El cristianismo nació feminista. ¿Cuándo y por qué se pervirtió?

¿Por qué entre el siglo I y el siglo IV muchas mujeres romanas y judías se convertían al cristianismo? Un trato preferencial, enseñado por Jesucristo y practicado por los primeros fieles, marcó tremendas diferencias. Luego, cuando Roma adoptó el cristianismo como religión de Estado, todo comenzó a pervertirse

“El infanticidio no sólo era muy común en el mundo greco-romano, era tolerado y legitimado, fundamentalmente si se trataba de bebés débiles, enfermizos o niñas”

Jesucristo fue el primer profeta que tuvo discípulas. María de Betania, Marta de Betania (ambas hermanas de Lázaro) y María Magdalena son las más conocidas. Y el trato de Jesús hacia ellas era exactamente igual que el que dispensaba a los hombres. Así las cosas, el cristianismo nació igualitario porque, sencillamente, para Jesucristo «todos somos iguales a los ojos de Dios». Y ello se mantuvo después de Cristo. Hasta que Roma entró en juego, la iglesia primitiva se institucionalizó y todo se corrompió.

Apelando a términos de hoy en día, bien podríamos preguntarnos si el primer cristianismo fue feminista. Y la respuesta es «sí». Lo fue definitivamente en comparación con la cultura greco-romana y con la judía no cristiana.

Desde el siglo I hasta finales del siglo IV, cuando el cristianismo se transformó en la religión oficial del Imperio Romano y las cosas comenzaron a desmadrarse (ya veremos porqué), muchísimas mujeres romanas y también judías se convirtieron a la fe recientemente propagada por Jesucristo.

Se ha comprobado, en base a evidencia histórica y arqueológica, que el trato hacia el sexo femenino en la Roma imperial y también entre los judíos era tan humillante en comparación con el de las primeras comunidades cristianas, que la conversión implicaba un cambio gigantesco para las mujeres en cuestión de libertades, respeto, cuidados en caso de enviudar y, sobre todo, de protección para las bebés y las niñas.

Derecho romano

El derecho romano era durísimo con las mujeres. El filósofo Lucio Anneo Séneca (4 a.C. – 65 d.C.), así como el político e historiador Publio Cornelio Tácito (55-120 d.C), sólo por nombrar a dos destacados e influyentes pensadores romanos, convalidaban el infanticidio en ciertos casos, como el de bebés débiles, malformados, o sencillamente de sexo femenino, observa un estudio del proyecto Bite (biblia, ideas, teología y experiencias).

Esta postura, hoy incomprensible desde cualquier punto de vista, estaba incluso “avalada” por Platón (387 a.C. – 347 a.C.) en su República, y por Aristóteles (384 a.C. – 322 a.C.) en su Política.

Casarse por obligación incluso antes de los 12 años -edad que contemplaba el derecho romano- era moneda corriente. Y hay evidencia científica que demuestra que esos matrimonios se consumaban. Asimismo, el desamparo en la viudez si la mujer no se casaba nuevamente en un plazo de dos años era brutal. Todo ello, sumado al infanticidio femenino, conformaban costumbres fuertemente arraigadas en la sociedad imperial. Los historiadores Plutarco (45-127 d.C.) y Dion Casio (155-235 d.C.), entre muchos otros, cuentan esto en sus escritos.

No era muy distinto en la comunidad judía no cristiana, donde el hombre tenía derecho a dejar a su mujer si algo no le gustaba de ella, por ejemplo, cómo cocinaba (postura sobre el divorcio de la rama de los fariseos liderada por Hillel).

Cristianismo feminista

En el cristianismo primitivo las mujeres gozaban de un estatus muy superior al que tenían en el mundo pagano (crédito imagen: Aleteia)

La mujer cristiana

El estudio citado indica que “las mujeres cristianas o convertidas antes de casarse tenían muchos beneficios, como hacerlo a una edad mayor y, generalmente, con la opción de escoger al esposo. Así, en ese tiempo, una mujer pagana tenía 3 veces más posibilidades de contraer matrimonio antes de los 13 años que una cristiana”.

“El 44% de las mujeres paganas ya estaban casadas antes de los 14 años, en comparación con el 20% de las mujeres cristianas. Es decir, menos de la mitad. De hecho, el 48% de las cristianas eran solteras a los 18 años”, describe.

El tema de la viudez en el caso de las mujeres, en esa época era tremendo. “Las que enviudaban dentro del imperio soportaban una gran presión para casarse de nuevo. El emperador Augusto (63 a.C. – 14 d.C.) llegó a disponer que si no lo hacían antes de dos años, las viudas se verían sujetas a una sanción legal”.

Por el contrario, dentro de las primeras comunidades cristianas las viudas eran tratadas con “dignidad”. Incluso se organizó un gran sistema de ayuda social para apoyarlas, pionero para la época. Sobre este tema, son tremendamente elocuentes las cartas de Pablo (apóstol) a Timoteo.

Además, el cristianismo condenaba el divorcio, el incesto, la infidelidad matrimonial y la poligamia, por igual para hombres y mujeres. En la Carta a los Efesios (5:25) se lee: “maridos, amad a vuestras mujeres así como Cristo amó a la iglesia y se entregó a sí mismo por ella”.

No hay que ir más allá de la vida de Jesucristo para entender porqué el primer cristianismo daba ese trato a las mujeres. El lugar que tuvieron María (su madre), María Magdalena y María de Betania -por citar apenas tres ejemplos entre muchos- lo explica casi todo.

Cristianismo feminista

En la actualidad, los cristianos representan la religión más perseguida en el mundo. Unos 300 millones de hombres, mujeres, niños, niñas y adolescentes viven un calvario diario en unos 60 países, fundamentalmente de Asia y África, pero también en vastas regiones de Centroamérica y en Colombia

Más mujeres cristianas que hombres

Es fácil concluir porqué el cristianismo fue tan popular entre las mujeres mucho antes de convertirse en la religión oficial del imperio romano. En una sociedad con clara mayoría masculina, las mujeres cristianas superaban ampliamente a los hombres. Por ejemplo, en un inventario  de una propiedad confiscada a la iglesia de la ciudad africana de Cirta, durante una persecución en el año 303, se hallaron 17 túnicas de hombres y 83 de mujeres”, detalla el informe.

Otro dato. En el año 251, en medio de la terrible persecución que desató el emperador Decio (201-251 d.C.) sobre los cristianos, Cornelio, obispo de Roma, escribió a Fabio, obispo de Antioquia, que sus iglesias estaban “atendiendo a más de 1.500 personas desamparadas y viudas”.

El estudio apunta que “hoy el derecho romano goza de un gran prestigio, sin embargo tenía elementos que nos resultan insoportables hoy en día (…) Privilegiaba a los varones y a los hombres libres, y le daba una pobre atención a los no romanos, a los esclavos y a las mujeres, a quienes consideraba ciudadanos de segunda categoría. Por otro lado, el culto a la violencia y la guerra creaba en el imaginario de la sociedad romana un cierto desprecio por la debilidad. Y la mujer era considerada débil”.

Cristianismo feminista

Mujeres cristianas nigerianas (crédito imagen: ABC)

Infanticidio

El infanticidio no sólo era muy común en el mundo greco-romano, era tolerado y legitimado, fundamentalmente si se trataba de bebés débiles, enfermizos, o niñas”, insiste.

“De la Roma pagana del siglo I conservamos la carta del soldado Hilarión a su esposa Alis, embarazada y viviendo en otra ciudad, alejada. Era una sentida carta de amor a su mujer, pero le escribió: Si das a luz un bebé, si es varón consérvalo, si es mujer, abandónala”, contó el joven periodista español Pablo J. Ginés.

Ser mujer en el Imperio Romano representaba una gran desventaja. El caso de Hilarión no es un caso aislado. La Ley de las 12 tablas, llamada también ley de igualdad romana, un texto legal que contenía normas para regular la convivencia del pueblo, permitía al padre “abandonar a cualquier recién nacido, especialmente si se trataba de una criatura de sexo femenino, un bebé débil o con malformaciones”.

Otra evidencia muy reveladora son las excavaciones de ciudades romanas del Mediterráneo, donde se ha descubierto una gran cantidad de restos óseos de bebés, la gran mayoría de ellos, neonatos de sexo femenino.

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Jesucristo fue el primer profeta que tuvo discípulas. María de Betania, Marta de Betania (ambas hermanas de Lázaro) y María Magdalena son las más conocidas Y el trato de Jesús hacia ellas era exactamente igual que el que dispensaba a los hombres

Así las cosas, y pese a que los varones conformaban los ejércitos, en esa época los hombres superaban a las mujeres demográficamente en una proporción de 131 a 100 en la ciudad de Roma y de 140 a 100 en Italia, Asia Menor y África.

“Otra costumbre muy extendida en gran parte de la sociedad romana, fruto de lo anterior, es que las familias tenían en promedio una sola hija mujer. Así y todo, a ellas no les esperaba una buena vida (…) Eran obligadas a casarse aún siendo niñas, en muchos casos sin alcanzar la pubertad. Y esa circunstancia no excluía a las mujeres de las clases altas. Así, Octavia (64 a.C. – 11 d.C.) se casó a los 11 años; Agripina (15-59 d.C.) a los 12. Tácito contrajo matrimonio con una niña de 13 años, y Qintiliano tuvo su primer hijo con una esposa de esa misma edad”, puntualiza el proyecto Bite.

Y llegó el desvío

El dossier “Viaje a las raíces de Europa”, del servicio alemán de radio y televisión DW, especifica que el 27 de febrero del año 380 el cristianismo se convirtió en la religión exclusiva del Imperio Romano por un decreto del emperador Teodosio, lo que tuvo trascendentales consecuencias.

“El decreto unió las raíces judeo-cristianas del continente europeo con la cultura greco-romana. Hasta el Concilio de Nicea, en el año 325, las iglesias cristianas eran incendiadas, quienes profesaran la religión cristiana eran perseguidos y su patrimonio era confiscado. Particularmente bajo el emperador Diocleciano (245-316) se intensificó la persecución cristiana. Diocleciano quería revivir los viejos cultos paganos y que éstos se convirtieran en la religión del imperio. Pero su política anticristiana fracasó y fue eliminada por su sucesor, el emperador Constantino (285-337)”, detalla el estudio.

Luego de varias idas y vueltas, como se dijo, el 27 de febrero de 380 el emperador romano de Oriente, Teodosio (347-395), firmó en presencia del emperador romano de Occidente, Valentiniano (371-392) y su cogobernante medio hermano Graciano (359-383), un decreto por el cual declaró al cristianismo religión del Estado y estipuló “un castigo a quienes practicaran cultos paganos”.

El decreto “Cunctos populos” no sólo concedía un lugar preponderante al cristianismo, sino que también suponía la persecución contra quienes practicaran otra fe. Así, con la misma vehemencia con que se persiguió a los cristianos desde el siglo I hasta finales del siglo IV, la cuestión de dio vuelta y, con ello, todo comenzó a corromperse.

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Primeros cristianos (crédito imagen: Catholic-Link)

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