Perú, ¿un caso aislado o banco de pruebas para Sudamérica?

Un proceso sin precedentes protagonizará la sociedad peruana el 6 de junio próximo, cuando se celebre la segunda vuelta de las elecciones. Se enfrentarán un candidato de ultraizquierda en lo político-económico pero conservador en ciertas cuestiones sociales, Pedro Castillo, y la neofascista hija del ex dictador Alberto Fujimori, Keiko. ¿Se polariza al infinito la política regional?

El ultra izquierdista Pedro Castillo (aa.com)

Tras las atípicas elecciones del domingo 11 de abril, donde los peruanos y peruanas se toparon en el cuarto oscuro con 18 candidatos a la presidencia, el país andino quedó, de cara al balotaje del 6 de junio, ante un escenario sin antecedentes: estarán frente a frente un postulante de extrema izquierda, el maestro rural y sindicalista Pedro Castillo, y la incansable aspirante de ultraderecha a la primera magistratura, Keiko Fujimori, hija del ex dictador, hoy encarcelado, Alberto Fujimori.

Un cara a cara quizás sin precedentes tampoco en Sudamérica, exceptuando las presidenciales de Brasil 2018, aunque en ese momento Bolsonaro era un “temible desconocido”.

El pasaje al balotaje de Pedro Castillo no figuraba como posibilidad en ninguna encuesta. Quizás porque las encuestas no toman en consideración a la periferia pobre de los países latinoamericanos. Y fue precisamente allí donde el profesor y gremialista sacó una cantidad de votos que sorprendió a la nación.

“Habló el otro Perú, el que no vive en Lima, el que no aparece en las redes sociales, el que no es tomado en cuenta en las campañas electorales”, describieron con precisión milimétrica las periodistas Inés Santaeulalia y Jaqueline Fowks.

Lo cierto es que Castillo (Perú Libre) no sólo pasó a la segunda vuelta sino que se alzó con el triunfo en la primera, al alcanzar el 19% de lo votos. Es decir que parte de un piso importante para el balotaje, si se tiene en cuenta que hubo 18 fuerzas políticas compitiendo el domingo.

En tanto, la hija del ex dictador (Fuerza Popular) mantuvo una disputa voto a voto por el segundo lugar contra el fanático católico del Opus Dei, Ramón López Aliaga (Renovación Popular), y el economista neliberal -ex colaborador del autócrata Alberto Fujimori- Hernando de Soto (Avanza País). Finalmente, Keiko obtuvo el 13,3%; López Aliaga el 11,67%, y Hernando de Soto el 11,61%.

Castillo, para tomar dimensión de la grieta no sólo política y social que desnudó esta elección, sino también territorial, apenas arañó el 5% de los votos en Lima, la conservadora capital del país (como ocurre con casi todas las capitales de todos los países).

Contaron Santaeulalia y Fowks que el domingo al atarceder, a las puertas de un colegio de clase alta de Miraflores (Lima), la joven Julia Valdivia, de 34 años, dijo que estaba “muy nerviosa porque un candidato de extrema izquierda sea uno de los posibles para segunda vuelta. Si llega a pasar con Keiko Fujimori me vería obligada a votar por ella, algo que nunca habría querido. Pero ella no haría que Perú se estanque, mientras Castillo me va a destrozar el país”.

Lejos de allí, en el muy humilde distrito de Villa El Salvador, Ormilda Yamaní contó que había votado por Castillo. Estaba haciendo cola -que a veces se extiende por más de 12 horas- para conseguir una bombona de oxígeno para su abuela enferma de Covid. Cuando se le preguntó sobre el motivo de su voto, sencillamehte dijo: “me parece que tiene una buena propuesta para la educación”.

COMENZÓ LA CARRERA PARA EL BALOTAJE

Castillo y Fujimori ya empezaron a moverse para recolectar apoyos con miras a la segunda vuelta. Los analista políticos peruanos en general coinciden en que esta vez se le daría a Keiko, pues no sólo que todas las fuerzas de derecha se unirían para impedir que un ultraizquierdista llegue a la presidencia, sino que el docente deberá enfrentarse a la campaña feroz de los grandes medios de comunicación y a las fake news en las redes sociales.

Para la primera vuelta, la inmensa mayoría de esos recursos -que siempre y en todos los países maneja la derecha- se concentraron en atacar a la que aperecía como la principal candidata de izquierda, Verónika Mendoza (Juntos por el Perú), quien finalmente entró en 6º lugar con el 7,85% de los votos.

Mendoza, la clásica dirigente progresista de la política latinoamericana, sí tiene entrada en los sectores limeños alejados de la derecha. Sin embargo, es muy poco conocida en la periferia, desde donde, para sorpresa de todos, saltó a los primeros planos Pedro Castillo.

El ultra izquierdista Pedro Castillo, gran ganador de la primera vuelta para sorpresa de todos, y la neofascista Keiko Fujimori, su rival para el balotaje del 6 de junio (BBC)

¿Será tan lineal el apoyo de los sectores de derecha a Keiko, quien en campaña prometió el indulto para su padre, condenado por crímenes de lesa humanidad y probados actos de corrupción, así como “mano dura” como buena ultraderechista?

He aquí, la cuestión. Pues López Aliaga, quien entró tercero en la primera vuelta, es un millonario célibe ligado al Opus Dei que destacó que Pedro Castillo sea “pro vida y pro familia”, y aseguró que no lo ve “tan de izquierda” . “Si llega a ser presidente, habrá que ayudarlo para que saque el país adelante; él refleja un sentimiento real del Perú”, añadió.

¿Y cómo es esto? Castillo, de ultraizquierda en sus ideas socioeconómicas y políticas, está en contra del enfoque de género en el currículo escolar, se opone al aborto, al matrimonio igualitario y a la eutanasia.

Así las cosas, si bien por ese lado podría tener el apoyo del influyente López Aliaga, se ha transformado en un quebradero de cabeza para la progresista Verónika Mendoza, quien se halla en las antípodas del maestro rural en relación a esas cuestiones, pero jamás permitiría que un mínimo gesto suyo ayude a Keiko Fujimori a llegar a la presidencia. Como se dice: entre la espada y la pared.   

“No más pobres en un país de ricos” fue uno de los eslóganes, simples y directos, de Pedro Castillo en campaña; su primera campaña electoral.

Desde el sitio Nodal, Alvarez Orellana y Verzi Rangel, del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE), resaltaron que Castillo define en su plan de gobierno a la corrupción como “el nuevo terrorismo de Estado”. Este maestro de primaria de la comarca andina Cajamarca “ganó notoriedad nacional al dirigir una huelga docente de tres meses en 2017”. Entonces lo acusaron de mantener nexos con el Movimiento por la Amnistía y los Derechos Fundamentales (Movadef), brazo político del ex grupo terrorista Sendero Luminoso. Él siempre lo ha negado (en rigor, fue el Movadef el que apoyó la huelga, dicen los analistas políticos peruanos).

Propone un “Estado socialista”; una ley que “regule los medios de comunicación”, otra que eleve del 3,5% al 10% del PBI el presupuesto educativo. “Con ello garantizaría una mejor infraestructura, equipamiento, aumento de sueldo a los docentes y la creación del programa Perú Libre de Analfabetismo, que convocaría a 50.000 maestros jóvenes para erradicarlo. También advirtió que el Congreso sería cerrado si no acepta una Asamblea Constituyente para sustituir la Constitución de 1993, surgida tras el autogolpe del expresidente Alberto Fujimori”.

Las encuestas ubicaban a Castillo en 7º lugar, pero las encuestadoras no suelen preocuparse por el voto de la periferia pobre, que fue donde el maestro rural y gremialista Castillo arrasó (20Minutos)

Por el otro lado, en Nodal, expertos del Centro de Estudios Democracia, Independencia y Soberanía (CEDIS), señalaron que “el peligro es el fascismo, que con inusitada desfachatez se levanta como ‘la alternativa democrática’ para ‘salvar al Perú del extremismo’. Y su abanderada será Keiko Fujimori, que sueña con nuclear a toda la derecha y hacerse del poder para restaurar el régimen neonazi de su padre, Alberto Fujimori, en lo que se dio en llamar La década dantesca”.

¿Será un caso aislado el de Perú? O bien, al ritmo que la ultraderecha viene desplazando a la tradicional derecha demoliberal en América Latina, podría ser un banco de pruebas para los países “grandes” de la región. En otras palabras: ¿Asistiremos a un Lula versus Bolsonaro en Brasil 2022? ¿O a un Cristina Fernández versus Patricia Bullrich/Mauricio Macri en Argentina 2023?

Conjeturas. Pero que “el patio está raro, lo está”, como dice un viejo periodista español.  

Salir de la versión móvil