Whitney Houston: la trágica vida de la mejor voz femenina

Llegó al mundo el 9 de agosto de 1963. Abusada de niña y adicta desde la adolescencia, falleció a los 48 años producto de una vida de excesos. Hacía más de 30 que venía pidiendo auxilio a gritos. Pero nadie la escuchó. Ni su madre, ni su manager, ni su esposo... Nadie. Era un negocio multimillonario del que todos vivían demasiado bien. Dejó su voz incomparable en decenas de canciones. Para siempre

Whitney Houston, la voz sobrenatural (crédito imagen: ABC)

“La voz de Whitney Houston llegó a lugares que la inmensa mayoría de las cantantes apenas podemos soñar con alcanzar” (Christina Aguilera)

El 14 de febrero de 1985 salió a la venta un álbum con una portada no muy elaborada: sobre un fondo naranja en degradé de arriba abajo, destacaba la foto de una joven afroamericana, muy seria y bellísima, sobre la cual podía leerse Whitney Houston. Prácticamente nadie la conocía.

Esa chica, de 22 años, era dueña de la que con el tiempo sería considerada la mejor voz femenina de la historia (hasta hoy inclusive). Pero esa chica de 22 años, que miraba fijamente a quien pasara por las bateas de cualquier disquería, ya escondía una historia horrorosa que jamás pudo superar. Abusada desde pequeña por su tía; profundamente decepcionada por su madre, a quien encontró en la cama con el pastor de la iglesia -donde ella destacaba en el coro-, y adicta a las drogas desde los 13, 14 años.

El tiempo nada curó. Todo empeoró. Whitney Houston fue repudiada por un vasto sector de la comunidad afroamericana por su estilo neutro -moldeado por su manager con fines comerciales-con el tremendo apodo de “Whitey” (blanquita). Y vaya que acusó recibo de ello.

Fue manipulada por la madre, quien proyectó en ella su propia frustración como cantante; tuvo que esconder bajo siete llaves por “el qué dirán” su más auténtica relación, la que tenía con su mejor amiga y asistente personal; fue usada y maltratada por su marido; y su hija cayó en las drogas siendo una preadolescente. Sí. Un infierno.

Whitney Houston brilló. Y lo hizo como pocos. Por ello, aunque implique caer en un lugar común, a pocas y pocos les cabe mejor la popular frase “no todo lo que brilla…” Fue apodada por los más influyentes y prestigiosos medios de los Estados Unidos y de Europa como “La Voz”, a raíz de su talento vocal fuera de lo común.

“La voz de Whitney Houston llegó a lugares que la inmensa mayoría de las cantantes apenas podemos soñar con alcanzar” (Christina Aguilera)

Una infancia feliz, hasta que…

Nacida el 9 de agosto de 1963 del matrimonio entre Jony Russell Houston y la cantante de soul Cissy Houston, Whitney ingresó de niña al coro de góspel de la Iglesia Nueva Esperanza Bautista de su ciudad natal, Newark, en el estado de Nueva Jersey.

Creció en el seno de una familia de estrellas: Aretha Franklin era su madrina y las hermanas Dionne y Dee Dee Warwick, sus primas. Pero esta última “la estrelló” de pequeña, cuando empezó a abusar de Whitney. Eso no sólo le generó un trauma que arrastraría el resto de su vida, sino también un escollo insalvable para decidir libremente su orientación sexual, que derivó, como dijimos, en el secretismo y la culpa con que vivenció su relación quizás más genuina, la que mantuvo con su amiga y asistente Robyn Crawford, la cual llegó a ser separada de ella por su marido y su madre.

En esa familia la droga estaba siempre presente. Y Whitney y su hermano Michael comenzaron a tomar cocaína como agua cuando la futura megaestrella apenas tenía 14 años.

Alguna que otra vez cantó con su madre. También lo hizo acompañando a distintos artistas, siempre dentro de los estilos que caracterizaban a la comunidad afroamericana, como el góspel, el soul y el rhythm and blues (R&B). Hasta que en 1982, con sólo 18 años, realizó su primera grabación como la voz del grupo de funk-jazz Material. En la canción Memories (Recuerdos), sobre todo en la segunda parte del tema, ya se adivinaba su enorme potencial.

Memories (1º grabación de W. Houston, como cantante del grupo Material – 1982)

Al año siguiente, mientras cantaba con su madre en un local de Nueva York, la descubrió un peso pesado de la industria musical. A la luz de lo que vivió con el tiempo, nunca se sabrá si fue para bien o para mal. Se trataba de Clive Jay Davis, a la postre integrante del Salón de la Fama del Rock, quien primero destacó en la compañía CBS logrando llevar a sus estudios a popes como Carlos Santana, Janis Joplin, Billy Joel, Bruce Springsteen y otros. Y luego fundó su propia discográfica, Arista Récord, donde Whitney grabó su primer disco.

Portada del disco debut, en 1985. Tuvo tres temas en el puesto uno en EEUU y vendió 25 millones de copias a nivel mundial

¿Fue un éxito? Tremendo. Tres canciones llegaron al puesto Nº 1 de las listas de ventas de los Estados Unidos, mientras que el álbum vendió un cuarto de millón de copias en el mundo, convirtiéndose en el LP más vendido de la historia por una solista. A la cima del ranking treparon Greatest love of all (El amor más grande), Saving all my love for you (Guardando todo mi amor para ti) y How will I know (Cómo lo sabré).

Greatest love of all (Whitney Houston – álbum homónimo – 1985)

How will I know (Whitney Houston – álbum homónimo – 1985)

Entonces, ¿cuál era el problema? Para Clive Davis ninguno. Y para Cissy Houston, menos aún. Pero la comunidad afroamericana vio en ella, desde el inicio, un producto armado de pies a cabeza para blancos. Su estilo, desde lo estrictamente musical hasta la cuidada forma de vestir y las declaraciones asépticas, logró que la consideraran una artista que renegaba de su raza. Whitney sufrió y mucho por esa situación y lo planteó, pero ni Davis ni su propia madre iban a permitir que abandonase la fórmula que, en apenas un par de años, la llevó a la cima de la música mundial.

Y el éxito estalló por los aires

El 2 de junio de 1987 salió a la venta el segundo disco, titulado simplemente Whitney. En apenas un par de horas ya era el álbum más vendido en EEUU, un hecho sin precedentes en la industria musical.

Whitney, desde la portada del segundo LP y a diferencia del primero, regalaba su enorme e irresistible sonrisa. Ello, sumado al video súper comercial del primer corte del disco, I wanna dance with somebody who loves me (Quiero bailar con alguien que me ame), la catapultó como estrella planetaria. Ese sencillo estuvo primero en 15 países al mismo tiempo (Reino Unido, Noruega, Japón, Suecia, Australia, España, EEUU, Alemania, Canadá, Italia, Suiza y otros).

A poco de sacar su segundo disco, con sólo 23 años Whitney acumulaba una fortuna de alrededor de 45 millones de dólares y era una de las 5 artistas mejor pagadas de Estados Unidos.

Portada del segundo disco (1987). Tuvo cuatro temas en el número uno del ranking de EEUU, sumando siete en total y superando el récord de The Beatles

Su manager y su madre la tenían entre algodones. Apenas daba entrevistas. Y si lo hacía, estaban previamente arregladas. Ese negocio multimillonario nacido en Newark con un talento natural incomparable tenía que seguir generando millones y millones.

Ahora bien, detrás de ese cuento de hadas que consumía el gran público, se escondía una joven profundamente atribulada. Detrás de la mejor voz, había un infierno. Los fantasmas que Whitney traía consigo de pequeña la perseguían constantemente. El consumo de drogas aumentaba. El ultrasecretismo en que debía mantener el amor por su amiga la atormentaba. La insoportable presión del entorno familiar y de su manager para ser todo el tiempo la chica perfecta era como una guillotina que se balanceaba permanentemente sobre su cuello. Como bien dijo la periodista Mercedes Funes, “sólo era cuestión de tiempo para que perdiera el control”.

Tuvo que esconder bajo siete llaves por “el qué dirán” su más auténtica relación sentimental, la que tuvo con su amiga y asistente Robyn Crawford

Superar a The Beatles

Pero lo más increíble del caso era que, en el mientras tanto, Whitney Houston seguía acumulando éxito tras éxito y récord tras récord. Al Nº 1 de I wanna dance with somebody… les siguieron en la cima de las listas de ventas de EEUU las canciones So emotional (Tan emotivo), Didn’t we almost have it all (¿No lo teníamos casi todo?) y Where do broken hearts go (Dónde van los corazones rotos).

Where do broken hearts go (Whitney Houston – álbum Whitney – 1987)

I wanna dance with somebody (Whitney Houston – álbum Whitney – 1987)

Así las cosas, Houston logró siete número uno consecutivos, batiendo el récord de seis que ostentaban The Beatles y The Bee Gees.

Pero la crítica fue dura con ella. Los principales periódicos y revistas especializadas ya empezaron a hablar de “una fórmula exitosa” que se repetía en casi todas las canciones, al tiempo que apuntaban duro contra su “poca naturalidad”, tanto a la hora de moverse sobre el escenario como de hablar en público.

One moment in time (Whitney Houston – disco sencillo – 1988)

Éramos pocos y llegó Bobby Brown

¿Whitney Houston le quería gritar al mundo y al entorno que le había fabricado una cajita de cristal que era imperfecta? Seguramente. No pocos opinan que eso, y no el amor, la llevó a casarse en 1992 con el rapero Bobby Brown, quien tenía una historia lindante con el delito y una pública adicción por las drogas. Se conocieron en 1989, cuando Whitney ya era una megaestrella multimillonaria.

Él la maltrató. Ella llegó a mostrar públicamente algún golpe y alguna herida. Todo empezaba a caerse a pedazos. Sin embargo tuvieron una hija, a quien bautizaron Bobbi Kristina Brown.

El año de la boda, 1992, llegó el mayor éxito en la carrera de la cantante: protagonizó la película El Guardaespaldas junto con Kevin Costner, que incluyó en la banda sonora el tema I will always love you (Siempre te querré), que la cantautora estadounidense Dolly Parton había compuesto y grabado en 1974.

Con su marido Bobby Brown. Sufrió violencia de género y, además, sus celos la separaron de su gran amor: su mejor amiga. Como si fuese poco, sus adicciones la perdieron para siempre (crédito imagen: Vanity Fair)

Una vez más, el enorme talento de Houston sobrevoló su tremenda vida personal: la canción fue la más vendida de la historia por una mujer, una de las más vendidas de la historia en general, y se mantuvo durante casi 4 meses consecutivos en el puesto Nº 1 de ventas en EEUU.

A mediados de los ’90 ya no pudo ocultar sus adicciones, que empezaron a interferir en su carrera. Además, un gran sector del público comenzó a prestar más atención a su caótica vida personal que a su música. Durante la filmación del filme Esperando un respiro sufrió una sobredosis.

Pese al infierno que vivía, no se separó de su marido legalmente hasta 2006. Hasta tanto, comenzó a llevarse a su hija con ella cuando salía de gira con el fin de cuidarla, sin caer en la cuenta de que Bobbi Kristina estaba creciendo en un mundo de adultos drogados y alcoholizados.

La niña comenzó a drogarse a temprana edad. A los 15 años fue internada en un centro neuropsiquiátrico luego de agredir a su madre y de un intento de suicidio.

Comenzó a llevarse a su hija con ella cuando salía de gira con el fin de cuidarla, sin caer en la cuenta de que Bobbi Kristina estaba creciendo en un mundo de adultos drogados y alcoholizados. La joven murió por sobredosis a los 22 años, después de permanecer seis meses en coma inducido (crédito imagen: BBC)

El triste final de la mejor voz de la historia

En un último intento por salvarse y salvar a su hija, se mudó con ella a California y regresó por enésima vez a rehabilitación. Pero su voz ya había perdido la magia.

El 9 de febrero de 2012, casi exactamente 27 años después de su primer disco, ensayó para participar de la fiesta previa de los Premios Grammy, esos que ganó más de una vez, entre tantos otros galardones. El 11 de febrero fue encontrada muerta en la bañera de su cuarto de hotel en Beverly Hills. El análisis del cuerpo arrojó como resultado que tenía grandes cantidades de cocaína, alcohol y otras drogas.

Tres años más tarde, su hija fue hallada en igual estado: inconsciente en una bañera. Estuvo cinco meses en coma inducido. Murió el 26 de julio de 2015.

Whitney Houston falleció a los 48 años. Pero hacía más de 30 que venía pidiendo auxilio a gritos. Nadie la escuchó. Ni su madre, ni su manager, ni su esposo… Nadie. Era un negocio multimillonario del que todos vivían demasiado bien. Dejó su voz incomparable en decenas de canciones. Para siempre.

I will always love you (Whitney Houston – El Guardaespaldas – 1992)

Detrás de ese cuento de hadas que consumía el gran público, se escondía una joven profundamente atribulada. Detrás de la mejor voz, había un infierno
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