El coronavirus terminó de hundir a Trump

Pese a que a principios de este año todo parecía encaminado a la reelección, la pandemia terminó de desnudar una gestión cuestionada tanto dentro como fuera de su país

A Trump se le acaban las instancias judiciales

Mientras todo parece indicar que al presidente de Estados Unidos se le están acabando los recursos judiciales y que más temprano que tarde se terminará confirmando oficialmente lo que es un secreto a voces para el mundo, una duda aún no fue despejada: ¿Es cierto que sin la pandemia de Covid, Donald Trump hubiera ganado sin demasiados problemas la reelección?

La información pura y dura asegura que el para casi todo el mundo presidente electo, Joe Biden, anunciará este martes el nombre de uno de los principales miembros de su futuro gabinete, mientras Trump, sigue recibiendo malas noticias judiciales. Además de Georgia, en otro estado clave, Pensilvania, la justicia desestimó la denuncia de los abogados del actual presidente.

Ron Klain, nombrado por Biden para que sea su jefe de gabinete en la Casa Blanca, afirmó que el mandatario electo revelará el martes el nombre de la primera persona elegida para integrar su equipo ministerial, que sería su secretario de Estado o del Tesoro, el equivalente al ministro de Economía argentino.

La decisión judicial en Pensilvania termina con la opción más clara de Trump para invalidar en tribunales el resultado de las elecciones en los estados que perdió de manera más ajustada ante Biden, ya que Pensilvania es -de todos ellos- el que aporta más delegados al Colegio Electoral: 20.

En un comunicado firmado por el principal asesor legal del actual presidente, Rudolph Giuliani, la campaña de Trump anunció que recurrirá esta sentencia al Tercer Circuito de la Corte de Apelaciones, el último paso antes de acudir a la Corte Suprema, la última opción presidencial con una composición claramente conservadora y con tres supremos nombrados durante su administración.

A esta derrota hay que sumarle otra en el Estado Nevada, donde un grupo activista conservador también impuso otra demanda para detener la certificación de votos, que fue desestimada.

«NO PERMITIREMOS EL INTENTO DE TRUMP»

La campaña de Biden publicó un comunicado en el que asegura que los estadounidenses no permitirán «el intento de Trump» de «desautorizar las elecciones que perdió». «El fallo no podría ser más claro», subrayaron los demócratas, que tacharon la estrategia jurídica de Trump de «espantoso asalto contra la democracia».

El sábado por la noche, Donald Trump solicitó un recuento de votos en el estado de Georgia. El día anterior, el estado certificó los resultados y dio como ganador a Joe Biden luego de un recuento manual. De acuerdo con los resultados oficiales, Biden venció en ese estado con una diferencia de 12.670 votos, que representan el 0.25% de los 5 millones de votos emitidos en el estado. El equipo del presidente solicitó un recuento de las boletas gracias a que la ley estatal permite un nuevo conteo cuando el margen de diferencia entre los candidatos es menor al 0.5%.

EL GOLPE DE LA PANDEMIA

Los análisis que se preguntan por qué Trump es el primer presidente en 28 años que pierde la reelección e incluyen al Covid-19, como la causa más determinante. Pero eso es solo una parte de la historia.

Lo cierto es que las últimas cifras agravan las penurias de los estadounidenses frente al virus y el país más afectado por Covid-19 registró este sábado 1.503 muertos, el número más alto en el día a nivel mundial. En total, acumula 12,2 millones de casos y 256.347 decesos.

Pero la derrota política de Trump no fue causada por el coronavirus. Trump perdió por las deficiencias de liderazgo que tuvo ante el avance de la enfermedad y hay quienes afirman que el propio presidente causó su derrota.

Y es que más que votar a Biden, se eligió al candidato que podía vencer al mandatario. Es decir se plebiscitó su gestión, que al inicio de la pandemia parecía invencible, pero que al 3 de noviembre se demostró que tenía pies de barro.

Incluso antes de la pandemia, muchos estadounidenses ya estaban agotados de Trump. Incluidos sus interminables tuits, rabietas y teorías de conspiración que dominaban sus días. También libró peleas mezquinas contra buena parte del mundo, no siempre con resultados favorables, como claramente quedó demostrado en la guerra comercial con China.

Además, hay coincidencias que tenía una inclinación irrefrenable por mentir al punto que ayudó a crear una flamante industria de verificadores de datos, coincidente con una aparente falta de interés por su cargo, que se traducía en el desapego a las leyes e instituciones básicas de la democracia. Y si como todo eso fuera poco, los analistas lo responsabilizan por una creciente apelación a la “grieta” en la sociedad con desagradables respaldos al racismo y el supremacismo blanco.

Y si bien al principio de la campaña Trump se mostraba claramente al frente entre los candidatos, fue el primer presidente en la historia de las encuestas que nunca logró ser aprobado por la mayoría de la población.

Trump logró con su campaña agresiva millones de votos más que hace cuatro años, pero también despertó la contundente respuesta de quienes cuestionaban desde sus formas de ejercer el poder a la desatención de la mayor crisis sanitaria del siglo.

Biden se planteó como el antídoto a la gestión de Trump alguien que busca la unidad para enfrentar a ese enemigo invisible que ya le costó al país algo más de la mitad de todas las víctimas fatales de la Segunda Guerra Mundial y ese es uno de los motivos por los cuales Biden sacó más votos que cualquier otro candidato presidencial en la historia.

Además de acumular enormes diferencias de votos en las ciudades y áreas suburbanas donde vive la mayoría de los estadounidenses, Biden supo congregar detrás de sí a una coalición de mujeres, minorías y jóvenes. Los suburbios, que alguna vez fueron un bastión del apoyo republicano, se volvieron contra Trump. Y Biden, un católico irlandés moderado del sector industrial de Pensilvania, ganó más votantes hombres, tanto ancianos como trabajadores en actividad y votantes blancos que Hillary Clinton hace cuatro años.

Trump era el favorito para la reelección, debido a una economía fuerte y en pleno crecimiento, una gran ventaja para un presidente que pretendía un segundo mandato, mientras los demócratas seguían buscando a su candidato.

Hay quienes afirman que si Trump hubiera manejado el virus de manera diferente desde el principio, si hubiera seguido la ciencia y hubiera advertido al país sobre la amenaza y los esfuerzos necesarios para hacerle frente, otra suerte hubiera corrido.

Si hubiera sido el líder de tiempos difíciles o si hubiera salido de su propia lógica frente al Covid-19 hace unas semanas con mayor humildad y compasión con las víctimas, tal vez podría haber sobrevivido a la crisis sanitaria.

En el esfuerzo por dominar el virus como una batalla entre los ciudadanos que pretendían defender y los científicos y demócratas que, según su relato, querían cerrar innecesariamente el país, Trump encabezó la resistencia contra sus propios expertos en salud pública.

El mandatario no quería estrangular la economía sobre la que planeaba buscar su reelección, aunque el virus por sí mismo lo haría. Sabía los pasos necesarios que enardecerían, especialmente, a su base antigubernamental. Por lo que instó prematuramente a volver a la normalidad.

Trump y sus aliados hicieron del uso de barbijos y del distanciamiento social un tema partidario y al momento de las elecciones se vivía el rebrote.

Justamente, los casos de coronavirus se dispararon al momento de votar. Además, millones perdieron sus ingresos. Para el día de las elecciones, el país establecería nuevos récords de infecciones.

Y como si todo eso fuera poco, la muerte del hombre de raza negra George Floyd, luego de que su cuello fuera presionado por la rodilla de un policía de Minneapolis fue captado en un video que conmovió a todo el país. Pero en lugar de tratar de pacificar, Trump reaccionó a las protestas multirraciales en gran parte pacíficas en todo el país al aprovecharse de actos aislados de disturbios y vandalismo para avivar el miedo y declararse presidente de la «ley y el orden».

Biden hizo campaña desafiando a Trump por defender a los supremacistas blancos. Y nunca se apartó de un mensaje de unidad y reconciliación. Pero con el virus, hubo una empatía palpable de Biden debido a sus pérdidas familiares adquirió un nivel de mayor impacto en la población.

El virus no mató la reelección del actual mandatario. El propio Trump lo hizo, al recordarle a la mayoría de los estadounidenses a través de su manejo de la peor pandemia en un siglo, lo costoso que puede ser tener un presidente que nunca supo ser más que un conductor de televisión 

Salir de la versión móvil