Fuiste, la canción de desamor que Gilda le dedicó a una mujer

Hasta los temas de los artistas más populares nos deparan sorpresas cuando hurgamos en sus orígenes

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Afirman a pie juntillas quienes la conocieron bien que Gilda era esa amiga que todos queremos tener, tanto las mujeres como los varones. Siempre dispuesta a la escucha atenta, a dar un consejo en apariencia sencillo pero, en realidad, cargado con las palabras justas, precisas; la amiga que contiene, la que te lanza para adelante en los momentos más complejos.

Lo cierto es que una tarde, el consejo de Gilda a un “corazón herido” se convirtió en canción. Y no cualquier canción. A la postre, una de las más reproducidas, escuchadas, dedicadas y bailadas de la maestra jardinera nacida en Devoto que a los 31 años, casada y con dos hijos, decidió darle un giro de 180 grados a su vida para seguir su verdadera pasión: la música.

Se trata de Fuiste. Y la destinataria fue “Valeria”.

¡Qué orgullo para “Valeria” que Gilda le haya dedicado un tema que terminó convirtiéndose en uno de los mayores éxitos del cancionero popular argentino!, pensarán muchas y muchos. En rigor, a “Valeria” la canción no le debe haber caído para nada bien.

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La historia de Fuiste

Contó Gilda durante una entrevista, allá por 1995: “Llegó un amigo a mi casa, destruido porque la chica con la que estaba saliendo lo había dejado, y cuando empezó a contarme todas las cosas que ella le había hecho yo le dije: ‘Negro, te sacaste la lotería; te sacaste un clavo de encima’”.

“Pero él estaba pegado con que lo había pateado, con que lo había dejado y qué se yo -continuó la cantante-. Entonces le dije ‘vos tenés que pensar… Valeria, fuiste, fuiste, fuiste… Fuiste mi vida, fuiste mi pasión, fuiste…’.

Y así, durante una charla con un amigo despechado, herido, encerrado en su dolor -uno imagina que con varias pavas de mate por medio-, Gilda lo aconsejó con las dos frases que dan comienzo a la letra de Fuiste: “Fuiste mi vida, fuiste mi pasión, fuiste mi sueño, mi mejor canción. Todo eso fuiste, pero perdiste”.

“Y bueno -comentó Myriam Alejandra Bianchi, Shyl para los amigos y amigas-, muchas chicas creen que lo escribí para un varón, pero en realidad lo escribí para una mujer”.

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“Es un tema que transforma los sentimientos”

¿Y por qué el éxito? “Pegó muchísimo ese tema, porque creo que transforma los sentimientos. Es como que bueno, vos me perdiste, y es tu culpa, no es la mía, vos te lo perdés”.

Así, con sus convicciones siempre a flor de piel que combinaba a la perfección con una maravillosa simpleza, hace casi 30 años Gilda le aconsejaba a su amigo que tenía que “soltar”, una expresión tan en boga desde hace unos años y hasta hoy en el universo de la psicología y la psicoterapia.

“Soltar significa dejar ir, dejar partir, no aferrarnos a situaciones, cosas o personas que nos hacen daño, que no nos aportan calidad de vida (…) Podemos vivir la experiencia de dejar ir como una pérdida emocional o material, pero hay que tener en cuenta que, en muchas ocasiones, más que una pérdida va a suponer un enriquecimiento en nuestra vida. Dejar ir es, por tanto, un proceso de cambio, de liberación y de aceptación de la realidad, define la psicóloga española Julieta Domenicone.

En aquella tarde de 1995, Gilda le dijo exactamente lo mismo a su amigo herido hasta las lágrimas por una persona que le hacía daño, llamada “Valeria”, aunque con otras palabras: “Valeria, fuiste…”

Fuiste mi orgullo, fuiste mi verdad,
y también fuiste mi felicidad.
Todo eso fuiste, pero perdiste.

De repente una mañana cuando desperté,
me dije «todo es una mentira»,
fue mi culpa enamorarme de tu inmadurez,
creyendo que por mí tú cambiarías.
No me queda ya más tiempo para mendigar,
migajas de tu estúpido cariño,
yo me planto y digo «basta, basta para mí”,
porque estoy desenamorada de ti.

Claro, el “desenamorada” de Gilda y el video oficial del tema no dejaban dudas sobre que era un varón el destinatario de esos versos.

Durante años, incluso, se pensó que la cantante le había dedicado la canción a su ex esposo, de quien se separó -después de intentar por todos los medios mantener la relación- porque él no aceptaba a la Myriam cantante, exitosa, que se había animado a romper con los mandatos sociales clasemedieros: maestra, ama de casa, madre full time, que debía tener la comida lista para cuando el marido volvía del trabajo.

“Cuentan que la separación la dejó marcada. ‘Venía de una familia muy tradicional. Su incursión en la música tropical primero y el divorcio después, único en la familia hasta entonces, siempre la convirtieron en la oveja negra. Sin embargo, terminó tejiendo una relación excelente con sus hijos, muy compinche, y hasta con su dura madre’”, relató hace tiempo una de sus mejores amigas y recogió 90 Líneas en su nota El triunfo de la humildad.

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“Dios se equivocó en algo”

Sin idealizarla ni mucho menos, Gilda fue pionera en muchos sentidos: a su cambio de 180 grados con 31 años, lo que implicó tirarse decididamente a una pileta que no sabía si tenía agua, hay que sumarle que se les plantó a los duros/turbios popes de la movida tropical de inicios de los 90, que apostaban por artistas voluptuosas como Gladys (la bomba tucumana) y Lía Crucet (la tetamanti). Querían que cambiara su aspecto físico y que cantara los temas que les componían otros autores, casi siempre con doble sentido, en lugar de sus canciones románticas. Jamás retrocedió un centímetro. Y así llegó -más lentamente pero para siempre- al corazón del gran público.

Otra anécdota, entre tantas, que pinta de cuerpo entero a Gilda, es la que narra la empatía que de pequeña tenía con los travestis en los corsos. Le encantaban, pero ella pensaba que “lo debieron pasar muy mal. Para mi Dios se equivocó en algo: tendría que haber hecho a las personas sin sexo, y que cada una elija lo que más le guste y lo que más feliz la haga.

Fuiste (Gilda – LP “Corazón valiente” – 1995)

Crédito: CumbiaTube

Corazón herido (Gilda – LP «La única» – 1993)

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