Apuntes sobre los orígenes del Rock Platense

El rock es un espejo de la realidad. “Al rock no le importa el futuro: el rock es hoy”, afirmó el periodista Pancho Muñoz. Así, desde finales de los ‘60, “cada hoy de La Plata tuvo un espejo en el cual reflejarse: el rock platense”. No resulta fácil unir todos esos momentos, pero creímos válido el intento como una forma de empezar a valorar historias que, quizás por estar tan cercanas, a veces pasan desapercibidas

Así como los historiadores del rock nacional coinciden en señalar a Los Gatos, Manal y Almendra como los tres grandes pioneros del género en Argentina, La Cofradía de la Flor Solar, Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota y Virus son los principales referentes del rock platense (crédito imagen: La Plata 1)

(*) “Hablar de rock nacional es un despropósito: el rock es uno solo en todo el mundo”. Si tomáramos como cierta esta opinión de Pancho Muñoz, ex conductor de El Agujero, emblemático programa de rock que se transmitía en la noche de Radio Provincia, carecería de sentido hablar de rock platense, pues en definitiva es una parte del rock nacional.

Pero el propio Muñoz fue quien dijo, al mismo tiempo, que “se podría hablar de un rock platense, como de un rock berissense, ensenadense o de Bragado, porque el rock es la música del barrio”. Convencidos de esto último, intentaremos seguir un hilo que, partiendo del rock local, vaya uniendo sus distintas etapas.

No es sencillo encontrar un origen cierto del rock platense. A primera vista, éste se confunde de manera inevitable con los orígenes del rock argentino todo. Pero así como los historiadores del rock nativo coinciden en señalar a Los Gatos, Manal y Almendra como los tres grandes pioneros del rock en Argentina, podríamos coincidir en señalar a La Cofradía de la Flor Solar, Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota y Virus como los principales referentes del rock en La Plata.

La Cofradía y el “ritmo beat”

Una crónica del 2 de diciembre de 1971, aparecida en La Gaceta de La Plata, daba cuenta de la realización de un festival al aire libre de “música progresiva, que no sólo contará con la participación de todos los conjuntos locales que practican ese género musical sino que (…) promete ser uno de los acontecimientos más importantes en materia de ritmo beat, que sobrevino en La Plata en los últimos años”.

La misma nota, que recogía la opinión de distintas bandas sobre el festival a realizarse en el Teatro Martín Fierro del Paseo del Bosque, aseguraba que “por un error de información, en ediciones anteriores se publicó que La Cofradía de la Flor Solar saldría de gira después del Martín Fierro on the Rock. Sin embargo, y para bien de los simpatizantes del movimiento beat local, el renombrado conjunto platense no tiene planeada la realización de ninguna gira”. La cita sirve como muestra de la trascendencia que tenía La Cofradía en aquellos primeros años. Incluso, un libro de autores uruguayos nombra a La Cofradía como uno de los grupos “más importantes” de la historia del rock en Argentina.

El origen de La Cofradía de la Flor Solar data de 1968, y su formación inicial la componían Kubero Díaz, Morci Requena, Zurdo Tzocneh, Néstor Paul. Más tarde, Manija Paz reemplazó a Tzocneh, y se agregaron Quique Gorgatti y Skay. Se reconocen de inmediato a músicos que luego revistarían en importantes grupos. Incluso aparece Skay, un posterior “redondito”.

Un libro de autores uruguayos nombra a La Cofradía como uno de los grupos “más importantes” de la historia del rock en Argentina

Despuntando la década del ‘70, existían otros varios grupos en La Plata que, si bien no alcanzaron notoriedad, en algunos casos constituyeron los primeros pasos de importantes rockeros. Por ejemplo, los llamados Dulcemembrillo contaban con Federico Moura (bajo) y Dabiel Sbarra (guitarra), posteriormente integrantes de Virus. La banda se completaba con Luis Canosa (voz) y Diego Rodríguez (batería).

Dos bandas contemporáneas a Dulcemembrillo fueron Diplodocum y Transición. La primera nació aproximadamente en 1967. Tuvo varios cambios en su formación. Supo contar con Lalo Garbarini (trompeta), Julio Napolitano (saxo tenor, saxo alto y flauta traversa), Isa Portugheis (batería y flauta), Topo D’Aloisio (guitarra y bajo), Willy Pedemonte (bajo).

Diplodocum entró a los ’70 con Skay Beilinson en bajo, Guillermo Beilinson en voz, Topo D’Aloisio en guitarra, Bernardo Rubaja en teclados e Isa Portugheis en batería. No pocos la consideran “el antecedente directo de Los Redonditos de Ricota (rock.com.ar).

Cultores del jazz rock, los Diplodocum opinaban así sobre el público platense de aquellos años: “Creemos que es como todos los públicos, hay gente que escucha y gente que no. En La Plata, últimamente se está escuchando bastante porque la gente ya conoce la música y las letras. Sabe qué es lo que queremos decir”. Sobre los grupos platenses, opinaban que “aquí hay conjuntos que suenan bien, La Cofradía de la Flor Solar es una de las mejores bandas argentinas”.

Rock platense

En los ’60 se juntó en La Plata “un grupito de delirantes sin demasiadas expectativas más allá del mero hecho de estar unos al lado de los otros (…) En realidad, lo que estábamos haciendo era armar una familia. La música expresaba la alegría de habernos encontrado» (La Negra Poly, «manager» de Los Redondos)

Una historia redonda

Otro de los “ejes” de la historia del rock platense lo constituye Los Redonditos de Ricota. El manto de misterio que siempre cubrió a esta banda no permite fijar una fecha precisa de sus orígenes. La revista Rock en Blanco y Negro de febrero de 1991 aseguraba que “la aventura redonda lleva algo más de 12 años”. Este dato viene a coincidir, de alguna forma, con el aportado por el ya citado libro uruguayo, que refiere el origen de Los Redonditos al año 1977. Sin embargo, cuando el ex bajista de Sarcasmo, Ugo Adam, habló de los comienzos de su banda en 1978, dijo que “Los Redondos venían de antes, principios de la década”.

En realidad, lo que sucede es que antes de ser un grupo musical en el sentido más convencional del término, Los Redonditos eran una experiencia comunitaria-musical. Así, fue a comienzos de los mismísimos años ’60 cuando se juntó en La Plata “un grupito de delirantes (…) sin demasiadas expectativas más allá del mero hecho de estar unos al lado de los otros (…) Eran épocas de las primeras comunidades y estaba naciendo el hippismo en todo el mundo como una forma de escaparle a la venenosa rutina mundial”.

“Y al principio era la Negra (Poly), Rocambole (quien más tarde se haría cargo del arte de tapa de los discos de la banda), el baterista Isa Portugheis (luego de La Pesada del Rock), el Indio (Solari) y Guillermo (Beilinson), el hermano de Skay”.

Rock platense

Antes de ser un grupo musical en el sentido más convencional del término, Los Redonditos fueron una experiencia comunitaria-musical

“Había mucho amor en toda esa manga de delirantes -diría Poly muchos años después, rememorando el génesis de Los Redondos-. Y en realidad, lo que estábamos haciendo era armar una familia. La música expresaba la alegría de habernos encontrado”.

El testimonio de Poly refleja el espíritu de Los Redondos, que en cierta forma se mantuvo a través del tiempo: ser “underground” como estilo de vida. Esta manga de delirantes era el emergente de toda una movida que se daba en esos años. Hacia finales de aquellos tempestuosos ’60, y una vez más nos remitimos a la revista Rock en Blanco y Negro, “La Plata era como un lugar marchoso. De hecho, surgieron de allí grupos como La Cofradía de la Flor Solar, una de las primeras experiencias comunitario-musicales del país, y años después especímenes tan disímiles como los Virus (…) La Plata se convertía en centro de atracción para músicos, periodistas y público de Buenos Aires; gente toda que notaba una movida extraña y particular en esta ciudad”.

Los años pesados

A mediados de los ‘70 Los Redondos se desparramaron. Se acercaba la “Argentina trágica” y, así, “en 1975 la Negra y Skay (Beilinson) se mandan al Chaco. El Indio se guardó en Valeria del Mar. Y algunos se fueron a otro país, como Guillermo Beilinson”.

Ugo Adam, desde la perspectiva de otra generación, también dio cuenta de aquellos años. “Yo formé mi primer grupo de rock en 1976. Éramos chicos de un colegio que tocábamos en las fiestas de los colegios y en los malones. Acá, en La Plata, no nos dejaban salir de noche. Era una época en la que chupaban mucha gente, y nosotros no éramos muy conscientes de lo que pasaba. En nuestras familias, si decías que tenías un conjunto de rock eras un comunista. Nosotros decíamos: ‘Sí’. ¿Y?’ No sabíamos lo que nos decían”.

Se ama o no se ama (La Cofradía de la Flor Solar, 1971)

En 1977 Los Redonditos vuelven a juntarse en La Plata. Aparecen nombres nuevos, como los de Gabriel Jolivet o León, y las chicas que formaban el llamado Ballet Ricotero. Con la llegada de los ‘80 vendría el primer disco: ¡Gulp! La producción discográfica de Los Redondos se canalizó por el lado independiente. Tras la edición de ¡Gulp! sobrevino el éxito y Los Redondos como fenómeno masivo. Sin embargo, la banda siempre le supo escapar a los chupasangre del negocio discográfico. “Seguimos evitando las tentadoras ofertas del mercado para vender nuestro material. Una extensa promoción radial, con seguridad cortaría este viaje que ya tiene más de doce años. Y yo no quiero que mi vida termine en un año; que nos gasten. No estoy en esto por la guita, sino para sentirme vivo”, aseguraba el Indio Solari a mediados de 1991. “Para Los Redonditos, cada show es el primero y el último. De eso se trata todo”.

Los ‘80: difíciles pero productivos

El camino del rock nunca fue fácil y, desde ya, tampoco en La Plata. Si bien en los años ‘80, a partir de Malvinas sobrevino una ola “nacionalista” que favoreció a los grupos de rock, pronto esa ola rompió en la playa de los viejos prejuicios.

Marcelo Pontano (grupo Transparente) contaba una anécdota ocurrida en 1982 bien gráfica al respecto: “Con el asunto de Malvinas me llamaron para tocar gratis a beneficio del Fondo Patriótico (…) Apareció un tipo y nos preguntó: ¿Ustedes son un conjunto de rock? ¿Cantan en inglés? No, le respondimos. Ah bueno, entonces vengan (…) Al rato apareció otro preguntando qué rock hacíamos. ‘Rock pesado’, le contestamos (…) Bueno, no, los rockeros tienen mala fama, mejor se van”.

No obstante, a pesar de la dura realidad que describe la anécdota, la década del ‘80 fue, sin lugar a duda alguna, la época en que el rock vernáculo comenzó a transformarse en un fenómeno masivo.

“Habían empezado a salir muchos grupos”, recordó Ugo Adam, “como Los Baraja, que hacían punk, o como Duro, del que saldrían algunos de los Virus; también Farenheit. Cada vez había más bandas”.

La bestia pop (Los Redonditos de Ricota, 1985)

Mentiras piadosas

Para esa época empezaron a afirmarse dos de los pioneros del heavy en La Plata: Sarcasmo y Murdock. Sarcasmo estaba formado por Alejandro Saltalamacchia (guitarra y voz), Ugo Adam (bajo) y Marcelo Silvert (batería). “Estos grupos movilizaban, llenaban los lugares donde tocaban. Fueron referentes del rock pesado en La Plata”.

En esta década empezaron a aparecer más lugares donde tocar, pero para poder hacerlo “había que mentir un poco. Nosotros íbamos y les hacíamos escuchar una canción suave”, contó el ex bajista de Sarcasmo. “Sí, linda música -decían-. Entonces, cuando entrábamos hacíamos rock”.

Un problema que persiguió siempre a los grupos de rock sin distinguir épocas a lo largo de su historia fue el del dinero. “Si hoy se juntan cuatro pibes y deciden hacer música en serio no pueden. Es mucho el dinero que hay que desembolsar”. Efectivamente, esta frase que se podría atribuir a cualquier etapa del rock local, pertenece a Daniel Dontín (grupo Transparente, año 1982).

Con todo, el rock platense siguió creciendo. Y a mediados de los ’80, los fines de semana se podía ir a ver a grupos como Diet-Sopa, Sarcasmo, Arcabuz, Carey, Desgaste, Fases, Fénix y TNT, los ya nombrados Murdock, Vulcano, Monjes de Midgard y Madu Tex. También Los Clec (que en 1986 fueron seleccionados para el Subterock que se realizó en Paladium, en Capital Federal), Boxses, Melange, Boycott, Soquier y Electrificación.

Rock platense

Virus se constituyó a partir de la fusión de dos conjuntos: Las Violetas (punk) y Marabunta (rock latino)

En agosto de 1986, y cuando el rock local estaba en plena expansión, un grupo de músicos platenses aseguraban que “el rock que actualmente tiene cabida es el que interpretan Charly García o Fito Páez, saliendo de esas estructuras aparecen los prejuicios”.

Lo cierto es que en los pioneros años ’60 nadie se hubiera imaginado a los grupos nuevos protestando por la falta de espacio a causa de los propios rockeros ya consagrados. Este dato, más allá de lo que haya de cierto en aquella expresión, muestra la dimensión que había alcanzado el movimiento de rock a esa altura de su desarrollo. Finalizando la década de los ‘80, el rock -como correlato de la situación social- sufrió la cachetada de la crisis económica.

Sin embargo, batalladores por esencia, los rockeros siguieron luchando y creciendo. Una nota aparecida en mayo de 1992 en un matutino platense afirmaba que “el fenómeno crece y nadie puede adelantar cuándo se detendrá. Cada día hay más bandas de rock en La Plata”.

Virus, una historia aparte al ritmo del Wadu Wadu

Dentro de unos años, cuando se haga una reseña de la historia del rock nacional, seguramente se deberá hacerla hablando de un antes y un después de Virus, porque, sin dudas, Virus significó el mayor quiebre en la historia del rock argentino. Si bien la banda vio la luz a casi 15 años del nacimiento del rock nativo, al principio fue atacada tan duramente como lo fueron los primeros rockeros del país. Hasta el Flaco Spinetta llegó a admitir que él fue un detractor de Virus en los comienzos del grupo.

Esa historia también tendrá que decir que el grupo de los hermanos Moura nació en La Plata. Indudablemente, Virus fue la agrupación platense que más trascendió, puesto que no sólo traspuso las fronteras de la ciudad sino del país. Pero como el éxito masivo del grupo es historia conocida, nos remitiremos a su origen que se sitúa, específicamente, en la localidad platense de City Bell.

Wadu Wadu (Virus, 1981)

Ya vimos que Daniel Sbarra y Federico Moura, cuando despuntaba la década de los ’70, formaban parte de Dulcemembrillo. También, según palabras de Ugo Adam, que otros integrantes de Virus habían dado sus primeros pasos en el grupo Duro.

Concretamente, tras varios cambios, la banda se constituyó a partir de la fusión de dos conjuntos. “Uno estaba integrado por Federico Moura, Mario Serra y Ricardo Serra, se llamaba Las Violetas y tenían una onda punk. Otro se denominaba Marabunta, hacía un rock latino y lo integraban Julio Moura, Enrique Mugetti y Marcelo Moura. Ambos grupos se unen hacia finales de los ’70. “La mayoría del público rockero rechazaba esta nueva onda”, aseguraba la revista Rock en Blanco y Negro en mayo de 1981.

A pesar de tanto viento en contra, en diciembre de 1981 Virus presentó en el Teatro Astral su disco debut Wadu Wadu.

La resistencia inicial a la banda quizás era de esperar, ya que todo lo nuevo y distinto siempre genera resistencia. Pero Wadu Wadu fue sólo el comienzo de una historia que, a mediados de los ’80, terminó consagrando a Virus como unos de los grupos más importantes del rock en Argentina.

Cuando Federico Moura muere víctima del Sida, el día antes de que se cumpliera el primer aniversario del fallecimiento de Luca Prodan, se comienza a gestar el fin de Virus. Pero conviene recordar una frase del propio Moura, que no reflejaba el espíritu que tuvo Virus en sus comienzos, sino que era el que fielmente animó y anima al rock todo: “El rock siempre ha sido una actitud de vivir el presente, y no en el todo tiempo pasado fue mejor”.

Rock platense

La Cofradía de la Flor Solar fue una de las primeras experiencias comunitario-musicales del país

(*) Esta nota fue publicada originalmente en octubre de 1992 en el periódico La Justa, de la entonces Escuela Superior de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP

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