¿Qué esconde la campaña anti Malvinas?

La feroz e incomprensible campaña de desmalvinización de la sociedad que encabezan desde hace tiempo supuestos intelectuales, periodistas y escritores, así como diputados y senadores de la Nación en representación de la derecha política, no se corresponde en absoluto con el sentir popular. En barrios, escuelas y clubes brotan los murales de otra campaña, basada en el amor a la tierra y en la memoria de los ex combatientes: “Volveremos a Malvinas de la mano de América Latina”. Frente al odio y la entrega, el patriótico arte popular

Foto: CECIM La Plata

A fines de febrero de 2012, un grupo de 17 personas a quienes los medios hegemónicos presentaron como “intelectuales, constitucionalistas y periodistas argentinos” difundió públicamente un documento titulado “Malvinas, una visión alternativa”.

La “alternativa” que proponían -y que siguen proponiendo hasta hoy- parte del supuesto de que la “causa Malvinas” tiene “escasa relación con los grandes problemas políticos, sociales y económicos” del país. Aquí, una parada obligada para preguntarse cuáles son “los grandes problemas del país” para estos personajes.

Cuando se repasa la lista de los 17 firmantes, que enseguida detallaremos, no por casualidad uno se encuentra con acérrimos defensores y/o integrantes del gobierno de derecha 2015-2019. No es un secreto para nadie que la derecha liberal o ultraliberal (que a esta altura de la película vendría a ser prácticamente lo mismo) desde el siglo XIX tuvo una particular -para ser suaves- visión de la Patria: agroexportadora en sintonía con los intereses del imperio de turno; entonces el británico, luego el estadounidense. Es decir, un país no industrial, para pocos y sin autonomía en la toma de decisiones.

En esa estructura de pensamiento, la idea de territorio nacional queda limitada a los grandes latifundios que, desde la mal llamada conquista del desierto hasta hoy, siguen en manos de un grupúsculo de familias que viven a nivel europeo -o mejor, en muchos casos- y a los cascos urbanos de las grandes ciudades. Siempre fue así. Y en 2022 nada cambió.

Foto: CECIM La Plata

“A ellos les sobran 20 millones de argentinos”

Pero volviendo: uno puede imaginar que los grandes problemas del país son la educación, la salud, la justicia… Seguiría el trabajo y la producción, pero sabemos por larga experiencia que eso no entra en la agenda de la derecha liberal, para la cual, como bien dice y repite hasta el cansancio el ex ministro de Desarrollo Social, Daniel Arroyo, al paísle sobran 20 millones de habitantes”.

No obstante, la educación y la salud entre 2015 y 2019 fueron brutalmente desfinanciadas; incluso el ministerio de Salud fue degradado a secretaría. Y de justicia, mejor ni hablar. No se recuerda un gobierno elegido en las urnas que haya convertido al poder judicial en una extensión del ejecutivo de un modo tan burdo e inescrupuloso como el de la derecha.

Aquel documento con una “visión alternativa” se refería a los conscriptos combatientes como “víctimas directas” (la pregunta es dónde se pararon en 2012 y dónde se paran hoy para hablar en nombre de los ex combatientes, quienes han alzado su voz con furia contra las expresiones anti Malvinas de personajes como Beatriz Sarlo; de la presidenta del partido Pro, Patricia Bullrich; de Sabrina Ajmechet, su alfil en la Cámara de Diputados, y de  tantos otros de esa calaña.

Además, aquel tristísimo documento, como no podía ser de otro modo, se tiraba de cabeza en el mar del cipayismo decimonónico para proponer que “en honor de los tratados de derechos humanos incorporados a la Constitución” nacional “los habitantes de Malvinas” fuesen reconocidos como “sujetos de derecho”. “Respetar su modo de vida implica abdicar de la intención de imponerles una soberanía, una ciudadanía y un gobierno que no desean”, afirmaba.

Foto: CECIM La Plata

Los abogados de los kelpers

¿Quiénes firmaron aquel texto? Jorge Lanata, Juan José Sebreli, Emilio de Ípola, Pepe Eliaschev, Rafael Filippelli, Roberto Gargarella, Fernando Iglesias, Santiago Kovadloff, Gustavo Noriega, Marcos Novaro, José Miguel Onaindia, Vicente Palermo, Eduardo Antin, Luis Alberto Romero, Hilda Sabato, Daniel Sabsay y Beatriz Sarlo.

En un artículo titulado “Hasta la diplomacia inglesa refuta a Fernando Iglesias, Beatriz Sarlo y Sabrina Ajmechet por Malvinas; los archivos de Londres admiten la usurpación y la estrategia de no negociar”, el periodista y docente Juan Pablo Csipka escribió: “No es fácil explicar nuestra posición sin quedar como bandidos internacionales”. Con esas palabras, en un memorándum de 1936, el Foreign Office, es decir, el Ministerio de Relaciones Exteriores de Gran Bretaña, admitía que no tenía argumentos para sostener la potestad de las islas Malvinas frente al reclamo argentino”.

Claro que ni esta ni ninguna documentación podría torcer la “visión alternativa” sobre Malvinas de la derecha liberal. Y es que el cipayismo es una postura política que nació el mismo 25 de mayo de 1810, con asiento -fundamentalmente- cerca del Puerto de Buenos Aires. Desde allí se le dio la espalda a San Martín y a Belgrano y se festejó por todo lo alto el cobarde asesinato de Güemes. Desde allí se combatió al federalismo.

Desde allí se abortaron los proyectos industrialistas de Carlos Pellegrini y de Ezequiel Ramos Mexía (dos encumbrados integrantes de la clase dominante que también tuvieron una “visión alternativa” de país, pero como en su caso implicaba utilizar las insultantes ganancias de la exportación de granos y carnes en la construcción de una nación industrial de la mano de un Estado planificador, fueron ninguneados).

Desde allí se bombardeó la Plaza de Mayo y se asesinó a 400 civiles en 1955. Y un larguísimo etcétera.

Ni la ONU doblega a los cipayos

Tampoco les hace mella que el 5 de agosto de 2020 el Comité Especial de Descolonización de la ONU (conocido como C-24) haya reiterado el llamado al Reino Unido y a la Argentina “a retomar las negociaciones para encontrar, a la mayor brevedad posible, una solución pacífica y definitiva a la controversia de soberanía” sobre las Islas Malvinas, Georgias del Sur, Sandwich del Sur y los espacios marítimos circundantes.

Este llamamiento se basa en la histórica resolución 2065 de Naciones Unidas, sancionada el 16 de diciembre de 1965 por 94 votos a favor, 14 abstenciones y ningún voto en contra. La misma, que fue reafirmada por otras 9 resoluciones de la propia ONU y por 37 resoluciones de su Comité de Descolonización, reconoce que entre Reino Unido y Argentina “existe una disputa de soberanía en torno a las Malvinas”.

Foto: CECIM La Plata

El cipayismo, una forma de ser

Paradójicamente, la resolución 2065 señala que en las negociaciones para encontrar una solución a dicha disputa deben ser tenidos en cuenta los intereses de los habitantes de las islas (pero) no sus deseos, excluyendo la aplicación de la libre determinación (de los pueblos) para este caso en particular. No obstante, los kelpers tienen sus abogados defensores: Beatriz Sarlo, la diputada nacional Sabrina Ajmetech, el misógino y provocador profesional Fernando Iglesias, la aspirante a presidenta de la Nación Patricia Bullrich, el ganador del Martín Fierro Jorge Lanata, Luis Alberto Romero, Daniel Sabsay, el radical Pepe Eliaschev, Juan José Sebreli, entre otros.

En un artículo que publicó el 7 de agosto de 2021 en el portal Infobae, Ricardo Romano subrayó que “es inevitable no observar que, en simultáneo con su salida de la Unión Europea, en cuyos estatutos había obligado a incluir a las islas Malvinas como británicas, el Reino Unido incrementó su presión sobre los anglófilos locales (argentinos) para llevarlos a desconocer -vía subterfugios de supuesta elegancia como la autodeterminación de los pueblos- las razones históricas por las cuales las Malvinas son reconocidas como argentinas (…) La salida de Gran Bretaña de la UE debilita su posición respecto de las islas, por eso no sorprende que promuevan operaciones mediáticas para sustentar sus pretensiones”.

Es una explicación válida para la coyuntura pero, a nuestro entender, muy parcial en términos de mediano y largo plazo, ya que la carta donde los anglófilos locales proponen una “visión alternativa” sobre Malvinas data de 2012, año en que la relación entre Gran Bretaña y la UE gozaba de muy buena salud. En rigor, detrás del discurso de desmalvinización anida la postura genuflexa de las clases acomodadas del país, siempre expresadas políticamente por la derecha liberal, ante los valores y los mandatos europeos y estadounidenses. Son los mismos que en 1917 ganaron las calles para pedirle al presidente Hipólito Yrigoyen que abandone la neutralidad frente a una guerra que ocurría a más de 12 mil kilómetros de distancia. Y quienes por no entrar en la Segunda Guerra tildaron de nazifascista al primer gobierno peronista, mientras delegaban la campaña electoral en el embajador estadounidense en la Argentina, Spruille Braden.

Se trata de una forma de ser. De ver el mundo.

Foto: CECIM La Plata

La otra mirada: arte popular, identidad y memoria

En las barriadas populares, escuelas, hospitales, clubes, hay otra forma de ser y de ver el mundo. Pero sobre todas las cosas una manera diametralmente opuesta de sentir al país, que ahora está tomando la forma de murales que, como pequeños puntos que generan identidad y memoria “al paso”, se van esparciendo como manchas patrióticas en todos los rincones de la región. Nadie empeña horas de su vida en pintar un mural si no lo embriaga un hondo sentimiento artístico y cultural. Y justamente Malvinas es una parte medular de la cultura popular argentina.

“La campaña de murales precedida por la consigna Volveremos a Malvinas de la mano de América Latina va generando movimientos importantes en clubes, barriadas, sociedades de fomento, partidos políticos, escuelas, hospitales, facultades, gremios y muros particulares”, contaron desde el CECIM La Plata (Centro de Ex Combatientes Islas Malvinas).

Pintar Malvinas es hablar de la Patria, de nuestra historia, de nuestros activos estratégicos, del fondeo colonial y la base militar extranjera; es hablar de los peces y del hambre, de la memoria, de la soberanía, de la justicia. Es hablar de nuestros colimbas, de nuestra cultura y la identidad”, enumeraron.

“Pintamos murales y hablamos de nuestro continente, de la necesidad de estar unidos, de integrarnos; sentir que somos parte de lo mismo y que nos queremos libres, soberanos y plenos de derechos. Te invitamos a hacerlo. A sumarte. Porque Malvinas es de todos, todas y todes”, finalizaron.

Foto: CECIM La Plata
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