En 1970, el médico cirujano Salvador Allende se convirtió en el primer presidente marxista del planeta en acceder al gobierno mediante elecciones libres en un Estado de derecho. Lo logró tras una durísima compulsa con el postulante de la derecha chilena, Jorge Alessandri, y el del Partido Demócrata Cristiano, Radomiro Tomic. Allende obtuvo el 36,6% de los votos; Alessandri, el 34,9%, y Tomic el 27,8%.
A última hora del miércoles 9 de junio de 2021, el maestro rural de primaria Pedro Castillo (51) ha hecho historia a 3.285 kilómetros de Santiago de Chile y a 51 años de aquel acontecimiento único: se convirtió en el marxista-leninista que gobernará Perú (siempre y cuando los poderes fácticos que apoyaron la candidatura de la neofascista Keiko Fujimori, hija del ex dictador y genocida Alberto Fujimori, no se lo impidan por vías no democráticas).
Treinta minutos después de la medianoche, la Oficina Nacional de Procesos Electorales (ONPE) de Perú informó que, contabilizadas el 99,998% de las actas del balotaje, el candidato a la presidencia del partido Perú Libre, Pedro Castillo, aventajaba por medio punto porcentual a la postulante de Fuerza Popular, Keiko Fujimori.
Es decir que restando procesar el 0,02% de las actas, la diferencia ya era irremontable. Fue entonces cuando a la hija política y de sangre del genocida que gobernó Perú entre 1990 y 2000 se le borró su eterna sonrisa.
Ya no especuló con que faltaban procesar los votos de los peruanos y peruanas que viven en el extranjero, como lo hizo en la noche del martes 8 de junio (su última esperanza entonces), sino que comenzó a ensuciar el partido, como era de esperar, denunciando “irregularidades en 802 mesas de votación”.
“El establishment mediático, encerrado en Twitter, se dio cuenta de que hay redes sociales reales por donde realmente pasa el mundo” (Carlos Meléndez, profesor e investigador de la Universidad Diego Portales de Perú
Una suerte de axioma de la política dice que si el candidato o candidata de la clase dominante denuncia fraude es porque sabe que ha perdido la elección. La cuestión es que en una sociedad tan polarizada a golpe de 30 años de políticas ultraliberales que desgarraron por completo su tejido social, todo indica que se avecinan días de calles agitadas en Lima. Ayer, por caso, simpatizantes de ambos candidatos marcharon por las calles.
Ni bien Fujimori avisó que no aceptaría el resultado electoral, a contramano de lo que prometió mientras el conteo la favorecía, Castillo escribió en su cuenta de Twitter: “Estimados hermanos y hermanas: agradezco a quienes siguen resistiendo en las calles. No caigamos en provocaciones de quienes quieren ver este país en el caos. Por ello, hacemos un llamado de paz y tranquilidad. Sigamos firmes y alegres en esta lucha final que es de todos los peruanos”.
EL RONDERO
Ahora bien, ¿quién es el hombre de origen y vida humilde que hoy desvela a los poderes fácticos de Perú?
Pedro Castillo nació hace 51 años, cuando Salvador Allende ganaba en Chile. Se lo empezó a conocer a nivel nacional recién la noche del 11 de abril, cuando para sorpresa y sobresalto de la élite del país, se impuso en la primera vuelta electoral a los otros 17 candidatos a la presidencia.
Es que Castillo es de Cajamarca, en la sierra andina norte de Perú, y en Lima reina un enorme desconocimiento de lo que sucede más allá de de sus límites y de la costa norte de la nación, donde históricamente ha triunfado la derecha.
Pero como dijo un analista político peruano, hace 20 años (tras el final con huída incluida del ex dictador Alberto Fujimori) que el interior del Perú es, en rigor de verdad, otro país si se lo compara con la riqueza y el ombliguismo de Lima.
Veinte años de “profunda desigualdad social, de vastas zonas del país incomunicadas al punto de tener que proporcionarse su propia seguridad, de mineras que explotan los recursos naturales, contaminan a diestra y siniestra, se llevan fortunas y dejan poco y nada allí por donde pasan, de niveles intolerables de analfabetismo, de destrato de la centrista Lima capital (al interior), de pobreza profunda. Hace 20 años que el descontento viene creciendo. Quien no lo vio es porque no quiso verlo”.
“¡Cómo dejan al país! Llegas a Lima metropolitana, a las grandes ciudades, y encuentras los lugares con opulencia que no miran más allá de su nariz” (Pedro Castillo)
Castillo, maestro rural de primaria desde 1995 y sindicalista docente, está tan identificado con los sectores sociales olvidados del Perú que fue un rondero, es decir, integrante de las rondas campesinas, organizaciones comunales de defensa que en los 90 llegaron a defender sus comarcas y cultivos del grupo terrorista Sendero Luminoso.
El vencedor de los comicios, quien también cuenta con un magíster en Psicología Educativa, en 2017 lideró una histórica huelga docente de dos meses y medio que paralizó el sistema educativo peruano en reclamo de salarios y condiciones de trabajo dignas.
Castillo suele manejarse en caballo y usar un gran sombrero de paja, tal cual lo hacen casi todos los hombres de las zonas rurales y de la sierra andina, cimiento de los votos que en la primera vuelta, aquel 11 de abril, lo catapultaron de un lejano e irrelevante 8º puesto en las encuestas preelectorales a un claro triunfo sobre Keiko Fujimori, a quien venció por 7 puntos porcentuales en unas elecciones donde, como se indicó, hubo nada menos que 18 candidatos.
Salvo un fallido intento por llegar a la alcaldía de una localidad serrana, Pedro Castillo no había encabezado boletas electorales hasta el día en que su nombre explotó en el buscador de Google: ¿Quién era ese hombre?
“Hay mucha gente que ha subestimado a Pedro Castillo, inclusive en el partido (Perú Libre), en la izquierda criolla (el progresismo de la capital y el Perú blanco) y en las fuerzas políticas de derecha”, dijo Vladimir Cerrón, ex líder de la formación política que se define como de izquierda marxista-leninista, durante una entrevista que le realizó el periódico local El Comercio.
Renombrados “expertos” y analistas electorales peruanos se vieron en duros aprietos la noche del 11 de abril para explicar quién era Castillo y porqué había ganado unos comicios con casi veinte postulantes, la inmensa mayoría de la política tradicional.
“Pedro Castillo dijo ‘me voy a rebajar el salario; voy a garantizar una asamblea constituyente para refundar el Perú; voy a nacionalizar minería e hidrocarburos. Todo lo que hicimos nosotros en Bolivia (…) Perdimos en Ecuador, pero ganamos en Perú” (Evo Morales)
Keiko Fujimori fue por la presidencia en 2011 y en 2016, por lo que este fue su tercer intento. Pudo presentarse pese a haber estado casi un año y medio presa y a que pesa sobre ella un pedido del Fiscal Anticorrupción de Perú, Juan Domingo Pérez, de 30 años y 10 meses de cárcel por delincuencia organizada, lavado de activos, obstrucción a la justicia y otros cargos.
ALGUNOS PROYECTOS DE CASTILLO
-Propone reformas estructurales que implicarían un cambio total del modelo económico peruano.
-Impulsa una nueva Constitución (la vigente es obra del ex dictador Alberto Fujimori) que instituya al Estado como regulador del mercado.
-De esa manera se reemplazaría la economía social de mercado (neoliberalismo) por una “economía popular con mercados”.
–Nacionalización de sectores estratégicos como el minero, gasífero y petrolero. No está contra la actividad privada siempre que garantice “beneficios para la mayoría de la población”.
-Plantea aumentar fuertemente el presupuesto para la agricultura y la educación (en este caso, del 3,5% al 10% del PBI).
-Postula fortalecer el Sistema Nacional de Pensiones a costa del vigente Sistema de Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP).
-Quiere revisar los tratados internacionales que “someten a Perú” a los Estados Unidos.
Carlos Meléndez, profesor e investigador de la Universidad Diego Portales, aseguró que “Castillo viene de cuna maoísta, por lo que cree que la revolución debe hacerse del campo a la ciudad”. Es revolucionario respecto de la economía pero socialmente muy conservador. Se pronunció contra el aborto y el matrimonio homosexual y a favor de la mano dura en la lucha contra la inseguridad.
Admira y tiene como ejemplo las políticas de nacionalización de los recursos naturales, protagonismo estatal y redistribución de la riqueza que implementó Evo Morales en Bolivia.