La historia de la lapicera

el poder de la lapicera

La historia de la lapicera. Por Mauricio Vallejos.- En su inolvidable clásico historia de las sillas Silvio Rodríguez reflexionaba sobre la decisión de vida que implica ser cantor “El que tenga una canción tendrá tormenta, el que tenga compañía, soledad. El que siga un buen camino tendrá sillas peligrosas que lo inviten a parar”. Posiblemente una metáfora que permite graficar el período político que nos toca vivir en el presente.

Cuando en el acto por el centenario de YPF Cristina Fernández de Kirchner le reclamó al Presidente Alberto Fernández que use la lapicera, estaba graficando una demanda de todo un espacio político. Está claro que la frase de “funcionarios que no funcionan” decía algo similar, pero en este caso la súplica iba al propio mandatario para que de una vez por todas haga valer el poder que el pueblo le confirió a través del voto. Pero ¿Cuáles son las consecuencias de usar la lapicera?

A lo largo de la historia existieron personas con poder, algunos de ellos lo utilizaron para destruir, otros para transformar y muchos para que todo siga igual. Está claro que hay momentos en que el statu quo es fácil de sostener y otros donde no lo es, porque desde 2020 hasta hoy es como diría en su cuento Osvaldo Soriano, “antes cada cosa estaba en su lugar; ahora, en cambio, me parece que son las cosas las que están en lugar nuestro”.

El actual gobierno tuvo en un primer momento un rol cuasi paterno a la hora de enfrentar la pandemia, sin dudas fue su hora de mayor altura. El problema vino al momento de recomponer la situación tras el covid, sin dudas no alcanzaban las palabras ni las buenas intenciones, puesto que la voluntad de negociación sólo sirve si ambas partes aceptan llegar a un acuerdo, sino es un mero diálogo con la pared. El poder del Estado viene de ser la representación jurídica de un pueblo, y quien tiene la responsabilidad de hacerlo valer lo debe hacer.

Y es aquí donde empieza la discusión sobre el uso de la lapicera, como representación metafórica de utilizar el poder popular para desconcentrar las riquezas. En un país donde todo está en manos de unos pocos, el reparto equitativo es una lucha donde, citando a Eva Perón, si en el capitalismo el dinero hace la felicidad entonces lo que se debe repartir es justamente la felicidad.

De esta forma, está claro que es un desafío para cualquier gobernante usar la lapicera, ya que como decía Maquiavelo todo reformista está en peligro, ya que quien se beneficia del cambio tarda en entender sus efectos, en cambio quien se perjudica lo siente al instante. Este camino implica una convicción muy fuerte y un proyecto muy claro, también se debe tener un liderazgo muy fuerte, pero principalmente se debe haber superado el miedo a la represalia, que existe en un mundo donde los medios de comunicación se han instalado como nuevos jueces, jurados y verdugos.

Silvio Rodríguez hablaba de compañías que valen soledad para quien compone, la lapicera implica que quienes son dueños de las tierras y el capital ataquen con odio, pero tiene sus beneficios también. El trovador cubano recitaba en su canción “Pero vale la canción buena tormenta y la compañía vale soledad”, han existido líderes que sufrieron su condición, pero a la larga la historia los pone en su lugar, guarda para ellos el recuerdo de sus pueblos y su ejemplo para las nuevas generaciones. Y en estos tiempos tan oscuros para nuestro país y el mundo, vemos como la pluma, o la lapicera, han vencido definitivamente a la espada.

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