Cuando Mercedes Sosa fue «la sirvienta» de Cosquín

En una de las 9 noches del festival de Cosquín de 1965, la rebeldía innata de Jorge Cafrune hizo que el público conociera a la que luego convertiría en su insignia musical, la dama tucumana. No estaba en el programa. Y si hubiese dependido del conductor del evento, Julio Mahárbiz, jamás habría pisado el escenario de la plaza Próspero Molina. Un tremendo acto de racismo y clasismo que alguien con el tiempo develó

Mercedes Sosa debutó fuera de programa en Cosquín 1965 de la mano de Jorge Cafrune, y cautivó al público para toda la vida (crédito imagen: Rosario Plus)

Festival de Cosquín de 1965. Quinta edición desde sus inicios en el año 61. Sobre el escenario, nada menos que Jorge Cafrune, quien en el intervalo entre dos canciones, dijo “yo me voy a atrever, porque es un atrevimiento lo que voy a hacer ahora, y me voy a recibir un tirón de orejas por la comisión, pero que le vamos a hacer, siempre he sido así, galopeador contra el viento… Les voy a ofrecer el canto de una mujer purísima, que no ha tenido oportunidad de darlo, y que como les digo, aunque se arme bronca, les voy a dejar con ustedes a una tucumana: Mercedes Sosa”.

Con 29 años, la entonces integrante del Movimiento del Nuevo Cancionero y, al mismo tiempo, de una lista de artistas prohibidos por su pública identificación política con el comunismo, se encontraba entre el público. Se hizo lugar y subió. Tomó su bombo y comenzó a cantar -para colmo- Canción del derrumbe indio, un breve y contundente “manifiesto” de Fernando Figueredo Iramain sobre el genocidio de los colonizadores.

Llora mi raza vencida
por otra civilización.

En la gran plaza Próspero Molina, donde se monta el escenario, no cabía un alfiler. Mercedes Sosa cantó ante el siempre exigente público del festival. Y al finalizar, una cerrada ovación le abrió, de par en par, las puertas de una carrera que la llevaría a convertirse en la referente indiscutida de la música popular argentina.

Jorge Cafrune y Mercedes Sosa (Raíces)

No obstante, entre bambalinas, había ocurrido un desagradable episodio que con el tiempo develó Marcelo Simón, quien como periodista, locutor y conductor de radio vivió la historia de Cosquín desde su nacimiento.

Quien ya estaba identificado como “la voz del festival” era Julio Mahárbiz, a quien se lo reconoce por su tradicional “¡Aquiiiiiiiiii Cosquín!”, que siempre dio inicio a las nueve lunas cordobesas en los eneros de la Argentina. Aunque hay quienes afirman que el creador de esa forma de presentación fue el locutor Ricardo Shmider. Con el paso de los años, Mahárbiz le dio su impronta y quedó para siempre asociado al inconfundible “grito de largada”.

Narró Marcelo Simón. “Yo estaba en el 65, cuando subió Mercedes Sosa a ese escenario invitada por Jorge Cafrune. Y recuerdo bien que Mahárbiz decía: “¿Quién es esa mina con esa pinta de sirvienta? ¿Qué hace acá?”. Pero Mercedes se abrió paso, y encima con Canción del derrumbe indio, que, con ingenuidad o no, es un canto sobre la conquista española”.

Todos los prejuicios sociales resumidos en una frase. Todo el clasismo sobre el escenario del que terminaría siendo el mayor festival de folklore del país.

Como (casi) siempre, el tiempo y el público terminaron poniendo las cosas en su lugar. Mercedes Sosa fue la abanderada y embajadora de la canción popular argentina. Julio Mahárbiz, bien recordado por algunos pocos y como “un dictador” por muchos, quien tras la negra década de los 90, cuando ocupó cargos públicos para los que además no estaba capacitado, fue declarado culpable por la Justicia a raíz del mal manejo de fondos públicos.

Mercedes Sosa subió al escenario de Cosquín a los 29 años, prohibida por sus ideas políticas, y cantó Canción del derrumbe indio, una proclama contra el genocidio de los colonizadores (crédito imagen: Diario El Ciudadano y de La Región)

Director de Radio Nacional desde 1989 hasta 1996, en 1995 el presidente Carlos Menem lo nombró director del INCAA (Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales) con una enorme oposición de la inmensa mayoría de los artistas. No conforme con eso, en 1996 aceptó ser interventor de ATC (actual TV Pública), donde se dedicó a perseguir gente que no comulgaba con sus ideas y decisiones. Presentó al canal en concurso preventivo con un pasivo de 70 millones de pesos (en ese entonces, dólares).

Se fue del INCAA cuando Menem se fue de la Casa Rosada, en 1999, dejando una deuda de 20 millones de pesos. En 2007, el juez Daniel Rafecas comprobó una estafa de 9 millones de dólares mediante contrataciones truchas en las que benefició a empresas amigas. ¿La pena? Uno a seis años.

“Yo no dejé ese matrimonio. Él me dejó. Me abandonó con Fabián, con mi chiquito… Una chica tucumana se casa para toda la vida. Eso me destruyó” (Mercedes Sosa sobre el abandono de su marido en 1965)

En 1965, Mercedes Sosa fue dejada por su marido. Junto a su hijo Fabián, el mismo que durante su exilio forzado en Europa durante la dictadura cívico-militar le salvó literalmente la vida, quedó golpeada económica y emocionalmente. Quienes la conocieron bien dicen que “para siempre”, pues, como ella afirmó: “Una chica tucumana se casa para toda la vida”.

Mercedes, junto a su marido Manuel Oscar Matus, Hamlet Lima Quintana, Tito Francia, Armando Tejada Gómez, Eduardo Aragón, entre muchos otros, crearon en 1963, en Mendoza, el Movimiento del Nuevo Cancionero, desde donde buscaron renovar el folklore tradicional en sí mismo y, además, fusionarlo con otras corrientes musicales nativas.

La década de los 60 fue la edad de oro del folklore argentino. Y promediando ese periodo, en aquella noche de Cosquín de 1965, Jorge Cafrune presentó en sociedad a Mercedes.

Corrían tiempos duros en el país. Hacía una década que la democracia brillaba por su ausencia, por lo que se sucedían dictaduras y gobiernos pseudo democráticos, al tiempo que las juventudes del peronismo y la izquierda se iban radicalizando frente a tanta opresión y represión.

Al cumplirse 54 años del debut de Mercedes Sosa en Cosquín, Google lo recordó con un ‘doodle’ (crédito imagen: Télam)

Mahárbiz era de esos hombres que encastraba con los aires de época, en el sentido de que para él nada podía estar fuera de lugar. Nada en Cosquín podía salirse de lo preestablecido.

Marcelo Simón no anduvo con vueltas. -¿Cuál creen que fue la marca que dejó Julio Mahárbiz tras todos sus años de Cosquín?, le preguntó a él y a su par Miguel Ángel Gutiérrez, en 2008, la periodista Karina Micheletto. “Fue un dictador. Un tipo al que si se le ocurría que por cualquier razón, casi siempre personal, había que tachar a un artista o una línea, lo hacía sin más. No es el único que lo ha hecho, pero como tenía fuerza, se notó mucho. Creo que quiso a Cosquín, fue un gran panegirista del festival y muy trabajador. En algunos momentos le hizo bien a Cosquín, y después le hizo muy mal”.

“Julio creó una forma de superficialidad, sin saber que esto era mucho más importante y profundo (…) Creo que su tratamiento del hecho artístico ha afectado a este festival (…) Demoró en darse cuenta de los cambios, y así, hubo un bache de artistas a los que no se les dio la oportunidad de mostrarse, los perdimos. Ese fue el pecado más grande que cometió Mahárbiz”, definió Gutiérrez.

Y se podría haber perdido a Mercedes Sosa. Pero allí estuvo, inspirado por la luna coscoína, Jorge Cafrune para subirla “por izquierda” al escenario a mediados de los 60. Gracias a Cafrune, que nos ha dado tanto…

AUDIO HISTÓRICO.- JORGE CAFRUNE PRESENTA A MERCEDES SOSA EN COSQUÍN (1965)

Canción del derrumbe indio

Juntito a mi corazón,
juntito a mí.
Charango, charanguito,
¡Qué dulce voz!

Ayúdame a llorar
el bien que ya perdí.

Charango, charanguito,
¡Qué dulce voz!

Tuve un Imperio del Sol,
grande y feliz.
El blanco me lo quitó,
charanguito.

Llora mi raza vencida
por otra civilización.

Mercedes Sosa y Cosquín, una larga y tortuosa historia (crédito imagen: Canal Trece)
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