Cuando Zavaleta cantó en calzoncillo y con la de basquet del Lobo en Bahía

La noche épica del sábado 3 de diciembre de 1988, bajo una lluvia torrencial en el mítico boliche de calle 57, cientos de platenses deliraron con Suéter

Zavaleta

El interior del Centro Bahía, a fines de los ´80, en calle 57 entre 6 y 7 (crédito de foto 221)

Esa noche no pintaba bien. Los nubarrones iban cubriendo el cielo de la Ciudad y a decir verdad, no daba para salir de casa. Pero los boliches platenses de fines de los ´80 eran irresistibles, tenían un llamador, un imán que nos arrastraba a los jóvenes aunque se venga el mundo abajo. Las bolas que giraban en los techos con sus tonalidades plateadas nos esperaban. Complexe, Platino, Garage, Macondo, Chatarra, Sidharta y Juana, entre tantos otros, «explotaban» de adolescentes y ya no tan adolescentes, vestidos, ellos, con jean nevados, botas texanas y camisa blanca como la que usó Bruce Springsteen en Dancing in the Dark. Ellas de cortas minifaldas, jean al cuerpo y coloridas vinchas en los pelos.

«Amanece en la ruta» era un himno del rock nacional. Su autor, Miguel Zavaleta (66 años), líder de Suéter, una de las bandas del momento, además tenía otros hits que sonaban en cualquiera de los boliches nombrados más arriba, «Vía México», «Él anda diciendo», «Comiendo gefilte fish» y «Extraño ser».

A las 10 de la noche de ese sábado 3 de diciembre de 1988 la lluvia era torrencial, aunque había esperanzas de que pare, las puertas de los templos de la música, donde los DJ tocaban con toda la onda desde sus cabinas, solían abrir bien entrada la madrugada. Lejos de mermar, el aguacero se hizo más intenso.

Ya a las 11 de la noche y frente a la pantalla chica viendo programas grabados del magistral Negro Olmedo (en marzo de ese año fue su trágica muerte) que pasaban por Canal 9, cruzamos las miradas con «Cacho» y «Piraña» y nos dijimos todo: ¡Vamos igual aunque tengamos que llegar nadando!. Y no era para menos, esa noche que fue mágica y épica como ahora les gusta decir a los pibes, tocaba Suéter en el Centro Bahía de calle 57 entre 6 y 7.

Los responsables del centro de estudiantes habían tomado la decisión, acertada a mi criterio, de que cada varón ingrese al boliche con una chica. La idea era que dentro del lugar, haya cantidades parejas de hombres y mujeres. Es decir, la misión para nosotros esa noche-madrugada eran en principio dos, y no tan sencillas en medio del vendaval, la primera llegar hasta el lugar con las calles a esa altura totalmente inundadas y varios árboles caídos y, la segunda, conseguir a tres chicas copadas, que también hayan sorteados todos esos obstáculos, que nos hagan el aguante para poder entrar y, una vez adentro si lo lográbamos, ver y escuchar tocar a Zavaleta y su histórica banda.

Había algo más. Ya empapados hasta la cabeza, la incertidumbre de no saber si el músico iba a poder cumplir con su presencia. Es que venía, eso al menos creíamos, desde Buenos Aires y no estaba fácil el clima y los accesos a la Ciudad que en aquel entonces eran sólo los caminos Belgrano y Centenario. A la lluvia pareja y torrencial acompañaban fuertes rachas de viento, relámpagos y truenos. Nosotros no teníamos auto, por eso llegamos en el micro 506 que, de milagro, pasó a las 12 de la noche por la esquina de 19 y 32, y nos dejó en 7 y 58 (no tenía parada en 57).

Recuerdo como si fuese hoy. Nosotros tres pudimos entrar con una sola chica que amablemente aceptó, yo creo que nos vio las caras de desesperados y además le dimos algo de lástima porque parecíamos pollos mojados. Después nos hizo la «gamba» el patovica que cortaba los tickets y te entregaba la mitad del cartón para una consumisión, nos faltaban dos mujeres al lado nuestro pero hizo la vista gorda, quizás por la falta de asistentes. Adentro se hablaba de que el recital se suspendía, el boliche estaba a un 50% de la concurrencia habitual, siempre ingresaban unas 2.000 personas pero esta vez la lluvia se encargó de que esa cantidad bajara considerablemente.

¡Zavaleta y Suéter llegaron! ¡Sí! La alegría fue inmensa y todas y todos hicimos que nuestras gargantas explotaran al cantar el primer hit que la banda interpretó a eso de las 2 de la madrugada: «Él anda diciendo» fue el arranque de un show de esos que se llevan en el alma.

Les dejo abajo un video de Youtube para que, aquellos que conocen a Suéter, recuerden ese temazo con el que dio comienzo su tira de canciones en la noche bahiense, y para que las chicas y chicos de hoy, que quizás no sepan quien es, lo disfruten. El recital empezó con este éxito ochentoso:

Eran tiempos en que Gimnasia andaba muy bien en basquet. Después del bicampeonato obtenido en 1979 en juegos finales -también épicos- contra el poderoso Obras Sanitarias -jugaban en el Lobo verdaderas «bestias» como Metcalfe, el gallego González y finito Gehrmann- en 1988 el Polideportivo de calle 4 era un reducto casi inexpugnable para los quintetos que lo visitaban. El estadio cerrado estallaba de pasión azul y blanca con cada partido del equipo de baloncesto.

El recital de Suéter estaba llegando casi al final y a Zabaleta le llegó por el aire una musculosa que no era otra que la del Lobo, sí, la que sus jugadores usaban en cada partido. Se la había tirado el «Caniche» Mariano -caracterizado hincha del basurero del barrio La Loma, cerquita de donde vivía el «Loco Fierro»- El líder de Suéter no dudó ni un segundo, no sólo se la puso sino que además se sacó los pantalones y cantó con la del Lobo que le tapaba el calzoncillo, le llegaba casi a las rodillas. A esa altura, poco más de las tres y media de la mañana y con varias cervezas y gancias encima, deliramos al ritmo de este tremendo temazo:

https://www.youtube.com/watch?v=KCIKeCm8TAU

El épico recital había llegado a su fin y «Caniche» nunca recuperó la musculosa. ¿La conservará Zavaleta?, o al menos ¿conservará el recuerdo de esa noche para nosotros inolvidable?. Podría llamarlo y preguntarle pero, en esa, prefiero quedarme con la duda e idealizar que el peculiar cantante se hizo hincha del Lobo. Por último y, por mi parte, agradezco infinitamente a mis amigos que juntos nos hayamos decidido ir a a Bahía ese sábado 3 de diciembre del ´88 a pesar de la intensa tormenta y, claro, agradezco de todo corazón a esa chica que entro junto a nosotros tres, de la que no sabíamos ni el nombre, porque sin ella entrar a ese recital hubiera sido imposible.

Miguel Zavaleta, el líder de Suéter

 

El frente actual donde funcionaba el Centro Bahía, sobre 57 entre 6 y 7. Mucho no ha cambiado, donde está la persiana con «prohibido estacionar», se ingresaba

La limpieza de rigor luego de otra noche de baile en Centro Bahía (crédito de foto: 221)
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