El daño que la oposición le hizo al País al rechazar el Presupuesto

Como ya sucedió entre 2010 y 2011 cuando el Grupo A bloqueó la ley clave del ordenamiento económico nacional, el Gobierno no contará con Presupuesto en 2022. Las réplicas encendidas al discurso de Máximo Kirchner no parecen ser una razón suficiente para bloquearle al peronismo un instrumento vital en la compleja negociación con el FMI, pese a los riesgos que implica

Presupuesto en Diputados

Javier Miles, Gustavo Laspina y Martín Tetaz, tres opositores de ultraderecha y derecha

La oposición lo hizo de nuevo: dejó al oficialismo peronista sin el Presupuesto para 2022, pero a diferencia del precedente más cercano, en esta oportunidad la situación del país parece mucho más complicada.

En efecto ya en noviembre de 2010 el por entonces denominado Grupo A que integraba el PRO antes de la conformación de Cambiemos, la Coalición Cívica de Elisa Carrió, sectores del radicalismo y del peronismo no kirchnerista que hoy, como entonces, responden al liderazgo de Graciela Camaño boicotearon el Presupuesto nacional.

Claro, por entonces el tiro les salió por la culata en dos sentidos: en primer lugar al no tener Presupuesto el gobierno que entonces encabezaba Cristina Fernández de Kirchner ejecutó su programa económico mediante la prórroga del Presupuesto del año anterior y la aplicación de decretos de necesidad y urgencia para ampliar o modificar partidas. Ahora, como entonces, el Gobierno anunció que prorrogará por decreto el Presupuesto 2021 para ejecutar en el ejercicio del año próximo ante el rechazo de la oposición, según informó el propio ministro de Economía, Martín Guzmán, en su cuenta de twiter.

Y más grave aún para ese sector. El Grupo A quedó desprestigiado ante la sociedad luego de que (cachetada por la espalda de Camaño al ex diputado Kunkel de por medio) se comenzó a visualizar su acción parlamentaria como una chicana política sin demasiados fundamentos y en la defensa de sus propios intereses. Es más, muchos ven en ese antecedente una de la razones del arrollador triunfo con más del  54% de los votos de Cristina cuando logró la reelección presidencial en 2011.

EL PRESUPUESTO ACTUAL

Ahora la situación es parecida, aunque diferente. Es claro que otra vez cuando la oposición- sea del PRO, el radicalismo, la Coalición Cívica, el peronismo federal, los libertarios e incluso la izquierda- se ven con los números necesarios como para entorpecer las propuestas legislativas, no dudan en hacerlo en bloque sin ningún empacho.

Hay casos que no asombran, por ejemplo los libertarios e incluso la izquierda trotskista que opuesta en forma tajante a un acuerdo con el Fondo, está siempre dispuesta a votar en contra a cualquier iniciativa que puedan olfatear como una concesión al FMI, sin medir las consecuencias de entrar en default con los organismos multilaterales.

En cambio la situación es radicalmente distinta al 2011, cuando Cristina concentraba gran parte del poder político del país, en el apogeo de su gestión de gobierno; pues hoy Alberto no tiene ese poder, producto de llegar al Ejecutivo como el emergente de una coalición de la cual la ex presidenta sigue siendo la figura más potente.

LA NEGOCIACIÓN CON EL FMI

Pero si desde un análisis estrictamente político, el resultado de la votación de este viernes por la mañana significó un severo golpe para el Gobierno, los analistas advierten que la principal dificultad puede llegar desde la economía y más precisamente en la negociación con el FMI, que generó en la tarde del mismo viernes un diálogo no programado vía teleconferencia entre Alberto Fernández, el ministro Guzmán y la titular del organismo Kristalina Georgieva.

A nadie se le escapa que Argentina no tiene los fondos necesarios para hacer frente a los vencimientos del megapréstamo otorgado a Mauricio Macri por la administración anterior del Fondo. De allí lo difícil de un acuerdo que se extendió en el tiempo en parte porque se buscaba obtener beneficios adicionales, como la eliminación de las sobretasas que impone el organismo y que recién se trató esta semana, pero también porque el Gobierno quería mostrar un frente interno cohesionado con oficialismo y oposición dispuestos a comprometerse en un programa de facilidades extendidas que largamente excederá el período de gobierno de la actual administración.

Pero, como en otras oportunidades, la oposición volvió a mostrar que dan prioridad a sus intereses políticos, por encima del posible daño que se pueda hacer al país por falta de un acuerdo sobre el Presupuesto. Pero también se presentan nubarrones en otras cuestiones cruciales incluidas en la negociación, como ser la aprobación parlamentaria del acuerdo de facilidades extendidas o logar el consenso legislativo para el plan plurianual con el cual el Gobierno aspiraba a dar certezas respecto a sus pasos futuros.

La presunta indignación de los legisladores de Juntos por el Cambio con Cristian Ritondo y Mario Negri  a la cabeza por el discurso de Máximo Kirchner que les recordó su responsabilidad por el actual nivel de endeudamiento con el FMI, no parece razón suficiente para petardear un Presupuesto a todas luces presentado como el puntapié inicial de una serie de medidas tendientes a llegar a un acuerdo con el organismo multilateral.

El momento de Máximo Kirchner en el debate por el presupuesto 2022:

DETALLES DEL PRESUPUESTO RECHAZADO

Tampoco parece suficiente razón los cuestionamientos al proyecto de Presupuesto considerado “invotable” por algunos voceros opositores dispuestos a  dar la cara, mientras acusaban al oficialismo de “dibujar” un proyecto sin ningún anclaje con la realidad. Entre las críticas salientes al proyecto figuraban que se proyecta una inflación del 33% para todo 2022, un crecimiento del  PBI del 4 por ciento, principalmente impulsado por un aumento en el consumo privado (4,6%) y la inversión (6,6% con respecto a este año). El precio del dólar cerraría este año con un valor medio en diciembre de 102,40 pesos, en diciembre de 2022 promediaría 131,10 pesos (un aumento del 28%). El salario medio registrado (Ripte) recibiría un aumento nominal del 38% durante el año y según las proyecciones oficiales, los salarios evolucionarían con un aumento de 5 puntos por encima de la inflación y el tipo de cambio nominal, 5 puntos por debajo del aumento de precios.

El déficit primario que se proponía era del  3,3 por ciento del PBI (dos décimas inferior al estimado, en el mismo Presupuesto, para el cierre del año 2021 (3,5% del PBI) y un resultado financiero del 4,9% del Producto y como financiamiento por parte del Banco Central al Tesoro de 1,8 del PBI, lo cual implica una reducción importante con respecto al 2021, que a su vez conlleva una rebaja enorme del financiamiento monetario sobre el Producto en el peor año de la pandemia que fue 2020, cuando el Estado tuvo que atender las mayores necesidades para proteger al tejido social y al productivo de la Argentina. Es decir se preveía una drástica reducción de la emisión monetaria, una de las muletillas de la oposición a la hora de cuestionar el rumbo económico…

También asume un financiamiento neto por parte de los acreedores oficiales internacionales del 1,1% del Producto y financiamiento en la forma de títulos públicos igual a 2% del PBI. Sumando al resultado anterior (déficit primario) los pagos previstos de intereses (principalmente por deuda con el mercado de capitales en pesos, ya que no contempla ningún pago de intereses al FMI), se llega al denominado déficit financiero, estimado en 2.961.849 millones de pesos (2,9 billones), que equivalen al 4,9% del PBI.

EN RESUMEN

Es decir, más allá de los cuestionamientos centrados principalmente en la proyección inflacionaria y al financiamiento del déficit no parece que el denunciado “dibujo” que presentó el oficialismo para ser aprobado en Diputados contemplara parámetros alocados respecto a otros Cálculos de Gastos y Recursos aprobados tanto por el kirchnerismo como por Juntos o Cambiemos cuando ejercieron el gobierno nacional.

Más vale la férrea oposición resulta una vez más un mecanismo político destinado al frente interno, es decir priorizar a sectores del PRO o del radicalismo por encima de otros. Siempre con la mirada puesta en las elecciones presidenciales del 2023

Pero claro faltan dos años de gobierno de Alberto y comenzar a poner palos en la rueda desde este momento resulta cuando menos peligroso, por no decir suicida.

Desde el PRO, el radicalismo y la Coalición Cívica se llenan la boca con el resultado de las últimas elecciones legislativas, exigiendo al Gobierno que reconozca su derrota y que actúe en consecuencia. Lo que no parecen tener conciencia estos mismos sectores, pero tampoco los libertarios, el bloque federal y hasta la izquierda es lo que sucedió hace 20 años, cuando con cacerolas en las manos la población salió a reclamar “que se vayan todos, que no quede ni uno sólo”.

Fue Néstor Kirchner mediante una administración prolija y aprovechando cada dólar que una coyuntura internacional favorable proporcionaba,. el que logró recuperar la calma en un país que había quedado al borde del caos. Así resurgió la confianza en la democracia y el sistema político. Ese mismo sistema que la oposición como hizo el Grupo A en el 2010, está dispuesta a petardear.

No es un dato menor. Desde el oficialismo se coincidió en que la oposición actuó en forma irresponsable de cara a las difíciles negociaciones del gobierno con el FMI, donde cada muestra de debilidad tiene un costo financiero.

La oposición, de todas maneras, avanzó mostrándose indignados supuestamente por los dichos de Máximo Kirchner, cuando en realidad nunca estuvieron dispuestos a dar el apoyo legislativo, más allá de las consecuencias de su accionar. El conocido “cuando peor, mejor”, para posicionarse de cara al 2023.

Sin embargo esta misma oposición debería haber aprendido que más allá de triunfos circunstanciales en alguna elección, hay un momento en que las consecuencias de un accionar obstruccionista puede dejar consecuencias tan graves que se les vuelva en contra, como ya sucedió en 2011.

Sin embargo parece que no aprendieron nada.

Están jugando con fuego y como Hernán Cortés, parecen dispuestos a quemar las naves. El problema es que sobre esas naves estamos todos los argentinos.
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