Better Call Saul: la precuela que se convirtió en obra maestra

Corría el año 2008 y un fenómeno televisivo veía la luz, Breaking Bad vino a romper con las series basadas en argumentos paranormales, para mostrar un crudo reflejo del sueño americano actual. Su creador Vince Gilligan había sido guionista de uno de los programas emblema de los años 90, Los expedientes X, y con la historia de Walter White creó un universo en sí mismo, que al finalizar la serie dio paso a un spin off sobre uno de los personajes icónicos el abogado Saul Goddman.

Al anunciarse la llegada de Better Call Saul había escepticismo por parte de los fanáticos, Saul Goddman era de los favoritos del público, un abogado carismático y de alto perfil que podía codearse con los hombres más peligrosos del narcotráfico y salir siempre bien parado. El recuerdo de varios spin off que pasaron sin pena ni gloria quedaron de lado al pasar las temporadas de una serie que contra todo pronóstico estaba a la altura.

La serie es una precuela de Breaking bad que cuenta los inicios de Jimmy McGille (que luego se transformaría en Saul Goddman) como un abogado que vive a la sombra de su hermano, un jurista de prestigio. Creo que lo más valioso es que toma un concepto que se había visto antes de llevarlo a un nivel mucho mayor, la dualidad. En Breaking Bad pudimos ver en su protagonista a un hombre que al ingresar en el mundo criminal crea un alter ego, Haisenberg, el cual es un delincuente despiadado y la contraparte de Walter White, un simple padre de familia y profesor de química.

Aquí al comienzo de la serie podemos ver al protagonista lidiar con distintos nombres que representan identidades en sí mismas. El personaje principal se debate en la dualidad de ser Jimmy, un modesto abogado perspicaz y algo deshonesto o ser “slippin Jimmy” su apodo de la juventud cuando era un estafador de poca monta que engañaba personas para quitarles pequeñas sumas de dinero.

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Por otro lado, está su hermano Chuck, un abogado prestigioso pero caído en desgracia que en el fondo desprecia lo que Jimmy representa, alguien deshonesto que busca sacar ventaja sin el más mínimo escrúpulo. Este personaje viene a representar la parte honesta del protagonista, que cada vez tiene menos fuerza y que durante la serie irá transformándose en Saul Goddman, a quien el termino deshonesto le queda pequeño, como se lo define en Breaking Bad “no es un abogado de criminales, sino un abogado criminal”.

Si hubo un detalle en la obra que se quedó con todos los flashes, llegando por momentos a opacar al mismo protagonista fue Kim Wexler. La mujer que en un primer momento es el interés romántico de Jimmy y, en algún punto, su voz moral, comienza su propio viaje descendente de ser una abogada talentosa y con un futuro prometedor, a una persona que nada tiene que envidiarle a Saul Goddman en su carencia de escrúpulos.

Así como en Breaking Bad pudimos ver como Walter White comenzaba un imperio criminal junto a Jesse Pinkman, un joven al cual iba corrompiendo, pero nunca logrando que esté completamente a su nivel, aquí vemos algo similar. Kim es presentada como una abogada honesta pero que al pasar los capítulos irá tomando caminos cada vez más sucios para lograr lo que busca, creando entre ella y Jimmy una pareja extraordinaria para la pantalla. Una sociedad y matrimonio de juristas sin escrúpulos.

Esta serie hace algo que otros hicieron, tomar otros personajes para contar una historia similar, pero posiblemente el genio de Gilligan hizo la diferencia. Siempre hubo un respeto enorme por el universo creado y por sus protagonistas, por lo cual que la narrativa sea similar en ambas series era un detalle importante, pero fueron los personajes y sus vivencias lo que hicieron que no haya una sensación de programa repetitivo. Hay una trama sobre la vida de distintas personas que se va contando en partes.

En el último tiempo nació el debate sobre si Better call Saul es mejor que Breaking bad, si tuviera que opinar diría que la segunda tenía el elemento sorpresa a su favor. El público sabía que eventualmente Jimmy McGille se transformaría en Saul Goddman, solo había interrogantes como el por qué Kim Wexler no aparecía en Breaking Bad. Pero en ambos casos existía un camino de transformación que recorrerlo fue tan o más interesante que ver sus resultados. Hoy no me siento en condiciones de decir cuál es mejor que la otra.

Sin dudas el final de la serie deja como conclusión que estuvo totalmente a la altura de su antecesora, y que el universo creado por Vince Gilligan es de mejor escrito que ha dado la historia de los programas televisivos y de streaming. Una historia de cómo al tener como único norte la ambición y la satisfacción personal se puede estar realmente recorriendo el camino de la tragedia, cuando los hombres se ponen a sí mismos y a su codicia por encima de todo comienza el proceso de corromperse.

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