¿Quién fue Jean-Luc Godard?

Jean Luc Godard a 7/7 en 1983 PARIS . 1983 (Sipa via AP Images)

A la hora de entender un arte tan complejo como es el cine uno se encuentra con muchos cineastas que hay dado su aporte, ya sea grande o pequeño. Ahora bien, existen artistas que sientan un precedente, un antes y un después que reconocen tanto sus fanáticos como sus más acérrimos detractores. En este último grupo aparece Jean-Luc Godard, uno de los padres de la nouvelle vague (nueva ola) de Francia que revolucionó al séptimo arte en los 60.

Fue en Francia de 1951 cuando una revista fundada por André Bazin llamada Cahiers du Cinéma (cuadernos de cine) comenzó a cuestionar el cine y sus convencionalismos. Aquella expresión del séptimo arte, que hoy se nombra como “clásico”, ya para la década de los cincuenta era vista como anticuada y repetitiva, ya que se veía a las producciones tanto de Hollywood como de la propia Francia vacías de contenido.

Pensar el cine de Godard es trasladarse a una época donde la juventud irrumpió en la historia como un sujeto social. El aumento de la expectativa de vida producto del estado de bienestar tras la segunda guerra mundial generó unos jóvenes dispuestos a cuestionarlo todo e intentar transformarlo todo. En este contexto hubo avances tecnológicos que permitieron comenzar a democratizar al séptimo arte.

Del mismo modo, los grandes directores de las décadas pasadas, quienes fueron los diseñadores del cine en sus inicios eran hombres que se habían hecho camino en la práctica. Godard y los fundadores de la nouvelle vague eran jóvenes que se habían formado en las universidades y que podían darle al género una impronta más teórica y experimental, donde el eje siempre ha de estar en la libertad creativa y en la ruptura de paradigmas.

A sus 29 años, y tras ejercer como crítico Godard se lanzó a filmar su primera obra, y un parteaguas en la historia Sin Aliento (1960). Me atrevo a decir que lo genial de la cinta no está solo en lo experimental que es, sino en que por momentos parece un juego donde el director está cambiando el orden de las cosas a ver que resulta. Si bien la trama comienza como una historia de la mafia va cambiando el tono y la narrativa hacía el romance. Esto en manos de cualquier otro habría sido algo caótico, pero aquí es distinto ya que aquel hombre conocía todas las reglas del cine y desde allí las cambió.

Jean-Luc Godard

Las invenciones de las cámaras portátiles permitieron filmar planos en movimiento y en plena intemperie, lo cual hacía funcionar la estética de film urbano de los suburbios de París. Por otro lado, la película era muy autoconsciente, en todo momento le dice al espectador que esto es ficción y que la experiencia cinematográfica no pasa únicamente por la historia sino por cada detalle que aparece en pantalla, la estructura de los planos, el sonido, la iluminación, las actuaciones etc.

Posiblemente, no haya habido otro aspecto más innovador en la obra del director como lo es el montaje. Los cortes ya no tenían la obligación de mostrar nueva información con cada nuevo plano, sino que Godard encontraba la belleza de repetir en plano con el corte, de recrear la escena de distintas maneras. Es que un sello distintivo de su obra marcaba que lo central siempre está en el mensaje y que las formas para comunicarlo podían tener todas las variantes posibles. De allí su frase “las historias tienen introducción, nudo y desenlace, aunque no necesariamente en ese orden”.

Cine de vanguardia

Sin este estilo de dirección las películas que vinieron después simplemente no habría sido lo que fueron. Imposible pensar cintas como Pulp Fiction, Amélie (2001) o el cine de directores como Scorsese o Wes Anderson sin la influencia de la nouvelle vague. Incluso una de las cintas argentinas más aclamadas de la historia El lado oscuro del corazón (1992) de Eliseo Subiela, por momentos parece un ejercicio estilístico similar al de Godard, desde donde el director se para para crear su propia obra.

Al llegar su muerte muchos hablaron de Jean-Luc Godard como el padre del cine moderno, tal vez esa afirmación sea demasiado grande, pero es indudable que su carácter de vanguardista sigue influyendo hasta hoy. En una época donde todo estaba en cuestionamiento el gran director creo un cine que parecía cuestionarlo todo, que era rupturista en lo artístico y en lo político al mismo tiempo. Un símbolo para todos los que escribimos sobre el séptimo arte y para quienes lo realizan, y un paradigma de que solo se llega a lugares revolucionarios a través de caminos nuevos y no alimentando las mismas mentiras de siempre.

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