La copia de viejas y fracasadas recetas

Milei y el actual equipo económico buscan volver a recrear una Argentina preindustrial y para pocos. Piden enormes sacrificios, pero sin tener en cuenta que el país y el mundo no son los mismos y que los riesgos de este Siglo XXI son enormes

Caputo se muestra entusiasmado con los números de la Economía, pero su rostro no puede ocultar la preocupación

Por Roberto Pascual.- 

“Hay dos millones de argentinos que economizarán hasta sobre su hambre y su sed, para responder en una situación suprema a los compromisos de nuestra fe pública en los mercados”, señaló durante su mandato que se extendió entre 1874 y 1880 el ex presidente Nicolás Avellaneda.

La frase viene a cuento porque la rigurosa actualidad económica muestra que el salvaje plan de ajuste que aplica el gobierno de Javier Milei tiene antecedentes históricos que se remontan a la creación misma de la patria, mientras que ahora apenas se logra mostrar algún éxito.

En especial para reducir a cuentagotas el aumento del índice inflacionario que en marzo trepó a un 11%, suma 51,6% en el año y 90,18 desde que asumió el actual mandatario. Todo ello a expensas de una fenomenal caída de ingresos de la mayor parte de la población y una creciente desocupación. Mientras que el logro más pregonado, es decir el déficit cero en las cuentas fiscales tiene más que ver con manejos contables antes que con un plan de gobierno sustentable en el tiempo.

“Con sangre, sudor y lágrimas prometía durante su mandato cumplir con los acreedores, el expresidente Avellaneda que logró la reunificación definitiva del país y consolidó las bases sobre la cual se conformaría la poderosa oligarquía argentina ligada a la producción agropecuaria sobre los territorios arrancados a los tiros a los pueblos originarios y el desarrollo de los frigoríficos que cambiarían para siempre el país.

OBJETIVOS DIFUSOS

Como sus admirados ideólogos y mandatarios de la Generación del 80 Milei está dispuesto a hacer sufrir a los argentinos las consecuencias de su brutal e innecesario ajuste en la búsqueda de objetivos difusos o cuestionables como ser el déficit cero y la asfixia monetaria para reducir la inflación, que por añadidura hasta el momento es un logro que está lejos de alcanzar.

Un informe preliminar de la Oficina de Presupuesto del Congreso señala que las cuentas fiscales registraron en el tercer mes del año un leve déficit primario de $60.000 millones y un déficit financiero, que incluye el pago de intereses de la deuda por $355.000 millones, que sin ser exorbitantes, muestran un cambio de tendencia y ponen en entredicho la sustentabilidad del feroz plan de ajuste.

Bien viene a cuenta dos aclaraciones. La primera es que el trabajo se basa en la administración central y no todo el sector público y también son cifras calculadas sobre base de valores devengados y no de caja, es decir sobre los gastos contraídos y no sobre los efectivamente pagados, lo que implica la posibilidad de algún ajuste en el cálculo.

La segunda aclaración es sobre la reducción del gasto primario, que según un reciente informe del Instituto Argentino de Análisis Fiscal (IARAF) fue a nivel interanual real el mayor en 30 años durante febrero. Eso generó un superávit primario de $1.232.000 millones y un superávit fiscal de $338.000 millones, debido a que el gasto primario descendió un 38% a nivel real en el primer bimestre, por el ahorro de un total de $5,5 billones.

Esa merma significó una enorme poda en jubilaciones y pensiones de $1,87 billones, en inversión real directa de $0,75 billones, en subsidios a la energía de $0,63 billones y en salarios de $0,38 billones. Para IARAF, estos cuatro rubros aportaron casi $3,64 billones a febrero 2024, es decir, el 66% del total ahorrado.

Precisamente la magnitud de esta poda pone en tela de juicio la sustentabilidad del programa.

Para colmo el severo proceso recesivo hizo que los ingresos tributarios cayeran en marzo un 5,9% nominal en relación a febrero, con una pérdida real de 4,7%, siendo que el mes pasado ya había registrado una merma respecto de enero. Es decir que medido en términos interanuales, los ingresos de marzo fueron un 12,8% más bajos que en el mismo mes de 2023, confirmando así la advertencia de que el feroz ajuste si bien achica los gastos, también produce una pérdida de la recaudación.

Es claro que mes a mes se dificulta más seguir achicando el gasto, que tuvo su principal incidencia en jubilaciones que se desplomaron un 30,3% interanual en marzo, una cifra menor a la que se había registrado en febrero, con el agravante de que se deberá aplicar la nueva fórmula indexatoria ligada a la inflación, por lo que la  licuación del gasto jubilatorio tendrá, mes a mes, un efecto menor.

Las jubilaciones representan el 37% del gasto total y es el rubro de más importante en el presupuesto y su drástico ajuste fue el factor clave que posibilitó que se revirtiera el rojo fiscal, pero es una estrategia de corto aliento porque las presiones sociales y políticas en la materia se vuelven insostenibles y porque hasta el Fondo Monetario, si bien elogia la disciplina fiscal, reclama “mejorar la calidad del ajuste”.

No menos conflictivo se presenta la asfixia a las provincias que se está aflojando ante el riesgo cierto de que se frene en el Congreso el recientemente actualizado proyecto de ley ómnibus y se termine por derogar el polémico decreto 70/2023, ya bochado por el Senado, mientras la aprobación del restablecimiento del impuesto a las ganancias genera más interrogantes que certezas.

Además la misma recesión que deteriora la recaudación limita el restablecimiento del impuesto a las ganancias, porque el recorte en los ingresos de la clase media por el fuerte aumento de los gastos deriva en una caída del consumo más fuerte, lo que también impacta en los ingresos tributarios.

Por eso de mantenerse la recesión se requerirá  de una profundización del recorte del gasto que debido a la licuación se encuentra en su mínima expresión y que además podría también sufrir si la inflación  mantiene su línea levemente descendente.

LA DEUDA, SIEMPRE LA DEUDA

Como contrapartida, el Centro de Estudios Económicos y Sociales Scalabrini Ortiz (CESO) informó que en febrero, el gasto devengado registró un ajuste todavía mayor que en enero, pero el rubro pago de intereses tuvo una suba real. “La única finalidad que tiene un incremento en términos reales (por encima de la inflación) son los gastos destinados a la deuda pública (+26% en lo que va del año)”.

Mientras todos los datos encienden alarmas, en el ministerio de Economía se festeja la caída de los agregados monetarios (es decir el dinero circulante y las obligaciones de las entidades financieras, como ser las Leliq) merced una política que busca “chupar” los pesos a través de la colocación de bonos Bopreal en dólares, una política muy criticada porque una vez más significa incrementar el endeudamiento en moneda extranjera.
Por eso, mientras se baja se baja la tasa de interés en pesos, los pasivos monetarios en dólares tuvieron una fuerte expansión. Es decir que mientras se dice que la inflación se desacelera, las acciones suben, los bonos se recuperan,  el riesgo país se reduce, las reservas crecen y el dólar sigue planchado, las dudas crecen.

En la práctica el tema de recomposición de reservas sigue siendo muy discutido porque si bien las reservas netas se habrían incrementado en unos u$s9.600 millones en ese lapso, debido a que el  Banco Central acumula compras superiores a los u$s13.400 millones desde el inicio de la nueva gestión, lo cierto es otro cantar si se calculan las reservas netas, que luego de restar los u$s11.200 heredados de la gestión de Alberto Fernández se ubicarían en alrededor de u$s1.600 a u$s1.800 aún en el tereno negativo (las cifras varían según los distintos analistas).

Pero además los especialistas plantean que la mejora es en gran medida “artificial” por el diseño de pago parcial de importaciones y la emisión del bono conocido como Bopeal (Bonos para la Reconstrucción de una Argentina Libre) que permiten ir cancelando las deudas comerciales pendientes, pero con un incremento de las obligaciones en dólares.

INFLACIÓN

Según el INDEC, la división con mayor alza mensual de precios en marzo fue Educación con el 52,7%, debido a los fuertes aumentos en las cuotas escolares, le siguió Comunicación con 15,9%, producto del alza en las tarifas de telefonía e internet, y en tercer lugar, Vivienda, agua, electricidad, gas y combustibles con 13,3%, por los incrementos en las facturas de electricidad.

La división con mayor incidencia en la medición oficial, es decir Alimentos y bebidas no alcohólicas se ubicó por debajo del índice general a 10,5%, debido al alza en carnes y sus derivados, leche, productos lácteos y huevos, verduras, tubérculos y legumbres, pan y cereales.

Los precios regulados con 18,1% lideraron el aumento seguida por Estacionales 11,1%, mientras que el IPC núcleo registró el festejado incremento de 9,4%, y logró así perforar los dos dígitos generando la euforia de Caputo.

No mucho mejor le va a los asalariados. En efecto, los salarios formales de la economía volvieron a perder contra la inflación en febrero según el índice RIPTE (remuneración imponible promedio del trabajador) que publicó la Secretaria de Trabajo. Los sueldos registrados perdieron así casi 2 puntos con la inflación de ese mes, que se ubicó en 13,2% mientras que contra noviembre del año pasado, el retroceso fue de 19,2%, todo ello en forma simultánea a que el Gobierno se opone a homologar los convenios de aquellos gremios que impulsan una recuperación de sus niveles de ingresos.

Lo dicho, como Avellaneda, Miei está dispuesto a convertir en realidad su promesa de aplicar la motosierra a fondo. La gran duda es si su apuesta no deja al país al borde de la disolución.

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