Malvineras

Las mujeres cumplieron un rol fundamental durante la guerra de las Islas Malvinas. No obstante, fueron invisibilizadas. Y hasta hoy no han tenido el merecido reconocimiento de la sociedad

Tripulantes del rompehielos Almirante Irizar (Museo ARS)

Los últimos días de marzo de 1982, la tripulación del buque mercante Río Cincel se hallaba en el Puerto de Buenos Aires terminando de embarcar contenedores con mercadería para ser exportada a los Estados Unidos. En un momento, el capitán de ultramar, Juan Carlos Trivelín, recibió la orden de suspender el viaje y dejar lugar para “una carga de la Fuerza Aérea Argentina”.

Cuando el 2 de abril la Junta Militar declaró la guerra al Reino Unido con el fin de recuperar la soberanía nacional en el archipiélago, los directivos del Río Cincel comprendieron la razón de la petición: trasladar material logístico a las Islas Malvinas.

En ese contexto, la mañana del 4 de abril llegaron los 45 tripulantes del buque sin saber que ya no partirían hacia los Estados Unidos sino que lo harían con destino a Malvinas. Mientras se acomodaban en sus respectivos camarotes, arribó un gran contingente de jóvenes soldados de la Armada Argentina, también para ser trasladados. Luego llegó la orden de zarpar.

Recién entonces el capitán reunió en la proa del barco a los  navegantes. Les dijo: “Por orden de la marina de guerra, suspendo el viaje a los Estados Unidos. Primero debemos cumplir la misión de transportar soldados y material logístico a las Islas Malvinas. Todos los que hayan jurado ante la bandera nacional deberán viajar. Solamente quienes aún no están recibidos pueden bajar del barco”.

Stella Morales y Ana Masitto, enfermeras de la Fuerza Aérea destacadas en el hospital montado junto a la pista de aterrizaje del aeropuerto de Comodoro Rivadavia, donde se atendía a los combatientes heridos en combate (Museo ARS)

Se produjo un silencio que duró varios minutos. Los tripulantes comenzaron a mirarse entre ellos, atónitos. De a poco, unos cuantos cadetes de la Escuela Nacional de Náutica comenzaron a bajarse del buque. Y entre los cinco novatos que quedaron se encontraban dos jóvenes mujeres, Olga Graciela Cáceres y Marcia Noemí Marchesotti, ambas de veinte años.

El capitán, sorprendido al ver que ninguna de las dos abandonaba el buque, se les acercó y volvió a repetirles que, si querían, podían irse a casa.

“No. Yo juré la bandera. ¿Cómo me voy a bajar? Quiero ir”, respondió Olga. Marcia, en tanto, asentía con la cabeza.

Al zarpar el Río Cincel, los demás barcos amarrados en el Puerto de Buenos Aires hicieron sonar sus sirenas en señal de apoyo. Fue el primer buque mercante en llegar a las islas luego del desembarco del 2 de abril. Años después, este buque, hecho en Astillero Río Santiago, también sería el primero en ser reconocido por el Estado argentino por su valiosa misión.

Heroínas invisibilizadas

La información acerca de la participación de las mujeres en la guerra aún se encuentra dispersa y difusa.

Tras el fin del conflicto, los participantes fueron obligados y obligadas a guardar silencio sobre lo ocurrido. Devino entonces en la sociedad argentina un marcado proceso de “desmalvinización” que actuó a través de diversos mecanismos, vigentes aún en nuestros días, con el objeto de borrar a las islas de nuestra memoria y pertenencia.

Las mujeres de Malvinas fueron invisibilizadas en su momento, y hasta hoy no tuvieron el reconocimiento que merecen (Museo ARS)

“Nuestros esfuerzos por reivindicar a los héroes y veteranos de Malvinas no han tenido correlato en hacer lo propio con las mujeres que participaron en el marco del conflicto”.

En el año 2009, mediante la resolución 1.206, el Ministerio de Defensa de la Nación certificó la condición de “veterano de guerra” a Maureen Dolan, Silvia Storey y Cristina Comarck.

En tanto, la resolución 1.438/12 solamente reconoce la “labor” a dieciséis mujeres en el conflicto armado del Atlántico Sur, aunque no se utiliza la palabra veterano o veterana. Pero todas figuran en la nómina virtual de veteranos del Ministerio de Defensa.

Sólo una de ellas, la enfermera Graciela Liliana Colino, pisó las islas mientras duraron las hostilidades. Por otro lado, se destaca la labor de 59 jóvenes mujeres aspirantes navales y estudiantes de enfermería -es decir, sin sus estudios completos y algunas de ellas menores de edad- que atendieron a heridos prestando servicio “bajo bandera” en la base naval de Puerto Belgrano.

Las mujeres de Malvinas

Graciela Liliana Gerónimo, única mujer que pisó las islas Malvinas durante el combate (Museo ARS)

Las veteranas de guerra reconocidas son la oficial comisario Marta Beatriz Jiménez (Transporte ARA Canal de Beagle), oficial comisario Graciela Gerónimo (transporte ARA Bahía San Blas), cadete de la Escuela Nacional de Náutica Mariana Soneira (transporte ARA Bahía San Blas), oficial de radio Estela Carrión (buque mercante Lago Traful), cadete de la Escuela Nacional de Náutica Noemí Marchesotti (buque mercante Río Cincel), cadete de la Escuela Nacional de Náutica Olga Graciela Cáceres (buque mercante Río Cincel), enfermera Doris Renee West (buque mercante Formosa), enfermera Perla Aguirre (buque mercante Río de la Plata), enfermera Olga Elvira Grasso (buque mercante Almirante Stewart), enfermera Nelly De Vera (buque mercante Almirante Stewart), enfermera Savid Molina (buque mercante Tierra del Fuego II) y las instrumentistas quirúrgicas Susana Maza, Silvia Barrera, María Marta Lemme, Norma Navarro, María Cecilia Ricchieri y María Angélica Sendes (todas tripulantes del rompehielos ARA Almirante Irizar).

Las mujeres de Malvinas

María Marta Lemme, Susana Maza, Cecilia Ricchieri, María Angélica Sendes, Norma Navarro y Silvia Barrera, instrumentistas quirúrgicas que sirvieron en el rompehielos Almirante Irizar, durante un reciente homenaje. Son de las pocas reconocidas como veteranas de guerra (Museo ARS)

FUENTE: Museo de Ciencia y Técnica Naval del Astillero Río Santiago (ARS)

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