No me lo contaron, yo lo vi a «Torni» salir de su trinchera esa mañana de 1982

De izq a derecha en la foto, Fernando "Torni o Tornillo" Terminiello; Germán Bonanni, y Carlos "Cangui" Mercante

Por Hugo Robert (*)

El de la derecha es Cangui, el del medio Germán, el de la izquierda siempre será «Tornillo» por más que insista en decir que es Fernando. A lo sumo, «Torni»…

Antes que Fantino cope la pantalla del 2 de abril a la noche y lleve a Kasansew y demás “Rambos” argentos a contar una y otra vez como (casi) ganamos la guerra de Malvinas, quiero contarles lo que yo ví hacer a dos de éstos tipos de la foto. El tercero casi que no pudo hacer nada. Pero no nos adelantemos.

Como gusta decir Cangui cada vez que inicia un relato, plantearemos entonces el “Cuadro de situación”:

12 de junio de 1982. Mañana extrañamente soleada en las inmediaciones de Monte Longdon, Puerto Argentino.

La noche anterior habíamos sido testigos de la más espeluznante y feroz batalla. Los de la “B” (Compañía “B”  del Regimiento 7) resistieron el ataque de los británicos durante eternas horas. Los gritos y los relámpagos del combate perduran en los recuerdos más tenebrosos de la memoria de los soldados de la “C” que estábamos a solo 1 kilómetro o menos y casi que no participamos, salvo una parte de la Primera Sección (las compañías se dividían en “Secciones”).

La mañana siguiente a la batalla del Longdon prolongó la vigilia de los soldados de la “C”, convencidos que, ahora sí, el descenlace era inminente y entraríamos en combate pronto.

Cangui, esa mañana del 12 estaba de “Avanzada”.

Avanzada era el término utilizado en la jerga militar para describir el puesto que se situaba al frente del Frente. Es decir, el Jefe de la Compañía “C” (no vale la pena nombrarlo para manchar éste relato) ordenaba a 4 o 5 soldados cada día, cubrir ese puesto que se encontraba más adelante que el resto de la Compañía. Éste puesto de Avanzada, tenía visión directa sobre el Río Murrell, posible lugar por donde se suponía podían atacar los británicos. La función de éstos soldados, acompañados por un suboficial, era la de alertar al resto de la Compañía, en caso que se produjese una filtración enemiga por el río.

Estaban de Avanzada desde el 11 de junio, imposibilitados de regresar a la Compañía por los bombazos que caían desde comenzada la Batalla de Longdon.

Esa mañana del 12, los soldados de la “C”, convencidos de su destino, conversaban en voz baja, algunos rezaban y otros se encomendaban a su santo o simplemente se empezaban a despedir de sus humanas vidas ,dejadas hacía más de 60 días en el continente. El combate era inminente.

Hasta aquí, el Cuadro de Situación que tanto le gusta presentar en sus relatos a mi querido Cangui.

El bombazo estremeció la mañana. Los soldados de la “C”, acostumbrados al bombardeo constante del Longdon, no se sorprendieron, pero intuyeron que toda la fuerza de la artillería británica comenzaba a tener otro objetivo, las compañías “C” y “A” del Regimiento 7. Detrás del primer bombazo cayeron otros y otros y otros…

Uno de ellos, cayó delante de la Avanzada. Los gritos que venían desde allí de los soldados sobrevivientes al bombazo, se alzaban por sobre todo el sonido de la guerra. Y acá viene lo que les quiero contar.

La Avanzada se encontraba a unos 800 metros del resto de la Compañía. En medio de todo ese infierno de bombas y gritos, con los soldados “clavados” en sus trincheras, tomándose el casco con ambas manos tratando de hundirse en la tierra, de una trinchera a 30 metros de la mía salió Torni, gritando más fuerte que las bombas,

– Es Cangui, es Cangui!!!!! Vamos a buscarlo!!!!

Y ahí fue Torni .

Atrás suyo salió Germán y algunos más que no recuerdo. Mario Volpe, médico de la Compañía “C” ( en realidad estudiante avanzado de Medicina) también corrió hacia la Avanzada a socorrer a Cangui.

Ochocientos metros de ida y otros tantos de vuelta. Regresando con Cangui en la camilla de campaña (dos palos con una lona), por los irregulares suelos de Malvinas, con 18, 19 años, con Cangui semi-desmayado y chorreando sangre como una canilla.

Me contó Germán, que cuando volvían era tal el bombardeo que en un momento del trayecto pensaron que los británicos nos habían rodeado. Mucho tiempo después, descubrimos que algunos bombazos eran de artillería propia…

Lo trajeron.

Con lo que les quedaba de fuerzas después del hambre y del frío que habían mellado sus cuerpos hasta parecerse a refugiados de películas nazis…

Lo trajeron.

Éste 2 de abril, como todos los años, van a estar por Plaza Malvinas, esta vez con protocolos. Son tres tipos increíbles. No pueden dejar de abrazarse. Salúdenlos. No son héroes, ni lo sienten. Son de carne y hueso como vos y yo. Simplemente, no pueden dejar de abrazarse…

PD: Fantino: dejá de llevar milicos a contar dudosas “gestas”. Acá tenés una buena historia de Malvinas. Por si no te enteraste, estimado Fantino, la guerra la perdimos. Pedile explicaciones a las FFAA en lugar de llevar a sus representantes a contar “la de Rambo”.

(*) Ex combatiente de Malvinas e integrante del CECIM La Plata

 

Salir de la versión móvil