¿Sabe la ultraderecha argentina lo que acaba de hacer? A juzgar por la reacción infantil del presidente Milei y la reacción cargada de odio de la vicepresidenta Villarruel, cuando aún no se había desconcentrado el casi millón de personas que en un hecho inédito e histórico ocupó todo el centro porteño, la respuesta sería que “no”.
En la nota Una historia muy pública, desde 90 Líneas aventuramos que habría un antes y un después de la marcha del 23 de abril. Lo visto y vivido ayer en la ciudad de Buenos Aires, en todas las capitales de provincias y en un sinfín de localidades desde el norte hasta el sur de la patria terminó por confirmar que así será.
los sectores más combativos de la sociedad
El ajuste feroz, cruel, sádico, que la extrema derecha nativa está aplicando sobre uno de los bienes más preciados por las argentinas y los argentinos sin distinción de clases sociales, como lo es la Universidad Pública, sacó a vastos sectores del letargo -con la clase media a la cabeza-, los unió entre sí -ayer, en un hecho sin precedentes desde el regreso de la democracia, marcharon juntas la Federación Universitaria Argentina (FUA) y la CGT-, y convenció a esa gigantesca multitud donde, por supuesto, prevalecieron los jóvenes universitarios, de que el Gobierno autodenominado libertario está definitivamente “en la vereda de enfrente” de los “intereses comunes” y los “deseos de bienestar generalizado”. Pero, sobre todas las cosas, los convenció de que la unidad en la diversidad es posible y de que se puede plantarle cara a un Ejecutivo que sólo atina a hacer daño y que se maneja exclusivamente por redes sociales.
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“Es la primera vez que vengo a una marcha y estoy impactada por la cantidad de gente, por la forma pacífica en que se protesta y por la heterogeneidad que hay. Estoy acá para defender la universidad pública, gratuita y de calidad; me quedan muy pocas materias para recibirme de Trabajadora Social, pero por cómo están las cosas no sé si podré hacerlo este año”. La chica, que no tendría más de 22/23 años, llevaba consigo un pequeño cartel hecho a mano que rezaba, justamente, “por la universidad pública, gratuita y de calidad”. Así, ayer hubo decenas y decenas de miles en CABA y en todas las movilizaciones que se desarrollaron en el país.
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¡Vaya logro el de la extrema derecha argentina! Hasta logró que se movilizara por primera vez una multitud de chicos y chicas. Y, teniendo en cuenta lo gigantesca que fue la demostración en todo el territorio nacional, sin lugar a duda alguna logró que se movilicen decenas de miles de pibes y pibas que votaron a Milei-Villarruel creyendo que iban a combatir a la “casta”.
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Después del 23A, ¿seguirán mintiendo las consultoras que afirman que el Gobierno conserva un nivel de apoyo superior al 40%? ¿Se animarán a continuar dibujando cifras a cambio de los billetes de los grandes grupos económicos? Quizás sí, pues no tienen escrúpulos, pero ya pocos les van a creer.
La ultraderecha cree a pie juntillas en la educación privada, en los mares y ríos privados, en los glaciares y los cielos privados, en la tierra privada y extranjera, en la timba financiera en lugar de la producción y el trabajo digno, en la hiperconcentración de la riqueza y en una pobreza estructural del 65/70% como reservorio de mano de obra barata. Desde ayer, su hasta ahora relativamente tranquilo andar destructivo se topará con una muralla; alta, fuerte, heterogénea política y socialmente. Desde ayer, otro será el partido
Horacio Rodríguez Larreta posó con un grupo de alumnas y posteó en su cuenta de Twitter (X) “Yo defiendo a la educación pública”. No muy lejos de él, Cristina Fernández de Kirchner recibió de regalo el buzo con la sigla UNLP y salió al balcón a mostrarlo para algunos de sus seguidores. Ambos manifestando por lo mismo casi al mismo tiempo. Las “fuerzas del cielo” tienen un poder realmente sobrenatural.
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Como dijimos, la FUA y la CGT marcharon en la misma marcha, valga la redundancia. También movimientos sociales y estudiantes de la privada UADE; Franja Morada y la juventud universitaria peronista en sus distintas vertientes; trotskistas y aquellas chicas que se fotografiaron con Larreta; Axel Kicillof, Federico Storani, Myriam Bregman y Sergio Massa; intendentes peronistas -como el platense Julio Alak entre otros-, radicales y del Pro, y cientos de miles sin identificación partidaria alguna.
Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora dijo presente en el escenario con Taty Almeida, primera oradora. Allí, la vicepresidenta Victoria Villarruel no pudo con su fanatismo ideológico y posteó, sobre una foto de Almeida, “Hebe lo que te perdiste”, faltándole el respeto a alguien que no puede defenderse. Fue la primera manifestación desde el Gobierno. En ese momento, en las calles porteñas había casi un millón de almas y sobre el escenario estaban los rectores y rectoras de todas las universidades nacionales, junto a los docentes y estudiantes. No. Definitivamente la ultraderecha argentina no sabe lo que acaba de hacer.
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Por si algo faltara, Milei, que se fue de la Casa Rosada bien temprano, no pudo evitar hacer lo que mejor hace y más le gusta: usar Twitter (X), la red de su gran amigo, el milmillonario de extrema derecha Elon Musk, para postear o repostear el dibujo de un león tomando café en una taza con la inscripción “Lágrimas de zurdos”. No, no tienen idea. “No se imaginan lo que están despertando”, como expresó el dirigente Juan Grabois.
“Hoy marchamos en defensa del sistema educativo y científico argentino para evitar el recorte presupuestario decidido por el gobierno nacional, que pone en riesgo la educación pública y gratuita y el desarrollo científico y económico de nuestra patria”, dijo el intendente de La Plata, Julio Alak
En un país que desde el 24 de marzo de 1976 empezó a caer en picada de la mano del Plan Cóndor, luego de haber conseguido en 1974 los mejores índices de industrialización, distribución de la riqueza (50-50), empleo (-2,7%), pobreza (-8%), educación (90% en el sector público), salud, cultura, etcétera, la Universidad Pública Argentina se erigió hasta hoy en día en la última trinchera de la movilidad social ascendente, eso que institucionalizó el primer peronismo y que, en parte, logró restablecer tras el colapso de 2001 el peronismo patagónico.
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Y es “eso” lo que la ultraderecha está bombardeando. No al azar. Es algo profundamente ideológico: creen a pie juntillas en la educación privada, en los mares y ríos privados, en los glaciares y los cielos privados, en la tierra privada y extranjera, en la timba financiera en lugar de la producción y el trabajo digno, en la hiperconcentración de la riqueza y en una pobreza estructural del 65/70% como reservorio de mano de obra barata. Desde ayer, su hasta ahora relativamente tranquilo andar destructivo se topará con una muralla; alta, fuerte, heterogénea política y socialmente. Desde ayer, otro será el partido.
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El documento completo de los rectores
La Universidad Pública: Base de la Democracia y el Desarrollo Social
La Universidad Pública argentina atraviesa un período crítico como consecuencia de las políticas implementadas por el gobierno nacional; agradecemos las manifestaciones de la sociedad en apoyo del sistema universitario público y convocamos a la ciudadanía a trabajar para sostener las universidades abiertas haciendo docencia, investigación y extensión. Las universidades públicas son uno de los motores de la democracia, la producción y los lazos sociales
Nuestras universidades han sufrido un fuerte ajuste en términos reales en los denominados gastos de funcionamiento; la partida que mes a mes el Poder Ejecutivo envía a las Universidades para que puedan funcionar (mantener edificios, realizar obras, sostener programas de becas, residencias y comedores, incentivar el desarrollo científico, financiar hospitales, laboratorios y proyectos de investigación, y pagar servicios básicos, alquileres, seguros y la protección de sus sedes). Llegamos a marzo de 2024 con un presupuesto de gastos a valores de septiembre de 2022. El incremento del 70% de estas partidas, dispuesto para el mes de marzo, más el reciente anuncio, en el marco de esta convocatoria, de un 70% adicional, constituyen un aliciente aún insuficiente en tanto la inflación fue de un 300% en el mismo período de tiempo. Además, las obras del Programa Nacional de Infraestructura Universitaria, que habilitaba la posibilidad de desarrollar la infraestructura incorporando obras que por su envergadura es imposible afrontar con propio presupuesto, se encuentran paralizadas y no hay certezas ni información respecto de su continuidad.
Cabe destacar que más del 90% de lo que el Estado invierte en la Educación Superior se destina al pago de salarios de quienes trabajan como docentes y no docentes en las universidades.
En estos últimos meses, el salario de las trabajadoras y trabajadores ha perdido 50 % respecto de la inflación. Este deterioro salarial se hermana con el del resto de los sectores del mundo del trabajo. Ello lleva a retomar consignas de hace más de 20 años: ¡Ningún trabajador o trabajadora de las universidades nacionales por debajo de la línea de pobreza!.
Reivindicamos los Convenios Colectivos sectoriales – docentes y no docentes – y el espacio paritario nacional con participación plena del Gobierno Nacional, quien hasta ahora malversa su participación, imponiendo aumentos paupérrimos de manera unilateral. De esta manera, se cancela de hecho la negociación colectiva, pilar del diálogo social, y uno de los principios y derechos fundamentales del trabajo reconocidos por la OIT. Exigimos paritarias libres, sin techos, para garantizar salarios acordes a la situación inflacionaria y que permita recuperar con urgencia lo que se ha perdido. Sin salarios dignos de docentes y no docentes, la universidad pública es inviable. También es indispensable que se mejore de manera urgente la situación de las jubiladas y jubilados que atraviesan otro período de pérdida salarial, y que se restituya inmediatamente el FONID para toda la docencia inicial, primaria, media, terciaria y preuniversitaria. Rechazamos la política de ajuste y disciplinamiento. La comunidad universitaria se organiza, resiste y se solidariza con todos los sectores que hoy atraviesan una situación similar o peor por afrontar despidos masivos.
La educación es un derecho humano fundamental porque se impone sobre el ingrato azar de la desigualdad. Defender esta concepción de la educación es de vital importancia y, más aún, en una universidad argentina en la que sus estudiantes se enfrentan al aumento generalizado de precios que impacta sobre salarios, servicios, alquiler y transporte, poniéndose en jaque el acceso, la permanencia y el egreso. Las y los estudiantes trabajan y cuidan sus familias. En ese contexto, las políticas de becas son fundamentales para democratizar; sin embargo, su recorte es alarmante: tanto así, que al retraso respecto de la inflación que sufren las Becas Progresar y Manuel Belgrano se le suman recortes en términos de montos, requisitos y periodo de inscripción. Estas decisiones del Gobierno Nacional hacen que el desguace sobre las herramientas conquistadas sea prácticamente total. Hoy las Universidades carecen del presupuesto suficiente para sostener becas propias. Se necesitan presupuesto y políticas de bienestar estudiantil para poder estudiar. Ante esto, asumimos la tarea de defender inclaudicablemente el acceso a la educación a las grandes mayorías.
No queremos que nos arrebaten nuestros sueños: nuestro futuro no les pertenece. Somos orgullosos hijos e hijas de la Universidad Argentina; somos la Universidad pública, gratuita e irrestricta en el ingreso, de excelencia, con libertad y equidad. Somos la Universidad para el gran pueblo argentino. Por eso, lucharemos, en una irrenunciable resistencia democrática y pacífica, por la educación que queremos, por el país que anhelamos. Por otra parte, los sectores científico-tecnológicos y de investigación nacionales atraviesan uno de los momentos más críticos de su historia. A través de las universidades y centros de investigación distribuidos federalmente, la Argentina se ha caracterizado por ser una referencia de ciencia y tecnología en el mundo entero, dotando de desarrollos de punta y profesionales de excelencia al sector público y privado. Nuestras científicas y científicos son desprestigiados respecto de la calidad de sus trabajos, cuestionados respecto del valor que la ciencia y la tecnología tienen para el desarrollo nacional y privados del reconocimiento que poseen su arduas labores, muchas veces de dedicación exclusiva. La ciencia y la tecnología forman parte de la Universidad Pública ya que la investigación es uno de sus pilares. Muchas investigadoras e investigadores no llegan a fin de mes y carecen de información cierta sobre la posibilidad de continuar con sus proyectos por los recortes en Conicet, así como en Institutos dependientes de las Universidades. La ciencia y tecnología son aspectos sustanciales para la producción de soberanía, desarrollo y progreso. “Un país que no invierte en ciencia, renuncia a su soberanía”
El desfinanciamiento de la universidad y el sistema científico va en desmedro de los declamados objetivos de lograr el crecimiento económico. Es un retroceso para la economía del país que puede tener en las exportaciones basadas en la economía del conocimiento un sustento significativo. Gracias a su sistema universitario y científico, Argentina es el primer país de América Latina en I+D+I. En este país se fabricó uno de los diez reactores de energía más importantes del mundo. Entre 2018 y 2022, la producción de software generó 19.500 millones de dólares. Más de 100 nuevas empresas en biotecnología han puesto al país también en el primer puesto de América Latina. Gracias a la investigación aeroespacial en la Universidad Pública, Argentina es uno de los diez países que tienen capacidad para diseñar y producir satélites. Defendemos el acceso a la educación superior pública como un derecho. Creemos en la capacidad igualadora de la educación pública y gratuita, en el poder transformador de la Universidad como formidable herramienta de movilidad social ascendente y en el aporte diferencial y sustantivo que la producción científica hace en la sociedad del conocimiento. TODOS los problemas que tenemos se resuelven con más educación y Universidad pública, con más inversión en ciencia y tecnología. Queremos que nuestras instituciones sean el dispositivo que le permitan a la Argentina desandar las desigualdades estructurales y emprender la senda del desarrollo y la soberanía. La educación nos salva y nos hace libres. Convocamos a la sociedad Argentina a defenderla.