Sobró progresismo, faltó peronismo

Está en cuestión la razón de ser del peronismo tras la fallida experiencia 2019-2023. ¿Puede revertirse la historia? Si el peronismo vuelve a ser peronista, sí. De lo contrario, si se continúa apostando a la “agenda progre” con acento porteño, el pueblo quedará a la buena de Dios. Con todo lo que ello implica. Y lo estamos viviendo

Ciudad Infantil (1947-1955). Crédito imagen: Pinterest

De la Redacción de 90 Líneas.-

En la década de 1940, los pobres de la Argentina no se convirtieron en fervientes peronistas por la sonrisa de Perón y la belleza de Evita, sino porque el peronismo los sacó de la pobreza a través del trabajo y de un salario digno. En 2007 y 2011, los habitantes de las barriadas humildes no fueron masivamente a votar por Cristina Fernández por su carisma, sino porque el kirchnerismo, como corriente interna del peronismo, replicó en gran parte aquel modelo: trabajo, buenas condiciones laborales y sueldos que hasta les permitían ir unos días a Mar del Plata en enero.

Ahora bien, si yo vivo en la periferia con todas las carencias que ello implica, y vos no creaste oportunidades de trabajo y, por lógica, me veo privado del orgullo de un salario que me posibilite llevar buena comida a mi casa todos los días, que mis hijos no tengan que ir a un comedor, que vistan bien y vayan a la escuela, ¿por qué motivo tengo que ser peronista?

Cuando en una entrevista le preguntaron a Perón sobre el comunismo, respondió al periodista: “Usted dele a un obrero una casa, un auto, que pueda mandar a los chicos al colegio, que pueda irse de vacaciones, que pueda disfrutar de los fines de semana, de un asado… ¿Para qué quiere ese obrero hacerse comunista?”

Pues bien, Perón partía de un piso alto: el obrero. Y por la descripción, un obrero calificado. Aquí, hoy, en el país del 50% de pobreza, faltó recrear al obrero calificado como sujeto social del movimiento nacional..

Sí, claro, el desastre que dejó la derecha gobernante entre 2015 y 2019 y la pandemia y la sequía. Pero en este artículo queremos analizar al menos el rumbo del gobierno 2019-2023, a sabiendas de que los resultados no iban a llegar en un 100% ni mucho menos por la furibunda herencia macrista -esa sí que fue tremenda- y la pandemia mundial. Apuntamos a llegar al hueso, o lo más cerca posible, para responder a la pregunta de la bajada de esta nota: ¿El Frente de Todos fue peronista o progresista? Porque, definitivamente, no es lo mismo. Y en la respuesta a esa pregunta creemos que está la clave de la necesaria reconstrucción que debe darse el peronismo a partir de este presente inédito, que multiplicará los males sociales como pocas veces se vio.

Lo que nunca jamás se puede admitir, bajo ninguna circunstancia, es que la “agenda progre” prevalezca por sobre la que contiene la razón de ser del peronismo, su esencia: sacar a los pobres de la pobreza a través del trabajo y en el marco de un proyecto de industrialización del país

Veamos lo que dijo Juan Grabois, un militante social que trabaja todos los días en las zonas más pobres del Conurbano bonaerense, ya en 2021. “Fue una derrota tremenda y se abre una oportunidad de cambiar (…) El Gobierno nacional tiene una política redistributiva que no es peronista, las desigualdades han aumentado lejos de achicarse (…) Votó mucha menos gente en los barrios”, subrayó en declaraciones radiales.

Ahora hurguemos en las causas. El mismo Grabois, cuando a principios de mayo de aquel 2021 el Gobierno convocó con bombos y platillos a una conferencia de prensa para hacer un anuncio que resultó ser un incremento en la Tarjeta Alimentar, se indignó: “Nadie tiene la receta para resolver las injusticias sociales que padece la Argentina, pero hay algo seguro: masificar el asistencialismo no es el camino. La Tarjeta Alimentar es una política focalizada de cuño neoliberal, porque no crea puestos de trabajo, no consagra derechos permanentes, no genera bienes sociales durables, no promueve el desarrollo humano integral”, enumeró, tras confiar que tanto él como otros dirigentes sociales esperaban que dicho anuncio fuese un gran plan de obras públicas.

Quienes no vivieron en los 40 y 50 y quienes en 2003 eran niños no conocen lo que es tener oportunidades para vivir bien en vez de andar sobreviviendo sin horizontes. ¿Por qué, entonces, votarían con alegría a la expresión electoral del peronismo como lo hicieron los más humildes en 1946 y en 1952, en 2007 y en 2011?

En una entrevista, Mayra Arena fue al hueso. “Creo que hay muchísimas cosas que fueron mundiales, creo que hay un montón de aspectos que tuvieron que ver con la pandemia, (por ejemplo) por primera vez ha aumentado la pobreza más básica, que no venía aumentando desde hace 20 años. Pero también creo que hay muchísimas cosas que en la Argentina se pudieron hacer mucho mejor: pensar cómo repartir el espacio, cómo acceder a la tierra. El país está vacío y tenés cada vez más inquilinos y más gente viviendo en la calle (…) Y una sociedad de inquilinos es una sociedad con cada vez más clase baja, una sociedad cada vez más lejos de la casa propia. Y recordemos que tradicionalmente, para ser clase media no sólo había que tener casa propia, sino también ahorros, irse de vacaciones”.

“Estamos cada vez más lejos de tener una clase media fuerte, sólida, con capacidad para ahorrar, gastar -prosiguió-. Y la clase media se empobrece también, lo cual incrementa la violencia cultural. Entonces, ya que no tiene un peso, le quedan sus valores culturales y aumenta su necesidad de marcar que el pobre es el otro, que ‘yo no soy eso’”.

“MUCHO CUIDADO CON LOS PROGRESISTAS PROPIOS”

La «agenda progre» con acento porteño le provocó una herida al peronismo.

Mayra Arena sentenció: “La derechización de la sociedad es peligrosa. Y hay que tener mucho cuidado con los progresistas propios, porque el progresismo también es individualista. El progresismo también tiene muchas de esas cosas de ‘uno mismo’, de las ‘prioridades’, de ponerse uno primero”.

«Me temo que mientras nosotros, los progresistas de clase media, finalmente nos acercamos al peronismo, los que se van yendo son los trabajadores» (Roberto «Tito» Cossa)

El gobierno “albertista” ha llevado adelante una importante agenda progresista. Ha consagrado derechos que estaban en los primeros renglones del listado del progresismo. No los vamos a cuestionar. Evita decía que “donde hay una necesidad, hay un derecho”.

Lo que nunca jamás se puede admitir, bajo ninguna circunstancia, es que esa agenda prevalezca por sobre la que contiene la razón de ser del peronismo, su esencia: sacar a los pobres de la pobreza a través del trabajo, buenas condiciones laborales y un salario digno, en el marco de un proyecto de industrialización del país.

EL (MALDITO) EQUILIBRIO FISCAL

“En un contexto marcado por los fuertes ingresos extraordinarios provenientes de las retenciones y con un gasto domado a base de retrasar jubilaciones, planes sociales y salarios públicos, el resultado primario de los primeros cuatro meses, con un desequilibrio de apenas 0,2% del PBI y el más bajo en los últimos 6 años, podría poner verde de envidia al más ortodoxo de los ex funcionarios (de Cambiemos) que alguna vez tuvieron la misión de acabar con el rojo fiscal” (Infobae, 11 de junio de 2021).

La periodista se refería a que el gobierno de Alberto y Guzmán había logrado equilibrio fiscal en el primer cuatrimestre de ese año -resultado que se extendió a todo el semestre-. La Meca del neoliberalismo. Al punto que hasta Domingo Cavallo avaló esa gestión, al igual que el resto de los voceros del poder económico.

Pero en las barriadas de las periferias del país, donde reinaba “una sensación de derrota brutal, mucha desolación, muy poca esperanza”, nadie festejó. Porque todos seguían sin conseguir un trabajo de esos que te cambian la vida en serio. (Vale recordar que, por si fuese poco, para alcanzar ese “maldito” equilibrio fiscal se eliminó, en plena segunda ola de la pandemia, el Ingreso Familiar Extraordinario (IFE) que durante la primera ola le paró la olla a millones de desocupados. Eso no fue peronismo).

TANTO POR HACER, Y SE HIZO TAN POCO

¿Y el gran plan de obras públicas? ¿Por qué no un “plan veredas y calles” para arreglar el desastroso paisaje de los distritos del Gran Buenos Buenos, o un proyecto para urbanizar las más de 4 mil villas miseria que hay en Argentina? ¿Alguien tiene en mente un proyecto de país que le devuelva la esperanza a los jóvenes y no tan jóvenes de poder comprarse una casa, un auto?

¿Y el plan de industrialización de Ushuaia a La Quiaca? ¿Cuánta infraestructura le falta al país? ¿Cuándo las personas preferirán ir al sector privado en lugar de convertirse en el enésimo empleado público que entra a la administración para “hacer el trabajo” que ya hacen veinte? ¿Cuándo el uso intensivo del conocimiento de las universidades en conjunto con la voluntad del empresariado pyme (micro de línea eléctrico hecho entre la empresa de transporte Nueve de Julio de La Plata y la UNLP, por poner un solo ejemplo) ¿Cuándo una instancia nacional de Formación Laboral como alternativa a los estudios superiores para que los jóvenes no se encuentren ante la falsa disyuntiva “universidad o el abismo”?

Hacer peronismo es plantarse ante el poder real. Y cada vez que el peronismo no hizo peronismo, le causó mucho daño a los sectores del pueblo que fueron, al mismo tiempo, sus fundadores y sus mayores beneficiarios, su razón de ser, el motivo de su existencia

LLEGÓ CARTA DE KEYNES

El 31 de diciembre de 1933, el economista británico John Maynard Keynes dirigió una carta abierta al presidente Franklin Roosevelt, el único mandatario estadounidense que se enfrentó al capital especulativo.

Le dijo: “Cuando los tiempos son malos, no se puede esperar que las personas gasten una mayor parte de su ingreso. Tampoco que las empresas contraten más personal, al menos hasta que el gobierno haya revertido la situación. En consecuencia, el mayor impulso para salir del bache sólo puede provenir de un tercer factor: que la autoridad genere ingresos adicionales a través de la inversión pública”.

Es lo que hizo el peronismo entre 1946 y 1955 y entre 2003 y 2015. Y ello dio a luz una nueva clase media a través del trabajo en un sector privado que crecía, de buenas condiciones laborales, de salarios siempre por encima de la inflación. Y con el tiempo permitió acceder a la vivienda, al autito, a las vacaciones en Mar del Plata. O sea, al “goce capitalista” (Pedro Saborido y Daniel Santoro).

Está en cuestión la razón de ser del peronismo. ¿Puede revertirse la historia? Si el peronismo vuelve a ser peronista, quizás. De lo contrario, si se continúa apostando a la “agenda progre” con acento porteño, el pueblo quedará a la buena de Dios. Con todo lo que ello implica. Y lo estamos viviendo.

Salir de la versión móvil