Cristina tiene que ir a la Rosada

El justicialismo le está abriendo de par en par las puertas del 2023 a una derecha que si llega al gobierno lo hará con un plan económico de ultraderecha, de consecuencias irreparables para más de la mitad de la población. Del Congreso a la Casa Rosada hay pocas cuadras. Y millones de argentinos y argentinas están esperando que la vicepresidenta las desande. Ahora. Luego, puede ser tarde

Crédito imagen: radio gráfica

“Aturden el silencio y la parsimonia del gobierno frente al ataque al despacho de la Vicepresidenta”, tuiteó el 12 de marzo a la mañana el ministro de Desarrollo Comunitario bonaerense y secretario general de la agrupación La Cámpora, Andrés Larroque.

Y aturde el silencio y genera una enorme incertidumbre entre los sectores populares la inacción de la vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner, mientras el poder real, a través de los medios hegemónicos de comunicación (que le pertenecen), va corriendo a cada vez más sectores de clase media hacia la ultraderecha, metiéndose sin pagar peaje (porque jamás lo pagó ni paga para nada, pero además porque ahora nadie se lo cobra) en la ancha avenida que se ha formado entre el Senado de la Nación y la Casa Rosada.

“Es la economía, estúpidos”, dijo Bill Clinton durante la campaña presidencial estadounidense de 1992. Y se podría agregar: “Y la economía depende de la política”.

Ayer a la noche, durante una entrevista en la TV, el ministro de Economía de la Nación, Martín Guzmán, dijo públicamente, por primera vez, que el ruido político (de la interna oficialista) es un enorme palo en la rueda del plan económico. No usó esas palabras, pero esa fue la idea; claramente.

A esta altura de la soireé, nadie desconoce que las medidas económicas de cualquier Ejecutivo, sin un respaldo político contundente del partido o frente político gobernante, pierden fuelle (sin entrar aquí a discutir las bondades y los defectos del plan económico que lleva adelante el equipo de Guzmán y que avala el presidente de la Nación, Alberto Fernández).

Pero si esas medidas no sólo no cuentan con un respaldo político contundente de, en este caso, las principales espadas del Frente de Todos, sino que son cuestionadas en público por funcionarios, legisladores y otros referentes muy cercanos a la vicepresidenta y, para colmo, ella hace silencio, más que perder fuelle pierden credibilidad ante la mayor parte de la sociedad. Y eso, políticamente, es letal.

Por ello, siendo Cristina Fernández quien impulsó el Frente de Todos y una fórmula encabezada por Alberto Fernández, a esta altura resulta incomprensible, más que su silencio, su inacción.

Cristina a la Rosada

El titular de la cartera económica nacional, Martín Guzmán, dijo públicamente -por primera vez y con otras palabras- que el ruido político de la interna oficialista es un enorme palo en la rueda de la gestión (crédito imagen: iprofesional)

Luego de las PASO de 2021, desde 90lineas.com advertimos que el camino no era Alberto o Cristina, sino Alberto y Cristina. De lo contrario, tronaría el escarmiento.

Pasemos en limpio. Una encuesta de opinión que mostró ayer, lunes 11 de abril, el sociólogo Roberto Bacman, asegura que el sentimiento que predomina entre la mayoría de los argentinos y argentinas -casi el 44%- es “la incertidumbre”. Sentimiento fatídico para avanzar con una plan económico que, pese a tener signos de moderación que muchos no comparten, sigue siendo bombardeado un día sí y al siguiente también desde el 99% de los canales de TV, radios y diarios, donde -un día sí y al siguiente también- los sicarios del periodismo de guerra invitan a las voces más ultraderechosas del país.

“¿Por qué los medios hegemónicos invitan todo el tiempo a políticos de ultraderecha?”, preguntó no hace mucho un amigo. “Porque son los que mejor defienden los intereses de sus dueños y accionistas”, le contestó otro.

Cristina a la Rosada

Absolutamente nadie duda, ni siquiera en la más férrea oposición, que el respaldo del tercio más vulnerable de la población (o más), es decir, la histórica base social del justicialismo, tiene como referente a Cristina Fernández de Kirchner. Y Alberto Fernández lo sabe mejor que nadie (crédito imagen: Noticias de Entre Ríos)

El periodista especializado en economía, Alfredo Zaiat, lo dejó por escrito con una claridad meridiana en su artículo “La clave del conflicto entre Cristina Kirchner y Alberto Fernández”, publicado el último domingo en P12. Primero, resumió: “Para Cristina Kirchner gobernar es enfrentar intereses del poder económico a favor de sectores vulnerables. Alberto Fernández cree que la concertación constituye la estrategia central para desacelerar la inflación. La crisis política del Frente de Todos hace muy difícil atender la crisis en los ingresos (inflación y salarios)”.

Luego descartó que, como pregonan los ultraliberales y los sicarios del periodismo de guerra, se nos vaya a venir encima un 1989 o un 2001. “Como la historia no se repite en forma idéntica, pese a la existencia de iguales actores (FMI) y problemas (inflación), porque las condiciones locales e internacionales son otras, es poco probable un desenlace como los de 1989 ó 2001”.

Pero subrayó con mayúsculas: “Esto no significa que si no se remedia esta doble crisis no haya consecuencias poco agradables, sólo que serán distintas, siendo una de ellas, posiblemente, el crecimiento político y la consolidación de propuestas económicas de la ultraderecha”.

Siguió: “Este avance puede ser que no concluya con uno de sus representantes en la Casa Rosada (Javier Milei), pero sí que termine legitimando social y políticamente estrategias de shock regresivas de un eventual nuevo gobierno de derecha (macrismo-radicalismo) en 2024, con consecuencias igualmente tan dramáticas para los sectores populares como una hiperinflación o una megadevaluación acompañada de un default”.

Cristina a la Rosada

El respaldo popular que necesita Alberto Fernández para gobernar sólo vendrá de la mano de un apoyo explícito de Cristina Fernández. Los «albertistas» que así no lo entienden y lo instan a romper, sólo pueden perseguir intereses personales y/o sectoriales (crédito imagen: La Nueva Provincia)

En buen cristiano: El poder real está apostando a radicalizar el proyecto económico de la derecha liberal, es decir, de Juntos por el Cambio, “corriendo” a esa alianza UCR-Pro-Coalición Cívica mediante los ultraliberales (Espert, Milei, López Murphy y Cía.).

El escenario que saborea el poder económico es el de un Frente de Todos debilitado por su cruenta interna en 2023, y la llegada al gobierno de alguna “paloma” de JxC pero con el plan económico de máxima bajo el brazo. A saber: reforma laboral (si es “a la brasileña”, donde se puede contratar a un trabajador por horas, mucho mejor); reforma previsional (reprivatización del sistema y congelamiento de las pensiones y jubilaciones estatales); redolarización y aumento imposible de las tarifas; liberalización de importaciones; achicamiento del Estado vía desfinanciación de la educación y la salud públicas y de la ciencia; destrucción (parte II) del poder adquisitivo de los trabajadores y trabajadoras registrados; ampliación de la base de desocupados y precarizados para garantizar mano de obra barata; un nuevo y mayor endeudamiento en moneda extranjera para volver a poner en marcha la bicicleta financiera; (otra vez) libre entrada y salida de divisas; (otra vez) primarización de la economía con los ganadores que vienen ganando, valga la redundancia, desde 1810, o sea, la burguesía terrateniente; institucionalización de la pobreza estructural en torno a un 50%.

Ello sin contar propuestas más draconianas que ya se vienen metiendo desde las pantallas de TV en la población, como la eliminación del peso y la adopción del dólar como moneda oficial para “terminar con la inflación”. Habría que mirar lo que ocurrió en Ecuador cuando, siguiendo los consejos de Domingo Cavallo, dolarizaron la economía… “El último que apague la luz”, escribieron entonces en un paredón de un pueblo en el cual sólo habían quedado un puñado de hombres y mujeres muy mayores. Se produjo la mayor diáspora de la nación andina, fundamentalmente hacia los EEUU y España.

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Hay una sola forma de evitar el colapso político-económico desde 2024: reestableciendo una unidad «hasta que duela» en el Frente de Todos (crédito imagen: ALnavío)

Supongamos que la derecha/ultraderecha mantiene en 2023 su caudal de 40% de votos, tomando como base lo que obtuvo a nivel nacional en las tres últimas elecciones (2017, 2019 y 2021). Sumemosle el 10% de ricos de toda la vida. Conclusión: si el Frente de Todos sigue ensimismado en su interna, dejará a la mitad más vulnerable de la sociedad (o más) a merced de un gobierno de derecha con proyecto económico de ultraderecha, que básicamente implica todo lo enumerado más arriba.

Si Cristina Fernández cruza desde el Congreso a la Casa Rosada y se reúne con Alberto Fernández. O mejor, con Alberto Fernández y Martín Guzmán. O mejor aún, con Alberto Fernández, Martín Guzmán y Sergio Massa, durante 2 horas, 5, 10, 24…y hablan todo lo que tienen que hablar, se dicen todo lo que tienen que decirse, se ponen de acuerdo en equis cosas y no llegan a un acuerdo en zeta cosas pero -como frente que son- consensúan ir hacia adelante, pactan no discutir (y menos que menos chicanearse) a través de los medios, unifican una manera clara y única de comunicar hacia la población, y si, en un ejercicio de “soñar no cuesta nada”, comienzan de a poco a recorrer juntos el país, ¿a qué nivel caería el sentimiento de incertidumbre que hoy atraviesa a la mayoría de la población?; ¿hasta dónde se fortalecerían las políticas oficiales?, y, ante todo y sobre todo, ¿cuánto se reduciría el margen para que dejen a más de la mitad de la población de la Argentina a merced de un futuro gobierno con un plan económico de ultraderecha, de consecuencias irreparables en el tiempo?

Del Congreso a la Casa Rosada hay pocas cuadras. Y millones de argentinos y argentinas están esperando que la vicepresidenta las desande. Ahora. Luego, será tarde.

Cristina a la Rosada

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