Miguel Abuelo: de vendedor de sandías a ícono de la música argentina y la libertad

La cautivante vida del trovador del rock, Miguel Abuelo. Prácticamente creció en la calle. Dejó la escuela ni bien terminó la primaria, aunque a esa edad ya leía a Hegel y Nietzsche y los recitaba de memoria. A los 20 años se convirtió en uno de los integrantes del vasto y variopinto grupo de músicos que dieron a luz al rock nacional. Huyó de la dictadura de Onganía rumbo a Europa, donde fue un buscavidas, donde tuvo a su único hijo, donde grabó su primer álbum y donde también estuvo preso por indocumentado. Regresó al país en los 80 para convertirse en un ícono de la música argentina de todos los tiempos. Su razón de ser: la libertad absoluta

Miguel Abuelo: De vendedor de sandías a ser un ícono de la música argentina y la libertad

Miguel Abuelo, el trovador del rock (TN)

Fue muy pero muy difícil la vida de Miguel Abuelo, nacido el 21 de marzo de 1946 en el barrio bonaerense de Munro y bautizado Miguel Angel Peralta por su madre, soltera y pobre, Virginia Peralta. Tan dura que su obra y su legado poético y musical adquieren, a la vista de tan sólo los trazos gruesos de su niñez, juventud y algo más, un valor inconmensurable.

¿Podría definirse a Miguel Abuelo como un Tanguito que no se terminó de pelear con la vida a muy temprana edad? Es una definición más que arriesgada. Pero que un hilo los unía, no caben dudas.

Quizás ese hilo lo extendió Luis Alberto Spinetta, un enamorado de la poesía de Tanguito a punto tal que lo inmortalizó grabando su tema Amor de primavera (LP Exactas – 1990) para, diecinueve años después, cantar en el mega recital Spinetta y Las Bandas Eternas (Estadio Vélez Sarsfield, 4 de diciembre de 2009) la canción Mariposas de madera, a la que presentó así: “Quiero hacer un tema de un músico muy impresionante y un poeta impresionante que nos mira desde arriba, llamado Miguel Abuelo”.

Fragmento de Buen día, día / Mariposas de madera

Miguel jamás conoció a su padre y siendo muy pequeño “perdió” a su madre, pues ella enfermó de tuberculosis y como estaba sola lo internó en un orfanato, donde pasó los primeros cinco años de vida. Allí, en Villa Devoto y rodeado de monjas, comenzó a expresar mediante actos de mala conducta su tremenda aversión por los ambientes opresivos. Mucho tiempo después, alguien lo definió en muy pocas y precisas palabras: “fue un fundamentalista de la libertad”.

A fuerza de ir a dirección todos los días debido a su indisciplina, se creó entre el pequeño Miguel y el sacerdote a cargo del orfanato un profundo vínculo, que llevó al religioso a adoptarlo. Hasta que su madre mejoró y pudo volver con ella, a una casa en Morón. Siempre andaba en la calle con chicos más grandes y estaba totalmente peleado con la escuela. Desde los 9 años trabajó como ayudante del lechero o vendiendo sandías. Pero su mamá lo obligó a regresar al colegio. No hubo caso. A los 13 años lo abandonó definitivamente.

Cuentan que su “debut artístico” fue a muy corta edad en Munro, donde montó un precario circo con otros niños. Realizó trucos con un perro y masticó hojas de afeitar, hasta que un amigo que escupía fuego provocó un incendio que quemó todas las arpilleras que utilizaban como carpa. Fin del show.

Tras dejar los estudios consiguió trabajo en el correo, pero pronto lo despidieron porque descubrieron que abría los telegramas para decidir cuáles iba a entregar de acuerdo a su “importancia”.

Practicó boxeo, hasta que en una pelea recibió tantos golpes que decidió abandonarlo. Fue su hermana, una actriz de teatro independiente, la que encendió de alguna manera la chispa literaria que Miguel llevaba adentro. Paradójicamente, todo el tiempo que le quitó al colegio se lo dedicó a la lectura. Y no leía a cualquier autor: Hegel y Nietzsche eran sus favoritos, a tal punto que los recitaba de memoria.

Leopoldo Marechal y los primeros Abuelos

En 1966, a los 20 años, conoció al escritor y periodista Pipo Lernoud (autor del tema Ayer nomás), al músico Pajarito Zaguri -estos dos, amigos íntimos de Tanguito- y a Moris. Así entró en contacto con quienes, junto a él, serían los pioneros del rock nacional, como Litto Nebbia, Pappo, Tanguito, Javier Martínez, Spinetta y muchos otros.

Leía y escribía sin parar, además de tocar la guitarra y cantar. En 1967 se le presentó la oportunidad de grabar un disco. Un grupo de amigos y compañeros de noches de guitarreadas en las plazas fueron su banda: Eduardo “Mayoneso” Fanacoa, Claudio Gabis -futuro integrante de Manal, luego reemplazado por Pappo-, Miguel “Miky” Lara, Alberto “Abuelo” Lara y Héctor Pomo Lorenzo (tiempo después, baterista de Pappo’s Blues, Invisible y Spinetta Jade, tres bandas icónicas del rock argentino).

No te enamores nunca de aquel marinero bengalí (1982)

¿Cómo se llama el grupo?, preguntaron en la discográfica. Miguel recordó la frase “Algún día tendré que llamarlo a usted Padre de los Piojos y Abuelo de la Nada”, del libro El Banquete de Severo Arcángelo, de Leopoldo Marechal, y decidió: Los Abuelos de la Nada. Grabaron un sencillo con los temas Diana Divaga y Tema en Flu sobre el Planeta.

En el siguiente video, Pipo Lernoud, Pomo, Pappo y el propio Miguel, entre otros, hablan de aquella primera versión, corta pero fundacional, de Los Abuelos de la Nada.

Las desavenencias entre Miguel y Pappo pusieron fin a la banda. Eso, y el ambiente tremendamente opresivo que se vivía en el país bajo la dictadura de Onganía, llevaron a un Miguel Abuelo que había entrado en una espiral de excesos a cruzar el Atlántico con destino a Europa, donde no la pasó nada bien. En rigor, el pasaje se lo regaló la madre de Pipo Lernoud, quien quizás, sin saberlo, le salvó el pellejo.

En el viejo continente, Miguel dejó por un tiempo la música. Recorrió Francia, Bélgica, Holanda, Inglaterra y España. Se ganó la vida un tiempo en la cosecha de uva francesa. Desempeñó un papel secundario en la comedia musical Hair, en Barcelona. En una playa desierta se casó con la bailarina galesa Krisha Bogdan, con quien tuvo, en Londres, a su único hijo, Gato Azul Abuelo. Con él, en los 80 y a la par del enorme éxito de Los Abuelos de la Nada parte II, grabó el tema Mariposas de Madera en el disco solista Buen día, día (1984). Gato Azul, hasta hoy, mantiene vivo el espíritu de Los Abuelos.

Lo cierto es que fue en Francia donde Miguel grabó su primer álbum, con la banda de rock duro llamada Miguel Abuelo et Nada. Integrada por músicos argentinos, chilenos y franceses, editó el LP en 1975. Aquí el disco fue publicado recién en 1999, y en la encuesta de la revista The Rolling Stones figura entre los 100 mejores de la historia.

Fragmento de Tirando piedras al río (Miguel Abuelo et Nada, Francia, 1975)

Pero mucha agua correría bajo el puente tras esa experiencia. En 1979, acusado de un robo que aparentemente no cometió, pero sin defensa pese a todo por estar indocumentado, cayó preso en Ibiza. Allí se hizo amigo del líder de un grupo de delincuentes tras hablarle maravillas de sus sandalias. Cuando el grupo se fue, el hombre se las dejó de regalo y Miguel, agradecido, le dedicó la canción La Fuga. Además, desde la terraza pudo ver un recital de los Rolling Stones.

Volvió al país a principios de 1981 con la ayuda de Cachorro López, para empezar la mejor época de su carrera musical y grabar una página de oro en la historia del rock argentino. Con Cachorro en bajo, Polo Corbella en batería, Daniel Melingo en saxo, Gustavo Bazterrica en guitarra y un jovencísimo Andrés Calamaro en teclados y voz, en 1982 salió a la venta el disco Los Abuelos de la Nada, con producción de Charly García. Desde su primer corte, No te enamores nunca de aquel marinero bengalí, marcó tendencia en la escena del rock nativo hasta la actualidad.

Autores de los temas Tristeza de la ciudad, considerado el primer reggae puro y duro del rock nacional, Mil horas, Lunes por la madrugada, No se desesperen, Así es el calor, Sintonía americana, Chalamán, Sin gamulán, Costumbres argentinas (tema inédito grabado en el disco en vivo de 1985), Vasos y besos, Himno de mi corazón, y un larguísimo etcétera, Los Abuelos de la Nada marcaron a fuego la música popular argentina. Ya separada la formación original, Miguel con otros músicos editó el elepé Cosas mías. Y el tema que dio título al álbum terminó siendo un clásico.

Costumbres argentinas (Vivo, 1985)

Lunes por la madrugada (Del álbum Himno de mi corazón, 1984)

Su forma de moverse en el escenario, de bailar, de cantar, de vestir, de componer; todo en Miguel Abuelo fue poesía, arte, un grito de libertad, que el 26 de marzo de 1988, con 42 años recién cumplidos, fue silenciado por el sida sin que los médicos le dijeran qué enfermedad tenía. Los especialistas se justificaron diciendo que no sabían cómo lidiar con un paciente de ese tipo, por lo cual prefirieron ocultárselo.

Un fundamentalista de la libertad”, dijo alguien. Sin dudas, la mejor definición.

Cosas mías (1986)

NdR.- Esta nota está dedicada a Alejandro “Table” Mesa, Amigo del Alma y amante incondicional de Los Abuelos de la Nada.

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