Era hora

“Hay gobiernos con hechos de corrupción y hay gobiernos corruptos en su esencia. Estos últimos son los que les sacan a los trabajadores para darle a los ricos”, Aldo Ferrer (1927-2016)

Sí. Era hora.

Cuando ayer el presidente de la Nación, Alberto Fernández, dijo en la apertura de sesiones ordinarias del Congreso que presentará una “querella criminal tendiente a determinar quiénes han sido los autores y partícipes de la mayor administración fraudulenta y de la mayor malversación de caudales que nuestra memoria registra”, en referencia a la monstruosa deuda que el gobierno 2015-2019 tomó en forma ilegal e ilegítima, comprometiendo el futuro económico de la República y de varias generaciones de ciudadanos, muchísimos, incontables argentinos y argentinas exclamaron “por fin”.

Alguien tenía que poner las cartas sobre la mesa para terminar con esa timba infinita que se remonta a Bernardino Rivadavia (1824), pero que conoció su apogeo a partir de la dictadura cívico-militar 1976-1983.

Las autoridades del Banco Central, segundos después de que finalizara el discurso de Fernández, emitieron un comunicado oficial señalando que ya habían elevado la documentación sobre “el último acuerdo firmado con el FMI a la SIGEN (Sindicatura General de la Nación) y a la OA (Oficina Anticorrupción)” para que la analicen y digan si ese arreglo generó “perjuicios al Estado”, o sea, a todos los argentinos y argentinas.

Luego vendrá el capítulo judicial, que ya tiene un antecedente. El abogado y columnista de 90lineas.com, Paolo Zaniratto, junto con su colega Federico Ramírez, hicieron el 20 de febrero de 2020 una denuncia penal contra Macri, (su titular de economía) Nicolás Dujovne y (el presidente del BCRA) Guido Sandleris por “incumplimiento de los deberes de funcionario público y abuso de autoridad, y administración fraudulenta en perjuicio de la administración pública” a raíz de la toma de deuda (ver nota La Justicia ya investiga a Macri por una denuncia penal similar a la que hará el Presidente).

Sí, era hora de decir basta. Y a los responsables no les será tan sencillo distraer la atención sobre el tema porque el propio FMI está realizando una investigación interna para saber si hubo irregularidades. Y como si fuese poco, otra pesquisa está a punto de comenzar al interior del organismo.

Las cifras y los plazos que había pactado con el Fondo Monetario el gobierno encabezado por Mauricio Macri asustan. (La pregunta es porqué los sectores autodenominados progresistas de la alianza Juntos por el Cambio no dijeron ni dicen absolutamente nada; por ejemplo la UCR, que heredó la mayor estafa de la historia argentina perpetrada por la dictadura cívico-militar y que lidió desde 1999 con una situación ingobernable, que finalizó como ya se sabe).

Volviendo a la otra gran estafa, mucho más cercana en el tiempo, desde el Banco Central detallaron que entre mayo de 2018 y octubre de 2019 -es decir, en tan sólo un año y medio-, del préstamo total acordado con el FMI, de 55.000 millones de dólares, llegaron a desembolsarse cerca de 44,5 mil millones. Esos fondos, junto a las reservas internacionales, abastecieron una fuga de capitales del sector privado que alcanzó los 45,1 mil millones de dólares”.

Eso lo sabe “el mundo”. El apoyo de las principales potencias europeas a las negociaciones que Martín Guzmán viene llevando a cabo con el FMI no es casual.

También se publicó y se publica en la gran prensa. Un día antes del discurso presidencial en el Congreso, el periódico El País de España, uno de los dos más leídos del mundo en lengua española y uno de los más reconocidos desde hace décadas a nivel planetario, publicó un informe firmado por Enric González titulado “La crisis prepetua de Argentina”, que en un párrafo revelador dice: “El gobierno peronista de Alberto Fernández atribuye al gobierno anterior, del liberal Mauricio Macri (2015-2019), la responsabilidad de la actual crisis. Ciertamente, durante 2018 el peso perdió el 40% de su valor y el enorme préstamo recibido del FMI se evaporó en coberturas desesperadas del déficit fiscal y en operaciones especulativas (gran parte de los 44.000 millones de dólares recibidos acabaron en el extranjero o en cajas de seguridad)”.

¿Alguien vio un centavo?

En criollo: el mayor préstamo en la historia del FMI, otorgado en el menor tiempo, y utilizado para gastos corrientes y fundamentalmente para fuga de capitales. Los argentinos y argentinas no vieron un centavo de esa timba mágica y misteriosa (con perdón de los Beatles) que, para colmo, tenía plazos de pago imposibles y por montos grotescos.

Dijo Fernández: “A una Argentina en absoluto default, el FMI le adjudicó un préstamo de 55 mil millones de dólares. De esa cifra se desembolsaron 44 mil millones que sólo sirvieron para facilitar la salida del mercado argentino de capitales especulativos, con la absoluta anuencia de las autoridades de entonces. Ese monto adeudado, según lo acordado por el gobierno que nos precedió, debe ser pagado en cuatro años. Este año, la deuda a pagar es de 3.826 millones de dólares. En 2022, esa cifra aumenta a 18.092 millones de dólares. El año subsiguiente, el monto asciende a 19.186 millones de dólares. Recién en 2024, el pago de la deuda se cancela abonando 4.921 millones de dólares”.

Ratio Deuda/PBI en base a datos del diario económico estadounidense The Wall Street Journal (La TDF)

Sobrevinieron, por supuesto, las lecturas políticas total y absolutamente sesgadas. Que la que gobierna es Cristina Fernández porque, justamente ella, siempre propuso que el Congreso debería investigar la deuda y dictar leyes que impidan a futuros gobiernos (concretamente al Poder Ejecutivo, lo presida quien lo presida) tomar deuda en forma unilateral, discrecional y sin consecuencias, condicionando el futuro de la República y de los ciudadanos y ciudadanas.

Un párrafo sobre esto. A quienes insisten con ese discurso vacío e inconducente para obviar el tema central -porque por acción u omisión fueron cómplices-, sólo recordarles que quienes votaron a Alberto Fernández también votaron a Cristina Fernández. Y es más, sin Cristina Fernández en la fórmula el peronismo y su aliados quizás no hubiesen llegado al gobierno, a causa de que es la dirigente con mayor caudal de apoyo y voto propio de todo el país. Puede que esto no guste. Pero negar la realidad hace daño.

Al margen de ello, nadie podrá negar a esta altura que Fernández (Alberto) está enfadado. Muy enfadado. Guarda las formas. Pero cerca del presidente aseguran que su permanente apuesta al diálogo y al consenso y la permanente respuesta brutal de la oposición, que se ha dejado ganar definitivamente por la ultraderecha, lo colmaron.

Las bolsas mortuorias en Plaza de Mayo con el nombre de dirigentes políticos y, sobre todo, de la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, con un silencio más que preocupante de la UCR y los autodenominados moderados de Pro, apenas roto por una declaración de Martín Losteau diciendo que no estaba de acuerdo con esa manifestación pero… (hay cosas en las que no valen los peros), terminó de convencer al presidente de que el diálogo lo reservará para lograr acuerdos con empresarios, gremios y organizaciones sociales. Ya se convenció de que tender una mesa de diálogo con la ultraderecha es gastar energía sin el más mínimo sentido; pólvora en chimangos.

De Rivadavia a Macri

“El primero que pidió un préstamo en moneda extranjera fue Bernardino Rivadavia, entonces ministro de Gobierno de Buenos Aires. Fue en 1824, cuando Argentina todavía ni siquiera se llamaba así, sino Provincias Unidas del Río de la Plata. El país tardó más de un siglo en poder cancelar esa deuda con la Baring Brothers de Inglaterra por 1 millón de libras esterlinas, de las cuales, tras una serie de deducciones, sólo recibió la mitad”, cuenta Verónica Smink, de la BBC de Londres.

(¿Por qué citamos este tipo de fuentes si hay tantos y tan buenos escritores e historiadores argentinos? Pues porque la derecha tiene la costumbre de descalificar incluso grandes verdades apuntando al emisor de la información).

“En el interín -prosigue Smink-, los sucesivos gobiernos continuaron endeudándose. En 1880, la élite gobernante conocida como “Generación del 80” casi triplicó la deuda extranjera, que pasó de 14 a 38 millones de libras”.

“Pero las crisis económicas que han aquejado a la Argentina en las últimas décadas, y que en 2001 llevaron al país a declarar el mayor default de la historia en ese momento, tuvieron su origen después de la Segunda Guerra Mundial. Los historiadores apuntan a dos factores que, combinados, resultaron fatídicos: la llegada de los militares al poder y la creación de los organismos multilaterales de crédito”, puntualiza.

Y remarca: “Si bien el gobierno de Juan Domingo Perón se rehusó a formar parte de los flamantes FMI y Banco Mundial en los años de posguerra, los militares que lo sacaron del poder a mediados de la década de 1950 firmaron el ingreso argentino a ambos organismos. Y durante los tres años que gobernaron, la deuda creció de 57 millones de dólares a más de 1.000 millones  de dólares. Es decir, se multiplicó por 18”. Palabra de la BBC de Londres.

Como 90lineas.com detalló en su nota “La mayor estafa argentina no tiene ningún responsable”, en marzo de 1976, mes y año del golpe cívico-militar, el país estaba nuevamente, como en 1949, muy desendeudado. Debía 8.000 millones de dólares. En 1983, cuando finalizó la dictadura, se debían 44,5 mil millones de dólares (como ahora, qué tétrica casualidad).

Pero antes de la retirada del “proceso”, Domingo Felipe Cavallo estatizó la deuda privada de los principales grupos económicos, incluido, claro está, el Grupo Macri, que en esos siete años pasó de tener 7 empresas a 47 (qué tétrica casualidad).

Esa deuda se refinanció una y otra y otra vez. Y se pidió más y más deuda para pagar deuda. Y así sucesivamente. Una estafa permanente al pueblo argentino, al cual se lo distrajo con falsos enfrentamientos internos (como ahora la inventada grieta), para que no ponga el foco en lo esencial. ¿Martínez de Hoz, Cavallo y compañía fueron juzgados? En absoluto. Es más. Cavallo fue el ministro de Economía estrella del menemato de los 90 y de la alianza radical de 1999-2001).

“Nos endeudamos para pagar la deuda que dejó el kirchnerismo”, repiten, como eslogan dictado por un experto en marketing, desde el propio Macri hasta otros dirigentes opositores. Una falacia que requiere muchísima voluntad, u odio hacia el peronismo, para ser creída.

Es que en el gobierno kirchnerista se desendeudó al país. Y sí, hubo actos de corrupción. Pero el gobierno 2015-2019 fue intrínsecamente corrupto. No se robó un PBI (hecho nunca jamás demostrado) sino que se robó, delante de las narices de todos los argentinos y argentinas, el mayor préstamo en la historia del país y del FMI.

Ya lo dijo en vida el gran Aldo Ferrer (1927-2016), contador público y economista (UBA) y político argentino ligado a la UCR, que en su momento criticó con fiereza la alianza con Pro: “Hay gobiernos con hechos de corrupción y hay gobiernos corruptos en su esencia. Estos últimos son los que les sacan a los trabajadores para darle a los ricos”.

Y eso no puede quedar impune. Era hora.

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