo la íbamos a hacer. Ninguno de nosotros teníamos una idea demasiado clara de cómo íbamos a crecer en eso…

“Sin embargo, yo me acuerdo que la gente en los conciertos de Almendra se emocionaba. Y yo no podría tener una respuesta racional para ese fenómeno, porque esa respuesta te hacía emocionar a vos. En ese momento (no se puede) hablar de apoyo, más que de una sola revista diría (Pinup). Más bien al contrario: había un rechazo, mucha represión, te llevaban en cana por el pelo largo… ¡por el pelo largo!…

“Entonces, más que haber una información o una masificación de esa información, había una necesidad real en la gente, la que estaba arriba del escenario y la que estaba abajo, de crear, de hacer cosas nuevas, de romper con la nueva ola, con el Club del Clan, con los Palito Ortega, con toda la cosa que ya nos tenía un poco hartos a todos…”

“Y ahora, después de muchos años, yo veo que han surgido talentos notables”.

Hoy todo el hielo en la ciudad (Almendra, 1969)

Que el viento borró tus manos (Almendra, 1969)

Almendra (I), las duras críticas a Almendra II y la respuesta de Spinetta

El 29 de noviembre de 1969 se publicó el álbum Almendra, el que cambiaría la forma de hacer música, fundamentalmente rock. Temas con arreglos muy trabajados. Con finos toques de jazz y bossa nova. Y una poesía que se salía de todo lo conocido. Era la primera vez que la poesía spinettiana, a la larga considerada de vanguardia en Hispanoamérica, salía a la luz en toda su dimensión.

Hay una anécdota muy interesante con el disco debut. La figura del payaso de la tapa fue rechazada por los popes de la compañía discográfica. Querían una foto de los cuatro y en la contratapa la lista de temas. Y ya. Ante la insistencia del grupo, no tuvieron peor idea que “perder” el original. Entonces Spinetta les dijo: “De ninguna manera la tapa va a ser una foto nuestra, les hago el dibujo de nuevo”. Así fue. Y esa portada terminó convirtiéndose en una obra de arte representativa como pocas del rock argentino, que dio lugar a millones de afiches, remeras y demás, hasta hoy en día.

Antes del lanzamiento del LP salieron dos simples más: Hoy todo el hielo en la ciudad, un temazo que traía Campos verdes en la cara B, y otra edición del Tema de Pototo de 1968, pero ahora acompañada por la canción Final.

Tras el tremendo éxito de Almendra por Almendra, la discográfica esperaba más de lo mismo. No obstante, en el disco simple Hermano perro / Mestizo (1970) el grupo ya dio una pista clara de que estaba explorando otras cosas. Y toda esa exploración dio lugar a Almendra II, un álbum doble mucho más rockero.

Hermano perro (Almendra, 1970)

Toma el tren hacia el sur (Almendra, del disco Almendra II, 1970)

Spinetta y “los medios”

“Nosotros íbamos a los shows, tocábamos Hermano perro, cosas ya más fuertes, y la gente se volvía loca igual. No había una instancia entre si eso era comercial o no, ni se nos pasaba por la cabeza… Nosotros en el segundo disco tratamos de volar todo el inventario que habíamos hecho. Lo rompimos e hicimos canciones nuevas surgidas desde otro ángulo, con otro molde. Y el disco fue durísimamente criticado por los medios que querían la idiotización de los conjuntos. Medios que, como ahora, quieren la idiotización de la gente porque es necesario para vender y ganar más guita. Lo que es arte va por un lado y lo que es un puto comercio va por otro, y no se pueden conciliar. Es muy difícil que las dos cosas vayan de la mano”, dijo Luis Alberto Spinetta muchos años después, acerca del rechazo de la industria y la mayoría de la crítica cuando salió Almendra II.

Pero muy lejos de transar y recular, el Flaco profundizaría esa veta y armaría Pescado Rabioso; Emilio del Guercio y Rodolfo García harían lo mismo dando origen a Aquelarre, al igual que Edelmiro Molinari con Color Humano: a la larga tres grupos fundamentales del rock en castellano.

Plegaria para un niño dormido (Almendra, 1969)

Muchacha ojos de papel (Almendra, 1969)

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